General Pedro de la Cerda; La anulación de las sentencias del franquismo.-a
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PEDRO DE LA CERDA Y LÓPEZ DE MOLLINEDO San Miguel-Manila 1.7.1871 – Madrid 16.5.1941 General de División del Ejército de Tierra, Jefe de la 3ª División Orgánica (Valencia), Jefe de la 6ª División Orgánica (Burgos), Jefe de la 8ª División Orgánica (La Coruña), Jefe de la 7ª División Orgánica (Valladolid), Jefe de Sección (Caballería) del Ministerio de la Guerra, Gran Cruz de San Hermenegildo, Vocal del Consejo Director de las Asambleas de las Ordenes Militares de San Fernando y San Hermenegildo. Nació el 1 de julio de 1871, en el seno de una familia de militares. Ingresó en la Academia General Militar el 29 de agosto de 1887, comenzando su carrera militar. Llegó a intervenir en la campaña de Cuba. Agregado militar en la embajada española en el Imperio ruso, fue observador militar durante la Guerra Ruso-Japonesa. En 1922 ascendió al rango de general de brigada. El 17 de abril de 1931, poco después de producirse la proclamación de la Segunda República, fue ascendido al rango de general de división. Durante el periodo republicano ocupó los mandos de las divisiones orgánicas VII, VIII y VI. En octubre de 1934, mientras estuvo al frente de la VIII División Orgánica, le sorprendieron los Hechos revolucionarios de Asturias e inicialmente intervino en las operaciones militares. Desde León mandó algunas unidades militares para intentar frenar a los mineros y revolucionarios asturianos, sin mucho éxito. En junio de 1936 fue sustituido en el mando de la VI División Orgánica por el general Domingo Batet. Tras el comienzo de la Guerra Civil, se mantuvo fiel a la República. En febrero de 1937 fue nombrado comandante de la III División Orgánica, con sede en Valencia. Sin embargo, no ocuparía este puesto durante mucho tiempo, ya que fue cesado unos meses después. No volvió a ocupar ningún puesto relevante. 1941 Fallece en Madrid el día 16 de mayo de 1941. 1943 Por Orden de fecha 5 de febrero de 1943 del Consejo Supremo de Justicia Militar se reconoce el derecho a pensión, entre otras muchas personas, a doña Eugenia Lefevre Tourte, viuda del General de División don Pedro de la Cerda López Mollinedo, a percibir desde el 17 de mayo de 1941, por un importe anual de 5.500,- ptas. [D.O. Ministerio del Ejército nº 48 de 27 Febrero 1943].
Don Pedro de La Cerda y López Mollinedo nació un 19 de julio de 1871 en el pueblo de San Miguel, un arrabal de Manila la capital de Filipinas. Siendo bautizado, nada más y nada menos, que por el arzobispo de la misma ciudad.
Su padre, Manuel de La Cerda y Gómez Pedroso, nacido en La Rochele (Francia), era militar de profesión con grado de coronel en el arma de infantería y capitán en la de caballería; su madre, sin embargo, Blanca López y Montón, era madrileña, española por tanto. Y del mismo centro patrio.
El hecho de seguir la carrera militar de su padre es algo muy normal entre vástagos de cuerpos armados. Máxime cuando se es muy joven pues son los padres los que deciden y resuelven elegir, siguiendo el refrán que reza que 'vale más lo malo conocido etc etc. Pero incluso muchos han seguido la carrera militar del padre aun teniendo más edad. Lo raro hubiera sido apartarse de esa estela paterna. A los 16 años ingresa en la Academia General Militar, saliendo, al cabo de 3 años, con el grado de alferez a los 19 años cumplidos; y, con ganas de emular a los guerreros de la historia en sus hazañas bélicas, se apunta de inmediato en la Academia de Artillería y luego en la de Caballería. Asciende a teniente. Ya tiene cierto de grado de mando. A por más. De Filipinas a Cuba donde sigue escalando. Capitán. ¡Y por méritos de guerra! ¡En 1895! ¡El mismo año en que mataron los españoles a José Martí en Dos Ríos! Allí enferma. De Cuba no se olvidó nunca, jamás. En un libro que escribiera más tarde (del que hablaremos más adelante), ya cuarentón, junto con su esposa, hace un elogio de José Martí (*), el poeta cubano lider de la independencia, contra el que luchara, quizás sin saber su nombre o importancia, con las armas en la mano.
No se sabe si a causa de la enfermedad o porque lo solicitara, lo cierto es que las notas que hemos leído lo sitúan en España desde 1897 hasta 1902 y además desempeñando el cargo de Ayudante de Campo de su padre primero, para a continuación serlo, en ininterrumpida ascensión, del Teniente General Arsenio Linares Pombo a quien dedica una obrita 'Las armas de fuego a principios del siglo XX' en agradecimiento por los conocimientos que le ha sabido transmitir.
