Miyamoto Musashi vs. Sasaki Kojiro: Duelo más famoso de la Historia de Japón II a.-


Miyamoto Musashi vs Sasaki kojiro ukiyoe

El famoso duelo en Ganryujima ha inspirado a generaciones de
 artistas japoneses, desde principios de la era Edo hasta nuestros días


Cuando lograron despertarlo, Musashi se puso a desayunar y a vestirse con toda la parsimonia del mundo, haciendo caso omiso a las prisas de los oficiales. Parecía haber olvidado por completo que había quedado para batirse a muerte esa misma mañana. Musashi llegó a la isla varias horas más tarde de lo convenido, pero sin muestra ninguna de agitación. Llevaba su desastrada ropa de diario, con las mangas de su kimono atadas a la espalda con una cinta para facilitarle los movimientos y una tosca toalla enrollada en la frente a modo de bandana. Como arma portaba un simple palo de madera con forma de espada, que había tallado poco antes de manera improvisada a partir de un remo de barca. Al lado de los finos ropajes y la figura apuesta de Kojiro, eran como el día y la noche.
Nada más verlo bajar de la barca, Kojiro lo reprendió desde la orilla. “¿Tienes tanto miedo que se te ha olvidado hasta la hora de nuestro duelo?”, le espetó. Musashi no dijo ni pío y se limitó a ponerse en guardia con su cachiporra, aproximándose lentamente a su adversario. Kojiro se aprestó para recibirle, desenfundó su katana y lanzó la vaina al suelo. Al ver que las olas se la llevaban mar adentro, Musashi sonrió burlonamente y le dijo:

– ¡Estás perdido, Kojiro! El resultado de este duelo ya es cosa hecha.
– ¿Cómo dices? – respondió Kojiro, confundido
– ¿Desde cuándo un guerrero que espera salir victorioso arroja la vaina de su espada al mar?

Musashi, maestro consumado de la guerra psicológica, habló a Kojiro de la vaina como podría haberle mencionado el vuelo de las gaviotas o la cuadratura del círculo. Sus palabras eran una simple táctica para desestabilizarlo. Otro tanto podría decirse de su deliberado retraso en presentarse a la cita. Sea como fuere, la estrategia surtió efecto. Kojiro se las arregló para mantener la compostura, pero estaba visiblemente enfadado por la impertinencia de Musashi. Elevó su espada por encima de la cabeza, en posición de guardia alta, y se dispuso a terminar el combate de una maldita vez. Apuntó a la frente del rival y su Monoboshi Zao descendió a la velocidad del rayo. Al mismo tiempo, Musashi descargó también su golpe sobre la cabeza de Kojiro. La suerte estaba echada.
Ambos ataques sucedieron al mismo tiempo. Los dos contendientes permanecieron inmóviles, frente a frente, en la misma postura en la que habían finalizado sus estocadas. Durante unos momentos que parecieron eternos, todos contuvieron la respiración. Al fin, la toalla que Musashi tenía enrollada en la frente cayó, partida en dos, y se la llevó el viento. Acto seguido, Kojiro se derrumbó en el suelo sin exhalar siquiera un gruñido. Al fin, Musashi reaccionó. Avanzó de dos zancadas hasta donde yacía su rival, lo remató de un solo golpe y observó impasible sus últimos estertores. Acto seguido, se volvió hacia los testigos del duelo, los saludó con una reverencia y, sin esperar a que nadie pudiera decir una palabra, abordó con paso resuelto el bote y puso rumbo de vuelta a tierra firme. Apostado en la proa de la barca, Musashi, sin volver la vista atrás por un momento, contemplaba en silencio el anchuroso mar que se extendía ante él.

Un monumento de piedra en la isla de Funajima (Ganryujima) recuerda hoy en día el momento culminante del duelo entre Musashi y Kojiro

La narración es un tanto peliculera, pero es la que ha quedado para la Historia. Ahora bien, tenemos motivos más que fundados para dudar de la veracidad de estos hechos. El principal problema es que este relato está basado en la historia recogida en el Nitenki, una recopilación de textos y anécdotas sobre la vida de Musashi cuyo valor como fuente histórica es más bien escaso.

¿Sucedieron así las cosas?

El Nitenki, que puede traducirse como “Escritos sobre los Dos Cielos”, en referencia al estilo de esgrima creado por Musashi, es una especie de hagiografía del maestro creada por integrantes de su escuela, para mantener vivo su recuerdo entre los alumnos de las nuevas generaciones. Compilado en torno a 1776 (más de 150 años después de su muerte) a base de juntar anécdotas e historias de tradición oral de aquí y allá, todo atisbo de rigor histórico brilla por su ausencia. La mayoría de los historiadores consideran el Nitenki como poco más que un relato de ficción pero, de un modo u otro, es su versión de los hechos la que ha quedado en el imaginario colectivo.

