29.-Marquesado de Varela de San Fernando.-a

Scherezada Jacqueline Alvear Godoy
Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes

El  Marquesado de Varela de San Fernando​ es un título nobiliario español creado por el Jefe del Estado Francisco Franco, el 1 de abril de 1951, con carácter póstumo, a favor de José Enrique Varela Iglesias,​Capitán General del Ejército, Alto Comisario de España en Marruecos, Ministro del Ejército, dos veces laureado con la Gran Cruz de San Fernando.
El título se otorgó, con carácter póstumo, siete días después de su fallecimiento (acaecido en Tánger, el 24 de marzo de 1951).
La denominación del título hace referencia al apellido familiar y a la localidad natal del primer marqués: San Fernando, provincia de Cádiz.

Armas

«Escudo partido: 1º, en campo de gules, cinco palos, de sinople; y 2º, en campo de oro, dos Cruces Laureadas, puestas en palo.»

Carta de otorgamiento

El título nobiliario se le otorgó por los méritos siguientes:

«La vida militar del Capitán General del Ejército don José Enrique Varela Iglesias constituye desde su iniciación hasta el día de su fallecimiento una serie ininterrumpida de servicios extraordinarios y acciones distinguidas. Con sobria exactitud puede afirmarse que en los acontecimientos más trascendentes de nuestra historia durante los últimos treinta años el nombre del ilustre soldado se destaca a la luz que irradia el cumplimiento del deber y la lealtad a los sentimientos del honor y del patriotismo. África, en los tiempos de lucha primero y en los de paz después, ha conocido de su heroísmo y de su capacidad política, de igual manera que en nuestra Cruzada liberadora las extraordinarias cualidades castrenses del General Varela encontraron ancho campo y múltiples ocasiones de exteriorizarse. En justo homenaje, pues, a su memoria y a la gratitud nacional que les es debida...».
Decreto de 1 de abril de 1951. Publicado en el Boletín Oficial del Estado núm. 91, de 1 de abril de 1951





Biografía

Varela Iglesias, José Enrique. Marqués de Varela de San Fernando (I). San Fernando (Cádiz), 17.IV.1891 – Tánger (Marruecos), 24.III.1951. Bilaureado capitán general del Ejército, ministro del Ejército, alto comisario de España en Marruecos, miembro del Consejo del Reino y del Consejo de Regencia.

Hijo del sargento 1.º Juan Varela Pérez, jefe de la banda de cornetas del 1.er Regimiento de Infantería de Marina, y de Carmen Iglesias Pérez. Nacido en el cuartel de su padre, cursó estudios primarios en la Escuela de doña Manolita y en el Colegio del Padre Fas, capellán de las Carmelitas de la Caridad, y los tres primeros años de bachillerato con los Hermanos de las Escuelas Cristianas de San Fernando, examinándose por libre en el Instituto de Cádiz. Aunque no era muy buen estudiante, desde 1905 podía, conforme a la normativa vigente, aspirar al ingreso en una academia militar, pero los ingresos familiares no alcanzaban para pagar ese gasto.

El 2 de junio de 1909, con dieciocho años, se alistó como educando de corneta en la banda de su padre, y a los tres meses sentó plaza de soldado voluntario en su regimiento. Gracias a sus estudios de bachillerato, pudo ascender a cabo y a sargento en breve plazo de tiempo, lo que le permitía afrontar los gastos derivados de su acceso y permanencia en la Academia de Infantería, donde obtuvo plaza de cadete el 22 de julio de 1912 tras aprobar el examen de ingreso.

Tenía veintiún años, cinco más que la edad media de sus cuatrocientos setenta y dos compañeros de promoción, pero su madurez y escasez de recursos fueron un acicate para el estudio, con el inconveniente de tener que permanecer en Toledo durante los períodos vacacionales. La situación familiar se agravó aún más, debido al fallecimiento del padre, y el 24 de junio de 1915, cuando Alfonso XIII le hizo entrega del despacho de 2.º teniente, hubo de hacerse cargo de su madre y de sus tres hermanas, Ángeles, Elena y Carmen.

Destinado al cuadro para eventualidades del servicio en Melilla, quedó agregado al Regimiento de Infantería Ceriñola n.º 42. La política gubernamental sobre Marruecos, a los tres años de establecerse el Protectorado, no estaba bien definida, lo que indudablemente repercutía sobre la actuación de las tropas, en alerta constante por el hostigamiento de las cabilas reacias a reconocer la autoridad del jalifa, representante del sultán.

La rebeldía se localizaba en dos principales focos de resistencia: el liderado por Abd el Krim, señor de Axdir, con base en la zona de Alhucemas, y el encabezado por El Raisuni, enfrentado con España por no haber sido nombrado jalifa, en La Yebala, intrincado macizo montañoso interpuesto entre Tetuán y Larache.

En 1915, el área de influencia de Melilla permanecía bastante estable, y el teniente Varela se limitó durante los primeros diez meses de su vida profesional a escoltar convoyes y guarnecer posiciones avanzadas.

El 28 de abril de 1916, debido a la creación de dos nuevas unidades de Fuerzas Regulares Indígenas, obtuvo destino en el Grupo de Larache n.º 4.

Su incorporación a Larache coincidió con el momento en que El Raisuni, debilitado por las operaciones emprendidas por el coronel Manuel Fernández Silvestre, jefe de aquella Comandancia General, acordó una tregua con el general Francisco Gómez Jordana, alto comisario de España en Marruecos, con la consecuencia de que Varela, ascendido a 1.er teniente el 26 de junio de 1917 y adscrito al destacamento de Alcazarquivir, volvió a limitarse a prestar servicio ordinario de guarnición durante los siguientes tres años.

