Ordenes Militares de Caballería.-a
Soledad Garcia Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes
|
Las Órdenes militares españolas son un conjunto de instituciones religioso-militares que surgieron en el contexto de la Reconquista, las más importantes surgidas en el siglo XII en las Coronas de León y de Castilla (Orden de Santiago, Orden de Alcántara y Orden de Calatrava) y en el siglo XIV en la Corona de Aragón (Orden de Montesa); precedidas por muchas otras que no han perdurado, como las Militia Christi aragonesas de Alfonso I el Batallador, la Cofradía de Belchite (fundada en 1122) o la orden de Monreal (creada en 1124), que tras ser reformadas por Alfonso VII de León tomaron el nombre de Cesaraugustana y en 1149, con Ramón Berenguer IV, se integran en la Orden del Temple. En 1174 se crea en el Reino de Aragón la Orden de Monte Gaudio, por Rodrigo Álvarez III Conde de Sarriá, tras la donación del castillo de Alfambra y su señorío por Alfonso II el Casto. La portuguesa Orden de Avis respondía a idénticas circunstancias, en el restante reino cristiano peninsular.
Durante la Edad Media, al igual que en otros lugares de la cristiandad, en la península Ibérica aparecieron órdenes militares autóctonas, que, si bien compartían muchas similitudes con otras órdenes internacionales, también presentaban peculiaridades propias, debido a las especiales circunstancias históricas peninsulares marcadas por el enfrentamiento entre musulmanes y cristianos.
El nacimiento y expansión de estas órdenes autóctonas se produjo fundamentalmente en la fase de la Reconquista en que se ocuparon los territorios al sur del Ebro y del Tajo, por lo que su presencia en esas zonas de la Mancha, Extremadura y el Sistema Ibérico (Campo de Calatrava, Maestrazgo, etc.) vino a marcar la característica principal de la repoblación, en grandes extensiones en las que cada Orden, a través de sus encomiendas, ejercía un papel político y económico similar al del señorío feudal. La presencia de otras órdenes militares foráneas, como la del Temple o la de San Juan fue simultánea, y en el caso de los caballeros templarios, su supresión en el siglo XIV benefició significativamente a las españolas.
La implantación social de las órdenes militares entre las familias nobles fue muy significativa, extendiéndose incluso a través de órdenes femeninas vinculadas (Comendadoras de Santiago y otras similares).
Después del turbulento periodo de la crisis bajomedieval, en que el cargo de Gran Maestre de las órdenes era objeto de violentas disputas entre la aristocracia, la monarquía y los validos (infantes de Aragón, Álvaro de Luna, etc.); Fernando el Católico, a finales del siglo XV consiguió neutralizarlas políticamente al obtener la concesión papal de la unificación en su persona de ese cargo para todas ellas, y su sucesión conjunta para sus herederos, los reyes de la Monarquía Hispánica posterior, que las administraba a través del Consejo de Órdenes.
Perdida paulatinamente toda función militar a lo largo del Antiguo Régimen, la riqueza territorial de las órdenes militares fue objeto de desamortización en el siglo XIX, quedando reducidas éstas a partir de entonces a la función social de representar, como cargos honoríficos, un aspecto de la condición nobiliaria.
Territorios de las órdenes militares de los reinos ibéricos hacia finales del siglo XV: Orden de Montesa Orden de Santiago Orden de Calatrava Orden de San Juan (Castilla) Orden de Alcántara Orden de Christo Orden de Santiago de la Espada Orden de Avis Orden de San Juan (Portugal) Residencia del Gran Maestre
Las Órdenes militares quedaron disueltas por Decreto de 29 de abril de 1931 del gobierno republicano. Las protestas del Cardenal Segura motivaron un segundo Decreto, de 5 de agosto de 1931, que aplicaba a las Órdenes lo dispuesto para las Maestranzas, quedando sometidas a la Ley de asociaciones. La Ley de 16 de septiembre otorgó fuerza de ley, con carácter retroactivo, a estas disposiciones.
Durante la Guerra Civil Española el bando republicano saqueó su sede e incautó su biblioteca, pasando sus fondos a la Biblioteca Nacional. Se habla de más de cien muertos entre sus miembros, además del Obispo-Prior de las Órdenes, Narciso de Esténaga.
Tras la contienda, las órdenes reanudan sus actividades y el cruzamiento de caballeros nombrados por Alfonso XIII con anterioridad al 14 de abril de 1931 y que no habían podido tomar posesión tras la proclamación de la República. La Biblioteca Nacional restituyó sus fondos, que fueron depositados en el Convento de las Comendadoras de Santiago (Madrid).
Las Órdenes militares quedaron disueltas por Decreto de 29 de abril de 1931 del gobierno republicano. Las protestas del Cardenal Segura motivaron un segundo Decreto, de 5 de agosto de 1931, que aplicaba a las Órdenes lo dispuesto para las Maestranzas, quedando sometidas a la Ley de asociaciones. La Ley de 16 de septiembre otorgó fuerza de ley, con carácter retroactivo, a estas disposiciones.
Durante la Guerra Civil Española el bando republicano saqueó su sede e incautó su biblioteca, pasando sus fondos a la Biblioteca Nacional. Se habla de más de cien muertos entre sus miembros, además del Obispo-Prior de las Órdenes, Narciso de Esténaga.
Tras la contienda, las órdenes reanudan sus actividades y el cruzamiento de caballeros nombrados por Alfonso XIII con anterioridad al 14 de abril de 1931 y que no habían podido tomar posesión tras la proclamación de la República. La Biblioteca Nacional restituyó sus fondos, que fueron depositados en el Convento de las Comendadoras de Santiago (Madrid).
Siglo XXI
En la actualidad, las Órdenes cuentan con 257 miembros, repartidos de la siguiente manera:
Orden militar de Santiago, 69.
Orden militar de Calatrava, 81.
Orden militar de Alcántara, 47
Orden militar de Montesa, 60.
Comentarios
Publicar un comentario