24.- Marquesado de Queipo de Llano.-a
Escudo fajado de cuatro piezas de sinople y tres de oro, el jefe de sinople con tres flores de lis de oro. - De origen asturiano, formado por la unión de dos linajes. |
El Marquesado de Queipo de Llano es un título nobiliario español creado por el dictador español Francisco Franco, en su condición de Jefe de Estado, el 1 de abril de 1950, a favor de Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, uno de los militares más relevantes del bando sublevado en la Guerra Civil Española.
Biografía Gonzalo Queipo del Llano y Sierra (1875-1951) Militar y politico español. Fue cadete de la Academia de Caballería, y llegó a combatir en Cuba. En 1923 alcanzó el puesto de general, gracias a los méritos de guerra obtenidos en Marruecos. Simpatizante en un principio de la dictadura de Primo de Rivera, poco tiempo después arremetió contra ella y el general, por lo que en marzo de 1928 fue pasado a la reserva y postergado en su ascenso a general de división.
A finales de 1930 protagonizó una fracasada intentona republicana, junto con Ramón Franco Bahamonde y un pequeño grupo de oficiales y paisanos, al asaltar el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid), donde se hizo con la estación de radio y difundió la falsa noticia de que se había instaurado la República en toda España. Tras su estrepitoso fracaso se exilió a Francia, donde entabló amistad con Indalecio Prieto y Marcelino Domingo, entre otros exiliados españoles.
Al advenir la Segunda República regresó a España para hacerse cargo de la Capitanía General de Madrid, convirtiéndose en poco tiempo en uno de los militares fundamentales del nuevo régimen, apoyando con aplomo las reformas implantadas por Manuel Azaña, ministro de la Guerra. Ascendido a general de división, desempeñó el cargo de jefe del Cuarto Militar del Presidente de la República, hasta marzo de 1933 en que fue relevado del mismo a petición del jefe del Estado tras conocer éste una serie de comentarios desfavorables al Gobierno realizados por el general. A partir de este momento quedó relegado a segundo plano, aunque aún fue nombrado inspector general de Carabineros. En abril de 1936 se entrevistó en Pamplona con el general Emilio Mola y, en una segunda entrevista se comprometió plenamente en el alzamiento militar contra la República al aceptar sublevar la VII División Orgánica con cabecera en Valladolid, más tarde sustituida por la plaza de Sevilla, al ser desplazado por el general Andrés Saliquet en la primera. El 18 de julio de 1936, desde su destino en Huelva, se enteró oficialmente de la sublevación en la guarnición de África. Enseguida se dirigió a Sevilla, y tras detener al general José Fernández Villa-Abrille, jefe de la II División Orgánica, que se negaba a secundar la rebelión, proclamó el estado de guerra y ordenó detener al gobernador civil de la provincia y demás autoridades locales. Así, pues, consiguió el control de la capital andaluza y convirtió a Andalucía en una de las bases logísticas de la España franquista, donde actuó como un auténtico "virrey de Andalucía" (como le llamaban en una y otra zona), autonombrándose jefe del Ejército del Sur y haciendo caso omiso a lo establecido primero por la Junta de Defensa Nacional y después por el general Franco. Ese mismo día 18, a las 10 de la noche, inició sus famosas charlas emitidas por Radio Sevilla. A mediados de 1937 fue nombrado consejero nacional de Falange Española de las JONS. Terminada la contienda, la distancia existente entre Queipo de Llano y el general Franco (al que llamaba Paca la Culona) se hizo insalvable y los incidentes entre uno y otro fueron innumerables. Finalmente fue destituido de la Capitanía General de Andalucía y confinado a Burgos. Posteriormente fue propuesto como embajador de España en Buenos Aires, pero no contó con la aprobación del Gobierno de Argentina. Poco tiempo después fue enviado a Italia al frente de una misión militar. En 1942 regresó a España, estableció su residencia en Sevilla y, desde entonces, permaneció alejado de cualquier cargo militar en situación de disponible forzoso. A mediados de 1944 el general Franco le impuso la Cruz Laureada de San Fernando en un solemne acto celebrado en la plaza de España de Sevilla. A finales de 1950 el jefe del Estado le concedió el título de marqués.