El libro tiene cuatro apartados: 1º. Armas portátiles; 2º. Artillería de campaña; 3º. Vulnerabilidad; y 4º. Fuego en combate, métodos y conclusión en la que se refiere a su estancia en Cuba. El libro tiene una especie de frontispicio introductorio copiando un informe del Ministerio de Guerra en el que se anuncia la concesión de la Medalla al Mérito Militar de primera clase, con distintivo blanco y pensionada, por su obra. Por si alguno tuviera interés en ella decir que fue impreso en Madrid en 1904 en los 'Talleres del Depósito de Guerra' y alude al autor 'como Capitán de Artillería y Agregado Militar a la Embajada de España en Rusia'.
Con anterioridad, en 1903, escribió dos obritas: a) 'La caballería en la batalla', consta de tres capítulos: 1. Principios fundamentales de combate; 2. Empleo de la caballería en la batalla; y 3. Métodos de combate; folleto ilustrado de 15 páginas, compuesto en la imprenta 'El Trabajo', calle Guzman el Bueno, 10, de Madrid; b) 'Organización general de la defensa', separata de la Revista Técnica de Infantería y Caballería que consta de dos partes nada más: 1) Sistemas de ocupación de las diversas posiciones; y 2) Principios generales sobre la ocupación de posiciones; su impresión, como en el anterior, en el taller tipográfico 'El Trabajo', calle Guzmán el Bueno, número 10 de Madrid.
En unos apuntes sobre la biografia de D. Pedro de La Cerda que nos ha facilitado don Paco Correal, leemos: 'en 1902 se traslada a París como agregado al 23 Regimiento de Dragones participando en unas maniobras; que en 1903 es Ayudante de Campo del Ministro de la Guerra; que en el mismo año se le nombra Agregado Militar a la Embajada de España en San Petersburgo donde estará hasta 1907; que durante su estancia en Rusia se le autoriza incorporarse al ejército zarista en la Primera División de Tiradores de Siberia Oriental como oficial extranjero a las órdenes del mariscal Sajarov y su Cuerpo de Caballería, participando activamente en la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905, en el Frente de Manchuria donde fue herido y condecorado.
Ya de vuelta a España se le destina a la Comisión de Límites en Portugal, donde permanece hasta 1912, año en el que pide permiso para casarse. ¡Es ya Teniente Coronel de caballería! ¡Ahí es na!
Efectivamente, en 1912 se encuentra en Madrid con carácter estable, dentro de la estabilidad que supone estar en un ejército donde hoy estás aquí y mañana... Dios dirá. De modo que solicita permiso para casarse con Eugenia Lefevre Tourte, ciudadana francesa que vivía en Chantilly-G, departamento de Oise. Lo hace a Su Majestal el Rey (que así hacían los nobles y los altos oficiales del ejército según parece) este teniente coronel llamado Pedro de La Cerda. Y su jefe superior, un general, a la vera de la instancia, anota apoyando su pedido. Era el 1 de diciembre de 1912.
Se ignora si le fue concedido tal permiso. Como también se ignora si se casó de verdad. Ni cuando. Ni dónde. Y por el Acta de Registro de Nacimiento, firmada y rubricada por el alcalde de la localidad de Nouard-le-France, que es copia del texto original, parece casi imposible que pudiera casarse este general La Cerda, ¡la tal Eugenia Lefevre tenía 10 años! Esto se desprende, sin ninguna duda de la copia citada hecha en el Consulado español de París el 30 de octubre de 1912 y legalizada por el Ministerio de Estado, organismo que hoy llamaríamos de Ministerio de Asuntos Exteriores, el 5 de diciembre.
Y salvo error de fecha contiene datos que hacen presumir que es verídico todo el documento. Así, dice, punto por punto, que el alcalde del lugar certifica la inscripción en el registro de nacimientos de una niña recién nacida, venida al mundo el 19 de agosto de 1902, a las dos y media de la mañana, en la rue des Petits-Bois, a la que le pusieron por nombre Noemie Palmire Eugenie. Y que eran sus progenitores Emil Zacharie Velère Lefèvre, de 21 años de edad y para más señas trabajador del Ferrocarril del Norte y Marie Eugenie Isoline Tourte, tres años mayor que el marido. Su residencia, ya nombrada, estaba en Nouard-le-France término municipal de la localidad de Saint- Just-en-Chaussée. También detalla el documento que fue testigo de este hecho Juan Francisco Victor Tourte, un carpintero que, por el apellido, parece el padre de la alumbradora.