El 25 de enero de 1919 Romanones nombró alto comisario a su ministro de la Guerra, el general Dámaso Berenguer Fusté, y aceptó que se realizaran operaciones de alcance limitado en zona del río Lucus, fronteriza con la zona francesa y refugio de los rebeldes de la cabila Ahel Xerif. Encomendadas al Grupo de Larache e iniciadas el 22 de febrero, se saldaron positivamente y supusieron el bautismo de fuego de Varela.

En marzo, Berenguer, autorizado a respaldar abiertamente al jalifa, rompió la tregua con El Raisuni, quien en represalia cortó las comunicaciones terrestres entre las costas atlántica y mediterránea. La respuesta fue aunar los esfuerzos de las Comandancias de Ceuta y Larache para restablecer el enlace. En el curso de estas operaciones, Varela comenzó a distinguirse al rescatar, por propia iniciativa, a un cabo capturado por los cabileños en el combate de Cudia Majzén, acción en la que resultó herido, sin permitir su evacuación. Suspendidas las operaciones a finales de abril, regresó al destacamento de Alcazarquivir a proteger blocaos y escoltar convoyes, acciones intrascendentes pero muy costosas en vidas humanas.

A mediados de septiembre, se decidió ocupar Xauen, para lo que una columna de la Comandancia de Larache emprendió una acción ofensiva de distracción en el valle del Lucus. El día 20, la columna fue copada en las cercanías de Muires, batida por el fuego desde la llamada cueva de Ruman. Tras dos infructuosos ataques a la posición, Varela se ofreció voluntario para asaltarla. Con los tres sargentos y veinte soldados de su sección, se lanzó al interior de la cueva y la tomó en un breve y violento combate cuerpo a cuerpo. Las dieciséis bajas propias y los veintiséis muertos causados al enemigo dan idea de la dureza del enfrentamiento. La prensa española mitificó su arrojo y Berenguer ordenó abrir juicio contradictorio para la concesión de la cruz laureada de San Fernando, resuelto favorablemente el 12 de diciembre de 1921. Volviendo a octubre de 1919, tras la ocupación de Xauen se suspendieron de nuevo las operaciones y no se reanudaron hasta año y medio después.

En mayo de 1921, Berenguer decidió someter a la cabila de Beni Arós, la más belicosa de la región occidental, en una nueva acción conjunta en la que las tropas de la Comandancia de Larache debían internarse por el macizo de Beni Gorfet, núcleo central de La Yebala. El día 6, la columna se concentró en Sidi Otzman y el 10 se inició el avance hacia el este, ocupando la meseta de Abdama. El Raisuni trató de impedir los trabajos de fortificación y la cercó con los cabileños de Beni Arós. El día 12 amaneció con una espesa niebla, lo que impidió actuar a la artillería y a la aviación, pero no a la fusilería enemiga, que batió incesantemente la posición. La compañía mandada por Varela se mantuvo firme en Abdama, dando tiempo a que, al levantarse la niebla, aviones y cañones pusieran en fuga al enemigo. En ocho horas de combate, causaron baja tres de los cuatro oficiales de Varela, dos de los tres sargentos, y cincuenta y uno de los ochenta soldados. Distinguido en la orden general por su valor, Berenguer le propuso para una segunda laureada, que le fue concedida el 21 de julio de 1922.

El Ramadán interrumpió las operaciones y Varela regresó a Alcazarquivir. El 22 de junio se emprendió una nueva acción combinada sobre La Yebala. La columna de la Comandancia de Larache se concentró al pie del macizo de Beni Gorfet, y las de Ceuta y Tetuán al oeste de Xauen. Bajo el mando del general José Sanjurjo Sacanell, las tropas ceutíes iniciaron el avance, llegando el día 29 al límite oriental del territorio de Beni Arós, a la vez que las de Larache se posicionaban al sur de la linde. El 4 de julio, en uno de los primeros combates, Varela fue herido de gravedad en ambas piernas. Evacuado al puesto de socorro avanzado, fue trasladado al día siguiente al Hospital Militar de Larache.

El día 6, las tres columnas actuantes convergieron al oeste de Abdama, y el 11 establecieron contacto a la vista de Tazarut, santuario de El Raisuni, que quedó a tiro de cañón. El 20, Berenguer consideró cubierto el objetivo previsto y El Raisuni se ofreció a negociar.

Sin embargo, al día siguiente, en el escenario oriental, las tropas de Silvestre huyeron a la desbandada en Annual. A las dos semanas, capituló la guarnición de Monte Arruit, y Abd el Krim se plantó a las puertas de Melilla.

El hundimiento de la Comandancia melillense desbarató cuanto se había logrado en La Yebala. Varela quedó al margen del revuelo posterior, postrado en una cama de hospital con el nervio ciático dañado. En septiembre, la gravedad de sus lesiones forzó su traslado a la Clínica de Urgencias de Madrid, sita en el antiguo Hospital Militar de la Princesa, en la glorieta de San Bernardo, para recibir sesiones de descargas eléctricas que le permitieran recuperar el movimiento de las piernas.

Durante los cuatro meses pasados en la capital, fue recibido en audiencia privada por Alfonso XIII, invitado con Millán Astray y González Tablas a almorzar en el Palacio Real, agasajado por diversas personalidades y aclamado entusiásticamente por la población, que reconocía en la calle sin dificultad al bilaureado héroe de la cueva de Rumán y de la meseta de Abdama.