Historia genealógica. El primer titular fue • Gonzalo Queipo de Llano y Sierra (1875-1951), I marqués de Queipo de Llano, teniente general de Ejército de Tierra, general en jefe del Ejército del Sur durante la Guerra Civil Española, capitán general de Andalucía, gran cruz Laureada de San Fernando y Medalla Militar individual. Casó el 4 de octubre de 1901 con Genoveva Martí y Tovar (1880-1967), de cuya unión nacieron cuatro hijos:
Por Real Decreto de rehabilitación del 10 de abril de 1981,6 y Real Carta del 9 de junio de 1982,2 sucedió su hijo • Gonzalo Queipo de Llano y Martí (1912-2008), II marqués de Queipo de Llano, teniente general del Ejército del Aire, caballero gran cruz de las Órdenes de San Hermenegildo, del Mérito Aeronáutico y del Mérito Militar, Medalla Militar individual y Medalla Militar colectiva otorgada al 2.º grupo de la Escuadra de Caza del comandante García Morato. Nació en Madrid el 26 de mayo de 1912 y falleció en Sevilla el 8 de septiembre de 2008. Casó el 4 de octubre de 1950 con María de los Ángeles Mencos y Armero, nacida en Sevilla el 25 de septiembre de 1920, hermana del V marqués del Nervión e hija de los VII condes de Fresno de la Fuente, con quien tuvo tres hijos: Gonzalo Queipo de Llano y Mencos, que sigue. Alberto Queipo de Llano y Mencos, nacido en Sevilla el 27 de enero de 1953. Y María de los Ángeles Queipo de Llano y Mencos, nacida en Sevilla el 16 de enero de 1954, que casó con Patricio Ybarra y Gamero-Civico. Por Orden publicada en el BOE del 17 de julio de 2012, y Real Carta del 17 de octubre siguiente, sucedió su hijo primogénito: • Gonzalo Queipo de Llano y Mencos (n. 1951), III y actual marqués de Queipo de Llano, nacido en Sevilla el 14 de julio de 1951. |
PRENSA
06/08/2012.-Gerardo de Queipo de Llano
En Ponferrada vivió otro Queipo de Llano distinto del general golpista. Era alto y de porte aristocrático, como su hermano Gonzalo —al que acogía en su casa de la plaza del Ayuntamiento cuando venía de caza a los Montes Aquilanos y La Cabrera— y dejó tres nietos que todavía viven en la ciudad. La polémica que ha generado estos días la renovación del marquesado concedido por Franco al militar que convirtió sus discursos radiofónicos en una herramienta para extender el terror durante la guerra, ha puesto de actualidad la historia de Gerardo Queipo de Llano y Sierra, un hombre que no quería hacer carrera política, aunque llegó a ser gobernador civil de Vizcaya por amistad, que trató de atajar la corrupción en Tabacalera después de la contienda, y que antes del conflicto civil ya había sido alto funcionario de los Fondos de Administración Local y procurador de los tribunales, llevando casos tan importantes como el por entonces famoso desfalco del prestamista Rafael Burgueño en Cacabelos.
La figura del polémico general Gonzalo Queipo de Llano, acusado de incitar a la represión desde las ondas y defenestrado por Franco acabada la guerra, ha tapado la historia de su hermano mayor. Dos de sus tres nietos bercianos, Gonzalo y Celia Queipo de Llano y Garrido, creen que su abuelo Gerardo —primogénito de un juez de Tordesillas lejanamente emparentado con el linaje asturiano de los Queipo de Llano, condes de Toreno— debió conocer a su futura esposa Celia Blanco Valdés —una de las herederas de la familia Valdés, entre las más pudientes de la Ponferrada de finales de siglo— en alguna de las ferias locales, bien en el Bierzo, bien en de Valladolid, que solían reunir a la alta burguesía del norte de España.
