El imperio colonial portugués.-a

En campo de plata, cinco escusones de azur, puestos en cruz, cargados cada uno de cinco bezantes de plata, colocados en sotuer, y una bordura de gules cargada de siete castillos de oro, tres en jefe, dos en flanco y dos hacia la punta.

El Imperio portugués es el nombre que recibe el conjunto de Portugal y sus territorios, en diferentes fases y extensión, desde el siglo XV hasta el siglo XX; se formó en la Era de los descubrimientos, durante la cual ocupó un lugar predominante conjuntamente con el Imperio español, siendo una de las más poderosas potencias de la época. 
El Imperio colonial portugués comenzó con la Batalla de Ceuta, en África en 1415, y termino con la independencias de ultimas colonias portuguesas de África en 1975.

Inicio.

La batalla de Ceuta de 1415, librada el 21 de agosto de 1415, y la posterior conquista de la actual ciudad española de Ceuta por los portugueses tiene sus raíces en los primeros años de la dinastía de Avis en Portugal. Tanto la batalla de Ceuta y, en un sentido más amplio, la era de la expansión europea, fueron influenciados por el infante Dom Henrique de Portugal, más conocido como el príncipe Enrique el Navegante.

Evolución. 

Las primeras colonias portuguesas al sur del Sahara (después de las bases norteafricanas anteriores) se establecieron primero en el oeste africano, en la India y en el este de África, desde el final del siglo XV. Este imperio, que se extendió por el mundo en la primera mitad del siglo XVI, desde Brasil hasta las Molucas y el enclave comercial de Nagasaki, estaba conformado, sobre todo durante su primera fase, por las ciudades propiamente portuguesas (Goa, p.e.); las factorías comerciales, o construcciones en ciudades bajo protectorado portugués o no portuguesas, realizadas exclusivamente para el comercio (Chittagong, p.e.) y las bases comerciales, o zonas de intercambio directo (ciudades no portuguesas sin edificios cuyo mercado lo realizaban desde las propias cargas del barco).
El Imperio portugués pasó a pertenecer a la Monarquía Hispánica durante el reinado de Felipe II y se separó en el reinado de Felipe IV (1580-1640). Portugal perdió las colonias que le quedaban cuando se independizaron en el año 1975, siendo esta la fecha de disolución formal del Imperio portugués, si bien el Imperio fue perdiendo poder paulatinamente con el proceso de decadencia iniciado en el siglo XVII, estando marcado este proceso por la independencia de la que fuera la más importante de las colonias portuguesas, Brasil, en el año 1822.

Imperio colonial portugués 

El Imperio portugués poseyó territorios en:

América
Barbados (1536-1662)
Brasil (1500-1822)
Colonia del Sacramento (1680-1777)
Guayana (1809-1817)
Misiones Orientales (1750-1808)
Labrador (corta duración; su costa; 1498-1499, 1501)
Terranova (corta duración; 1473, 1501-1521)
Asia y Oceanía
Bombay (1535-1739)
Cananor (1502-1663)
Chittagong (1528-1666)
Cochín (1500–1663)
Kollam (1502-1661)
Damán (India portuguesa) (1559-1961 "de facto"-1974 "de iure")
Dadra y Nagar Haveli (India portuguesa) (1779-1954)
Diu (India portuguesa)(1535-1961 "de facto"-1974 "de iure")
Goa (India portuguesa) (1510-1961 "de facto"-1974 "de iure")
Angediva (1510-1661)
Hugli-Chuchura (1579-1632)
Laquedivas (1498-1545)
Macao (1553-1999)
Macasar (1648-1856)
Isla de Flores (1648-1856)
Malaca (1511-1641)
Maldivas (1558-1573)
Molucas (1522-1605)
Nagapattinam (1507-1657)
Nagasaki (1571-1639)
Ningbo (1533-1545)
Salsete (1534-1737)
Socotra (1506-1511)
Ceilán (1597-1658)
Tanegashima (1542-1639)
Timor Oriental (Timor portugués) (1642-1975 "de facto"-2002 "de iure")
Thoothukudi (1548-1658)
Diego García (1512-1700)
Singapur (1509-1605)
Golfo Pérsico
Baréin (1521-1602)
Bandar Abbás (1506-1615)
Omán (1500-1650)
Ormuz (1515-1622)
Qeshm (1552-1683)