Entretanto, su Grupo de Regulares había vuelto a operar en La Yebala, al objeto de establecer una línea fortificada entre Xauen y el Lucus. El 22 de diciembre, el mismo día que las tropas enviadas en socorro de Melilla cruzaban el río Kert y recuperaban Dar Drius, las de Ceuta y Larache cercaban de nuevo a El Raisuni, que se apresuró a proponer otra tregua, frustrada esta vez por los rumores del inminente cese de Berenguer.

El 28 de enero de 1922, Varela fue dado de alta y a los tres días regresó a Larache. Poco después, del 4 al 6 de febrero, el presidente Maura reunió en Pizarra (Málaga) a los ministros de Estado, Guerra y Marina, al alto comisario y a los jefes de Estado Mayor del Ejército y la Armada. Allí se acordó preparar un desembarco en Alhucemas que pusiera término a la rebeldía de Abd el Krim, y simultáneamente ocupar Tazarut, al objeto de lograr la sumisión de El Raisuni.

En marzo, la caída del gobierno Maura y la llegada al poder de los liberales, con Sánchez Guerra al frente del gabinete, hizo que Berenguer presentara la dimisión, que no le fue aceptada, y que se pospusiera indefinidamente el proyectado desembarco en Alhucemas, pero no los planes para someter a El Raisuni.

Así, el día 25, se concentraron las columnas de Ceuta y Larache al sur de Tazarut, y fueron estrechando el cerco hasta lograr, el 12 de mayo, poner en fuga a El Raisuni. Varela fue una vez más felicitado por su valor y resultó herido leve en dos de los combates, sin precisar ser evacuado.

Ascendido a capitán por méritos de guerra el 11 de junio de 1922, fue destinado al Regimiento de Infantería Segovia n.º 75, al que no llegó a incorporarse por continuar las operaciones y lograr, el 2 de agosto, ser confirmado en Regulares de Larache.

Un mes antes, Berenguer había sido sustituido en la Alta Comisaría por el general Ricardo Burguete Lara, que llegó con instrucciones de pactar con El Raisuni.

La nueva suspensión de la campaña fue aprovechada por Alfonso XIII para rendir homenaje a los Regulares de Larache. En solemne acto celebrado en Sevilla el 15 de octubre de 1922, la reina Victoria Eugenia entregó la bandera al Grupo y el Rey impuso las dos laureadas al capitán Varela. Instigada por las Juntas de Defensa, que le consideraban el principal instigador de la oposición de la oficialidad africanista a sus propuestas, la guarnición sevillana se negó a asistir al banquete servido en el Círculo de Labradores, lo que dio pie a su disolución definitiva, decretada el 13 de noviembre.

Un mes después, hizo crisis el gabinete Sánchez Guerra. El que sería último gobierno constitucional de la Restauración, presidido por García Prieto y con Niceto Alcalá Zamora en la cartera de Guerra, quiso mostrar su talante civilista con el nombramiento del presidente del Consejo de Estado, Miguel Villanueva Gómez, como alto comisario, y la interrupción de toda actividad bélica en el Protectorado. Tras casi un año de inactividad, Varela solicitó licencia para volver a recibir tratamiento médico en Madrid, donde, el 13 septiembre de 1923, le sorprendió el golpe de estado del capitán general de Barcelona, Miguel Primo de Rivera.

En diciembre, se reincorporó a Alcazarquivir, y en febrero de 1924 fue nombrado alumno del Curso de Observadores de Aeroplano, impartido en el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid). El 12 de marzo ascendió a comandante por méritos de guerra; en abril realizó prácticas de vuelo en el aeródromo de Los Alcázares (Sevilla), y en mayo fue destinado a la Escuadrilla de Bombardeo de Melilla, ubicada en Tahuima.

Pese a la suspensión de hostilidades, la presión continuaba en todo el frente de contacto, y posiciones y líneas de aprovisionamiento eran hostigadas diariamente.

En trece ocasiones, durante los cinco meses que estuvo destinado en el Servicio de Aeronáutica, Varela tuvo que intervenir, a bordo de un aeroplano Breguet, para poner en fuga a los cabileños de Beni Urriaguel. El 7 de agosto, en la acción aérea realizada sobre el poblado de Midar, contempló la desbandada de la harka amiga del emir Abd el Malek, tras ser abatido su jefe. Al regresar a Tahuima para repostar, solicitó permiso a Sanjurjo, recién nombrado comandante general de Melilla, para aterrizar, descender del aeroplano y reagrupar a los aterrorizados harkeños.

Esta actuación le valió el mando de dicha harka y su destino a la Oficina Central de Intervenciones Militares y Fuerzas Jalifianas. El 7 de octubre se trasladó al campamento de Azib de Midar, lindante con el territorio de Beni Urriaguel, donde organizó una unidad irregular de setecientos cincuenta infantes y cien jinetes.

Las treinta y dos acciones nocturnas realizadas en la retaguardia enemiga por la llamada Harka Varela, entre noviembre de 1924 y agosto de 1925, acrecentaron su fama y erosionaron el prestigio de Abd el Krim, que llegó a poner precio a su cabeza. Su golpe de mano más celebrado fue la voladura del cañón que batía la posición de Tamersit desde la cima del monte Ifermín; Varela resultó herido grave y estuvo un mes hospitalizado, Alfonso XIII le telefoneó para felicitarle y Primo de Rivera le concedió la Medalla Militar individual.