El historiador Miguel Jota García González tiene documentado que la boda entre Gerardo Queipo de Llano y Sierra, de 22 años, y Celia Blanco Valdés, de 21, tuvo lugar en la basílica de La Encina el 18 de mayo de 1891. El matrimonio, que tuvo cuatro hijos —Mercedes, María, Gonzalo y Buenaventura— vivió en la histórica casa de la plaza del Ayuntamiento que ya había ocupado a principios de siglo la familia del escritor Enrique Gil y Carrasco, propiedad de los Blanco Valdés, y es muy probable que un cuarto de siglo después, la misma vivienda con el escudo familiar de los Valdés sirviera para alojar al propio Gonzalo Queipo de Llano,—cuya carrera militar había cogido vuelo en los conflictos coloniales en el norte de Africa— cuando venía de caza al Bierzo y a la Cabrera.
Santiago Macías asegura en su libro El monte o la muerte que el propio Manuel Girón, el futuro guerrillero antifranquista convertido en un mito después de la guerra, acompañó al militar en alguna cacería. Su sobrino nieto Gerardo Queipo de Llano y Garrido, sin embargo, lo desmiente categóricamente, aunque reconoce que Girón si llegó a tener amistad con su familia a través de su padre. «Girón era liebrero y no iba a la caza de la codorniz, porque una liebre podía pesar cuatro kilos y daba de comer y una codorniz no», afirmaba esta semana a este periódico.
En los primeros años de la Segunda República, y después de que su hermano militar se hubiera implicado en la asonada pro republicana del aeródromo de Cuatrovientos (Madrid), en diciembre de 1930, Gerardo Queipo de Llano y Sierra ejerció como procurador de tribunales. Miguel Jota García confirma que entre 1933 y 1934 trabajó para algunos de los estafados por la banca privada de Rafael Burgueño, que desapareció de Cacabelos llevándose el dinero de sus clientes y fue uno de los mayores escándalos de la época en el Bierzo.
Bien relacionado y siendo amigo del entonces presidente del Consejo de Ministros, Manuel Portela Valladares, Gerardo llegó a ser un efímero gobernador civil de Vizcaya. menos de un mes, entre finales de enero y el 18 de febrero de 1936. El 1 de febrero, una nota en el periódico La Vanguardia informaba de la llegada a Bilbao del nuevo gobernador. Y lo primero que quiso dejar claro el hermano de quien sólo seis meses después se alzarían contra la República fue que había aceptado el cargo por amistad.
«Hablando con los periodistas —decía el texto de La Vanguardia— ha dicho que venía por disciplina y por amistad con el señor Portela. Agregó que no es hombre político, ni milita en partido alguno».
El otro Queipo de Llano dimitió dos días después del triunfo del Frente Popular, liberado de su compromiso con Portela.
Después de la guerra, dirigió la empresa Tabacalera, y su nieto Gonzalo cuenta que siendo como era «un hombre recto y honesto» trató de acabar con la corrupción con la que se repartía el tabaco en los estancos. Para entonces ya vivía en la plaza de la catedral de León y al jubilarse, pasó sus últimos años en la calle Segovia de Madrid, donde murió a los 93 años, un 10 de octubre de 1962. Si a su hermano lo habían enterrado once años antes con un multitudinario funeral en Sevilla —donde se le había llegado a conocer como el virrey de Andalucía, a pesar de que Franco había prescindido de él al acabar la guerra— a Gerardo Queipo de Llano y Sierra lo enterraron en el cementerio de La Almudena, después de un sepelio más familiar en la catedral. Cincuenta años después, sus tres nietos siguen viviendo, sin embargo, en la misma ciudad a la que su abuelo llegó en 1891 para casarse con una Valdés.