Probablemente las novelas de Eiji Yoshikawa, que toman el Nitenki como principal fuente de inspiración, tienen buena parte de culpa. Yoshikawa fue un escritor de novela histórica muy popular en el Japón de mediados del s. XX. Solía publicar sus obras a modo de folletín por entregas en los periódicos, y su éxito entre el público era descomunal. Un auténtico Alejandro Dumas japonés. A él le debe Musashi su tremenda popularidad hoy en día. Antes de que empezara a publicar, en la década de los 30, sus novelas sobre Musashi, este era casi más conocido por su faceta de pintor que por sus dotes como duelista. Pero, siendo justos, Yoshikawa tampoco engaña a nadie. Nunca pretendió escribir un relato cien por cien histórico, su objetivo era simplemente contar una historia interesante. No es culpa suya que los lectores no hayan sabido (o querido) distinguir la ficción de la realidad.
Además del Nitenki, existen otras fuentes a tener en cuenta. Y todas nos dan un relato distinto del duelo en Ganryujima. Hay historias para todos los gustos, a cual más estrambótica. Hay quien dice que Musashi se talló no una, sino dos espadas con la madera del remo, y despachó a Kojiro con su característico estilo de los Dos Cielos. Otros apuntan que la isla estaba llena de gente (¡casi dos mil personas!) que había acudido a ver el duelo, cuando se supone que estaba expresamente prohibida la presencia de público. Cualquiera que haya estado en el minúsculo islote de Ganryujima sabrá que juntar a dos mil personas allí es una tarea harto complicada. Los duelistas apenas habrían tenido sitio para blandir la espada sin sacarle el ojo a alguien. Lo único que parece seguro es que Kojiro no salió vivo de Ganryujima. Hoy en día, una lápida de piedra cerca de la playa marca el lugar donde, teóricamente, está su tumba.

¿Duelo de titanes o pelea barriobajera?

Lo más sensato es no creerse ni la mitad de lo que cuentan las fuentes de mediados y finales de la era Edo, y no digamos las posteriores. La más versión más fiable del envite, probablemente, es la que un testigo presencial, Numata Nobumoto, vasallo del clan Hosokawa, dejó escrita en su diario. Nobumoto pasa de puntillas por el duelo, del cual solo comenta brevemente que Musashi y Kojiro se batieron en buena lid en un islote en mitad del estrecho de Shimonoseki, y Musashi venció. Se había acordado previamente que ambos contendientes acudirían solos, sin ningún discípulo que los acompañara. Hasta aquí, todo transcurre según el relato que conocemos. El giro viene ahora.


Contraviniendo las reglas, Musashi sí que se trajo consigo a varios alumnos de su escuela, que remataron a Kojiro en el suelo después del combate. Musashi solo lo habría dejado malherido en el duelo. Los discípulos de Kojiro, al enterarse, acudieron en tropel a la isla, con la intención de linchar a Musashi y a los suyos. La autoridad competente (o sea, Numata Nobumoto y sus hombres) tuvo que intervenir para sacarlos de allí y evitar que la cosa acabara como el rosario de la aurora. Musashi corrió a ponerse bajo la protección de Nobumoto, quien vio que la única solución era poner tierra de por medio y mandarlo a la vecina provincia de Bungo, lejos de las iras de los alumnos de Kojiro. Hizo falta una escolta de arcabuceros montados a caballo para asegurarse de que Musashi abandonara las fronteras de Kokura de una pieza. Numata nos cuenta todo esto en su diario, recopilado para la posteridad a finales del s. XVII, unas cuantas décadas después del famoso duelo.

A partir de este relato, algunos historiadores, como Mukashi Harada, apuntan teorías interesantes que analizan los hechos desde un prisma muy diferente. Según Harada,  Sasaki Kojiro habría sido en realidad un pez gordo en la región de Kokura, un gerifalte local con un nutrido grupo de seguidores en la región. De hecho, a día de hoy el apellido Sasaki es bastante común en la zona, lo que puede sugerir que el clan ha tenido allí su base de poder desde mucho tiempo atrás. Tras la batalla de Sekigahara, en 1600, los Tokugawa comienzan su política de recolocar a los daimyo en nuevos territorios de manera poco menos que arbitraria. A los Hosokawa les tocó en suerte Kokura, un lugar en el que eran unos perfectos extraños. El clan Sasaki, que llevaba generaciones cortando el bacalao en la zona, habría supuesto una potencial amenaza para la autoridad de los Hosokawa.
Así, los Hosokawa se habrían valido de los servicios de Musashi para descabezar (literalmente) al clan Sasaki y cortar por lo sano cualquier conato de oposición. El duelo en Ganryujima no habría sido más que una tapadera para acabar con el molesto Kojiro. Harada incluso apunta que podrían haber sido directamente hombres de los Hosokawa quienes remataron al vencido Kojiro, y luego simplemente pusieron a Musashi a salvo en una provincia vecina. Años después, le pagarían bien el favor acogiéndolo en sus tierras en el ocaso de su vida.



Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes

Musashi ha protagonizado decenas de películas, seriales y tebeos, como el célebre Vagabond, de Takehiko Inoue.