En 1925 Abd el Krim comenzó a operar en la zona francesa de Protectorado, por lo que el mariscal Petain propuso a Primo de Rivera llegar a un acuerdo para someter el territorio de Beni Urriaguel. El documento firmado el 25 de julio de 1925 preveía apoyo naval francés para un desembarco español en Alhucemas, seguido de una acción terrestre combinada en el autoproclamado Estado del Rif.

En el dispositivo general de la operación de desembarco, dirigida personalmente por Primo de Rivera, la harka de Varela constituyó la vanguardia de la columna del general Manuel Goded Llopis, una de las dos de la Comandancia de Melilla, embarcando en el transporte Alhambra el 5 de septiembre. Tras dos simulacros, la acción se inició el día 8, con el desembarco en la playa de Cebadilla, al oeste del Peñón de Alhucemas, de la vanguardia de las columnas de Ceuta. El temporal mantuvo a bordo a Varela hasta el día 10, en que desembarcó en la playa de los Frailes, al este de Cebadilla. Al día siguiente, logró ocupar el collado de Morro Nuevo, rechazando dos violentos contraataques.

Allí se mantuvo diez días, para proteger el desembarco del grueso de la fuerza y del material, hasta que recibió orden de reconocer el desconocido terreno a vanguardia y localizar las posiciones enemigas. En las dos jornadas siguientes su columna progresó, bajo un fuerte temporal de lluvia y viento y batida por la artillería enemiga, para ampliar la cabeza de playa y expulsar a los Beni Urriaguel de las alturas de Malmusi. El día 30 se inició la segunda y última fase de la operación que consistía en posicionarse en el macizo de Amekran, desde el que se dominaba Axdir, la capital de Abd el Krim, acción culminada el 13 de octubre.

El 2 de diciembre su harka fue relevada por una bandera de la Legión y regresó al campamento de Azib de Midar. Las operaciones se interrumpieron durante el invierno y Sanjurjo fue nombrado alto comisario.

Sin embargo, pese al éxito del desembarco, sólo dieciséis de las sesenta y seis cabilas de la zona de Protectorado reconocían la autoridad del jalifa, dos terceras partes del territorio continuaban en rebeldía, y Abd el Krim, refugiado en Temasint, había logrado congregar un ejército de sesenta mil hombres, con el señuelo de tener a los españoles cercados y aislados en Alhucemas.

El 27 de febrero de 1926, al filo de cumplir treinta y cinco años, Varela fue recompensado con el ascenso a teniente coronel y pasó a mandar el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Ceuta n.º 3. Unos días antes, los generales Sanjurjo y Boichut habían perfilado una operación terrestre hispano-francesa para someter a Abd el Krim, lo que provocó el inmediato embarque de su unidad hacia la bahía de Alhucemas, base de partida de la acción proyectada.

El 8 de mayo, a vanguardia de una de las dos columnas de la Comandancia ceutí, rompió el frente establecido en octubre, y el 10, tras tres días de combate, tomó al asalto la loma de los Morabos, posición clave que permitió al grueso cruzar el Guis y progresar hacia el sur por la llanura abierta entre este río y el Nekkor. En opinión de Sanjurjo, su actuación fue merecedora de una tercera laureada, que Primo de Rivera se negó a tramitar.

El 17 se ocupó Temasint, y el 27 Varela coronó la cima del Yebel Hamman. Una vez establecido el enlace con las columnas francesas, que habían apresado a Abd el Krim en Targuist, ambos ejércitos reunidos continuaron su avance hacia el oeste hasta alcanzar los límites de Gomara, donde se detuvieron a finales de junio.

Un mes después se iniciaron las operaciones dirigidas a la recuperación de Xauen, abandonado por orden de Primo de Rivera en 1924. En la llamada campaña de la Yebala, Varela se encargó de fijar al enemigo en las alturas de Keri Kera y Cudia Censura, al suroeste de Tetuán, mientras la harka de Capaz entraba en Xauen por sorpresa el 10 de agosto de 1926.

A finales de septiembre, sólo resistían cuatro cabilas en la Yebala y algunos núcleos aislados en Gomara; se habían recuperado 143 cañones, 240 ametralladoras y 28.842 fusiles, y Sanjurjo había recorrido sin percances los 452 kilómetros que separaban Melilla de Tetuán. En noviembre, Varela participó en las operaciones para someter a la cabila de Beni Ider, al oeste de Tetuán, con lo que, en la Yebala, la rebeldía quedó circunscrita al territorio de los Beni Arós.

El 20 de abril de 1927, finalizada la temporada de lluvias, tres columnas de la Comandancia de Ceuta avanzaron hacia el Yebel Alam, en cuya cumbre, nunca hollada por los cristianos, se ubicaba la tumba de Muley Abdesalam, venerado por los Beni Arós y símbolo de su resistencia. Tras una trabajosa marcha por el intrincado territorio, las columnas confluyeron al pie de Yebel Alam, cuya cima se coronó el 16 de junio.

Una semana después, Sanjurjo, acompañado por el gran visir y los imanes de Tetuán, hizo una ofrenda en el santuario, y el 10 de julio, sometidos los últimos focos de resistencia, se dio por concluida la Guerra de Marruecos, iniciada en 1909.

Recompensado con la Cruz de María Cristina, Varela se reincorporó a su acuartelamiento ceutí, donde permaneció hasta ser ascendido a coronel por méritos de guerra el 18 de abril de 1929. Francisco Franco, entonces director de la Academia General Militar, contaba con él para dirigir la Academia de Infantería, pero el teniente coronel Juan Beigbeder Atienza, agregado militar en Berlín, propuso que realizara un viaje de estudios para informarse de los cambios experimentados por los principales ejércitos europeos tras la Primera Guerra Mundial.