Después de la guerra, dirigió la empresa Tabacalera, y su nieto Gonzalo cuenta que siendo como era «un hombre recto y honesto» trató de acabar con la corrupción con la que se repartía el tabaco en los estancos. Para entonces ya vivía en la plaza de la catedral de León y al jubilarse, pasó sus últimos años en la calle Segovia de Madrid, donde murió a los 93 años, un 10 de octubre de 1962. Si a su hermano lo habían enterrado once años antes con un multitudinario funeral en Sevilla —donde se le había llegado a conocer como el virrey de Andalucía, a pesar de que Franco había prescindido de él al acabar la guerra— a Gerardo Queipo de Llano y Sierra lo enterraron en el cementerio de La Almudena, después de un sepelio más familiar en la catedral. Cincuenta años después, sus tres nietos siguen viviendo, sin embargo, en la misma ciudad a la que su abuelo llegó en 1891 para casarse con una Valdés.
El jefe franquista que huyó a la República por las atrocidades de Queipo de Llano: «Salí horrorizado de sus crímenes»
En 1938, ABC entrevistó a Antonio Bahamonde, delegado de Propaganda franquista en Sevilla, que apoyó el golpe de Estado para detener los crímenes de la República contra la Iglesia, pero que renegó al ver «cómo se asesina a hombres con ideas patrióticas»
Las 10 frases más atroces de Queipo de Llano en Radio Sevilla: «Matad como a un perro al afeminado»
ISRAEL VIANA
05/11/2022
Este jueves, los restos de Gonzalo Queipo de Llano fueron sacados de la basílica de la Macarena de Sevilla, durante la madrugada, en presencia de su familia. Se cierra así una polémica que ha durado años. En 2009, de hecho, ya se eliminó de la tumba las referencias a su condición de teniente general y la fecha del golpe de Estado. Hace un mes, el Gobierno de Pedro Sánchez solicitó finalmente a la Hermandad de la Esperanza Macarena que exhumara sus restos, los de su mujer y los de Francisco Bohórquez Vecina, en cumplimiento del artículo 38.3 de la Ley de Memoria Democrática.
El cuerpo del general franquista que dirigió el golpe de Estado y la posterior represión en la capital andaluza salió de la basílica a las 2.20 de la madrugada. Los trabajos se han producido en medio de los aplausos de sus descendientes, todos vestidos de riguroso luto, mientras una mujer recitaba a gritos y en solitario los nombres y apellidos de algunos represaliados por Queipo de Llano. Según los cálculos realizados recientemente por nueve universidades de Andalucía, se produjeron 45.500 ejecutados en la Región Militar Sur.
Al general se le atribuyen 14.000 civiles solo en Sevilla, de los cuales 3.000 habrían sido asesinados en el primer trimestre de la contienda. Queipo de Llano también participó en la llamada 'Desbandá', esa matanza de otras 5.000 personas que huían de Málaga a Almería en febrero de 1937 y de la que él mismo sacaba pecho en sus famosas arengas en Radio Sevilla:
«Canalla roja de Málaga… ¡Esperad a que llegue dentro de diez días! Me sentaré en un café de la calle Larios bebiendo cerveza y, por cada sorbo que dé, caeréis diez. Fusilaré a diez por cada uno de los nuestros que fusiléis, aunque tenga que sacaros de la tumba para hacerlo».
El historiador Miguel Ángel del Arco desgrana en ABC el pasado de un militar al que sus propios compañeros calificaban de brutal
Sus discursos en las ondas eran tan brutales –«¿No han estado las comunistas y anarquistas jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen»– que incluso algunos de los que le apoyaron en la rebelión militar de Sevilla acabaron enfrentándose a Queipo de Llano y abandonando la lucha contra la República. Ese fue el caso de nada menos que el delegado de Propaganda del gobierno franquista en Sevilla, Antonio Bahamonde, que se encontraba a las órdenes directas del temido general.
«Van a misa por la mañana»
Así explicaba los motivos de su deserción en una entrevista concedida al ABC Republicano, en diciembre de 1938:
«Mi salida de la España rebelde no fue motivada por cuestiones ideológicas, sino por un problema de conciencia. Salí horrorizado ante los crímenes que allí se cometían. Es algo de lo que no puede darse siquiera una idea quien no haya vivido en territorio rebelde. Aterra hacer cálculos. Hasta el momento que me embarqué, los fusilados ascendían a la espantosa cifra de 150.000 solo en Andalucía y Badajoz. Lo más monstruoso es que los jefes falangistas que tienen a su cargo la represión son bendecidos por el clero. Van a misa por la mañana, comulgan con gran unción y salen de la iglesia para continuar su obra macabra».