África Colonial
Angola (África Occidental Portuguesa) (1575-1975)
Arguin (1455-1633)
Cabo Verde (1462-1975)
Fernando Poo y Annobón (1474-1778).
Mina (1482-1642)
Guinea-Bisáu (Guinea Portuguesa) (1640-1974)
Mombasa (1638-1729)
Mozambique (África Oriental Portuguesa) (1498-1975)
Santo Tomé y Príncipe (1470-1975)
Zanzíbar (1503-1698)
Ziguinchor (1645-1888)
África (protectorados)
Cabinda (1883-1975)
Reino del Congo (1500-1914)
Etiopía (1540-1632)
Kilwa Kisiwani (1505-1512)
Malindi (1500-1630)
Mombasa (1593-1638)
Ajudá (1615-1961)
Tanganica (1500-1630)
Somalia (1540-1640)

Norte de África

Ceuta (1415-1668)
Aguz (1506-1525)
Al-qsar as-Seghir (1458-1550)
Arcila (1471-1589)
Azemmour (1513-1541)
Mogadur (1506-1525)
Mazagán (1485-1769)
Safi (1488-1541)
Agadir (1505-1541)
Tánger (1471-1662)
Archipiélagos atlánticos

Tristán da Cunha (1506-1767)

El Fin del Imperio.

La Revolución de los Claveles  es el nombre dado al levantamiento militar del 25 de abril de 1974 que provocó la caída de la dictadura salazarista, que dominaba Portugal desde 1926. El fin de este régimen, conocido como Estado Nuevo, restauró la democracia en Portugal y permitió que las últimas colonias portuguesas lograran su independencia en poco más de año y medio, acabando el ultimo imperio colonial que existió en la historia.


La Orden del Imperio Colonial.

Insignia de la Gran Cruz de la Orden del Imperio Colonial

La Orden del Imperio Colonial (en portugués: "Ordem do Império Colonial") fue una Orden portuguesa (condecoración) , establecida el 13 de abril de 1932 como una orden colonial de caballería, para recompensar los servicios prestados por soldados y civiles en las colonias portuguesas en Asia y África.

La Orden constaba de cinco grados:

  • Gran Cruz , que lució la insignia en una faja en el hombro derecho y la estrella en el pecho izquierdo;
  • Gran Oficial , que lució la insignia en un collar y la estrella en el pecho izquierdo;
  • Comandante , que lució la insignia en un cuello y la estrella en el pecho izquierdo;
  • Oficial , que llevaba la insignia en una cinta con roseta en el pecho izquierdo;
  • Caballero , que llevaba la insignia en una cinta en el pecho izquierdo.

Artículos de prensa sobre Imperio portugués.



¿Cómo pudo Portugal, un país pobre, poco poblado y aislado de las principales rutas comerciales de la época, convertirse en el dueño de un imperio mundial que abarcaba posesiones en todo el globo terráqueo? 
El historiador británico Roger Crowley (Cambridge, 1951) contesta a esta pregunta en 'El mar sin fin' (Ático de los Libros), un ameno ensayo sobre el imperio portugués, que abarcó el periodo de tiempo entre 1483 y 1515 y que, a juicio del autor, fue «el embrión de la globalización».
«En la etapa de los descubrimientos, los portugueses llegaron muy lejos: a la India en 1498, a China en 1514 y a Japón en 1543. Fueron muy inteligentes y en diez años descubrieron las rutas comerciales, los secretos de los vientos... Tenían una gran visión estratégica. Pero su imperio no se basó en el poder terrestre, sino en el marítimo y el comercial. Fue una globalización sutil que incluyó el uso de cartas de navegación o la exportación de alimentos, como el maíz, que llevaron de América a África. Una muestra de su poderío es que en 1550, un noble portugués podría recibir una vajilla china», cuenta Crowley.

Personajes como Enrique el Navegante, Juan 'el Príncipe Perfecto', Manuel el Afortunado, Bartolomé Díaz, Vasco de Gama, Pedro Álvares Cabral, Francisco de Almedia y Alfonso de Albuquerque permanecen en el imaginario portugués como los héroes que consiguieron izar la bandera del país en tres continentes, América, Asia y África; empujados siempre por el afán de gloria y dinero. 

«Era común en Portugal la historia del rey de Malí, que se suponía que era el hombre más rico del mundo porque acaparaba el oro africano. En su búsqueda iban los conquistadores portugueses», recuerda el escritor.