El 14 de agosto, comisionado por el Estado Mayor Central, marchó a Francia, para visitar los campos de batalla de Metz y asistir a unas maniobras de carros de combate. Después, tras una breve estancia en Suiza, se trasladó a Dresde, donde asistió a otras maniobras y visitó distintas unidades. En diciembre, interrumpió el viaje para marchar a Cádiz por encontrarse su madre gravemente enferma. De regreso a Berlín, el ministro de la Guerra le recibió personalmente y le informó sobre la organización del ejército alemán y sus novedosos planes de enseñanza. Por último, en Potsdam, le rindió honores el 10.º Regimiento de Infantería, heredero de la tradición e historial de la Guardia Imperial.

El 14 de enero de 1930 volvió a Ceuta y solicitó el mando del Regimiento de Infantería Cádiz n.º 67, para estar cerca de su madre. El general Berenguer, nombrado presidente del Gobierno y ministro de la Guerra tras la dimisión de Primo de Rivera, accedió a su petición, y el 3 de mayo tomó posesión del mando de dicha unidad. El prestigio militar de Varela, unido al carácter popular de su origen, le convirtieron en foco de atracción para los firmantes del Pacto de San Sebastián. De estos contactos, está documentada una entrevista en Cádiz con Alejandro Lerroux, el 3 de octubre, en el que éste le instó sin éxito a unirse al golpe de estado que se estaba preparando, y que luego se limitaría a los sucesos de Jaca y Cuatro Vientos, del 12 y 15 de diciembre.

La inesperada proclamación de la República, como resultado de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, no tuvo para Varela consecuencias inmediatas, pero sí se vio pronto implicado en la necesidad de utilizar tropas para solventar incidentes de orden público.

Así, a los dos meses, declarado el estado de guerra en San Fernando, Varela acudió a su ciudad natal para dispersar a los levantiscos obreros de los astilleros y desmantelar sus barricadas.

Las reformas de Azaña, ministro de la Guerra del gobierno provisional, no sólo le afectaron en el cambio de nombre de su unidad, que pasó a denominarse Regimiento de Infantería n.º 27, tras absorber al Batallón de Cazadores de Cataluña n.º 1, sino también en sus expectativas de carrera, al ser relegado cincuenta y cuatro puestos en el escalafón como consecuencia de la revisión de los ascensos por méritos de guerra concedidos por Primo de Rivera. También le afectó directamente el clima de inseguridad que comenzó a vivirse en España, sufriendo un atentado en la gaditana cuesta de Santo Domingo, del que resultó ileso pero en el que fue herido grave el teniente que le acompañaba.

Tal vez estas circunstancias, o la libertad de acción que le dio la muerte de su madre, pero más probablemente el estrecho vínculo que le unía con los generales Sanjurjo y Goded, le movieron a implicarse en la preparación del golpe de estado del 10 de agosto de 1932, en el que no llegó a participar con su unidad, pero por el que fue detenido al día siguiente en el castillo de Santa Catalina de Cádiz. Procesado el día 25 por delito de adhesión a la rebelión, fue internado por orden del juez especial del Tribunal Supremo en la prisión militar de Sevilla. Allí estableció contacto con varios de los oficiales que habían apoyado a Sanjurjo, afiliados a la Comunión Tradicionalista, quedando vinculado emocionalmente con esta facción política durante el resto de su vida.

El 12 de diciembre, al objeto de dispersar a los encausados, se ordenó su traslado a la Prisión Militar de Guadalajara, donde redactó las Ordenanzas del Requeté, médula de la organización de las milicias tradicionalistas que tan relevante papel desempeñaron en la Guerra Civil. El 14 de febrero de 1933, el Tribunal Supremo decretó su libertad provisional, y su causa fue definitivamente sobreseída el 27 de abril, quedando en situación de disponible forzoso en la plaza de Cádiz, lo que le permitió incrementar sus contactos y colaboración con los carlistas.

El triunfo de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) en las elecciones de noviembre de 1933 coadyuvó a su rehabilitación. El notario Diego Hidalgo Iranzo, nombrado ministro de la Guerra por Lerroux, le convocó al curso para el ascenso a general, del que había quedado excluido el año anterior. El 17 de febrero de 1934, se incorporó a la Escuela Superior de Guerra, donde permaneció hasta finales de agosto.

De nuevo en Cádiz, se ofreció para acudir a reprimir la revolución de Asturias, ofrecimiento que fue desestimado por Franco, y el 30 de octubre de 1935, tras recuperar los puestos perdidos en el escalafón, el gobierno de Chapaprieta, en el que José María Gil Robles ocupaba la cartera de Guerra, le ascendió a general de brigada sin asignarle destino alguno.

Tras las elecciones de febrero de 1936, que ganó la coalición frentepopulista, su actividad conspiratoria se incrementó. En marzo, por orden y en representación de Sanjurjo, convocó diversas reuniones en Madrid, a las que asistieron los generales Fanjul, Franco, Galarza, Mola, Orgaz, Villegas y Yoldi, donde se expuso un plan para apoderarse del Ministerio de la Guerra con ayuda del general Ángel Rodríguez del Barrio, destinado en la Inspección General del Ejército. Éste se echó atrás a última hora y el proyecto se pospuso. Varela intentó reactivar el mismo golpe en abril, a raíz del asesinato de un teniente de la Guardia Civil en el desfile conmemorativo del aniversario de la República, pero la indecisión del general Barrio lo volvió a abortar.

