22.- Condado de Benjumea.-a

Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes


El Condado de Benjumea es un título nobiliario español creado por Francisco Franco el 18 de julio de 1951 a favor de Joaquín Benjumea Burín, ingeniero de minas y político. Su nombre se refiere al propio apellido del otorgado.


Benjumea y Burín, Joaquín. Conde de Benjumea (I). Sevilla, 17.I.1878 – Madrid, 30.XII.1963. Ingeniero y político.


Joaquín Benjumea y Burín fue uno de los políticos que durante más tiempo ejerció responsabilidades políticas de primer orden durante el franquismo.
Nacido en Sevilla el 17 de enero de 1878, pertenecía a una familia aristocrática de la capital andaluza con cierta trayectoria política: su hermano Rafael, conde de Guadalhorce, había sido ministro de Obras Públicas con Primo de Rivera. En 1894 Joaquín Benjumea se trasladó a Madrid para cursar los estudios de Ingeniería de minas. Regresó a Sevilla en 1901 y centró sus esfuerzos durante las primeras décadas del siglo en el fomento de la agricultura provincial. Impulsó el sindicato de regantes del Bajo Guadalquivir y complementó su actividad en el ámbito agrario como inversor y directivo de varias empresas hidroeléctricas y mineras: fue consejero de la Hidroeléctrica del Chorro, fundó la Hidráulica Andaluza, reorganizó Río Tinto y presidió el Consejo de Minería.
Llegó a la política al estallar la Guerra Civil. La sublevación le sorprendió en Madrid y ese mismo día, antes de que se cortaran las comunicaciones con el sur de la península, regresó a Sevilla. Fue voluntario de primera hora, mosquetón en mano, para garantizar el afianzamiento de la rebelión en la capital andaluza. Pero su condición de propietario y hombre de orden, unida al peso de la familia en la sociedad sevillana, le catapultó pronto hacia puestos directivos. Presidió la gestora que reemplazó a la última diputación provincial republicana y desde el 17 de noviembre de 1936 fue presidente formal de esta institución. Allí estaba cuando el católico sevillano Pedro Gamero, el 23 de abril de 1938, le promovió a su primer destino gubernamental: la jefatura del Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones.

Siguió, no obstante, en la política local, y el 5 de noviembre de 1938 pasó de la diputación a la alcaldía sevillana. Su gestión en el servicio de Regiones Devastadas interesó a Serrano Suñer, quien le llevó el 16 de marzo de 1939 a la dirección del Instituto de Crédito para la Reconstrucción Nacional. A estas alturas ya había llamado la atención de Franco: el 8 de agosto de 1939 sustituyó a Fernández Cuesta como titular de la cartera de Agricultura y encargado de la de Trabajo. Sólo entonces abandonó la alcaldía de Sevilla. De su gestión en Agricultura sobresalen la ley que el 23 de febrero de 1940 devolvió a sus antiguos propietarios las fincas expropiadas por el extinguido Instituto de Reforma Agraria —devolución de derecho, pues de hecho la mayoría de las tierras habían sido ocupadas tras la derrota republicana en cada municipio— y la creación, el 26 de diciembre de 1939, del Instituto Nacional de Colonización, destinado a intensificar la producción.

El 20 de mayo de 1941 sustituyó a José Larraz en el Ministerio de Hacienda, cargo que ejerció hasta el 18 de julio de 1951. Benjumea fue el ministro que más años dirigió la Hacienda española en los siglos XIX y XX, y a pesar de ello poco cabe apuntar sobre su gestión. Aunque apostó por una política presupuestaria restrictiva, no pudo contener la expansión del presupuesto estatal, debido —sobre todo— a una inflación constante que creció durante su mandato a un ritmo del catorce por ciento anual. Aun así, consiguió una desaceleración del gasto estatal a partir de 1946, cuando liquidó el presupuesto extraordinario que desde 1940 cubría los gastos de reconstrucción postbélica, así como las partidas destinadas a cubrir los pagos aplazados por el ejército franquista durante la guerra. Dicha contención del gasto permitiría que su sucesor en el cargo, Francisco Gómez de Llano, alcanzara a partir de 1951 el ansiado objetivo del superávit presupuestario. Por otra parte, la defensa de una política restrictiva le enfrentó con otros departamentos del área económica del gobierno, que apostaban por una mayor intervención estatal en la economía, como el Ministerio de Industria y Comercio o el Instituto Nacional de Industria.

En el ámbito de las políticas tributarias, Benjumea apenas aportó nada nuevo a la reordenación del sistema impulsada por José Larraz en 1940: durante una década los cambios se limitaron a leves modificaciones parciales, a la nacionalización del monopolio de teléfonos y a la suma reiterada de recargos en los tributos existentes —sobre todo en la imposición indirecta—, política que acentuó la injusta distribución de la carga tributaria, la insuficiente captación de recursos para el sostenimiento del gasto estatal y que contribuyó al anquilosamiento del sistema tributario.

Respecto a la política monetaria, Benjumea promovió en 1946 una nueva ley de Ordenación Bancaria, que aumentó el control estatal sobre el Banco de España.

También impulsó en 1946 una ley de reforma del sistema monetario que contemplaba la acuñación de nueve monedas, las tres mayores —5, 10 y 25 pesetas— en plata. No obstante, la creciente devaluación de la peseta por causa de la inflación, sumada a la escasez de metales, impidieron que se pusiera en práctica la reforma: durante el mandato de Benjumea la Casa de la Moneda acuñó piezas de 0,50, 1 y 5 pesetas, ninguna dentro de los parámetros contemplados en la reforma monetaria de 1946.

A comienzos de 1950 el almirante Carrero Blanco sugirió a Franco que relevara a Benjumea del Ministerio “por su propio agotamiento”. Como Franco no tomara nota de sus observaciones, Carrero insistió un año después, en un informe de abril de 1951. Esta vez el consejo del almirante surtió efecto, y Benjumea sucumbió a la crisis ministerial del 18 de julio de 1951. Tras el cese, Franco le premió con el título de conde de Benjumea y le nombró gobernador del Banco de España y comisario de la Banca Oficial, cargos en los que permaneció hasta su muerte, en 1963.



Obras de ~: Discurso del Excmo. Sr. Ministro de Hacienda don Joaquín Benjumea Burín, ante las Cortes Españolas, Madrid, 1943; Discurso pronunciado por el Sr. D. Joaquín Benjumea Burín, ministro de Hacienda, en la sesión de las Cortes Españolas del día 30 de diciembre de 1946, en defensa del proyecto de ley de Ordenación Bancaria, Madrid, 1946.
Bibl.: Noventa, Los noventa ministros de Franco, Barcelona, DOPESA, 1970, págs. 97-99; N. Salas Nicolás, Joaquín Benjumea Burín. 1878-1963, Sevilla, Guadalquivir, 1990; J. Tusell, Carrero. La eminencia gris del régimen de Franco, Madrid, Temas de Hoy, 1993, págs. 197-200; M. J. González González (1997): “Joaquín Benjumea Burín”, en F. Comín, P. Martín Aceña y J. M. Serrano Sanz (eds.) La Hacienda en sus ministros. Franquismo y democracia, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 1997, págs. 15-52.

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