Aunque pueda parecerlo, Bahamonde no era un diputado socialista ni un líder comunista, sino un franquista convencido que había solicitado voluntariamente su cargo al lado de Queipo. Una posición que había tomado convencido de que tenía que acabar con los crímenes de la República contra la Iglesia, pero del que poco después renegó al ver, según contaba, «cómo se asesina fríamente a los hombres que se atreven a tener ideas patrióticas, sin importar si son de derechas, católicas o monárquicas».
Bahamonde había nacido en Madrid en 1894 o 1896. No está muy claro. Los datos que existen de él son los que él mismo reveló en su entrevista con ABC y en dos libros que publicó. El primero, 'Un año con Queipo. Diario de un nacionalista' (Ediciones Españolas, 1938), lo publicó al salir de España, aunque antes de que acabara la Guerra Civil. En él cargaba contra la violencia ejercida por Queipo de Llano en Sevilla, bajo cuyas órdenes había estado hasta enero de 1938, y fue reeditado por la editorial Espuela de Plata en 2005. El segundo, una obra colectiva editada en el exilio, en 1940, cuyo título era 'México es así'.
A parte de esto, las anotaciones que figuran en el Centro Documental de la Memoria Histórica y el Archivo General de la Administración son meramente anecdóticas. Según indica Moisés Domínguez, en los archivos militares de Ávila, Segovia y Guadalajara tampoco aparece citado. Las diversas investigaciones realizadas por este historiador en varias instituciones, archivos locales y otros registros resultaron igualmente infructuosas. Tan solo encontró algún dato suelto en archivos o hemerotecas extranjeros.
Huida de España
En la entrevista de ABC, realizada en La Habana, Bahamonde reconocía que había huido a la capital de Cuba después de que Queipo de Llano le ordenara viajar a Berlín con una misión. El barco en el que había embarcado en Lisboa hizo escala en Rotterdam, desde donde se escapó «para contar al mundo los horrores que había presenciado». En sus explicaciones, sin embargo, advertía:
«Quiero que diga usted que sigo siendo un burgués y que mis ideas son muy moderadas. He sido siempre católico y lo sigo siendo, a pesar de que mi fe ha sufrido pruebas terribles por los crímenes que he visto cometer en nombre de la religión [...]. A un hombre de conciencia le resulta imposible justificar las matanzas organizadas por gentes que practican el asesinato invocando a Dios».
En su libro, Bahamondes analizaba el papel de Falange y el del clero, contaba como se había producido la rebelión en Andalucía y cómo los franquistas, a los que en un principio había tomado como camaradas, utilizaban la «difamación» como si de un arma más se tratara. El capítulo siete se iniciaba así:
«En el territorio sometido al mando del 'libertador' de Andalucía no rigen para nada las infinitas disposiciones dictadas por Franco y su camarilla para apoderarse de los bienes ajenos. Don Gonzalo de Sevilla ha incautado de todos los bienes pertenecientes a personas que han sido fusiladas [...]. Miseria que nadie se atreve a remediar, por temor a ser tildado de marxista. Falange, con su auxilio social, da un rancho a sus víctimas, obligando a los niños a vestir la camisa azul de los asesinos de sus padres».
El capítulo más crítico de todos los que incluye en su libro es el que hace referencia a 'La represión', en el que detalla: «La crueldad de esta guerra no tiene precedentes en la Historia. Las víctimas hechas en la retaguardia superan en mucho a los muertos en los campos de lucha. Han sido inmoladas miles de víctimas de todas clases, de todas las profesiones y de todas las edades. Queipo tuvo que dar una orden para que no se fusilara a menores de 15 años. Al principio, miles de personas fueron asesinadas donde se las encontraba, muchas a las puertas de sus propias casas. Han fusilado desde sacerdotes ejemplares, hasta anarquistas platónicos, médicos, catedráticos, maestros, industriales, obreros, etc. El móvil es uno solo: el terror. El terror, como única arma para lograr el triunfo».