El gobierno, informado de sus actividades delictivas, le conminó a permanecer en Cádiz, adonde marchó el 20 de abril, tras ceder al general Emilio Mola Vidal, comandante militar de Pamplona, la representación de Sanjurjo y los documentos que obraban en su poder. A finales de este mes, se trasladó a Granada, debidamente autorizado, como candidato por el Frente Antirrevolucionario en las elecciones parciales convocadas a consecuencia de algunas irregularidades detectadas en los comicios de febrero.

Al no resultar elegido, regresó a Cádiz, desde donde mantuvo continuos contactos con Mola para preparar otro golpe de estado de mayor envergadura. Fijada la fecha para la semana del 12 al 20 de julio, desveló los planes al contralmirante Manuel Ruiz de Atauri, jefe del Arsenal de la Carraca, al general José López-Pinto Berizo, comandante militar de Cádiz, y a los jefes locales de Falange Española, José Mora-Figueroa, marqués de Tamarón, y de la Comunión Tradicionalista, Gabriel Matute Valls.

A media tarde del 17, la guarnición de Melilla se sublevó y el gobernador civil de Cádiz ordenó detener a Varela. López-Pinto evitó su ingreso en la Prisión Provincial y le trasladó al castillo de Santa Catalina. En la madrugada del 18, al generalizarse la rebelión en otras provincias, Ruiz de Atauri declaró el estado de guerra y Pinto ordenó liberar a Varela, quien reunió unos trescientos soldados de su antiguo regimiento y cercó el Gobierno Civil y el Ayuntamiento, a la espera del tabor de Regulares que había partido de Ceuta. Su llegada, el día siguiente, provocó la capitulación de ambos edificios.

Varela marchó a Sevilla para ponerse a las órdenes de Queipo de Llano, le envió una compañía de Regulares y procedió a organizar columnas mixtas de soldados, falangistas y requetés, que fueron ocupando los pueblos de la provincia. A primeros de agosto, nombrado por Queipo jefe del Ejército de Operaciones de Andalucía, levantó el cerco de Córdoba, ocupó Antequera y Ronda y, cuando se disponía a avanzar hacia Málaga, Franco le envió a Talavera de la Reina y le puso al frente de las dos columnas encargadas de levantar el sitio del Alcázar de Toledo, donde entró el 27 de septiembre.

Su mando fue ampliado a las ocho columnas que debían avanzar sobre Madrid desde Talavera y Toledo.

El 8 de noviembre, al llegar a la ribera del Manzanares, entre la Casa de Campo y el barrio de Usera, el ímpetu de sus tropas se paralizó ante la fuerte resistencia popular organizada por la Junta de Defensa de Madrid, presidida por el general José Miaja Menant.

Una semana después, la columna situada en la Casa de Campo logró vadear el río y ocupar el Parque del Oeste y la Ciudad Universitaria, donde el frente madrileño quedó estabilizado hasta 1939.

El 11 de diciembre, Franco le quitó el mando de la División Reforzada de Madrid y le puso al frente de tres columnas para rectificar el flanco izquierdo del frente, en la zona de Villanueva de la Cañada, lugar donde fue herido de gravedad y evacuado al Hospital de Sangre de Griñón hasta el 17 de enero de 1937.

El 6 de febrero, al mando de la Agrupación de Brigadas de Vanguardia de la citada División, partió de Pinto en dirección a San Martín de la Vega, con el objetivo de cortar la carretera de Valencia, adonde se había trasladado el gobierno de la República. Aunque sus tropas lograron cruzar el Jarama, la contraofensiva republicana las detuvo a la altura del vértice Pingarrón, aproximadamente dos kilómetros al este del río, donde se estabilizó el frente.

Franco decidió apartarle definitivamente del frente madrileño y le envió a Ávila, al mando de la 71.ª División, formada por soldados bisoños y sin apenas armamento, donde permaneció tres meses inactivo mientras tenía lugar la batalla de Guadalajara y la ruptura del frente vizcaíno. El 30 de mayo, Indalecio Prieto, recién nombrado por el presidente Negrín ministro de Defensa Nacional, decidió atacar Segovia al objeto de forzar a Franco a retirar tropas de Bilbao. En lugar de hacerlo, puso a Varela al frente de las Divisiones de Ávila y Soria, articuladas en el VII Cuerpo de Ejército, con el que logró detener el avance republicano.

Empeñado Prieto en salvar el frente norte, una vez perdido Bilbao, ordenó al general Vicente Rojo Lluch planear una gran ofensiva sobre la retaguardia del frente madrileño. El 5 de julio, una vez roto el frente por el sector de Brunete, Franco encargó a Varela recuperar el terreno perdido con un Cuerpo de Ejército de Operaciones, objetivo logrado a los veinte días.

Finalizada la batalla de Brunete, regresó a Segovia, donde permaneció otros tres meses inactivo hasta que Franco, que planeaba un nuevo ataque a Madrid desde Guadalajara, le puso al mando del Cuerpo de Ejército de Castilla el 7 de noviembre. El plan quedó postergado debido a la ofensiva republicana sobre Teruel y Varela fue enviado a socorrerla el 22 de diciembre.

En medio de un terrible temporal de nieve, logró situarse en los aledaños de la ciudad, pero no pudo evitar que ésta capitulase el 8 de enero.

Los dos primeros meses de 1938 mantuvo sus posiciones en torno a Teruel, mientras el Cuerpo de Ejército de Galicia avanzaba hasta el río Alfambra, envolvía el flanco norte republicano y facilitaba que Varela recuperase la asolada ciudad el 22 de febrero.