La clave de la expansión portuguesa tiene razones geográficas (el país está rodeado por España, pero abierto a los océanos) e históricas: para acabar con su aislamiento no tenía más remedio que hacerse a la mar.
«Portugal siempre concibió el imperio como una misión nacional, mientras que en el caso de España, la otra gran potencia de la época, los conquistadores como Pizarro o Cortés, por cierto, de Extremadura, una región que linda con Portugal, fueron más individualistas».
 «La principal diferencia entre Portugal y España», agrega Crowley, «es que los lusos no querían un control de las tierras, y por eso, sólo colonizaron Brasil»
En cualquier caso, el imperio portugués tuvo puntos negros. 
«Fueron los grandes precursores del comercio de esclavos, con entre tres y cinco millones de personas trasladadas desde África hasta Brasil, y también llevaron enfermedades, como la sífilis», subraya el historiador.
Autor de obras de referencia como 'Imperios del mar', 'Constantinopla 1453 y Venecia. Ciudad de fortuna', Crowley se maravilla de la capacidad de los portugueses para conquistar enclaves estratégicos en Asia como Goa, Malaca o el estrecho de Ormuz con tropas que todos los años se relevaban desde Portugal.
 «Durante mucho tiempo se decía que Lisboa latía al ritmo de los monzones», explica el autor."Y al océano inmenso aunque posible / enseñan estas Quinas que aquí ves / que el mar con fin será griego o romano / pero que el mar sin fin es portugués".
Del poema 'Padrón' de Fernando Pessoa surge el título del cuarto libro en español del prestigioso historiador Roger Crowley, ‘El mar sin fin’ (Ático de los Libros).

El británico firma un volumen sobre la conquista de los portugueses Vasco de Gama, Magallanes, Cabral o Alfonso de Albuquerque que, con pocos medios pero mucho arrojo y dientes, colonizaron el Atlántico, desembarcaron en las costas del Índico y forjaron el primer imperio global. Un imperio que, en solo 40 años, se hundió en la historia y quedó eclipsado por la figura de Cristóbal Colón y del Imperio Español.
Roger Crowley ha dedicado su vida a estudiar la historia del mediterráneo y ha volcado sus vastos conocimientos en apasionantes libros minuciosamente documentados que se leen como novelas épicas. Después de ‘Imperios del mar’ (2013), 'Constantinopla 1453' (2015) y ‘Venecia. Ciudad de Fortuna’ (2016), Crowley se sumerge otra vez en el mediterráneo para devolver a la vida a los exploradores portugueses.

PREGUNTA: Dedica un libro al primer imperio global forjado por Portugal a finales del siglo XV. ¿Por qué es mucho menos conocida su historia que la de otros imperios globales, como el español o el inglés?

RESPUESTA: La historia del imperio de Portugal ha quedado relegada a un segundo plano, en parte por lo importante que es la figura de Colón como patrón de América y también por todas las migraciones que ha habido a América desde Italia. 1492 pasa a ser una de las fechas más importantes dentro de la historia mundial y a los portugueses ni les hizo ni les hace mucha gracia. Si hubiésemos preguntado a alguien hace cien años sobre la historia del imperio portugués, seguramente sabría mucho más de lo que saben ahora porque la historia de Colón pasó por encima de la portuguesa. Por otra parte, Portugal era mucho más pequeño que España. No tenían una gran población y su imperio no se basaba en el control terrestre. Aunque sí que tuvieron un territorio colonial en Brasil, duró poco.

P: Empieza el libro con una comparación: poco antes de que Portugal se lanzara a la conquista del Índico, China ya había hecho lo mismo. Y sin embargo, las expediciones chinas fueron pacíficas mientras que las portuguesas fueron muy violentas. ¿Cómo se explica aquel furor homicida de los portugueses?

R: En parte, las expediciones de los chinos fueron una muestra de lo que llamaríamos “poder blando”, es decir, se exhibían como gente poderosa que no necesitaban nada. De hecho, en el libro se cuenta que solo se llevaron una jirafa como muestra de sus expediciones por el Índico. Los portugueses en cambio lo necesitaban todo. Eran un país pobre y querían explorar territorios y obtener riquezas para un futuro mejor. Esa es la paradoja: los portugueses con tres barcos pero una gran tecnología fueron capaces de manipular todo un imperio comercial en el Índico. Los chinos tenían las habilidades para hacerlo pero nunca quisieron, no necesitaban ir más allá de lo que tenían en su nación. Portugal era mucho más pobre, aislada dentro de Europa. Europa en ese momento, tanto España como Portugal, lo quería todo, lo necesitaba.

Los portugueses, con tres barcos, fueron capaces de manipular todo un imperio comercial en el Índico

P: Portugal era un reino muy pequeño y pobre. ¿El secreto de su conquista fue esa mentalidad que comenta de quererlo todo?