Entrevista a Bahamonde, en ABC, el 14 de diciembre de 1938
«Un escrito de guerra»En la introducción de la reedición de 'Un año con Queipo', el historiador Alfonso Lazo opina que el libro de Bahamonde no debe ser tomado como un trabajo de investigación, a pesar de la exactitud de los datos que aporta, sino como una obra de propaganda a favor del bando republicano: «Un escrito de guerra puro y duro, donde todos los criminales están a un lado y las víctimas al otro, pero también un documento verídico de la atroz matanza que estaba teniendo lugar en los territorios controlados por Queipo. Un documento que, aún así, debe ser puesto en paralelo con otros documentos de testigos presenciales donde se recogen las otras atrocidades, es decir, los crímenes, no menores, cometidos en el bando republicano».
Queipo de Llano justificó su represión por el hecho de que contaba con muy poca gente para sublevarse en Sevilla y, a medida que iba ocupando pueblos de Sevilla y Andalucía, no podía permitirse el lujo de dejar vivos a potenciales enemigos que pudieran atacarle después. Esa excusa, sin embargo, podía ser válida en las primeras semanas de la Guerra Civil, cuando arremetía contra los republicanos en su incendiarias amenazas por radio, pero no después, cuando el bando franquista contó la ayuda de la Alemania Nazi y la Italia de Mussolini en forma de aviones, tanques, submarinos y soldados bien formados.
Las 10 frases más atroces de Queipo de Llano en Radio Sevilla: «Matad como a un perro al afeminado»
El famoso general franquista, responsable de la represión en la capital andaluza durante la Guerra Civil, comenzó su serial de soflamas violentas el mismo 18 de julio de 1936 y se prolongó hasta bien entrado 1937
ISRAEL VIANA
Madrid
03/11/2022
En la madrugada de este jueves, la familia de Gonzalo Queipo de Llano se dio cita en la basílica de la Macarena, en Sevilla, para exhumar los restos del general franquista que dirigió el golpe de Estado y la posterior represión en la capital andaluza. Se cierra así una polémica que lleva años enfrentando a los habitantes de la ciudad y llenando páginas en los periódicos españoles. En 2009 ya se eliminó de la tumba las referencias a su condición de teniente general y la fecha en que se inició la rebelión militar contra la República.
Hace un mes, con la aprobación de la Ley de Memoria Democrática, el Gobierno de Pedro Sánchez solicitó finalmente a la Hermandad de la Esperanza Macarena que sacaran de allí su cuerpo, el de su mujer y el del también golpista Francisco Bohórquez Vecina en cumplimiento del artículo 38.3 de la citada ley. Salió de la basílica a las 2.20 de la madrugada, entre los aplausos de sus descendientes, vestidos de luto, que fueron respondidos por una mujer que, en solitario y en voz en alta, recitó los nombres y apellidos de algunos represaliados por Queipo de Llano.
Los cálculos más recientes realizados por nueve universidades andaluzas hablan de 45.500 ejecutados en la Región Militar Sur. Al general se le atribuyen 14.000 civiles solo en Sevilla, de los cuales 3.000 habrían sido asesinados en el primer trimestre de la contienda. Queipo de Llano también participó en la llamada 'Desbandá', la matanza de otras 5.000 personas que huían de Málaga a Almería en febrero de 1937. Sin embargo, por lo que más se recuerda al militar golpista, todavía hoy, es por los discursos que pronunció desde Radio Sevilla para aterrorizar a los republicanos.