Su ascenso a general de división, el 12 de mayo, no impidió que durante el resto de la guerra Franco le mantuviese apartado de la acción principal. Mientras otros generales de menor relieve y graduación llegaban al Mediterráneo, libraban la batalla del Ebro y ocupaban Cataluña, su misión fue progresar lenta y trabajosamente, sin apenas medios, sobre el eje de la carretera de Teruel a Sagunto, entre el Maestrazgo y la sierra de Javalambre.

El 30 de marzo, el Ejército Popular abandonó sus posiciones y Varela se trasladó a Requena, desde donde preparó el triunfal desfile del Ejército de Levante en Valencia, que presidió Franco el 3 de mayo.

A las dos semanas, marchó a Madrid para convocar la Asamblea de la Orden de San Fernando que acordó conceder a Franco la Gran Cruz Laureada, la cual le impuso, el día 19, antes de iniciarse el llamado Desfile de la Victoria.

Tras presidir otro desfile en Segovia, regresó a Requena para desarticular el Cuerpo de Ejército de Castilla.

El 5 de julio fue nombrado jefe de las Fuerzas Militares de Marruecos, pero el 9 de agosto, antes de marchar a Tetuán, Franco le puso al frente del recién creado Ministerio del Ejército. Durante los tres años que desempeñó esta cartera, se ocupó de pasar las unidades del pie de guerra al de paz y de reorganizar la estructura del Ejército de Tierra.

Los dos aspectos más relevantes de su gestión ministerial fueron la promulgación de la llamada “ley Varela”, que rigió la organización del Ejército de Tierra durante los siguientes veinte años, y la reforma de la enseñanza militar: reapertura de la Academia General Militar, para formar oficiales de carrera, y creación de las Academias de Transformación, para reciclar e integrar en el escalafón a los alféreces provisionales, de la Escuela Politécnica del Ejército, para formar ingenieros de armamento y construcción, y de la Milicia Universitaria, para reclutar oficiales y suboficiales de complemento.

Su oposición a participar en la Guerra Mundial al lado de las potencias del Eje, sustentada en el desalentador informe sobre el estado de las unidades redactado por el Estado Mayor Central, fue causa de continuos roces y enfrentamientos con el ministro de la Gobernación, Ramón Serrano Súñer, que pasó al de Asuntos Exteriores tras el cese del general Beigbeder, el 16 de octubre de 1940.

Al año siguiente, la entrada de la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS) en la guerra tensó aún más las tirantes relaciones entre ambos ministros, máxime cuando Varela impuso que fuesen militares profesionales los cuadros de mando de la División Española de Voluntarios, más conocida como División Azul, que Hitler integró en el ejército alemán y envió a Leningrado para combatir contra los soviéticos.

Poco después, el 31 de octubre de 1941, a los tres meses de su ascenso a teniente general, contrajo matrimonio en Durango (Vizcaya) con Casilda Ampuero Gandarias, con la que tendría dos hijos: José Enrique y Casilda. El verano siguiente, cuando veraneaba en Las Arenas, en casa de su esposa, fue invitado a presidir un sufragio por los caídos del Tercio Requeté de Begoña, en esta basílica. A la salida, unos falangistas le lanzaron una bomba desde un coche, que causó setenta y dos heridos entre los asistentes.

Varela plantó cara a Franco, le recriminó que favoreciera más a los falangistas que a sus compañeros de armas, presentó la dimisión y exigió el cese de Serrano Súñer, al que consideraba inductor del atentado.

El 3 de septiembre de 1942, Franco, tras aceptar su dimisión y cesar a Serrano Súñer, dejó a Varela en situación de disponible durante casi tres años. Fue en este período de inactividad cuando, en el verano de 1943, recién destituido Mussolini por el rey Víctor Manuel III y ya muy quebrantado el poderío militar nazi, Franco tuvo que enfrentarse a la crisis más grave de su largo período dictatorial, planteada por quienes le habían elevado a la Jefatura del Estado en septiembre de 1936 y que no estaban dispuestos a que se perpetuara en el poder. En agosto, los principales dirigentes carlistas le urgieron a restaurar la Monarquía y, en septiembre, ocho tenientes generales suscribieron una carta en el mismo sentido, que entregó personalmente Varela a Franco. Éste logró desactivar la crisis, a costa de quebrar para siempre los lazos de amistad con quienes le habían considerado hasta entonces un primus inter pares.

No obstante, en marzo de 1945, una vez que las tropas estadounidenses expulsaron a los alemanes de Francia, Franco volvió a recurrir a Varela para ponerle al frente de la Alta Comisaría de España en Marruecos.

La elección fue debida a la necesidad de situar en Tetuán a una persona experta en asuntos marroquíes y con simpatías entre la población nativa, debido a los rumores de que Francia pretendía apropiarse de la zona española del Protectorado. Durante los seis años que desempeñó el cargo, impulsó y desarrolló un ambicioso plan de infraestructuras, que aumentó notablemente su popularidad, lo que le valió para controlar aceptablemente los incipientes movimientos nacionalistas que el futuro monarca Mohamed V alentaba desde El Cairo.

El 13 de abril de 1950, como más antiguo de los tenientes generales, fue nombrado miembro de los Consejos de Regencia y del Reino. Un año después, una leucemia mal diagnosticada provocó su fallecimiento cuando pasaba unos días de descanso en Tánger, durante la Semana Santa de 1951. Ascendido a capitán general y ennoblecido con el Marquesado de Varela de San Fernando, recibió sepultura en su ciudad natal.



