Redondo Ortega, Onésimo. Conde de Labajos (I). Quintanilla de Abajo (Valladolid), 16.II.1905 – Labajos (Segovia), 24.VII.1936. Político y sindicalista.
Sexto hijo de una familia de pequeños propietarios agrarios, realizó los primeros estudios en su aldea natal, y se trasladó luego a Valladolid, donde concluyó el Bachillerato en 1920. Preparó entonces oposiciones y obtuvo plaza de funcionario administrativo en la Delegación de Hacienda de Salamanca. Allí se matriculó en la Facultad de Derecho, aunque pasaba los veranos en casa, ayudando a la familia en las faenas del campo. Licenciado en Leyes en 1926, pidió la excedencia como funcionario y preparó las oposiciones a la Abogacía del Estado. En marzo del año siguiente concursó a una plaza, pero no logró sacarla.
Durante sus años de estudiante universitario, Redondo había aprendido alemán. Solicitó y obtuvo ahora una beca de lector de español en la Escuela de Comercio de la Universidad de Mannheim. Le avaló el director de El Debate, Ángel Herrera Oria, cuyo hermano jesuita, Enrique, era confesor del joven vallisoletano.
La estancia de un año en Alemania marcó su pensamiento. Tomó contacto con la organización social y política del catolicismo germano, se familiarizó con su movimiento sindical y se interesó por el nacional- socialismo, que iniciaba una etapa de crecimiento.
A su retorno a España, en el otoño de 1928, participó activamente en la Acción Católica y en la Asociación Nacional Católica de Propagandistas y decidió poner en práctica lo aprendido sobre sindicalismo.
Fijó su atención para ello en el Sindicato de Cultivadores de Remolacha de Castilla la Vieja, una organización de pequeños propietarios que arrastraba una difícil existencia desde su creación en 1920, enfrentada a los intereses de la poderosa industria azucarera.
Tras asumir el puesto de secretario, Redondo reactivó la vida del sindicato y logró convertirlo en un interlocutor con peso en las decisiones sobre los precios de compra de la remolacha. Tras un paréntesis forzoso, en 1929, para cumplir el postergado servicio militar, volvió a sus tareas sindicalistas y a ejercer la abogacía. En febrero de 1931 contrajo matrimonio con Mercedes Sanz Bachiller, una joven de Valladolid que más tarde se convertiría en una eficaz colaboradora política.
Al tiempo que participaba en la creación de Acción Nacional, la plataforma electoral derechista dirigida por Ángel Herrera, en junio de ese año lanzó a la calle el semanario Libertad, y en torno a sus colaboradores surgieron las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, definidas como “nacional-revolucionarias”. Sin bases fuera de Valladolid, las Juntas acabaron uniéndose, en octubre, al grupo de La Conquista del Estado, que dirigía Ramiro Ledesma, en las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), y Redondo se convirtió en uno de los triunviros del partido.
El 10 de agosto de 1932 sumó a la JONS vallisoletana al golpe de Estado encabezado por el general Sanjurjo, pero el rápido fracaso del intento le obligó a huir a Portugal con su mujer, mientras Ledesma era detenido en Madrid y las autoridades decretaban la suspensión de Libertad. No tardaron los jonsistas vallisoletanos en sacar una nueva publicación, Igualdad, a la que Redondo enviaba sus colaboraciones desde su exilio en Oporto. Pero su ausencia de España le impidió participar en la aventura editorial de El Fascio, a comienzos de 1933. En abril, le visitó Ledesma y llegaron a un acuerdo para relanzar el partido y fundar una publicación doctrinal, la revista JONS. Finalmente, en octubre, tras la caída del Gabinete Azaña, Redondo puso fin a su exilio y retornó a Valladolid.
Relanzó entonces Libertad y anunció su presentación a las elecciones a Cortes por su provincia, pero lo hizo al margen de la Unión de Derechas, con un programa en el que defendía un Estado corporativo, un trato preferente para la agricultura castellana y la “afirmación de España como Nación una e imperial”. Sin embargo, los medios conservadores vallisoletanos presionaron a favor de la candidatura derechista, y Redondo tuvo que retirarse pocos días antes de los comicios.
La fusión de las JONS con Falange Española (FE), en febrero de 1934, contó con su aprobación, aunque ello significaba perder la condición de dirigente nacional del partido, quedando relegado a simple miembro de la Junta de Mando. En los meses siguientes, se concentró en la actividad política y profesional en Valladolid: inauguración de un despacho de abogado, dirección del semanario Libertad, creación del Centro de Estudios Castellanos y de un Sindicato Triguero, fortalecimiento del núcleo falangista local que, por su implantación en el medio universitario se convirtió en el segundo en importancia de FE, etc. En estos meses depuró su visión de la Revolución Nacional, de la que hizo desaparecer los elementos más conservadores a favor de un radicalismo de corte fascista.
En octubre, asistió al Primer Consejo Nacional de Falange, y fue designado miembro de la Junta Política.
Cuando, dos meses después, hizo crisis la difícil relación entre Ramiro Ledesma y José Antonio Primo de Rivera, y el primero abandonó Falange para refundar las JONS, Redondo mantuvo una postura inicialmente reservada, pero luego se decantó por seguir a Primo de Rivera. En las elecciones de febrero de 1936 volvió a presentar su candidatura por Valladolid, en una lista falangista, pero obtuvo poco más de cinco mil votos. A partir de la llegada del Frente Popular al poder, la Falange vallisoletana incrementó sus efectivos y se embarcó en una espiral de enfrentamientos con las organizaciones de izquierdas que, tras un atentado contra una Comisaría vallisoletana, que se atribuyó a los falangistas, le costó a Redondo el ingreso en la cárcel, primero en Valladolid y luego en Ávila, donde fue trasladado en mayo con el propósito de aplicarles la ley de fugas, aunque finalmente no se hizo. Liberado el 20 de julio al producirse la sublevación militar de julio de 1936, se integró en las milicias falangistas batallando en el Puerto de Guadarrama, pero murió cuatro días después víctima de una emboscada en la retaguardia, en el pueblo segoviano de Labajos. Póstumamente, le fue concedido el título de conde de Labajos.
Durante el franquismo, Redondo se convirtió en un referente secundario en el acervo doctrinal del régimen, que rebautizó su pueblo natal como Quintanilla de Onésimo. Sin embargo, ocupó un puesto de honor en el panteón nacional-sindicalista, en el que es conocido como “el Caudillo de Castilla”.
Obras de ~: El Estado Nacional, Valladolid, [Delegación Nacional de Prensa y Propagada de FET de las JONS], 1938; Obras Completas, Madrid, Dirección General de Información, Publicaciones Españolas, 1954-1955, 2 vols.; Textos políticos, Madrid, Doncel, 1975; Obras completas, en http://usuarios.lycos.es/onesimo_redondo/.
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