Bien, efectivamente no se ha encontrado escrito alguno que certifique el casamiento de Pedro de La Cerda y Eugenia Lefevre, pero si se ha hallado en el Registro de la Propiedad de Cebreros (Ávila) el nombre de Eugenia Lefevre, como compradora de la finca número 1449 conocida, entonces, como 'Los Golos' de la villa de Las Navas del Marqués, donde vivió la pareja, cosa que se sabe porque en un libro que ambos escribieran (del que ya hemos mencionado) allá por finales de la decada de los años veinte del siglo XX lo dicen así: '"Todo llega en la vida: el 27 de julio de 1928, solitos y sin que nadie se apercibiese, partimos de nuestra casita 'Los Golos', situada en la Sierra de Malagón, a 1.400 metros de altitud, centrada en inmenso y delicioso pinar. Por la tarde, en la capital, recogemos nuestros bagajes, y el 28, temprano, en el rápido, camino de París. (1)
Prosigamos la andadura de nuestro general. Es de suponer que todo este bagaje teórico y práctico, desde que naciera en Manila, pese en las autoridades político-militares porque lo cierto es que lo nombran miembro de la Comisión de reforma de leyes militares, actuando al tiempo como vocal de la Comisión de Táctica y dirigiendo, en Navalcarnero, pueblo de la provincia de Madrid, cursos de aplicación para los grados de capitán y teniente de artillería; pero también de Información para Jefes Militares.
Al decir de Pablo Herce: 'El expediente militar de D. Pedro de la Cerda termina bruscamente. Se suspende la relación de ascensos, cargos y servicios en 1920 (cuando el interesado contaba 49 años) y falta el final lógico de todo expediente: el pase a la reserva, la licencia indefinida, el fallecimiento'.
En 1927 emprende, con su esposa Eugenia Lefevre un viaje alrededor del mundo; viaje que recojen ambos en un libro titulado 'Viaje universal en busca de la verdad' (del que hemos hablado con anterioridad en varias ocasiones) que hemos leído. Y que nos sorprendió, para qué vamos a negarlo. Y mucho. Muchísimo. No por su manera modélica de describir lo que veían, no; porque, tampoco vamos a negarlo, no es precisamente una joya de literatura de viajes, no; sino por su pensamiento, creemos, muy distante de lo que pensaban los altos mandos militares. De su lectura se pueden destacar algunas facetas de este general: que no se debía llevar muy bien con el ambiente político de su patria; es decir: con la dictadura de Miguel Primo de Rivera; igualmente su actitud crítica con el capitalismo en general y con el de Estados Unidos en particular al que apoda 'Yanquilandia'; su abominación de las guerras, como la de la Primera Guerra Mundial; acusando al capitalismo de esas matanzas; y al imperialismo; en su viaje va constatando la acción depredadora de los ingleses en países como India, China, Indonesia... Y los efectos nocivos del dolar en América Latina.
Postura antiimperialista que, parece ser, acentúa en el libro 'El sol de los Soviets. La Tercera internacional social de Moscú frente a la internacional armada del capitalismo'. Libro de 287 páginas, editado por Impresora Castellana. Valladolid, 1931. Dedicado a D. Niceto Alcalá Zamora. Dedicación que firman Pedro de la Cerda y Eugenia Lefevre. El libro también aparece firmado por los dos. Tiene 28 capítulos. Donde describen las estructuras del régimen soviético y su funcionamiento. Lenin y Stalin no salen malparados, al tiempo que atacan, como en el anterior, al capitalismo.
El hecho de ser publicado en Valladolid nos hace suponer, (por lo que le leemos a D. Manuel Azaña en la obra 'Diarios 1932-1933. Los cuadernos robados') que el general La Cerda se hallaba en Valladolid de general de la II República con mando en plaza: 'Cruz y Caminero comunican conmigo y ambos se quejan de la inacción de La Cerda. Llamo al teléfono al general La Cerda. Le informo de lo que se cuenta y le concedo 20 minutos de plazo para que vaya al cuartel de caballería y arreste a todos los que se encuentren en él no debiendo estar por razones del servicio. Promete hacerlo así inmediatamente. Desde Gobernación me hablan de autos cargados de oficiales que entran en Valladolid; de una camioneta procedente de Burgos. El general La Cerda me llama desde el cuartel antes de que transcurran 20 minutos. En el cuartel no había más que los de servicio, y ninguna novedad. 24 de agosto de 1932 (página 43)
25 de agosto de 1932 (página 49): ' He recibido al general Cruz que manda la brigada de artillería de Valladolid. Me informa de lo ocurrido la otra noche cuando la última alarma. Y de la desatinada conducta del general de división La Cerda. El telegrama que este me envió en la mañana del 10 ya me puso contra él; pero los detalles de la reunión de generales, jefes y oficiales de la guarnición convocada por él en aquellos momentos son escandalosas. Le destituí por telégrafo. Ahora que ya está destituido es cuando se deciden a contarme que con ocasión de la fiesta de aniversario de la República, La Cerda dijo que este era un gobierno de zascandiles. La Cerda es un incapaz semiloco. Un desastrado hasta en el vestir. Tiene una finca en Las navas. El general practica el naturismo y se pasea desnudo por el pinar. A cierta distancia va un asistente advirtiendo a los veraneantes.