El 18 de julio de 1936, Queipo de Llano se dirigió por primera vez a los andaluces a través de las ondas. Comenzaba un serial de violentas soflamas que se prolongó hasta bien entrado 1937. De entre todas las frases que el general dedicó al enemigo desde la citada emisora, estás son las diez más atroces:
—18 de julio:
«¡Sevillanos! La suerte está echada y decidida por nosotros y es inútil que la canalla resista y produzca esa algarabía de gritos y tiros que oís por todas partes. Tropas del Tercio y Regulares se encuentran ya camino de Sevilla y, en cuanto lleguen, esos alborotadores serán cazados como alimañas. ¡Viva España!».
—23 de julio:
«Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser un hombre. Y, de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen. ¿No han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen».
Y añadía ese mismo día:
«Esta mañana ha sido fusilado el comandante de Artillería señor Loureiro, por haber ordenado la entrega de doscientos fusiles y otras tantas pistolas a los marxistas a fin para asesinar a nuestros valientes soldados. La misma pena han sufrido el capitán Justo Pérez y el teniente don Manuel Cangas. También ha sido fusilado el presidente del Sindicato Obrero de la Pirotecnia por haber declarado la huelga y ejercido coacciones sobre los obreros. La misma pena han de sufrir absolutamente todos cuantos caigan en nuestras manos por coacciones a los obreros».
—24 de julio:
«Hay en Sevilla unos seres afeminados que todo lo dudan, incluso que en Sevilla está asegurada la tranquilidad […]. Esos seres se empeñan en propagar noticias falsas. ¿Qué haré? Pues imponer un durísimo castigo para acallar a esos idiotas congéneres de Azaña. Por ello faculto a todos los ciudadanos a que cuando se tropiecen con uno de esos sujetos lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré».
—25 de julio:
«Si algún afeminado, algún invertido, se dedica a lanzar infundios alarmistas, no vaciléis en matarlo como a un perro o entregármelo a mí al instante».
—Finales de julio:
«Ya conocerán mi sistema: por cada hombre de orden que caiga, yo mataré a diez extremistas por lo menos. Y los dirigentes que huyan, no crean que se librarán con ello: les sacaré de debajo de la tierra si hace falta y, si están muertos, los volveré matar».
—15 de agosto:
«Hemos conseguido entrar en Higuera de la Sierra, punto que nos ayudará a aislar las minas de Río Tinto […]. Tengan en cuenta aquellos rebeldes que mientras mayor sea la resistencia que opongan, más duro será el castigo que reciban. Y como sé que están cometiendo crímenes, les recuerdo que tengo aquí setenta mineros de Río Tinto sobre los que puedo ejercer represalias, si lo estimase preciso».
—20 de agosto:
«En Barcelona, después de tener tres Gobiernos distintos, parece que se ha proclamado el marxismo integral. ¿Qué habrá sido de Companys y demás que le rodeaban? Verdaderamente todos merecían morir degollados como cerdos».
—26 de agosto:
«Ayer han vuelto los aviones rojos a Cádiz y en un nuevo bombardeo han causado seis muertos y veintidós heridos […]. Bien a pesar mío, he dado órdenes para que sean detenidos todos los familiares de tripulantes de la escuadra pirata, que había en la región; y serán inexorablemente fusilados cinco de ellos por cada víctima que causen los bombardeos aéreos».
—Nochebuena de 1936:
«Será necesario establecer también campos de concentración a los que vayan a parar todos aquellos que están envenenando España. Será la única manera de que podamos vivir en paz las personas decentes y patriotas».
—1 de febrero de 1937, por la 'Desbandá':
«Sí, canalla roja de Málaga… ¡Esperad hasta que llegue ahí dentro de diez días! Me sentaré en un café de la calle Larios bebiendo cerveza y, por cada sorbo que dé, caeréis diez. Fusilaré a diez por cada uno de los nuestros que fusiléis, aunque tenga que sacaros de la tumba para hacerlo».
Y añadió:
«¡Malagueños! Me dirijo en primer lugar a los milicianos engañados. Vuestra suerte está echada y habéis perdido. Un círculo de hierro os ahogará en breves horas, porque si por tierra y aire somos los más fuertes, la escuadra leal a la dignidad de la patria os quitara toda esperanza de huida, ya que la carretera de Motril está cortada».
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