La teoría es, cuanto menos, interesante. Y, conociendo los oscuros juegos de poder del Japón de la época, suena hasta creíble. ¿Significa esto que Musashi era un simple peón en medio de una gran conspiración? Nunca lo sabremos. Lo que sí parece fuera de toda duda es que en el duelo propiamente dicho, en el choque de aceros puro y duro, ganó él. 
Lo que pasara después queda para las tinieblas de la Historia. Debió de ser una victoria amarga, o al menos una experiencia que lo marcó profundamente porque, a partir de entonces, hay un giro en su vida. Abandona su obsesión por los duelos y se concentra en su carrera como artista. El Musashi que regresa de Ganryujima mira en una dirección diferente. Es un hombre nuevo, distinto, con otras metas más elevadas.


¿Era Musashi un tramposo?

Tradicionalmente, se ha acusado a Musashi de usar tácticas poco honorables para derrotar a sus adversarios. En parte por la fascinación japonesa por los héroes caídos, y en parte por lo poco ortodoxo del comportamiento de Musashi, lo cierto es que el público japonés siempre ha mostrado cierta preferencia por Kojiro. No en vano la isla de Funajima, en la que tuvo lugar el duelo, se llama hoy en día Ganryujima (“Isla de Ganryu”) en honor a él, y no Musashijima, como sería de esperar. Sin abrir de nuevo el escabroso melón de si fueron los alumnos de Musashi quienes remataron a Kojiro, si analizamos el combate por lo que sabemos de él a ciencia cierta, es complicado juzgar si Musashi se comportó de manera censurable.
Musashi ya había empleado la táctica de llegar tarde en duelos anteriores, como parte de su estrategia de guerra psicológica. A ojos de personas del s. XXI tal vez no parezca la manera más correcta de proceder, pero sería un error valorar desde nuestro sistema de valores el comportamiento de gentes nacidas en el s. XVI. La idea que los samuráis de finales de la era Sengoku y principios de la era Edo tenían de los duelos estaba lejos de la visión romántica que podemos tener hoy en día. Eran un asunto de honor, sí, pero los samuráis no se batían por mero deporte para ver quién era más diestro con el acero. Eran combates a muerte, una guerra a pequeña escala entre dos contendientes. El propio Musashi explica su punto de vista (acaso como justificación para sus actos) en un pasaje de su Libro de los Cinco Anillos:

“Las tácticas de combate individual deben ser aplicables también a batallas a gran escala. En otras palabras, lo que vale para un duelo uno contra uno sirve igualmente para una batalla campal con cientos de tropas desplegadas.”

Y viceversa, cabría añadir. En la mente de Musashi, no había diferencia ninguna entre una “guerra” entre dos individuos y una guerra convencional entre dos ejércitos. Las batallas no se libran en un lugar y a una hora prefijadas. Si los ataques sorpresa están a la orden del día en la guerra convencional, no hay razón para que no lo estén en una “guerra” personal entre dos espadachines. Para Musashi, en esencia, ambas cosas son lo mismo, y se atienen a las mismas reglas. O sea,  no tienen reglas. Miyamoto Musashi habría suscrito de buen grado ese viejo adagio de que en el amor y en la guerra, todo vale.

Con todo, cabe la posibilidad de que la tardanza de Musashi no hubiese sido intencionada. El islote de Ganryujima está en medio del estrecho de Shimonoseki, que separa las dos islas principales del archipiélago japonés, Honshu y Kyushu. Las corrientes en ese lugar son tremendas, y cuando la mar está de mal humor no es fácil avanzar ni para los modernos barcos a motor de hoy en día. No es descabellado pensar que una barca de remos como la que transportaba a Musashi tuviera problemas por un cambio de marea o algo similar, y eso le hiciera tardar más de la cuenta en llegar a su destino. Musashi advierte en su Libro de los Cinco Anillos sobre los contratiempos de los viajes por mar, para los que siempre hay que estar preparado y planificar las cosas con antelación. Tal vez el consejo es fruto de su propia experiencia en Ganryujima.
En cualquier caso, Musashi siempre se caracterizó por emplear tácticas poco convencionales. Él mismo era un tipo poco convencional. Usar dos filos a la vez o blandir una espada de madera ya pueden considerarse excentricidades. También se cuenta que ganó algún que otro combate lanzando su katana contra el pecho del enemigo, como si fuera un puñal arrojadizo, algo casi inconcebible para un samurái de la época. Pero, sobre todo, era un maestro a la hora de desestabilizar al adversario a base de tretas psicológicas. Era su manera de luchar, simple y llanamente.
Solo quienes estuvieron presentes en Ganryujima aquella mañana de abril de 1612 saben a ciencia cierta cómo ocurrieron las cosas. Las historias en torno a este duelo mítico son tantas, y se contradicen en tantos puntos, que es difícil acertar con qué quedarse. En los siglos siguientes la escena se ha repetido y recreado miles de veces en cine, teatro, novelas, tebeos, videojuegos… y con cada nueva iteración se añaden nuevos matices y giros, que complican aún más la trama. Tal vez sea mejor quedarse con lo básico. Dos samuráis frente a frente, batiéndose en duelo. Uno vence, el otro cae. Simplemente eso. Lo demás, queda para la leyenda.


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