Obras de ~: Ensayo de historial del 3.er Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas, Ceuta, Imprenta de Parrés y Alcalá, 1926; La obra de España en Marruecos: artículo escrito por el Teniente Coronel Primer Jefe de Regulares de Ceuta, Excmo. Sr. Dn. José Varela, en el Libro de Oro de la Exposición Hispano-Americana del año 1929 en Sevilla, Ceuta, Tip. Parrés y Alcalá, 1929; “Las Intervenciones, la Mehal-la y los Regulares de Marruecos”, en Revista de Tropas Coloniales, (Madrid), marzo (1929); “La actuación de España en Marruecos”, en Libro de Oro Ibero-Americano, Santander, Unión Iberoamericana, 1930; “Mi padre era Sargento de Infantería de Marina”, en Estampa (Madrid), 263 (1934); Los regulares de Larache en el Alzamiento nacionalista de España: concisa reseña de los principales hechos de armas en que tomaron parte, Madrid, Servicio Geográfico del Ejército, 1940; Discursos pronunciados por el Alto Comisario Teniente General Varela durante su recorrido político militar por los territorios de Gomara, Tetuán, Alta Comisaría de España en Marruecos, 1948; Discursos pronunciados por S. A. J. el Jalifa Ismail Mulai el Hasan ben el Mahdi Ben y por S. E. el Alto Comisario Teniente General Don José Enrique Varela Iglesias con motivo de la celebración del Aid-el-Qebir del año 1368 de la Hégira, Tetuán, Imprenta del Majzén, 1950; Discursos pronunciados con motivo de la celebración del Aid-el-Qebir del año 1369 de la Hégira (30 de septiembre de 1950), Tetuán, Imprenta del Majzén, 1950; “Prólogo”, en A. Bermejo de la Rica, Marruecos. Síntesis geográfica, Madrid, s. n., 1950.



Bibl.: Historial de la Harka de Melilla. Campañas. Años 1924-1926, Melilla, Tipografía La Hispana, 1927; R. Fernández de Castro y Pedrera, Vidas de soldados ilustres de la Nueva España: Franco, Mola, Varela, Melilla, Artes Gráficas Postal Exprés, 1937; VV. AA., [Recortes de periódico con motivo de la muerte del General Varela ocurrida el 24 de marzo de 1951], s. l., 1951; I. García Escalera, El general Varela, Madrid, Publicaciones Españolas, 1954; J. M.ª Pemán, Un soldado en la historia. Vida del capitán general Varela, Cádiz, Escélicer, 1954; F. J. Mariñas, General Varela (de soldado a general), Barcelona, AHR, 1956; I. García Escalera, General Varela, Madrid, Gráficas Magerit, 1959; J. M. Martínez Bande, Monografías de la Guerra de España, Madrid, San Martín, 1972- 1986; Servicio Histórico Militar, Historia de las campañas de Marruecos, ts. III y IV, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1981; A. Marquina Barrio, “El atentado de Begoña”, en Historia 16 (Madrid), 76 (1982); C. Navajas Zubeldía, Ejército, Estado y Sociedad en España (1923-1930), Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1991; S. G. Payne, Historia del carlismo, Madrid, Comunión Tradicionalista, 1995; R. Muñoz Bolaños, “La campaña de 1909” y “Operaciones militares (1910- 1918)”, en Las Campañas de Marruecos (1909-1927), Madrid, Almena, 2001, págs. 8-127; J. N. Núñez Calvo, General Varela. Diario de Operaciones, 1936-1939, Madrid, Almena, 2004; M. Alonso Baquer, Franco y sus generales, Madrid, Taurus, 2005; F. Puell de la Villa y J. Huerta Barajas, Atlas de la Guerra Civil española: antecedentes, operaciones y secuelas militares (1931-1945), Madrid, Síntesis, 2007; F. Martínez Roda, Varela: el general antifascista de Franco, Madrid, La Esfera de los Libros, 2012; R. Velasco de Castro, Nacionalismo y colonialismo en Marruecos (1945-1951). El general Varela y los sucesos de Tetuán, Sevilla, Alfar, 2012.

Historia de los marqueses de Varela de San Fernando

José Enrique Varela Iglesias (1891-1951), I marqués de Varela de San Fernando, capitán general del ejército, Alto Comisario de España en Marruecos, ministro del Ejército, dos veces laureado con las gran-cruces Laureadas de San Fernando. El título se otorgó, con carácter póstumo, siete días después de su fallecimiento (acaecido en Tánger, el 24 de marzo de 1951). Casó con Casilda Ampuero y Gandarias (m. 1999).​ El 23 de mayo de 1956, tras orden del 7 de febrero de 1955 para que se expida la correspondiente carta de sucesión (BOE del día 15),​ le sucedió su hijo:
José Enrique Varela y Ampuero (m. 2013), II marqués de Varela de San Fernando, capitán de Infantería y caballero de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Casó en primeras nupcias en 1968 con Miriam de Urquijo y Olaso y en segundas con Julia Marín Taglionetii. El 20 de mayo de 2014, tras solicitud cursada el 18 de septiembre de 2013 (BOE del 19 de octubre)​ y orden del 18 de diciembre del mismo año para que se expida la correspondiente carta de sucesión (BOE del 2 de enero de 2014),​ le sucedió, de su primer matrimonio, su hijo primogénito:
José Enrique Varela y Urquijo, III marqués de Varela de San Fernando.

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