Aparte del cotilleo sobre la vida privada de D. Pedro de La Cerda, las palabras de D. Manuel Azaña indican el malestar del ejército que, en rumores más o menos fidedignos, hasta él llegaban; de reuniones en algunos establecimientos castrenses donde se criticaba abiertamente a la II República; también nos muestra a un general conspirador. O eso parece. Pero, ¿en qué dirección conspiraba? Hay que decir también que, en aquel momento, se juzgaba a Sanjurjo por su intento de golpe de estado y unos abogaban porque se le fusilara y otros que se le perdonara la vida; en eso andaban los ánimos encrespados; hasta en el Consejo de Ministros se mostró la división, saliendo al final mayoría que fuera perdonado. Por el libro que hemos leído, 'Viaje universal en busca de la verdad', y por el otro 'El sol de los Soviets. La Tercera internacional social de Moscú frente a la internacional armada del capitalismo' del que hemos leído reseñas, no parece verosímil que el general se encaminara a posturas fascistas. Las ideas que se desprenden son más bien de tolerancia, respeto, fraternidad de hombres y culturas, convivencia respetuosa con ideas de todo tipo... no se metería por tanto en caminos muy derechosos; mas bien se escoraría hacia la izquierda política; en todo caso, y dentro del cristianismo que parece desprenderse del libro que hemos leído, nos inclinamos a pensar que podría ser masón; eso si, sin tener más que sospechas, o vislumbres, o indicios... conjeturas todas sin base alguna.
Pero dejemos las elucubraciones más o menos neblinosas y vayamos a los hechos comprobados de su biografía: en 1934 se halla dirigiendo la represión contra los mineros asturianos en la llamada Revolución de Asturias; así escribe Luis Carlos Sen Rodríguez en el Nº 63 (30 de junio de 1986) de "Tierras de León", revista editada por la Diputación de León: 'Desde los primeros momentos de la revolución el mando de las tropas acantonadas en la provincia fue ostentado por el general de la Octava División, Pedro de la Cerda, mientras que al frente de las fuerzas que efectuaron la represión en el valle de Sabero se encontraba el capitán Ramón Cifuentes, capitán de Infantería perteneciente al Batallón Ciclista".
Y hemos leído en Internet: 'el general Batet va ser nomenat Cap de la 6.a Divisió Organica, en substitució del general Pedro de la Cerda y López de Mollinedo'?... Lo que la historia dice es que Domingo Batet, el general Batet, fue fusilado por Franco al permanecer fiel a la República: 'fue fusilado el 18 de febrero de 1937, a pesar de las gestiones que, en su favor, llevaron a cabo los generales Queipo de Llano y Cabanellas. Franco hizo caso omiso de las peticiones de Queipo de Llano en favor de su amigo Batet en venganza por la negativa de aquel a perdonar la vida en 1936 del general Campins.'
Quizás tenga relación con todo lo anterior este documento que encontró Pablo Herce fechado en 1935: 'El encargado de la Subsecretaría del Ministerio de la Guerra, Sección de Personal, se dirije por oficio al General de la Octava División Orgánica para responder a un escrito de éste, fechado el 9 de febrero del año señalado. Dicho oficio lleva la del 28 del mismo mes.
Al parecer, el General de la Octava División, ante la invitación de la Superioridad para proponer personalidades que pudieran ser merecedoras de recompensa, señala que el 'General de División Don Pedro de la Cerda y López-Mollinedo, al iniciarse el movimiento subversivo del mes de octubre (se refiere obviamente a la revolución de Asturias de 1934) y durante el periodo álgido desempeñaba el mando de la misma (la Octava División), contrayendo méritos que pudieran ser merecedores de recompensa.
A dicha sugerencia responde el Jefe de Negociado Segundo de la Sección de Personal, D. Rafael Fernández, escuetamente que 'este Ministerio ha resuelto no ha lugar a concesión de recompensa a favor del expresado General'. |
ANULACIÓN DE LA SENTENCIAS FRANQUISTAS
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