R: Sí, sin duda esta mentalidad agresiva jugó un papel importante en el éxito de las expediciones portuguesas. Esta agresión nace del espíritu cruzado. Muchos de los portugueses que fueron al océano Índico participaron en batallas en Marruecos contra los musulmanes. Portugal en ese momento es un país que no tiene nada. Castilla actúa como una especie de barricada que la separa del resto del continente y el comercio del mediterráneo y esta ideología, junto con la sed de recursos naturales y riquezas, el secreto de su éxito.

P: Ha hablado del espíritu cruzado, ¿el fanatismo religioso es el mejor combustible militar?

R: No creo que fuera este componente religioso el combustible de toda la empresa portuguesa. El rey Manuel consideraba que había sido elegido por Dios y que por tanto tenía una misión divina. Es un espíritu que impregna a los portugueses. Antes de que el rey Manuel acudiera al trono, cinco personas que estaban por delante de él murieron y eso lo llevó a pensar que tenía ese propósito divino. Pero lo que realmente llevó a los portugueses a echarse a la mar y a descubrir estas nuevas tierras era la sed de recursos naturales. Existe una tensión muy fuerte entre el sueño cruzado de Manuel de recuperar Jerusalén y entre el de obtener riqueza de la mayoría de la gente que fue al Índico, que lo que querían era controlar el comercio de especias para obtener nuevas riquezas.

P: ¿Las especias eran el petróleo de entonces?

R: Es realmente interesante conocer por qué las especias eran tan importantes, por qué eran este combustible de la edad moderna. Realmente el único valor que tenían era el de enriquecer la comida, el de dar un valor extra, ya fuese con la pimienta o con la nuez moscada. Pero es esta riqueza de sabores lo que da prestigio a la sociedad.

P: En el libro nombra las hazañas de numerosos navegantes portugueses. ¿Cuál es su preferido y por qué?

R: Albuquerque, porque era un hombre sumamente inteligente que comprendió muy rápido cómo podía crearse un imperio y cómo podía funcionar. Además intentó modernizar la mentalidad portuguesa y alejarse de la intención de obtener gloria personal que caracterizaba a la hidalguía de la época. Era un hombre estratégicamente brillante. Pronto entendió que para crear este imperio los portugueses debían capturar puntos estratégicos, como Goa, entre el imperio musulmán y el hindú, en mitad de la costa. La toma de Goa les posibilitó a los portugueses construir el imperio en el Índico. Además tiene una historia personal conmovedora. Albuquerque se enamoró de la India, le encantaba, y una vez llegó allí no quería volver a Portugal. Entendía que los portugueses, si querían sobrevivir, tenían que mantenerse en aquellos territorios a largo plazo y de hecho, una frase que se le atribuye es que si los portugueses eran codiciosos, las gente de allí los odiarían. No tenía ningún interés en enriquecerse. Uno de los momentos más tristes fue el de su muerte, cuando antes de morir Manuel lo relegó. Incluso ahora los portugueses piensan que Manuel era un estúpido en ese sentido porque no era capaz de reconocer la valía de este hombre que tanto le había dado.

Algo importante que Albuquerque hizo fue proponer los matrimonios interraciales, el mestizaje entre los portugueses y las gentes del lugar. Entendió enseguida que, dado que los portugueses no llevaban a bordo mujeres, pronto habría problemas, violencia y violaciones. Aunque iba en contra de la iglesia católica, Albuquerque consiguió formar una sociedad mixta que a día de hoy se mantiene en aquellos territorios.

P: ¿Su huella fue la más importante en la historia de la conquista portuguesa? ¿Sin él no habría tenido lugar nada de lo que estamos hablando o alguien podría haber ocupado su puesto?

R: Creo que Albuquerque era único. Era ya mayor cuando marchó a la India y tuvo mucha experiencia, lo cual le sirvió para hacer lo que hizo. Por decirlo de alguna manera, Albuquerque es el conquistador por excelencia. Creó un imperio y era un hombre que tenía una mente abierta. Aunque se dice que era amable, otros lo consideraban terrible, le pusieron ese sobrenombre.

P: En el libro afirma que la conquista de Brasil por Portugal fue una casualidad. ¿Por qué hoy la mitad del continente suramericano habla portugués en lugar de español?

R: Lo cierto es que los portugueses colonizaron Brasil y, como en otros sitios, hubo una rivalidad entre Portugal y España. De hecho, cerca de Perú, justo por encima del Amazonas, los españoles y los portugueses establecieron una línea divisoria para repartirse el continente. El hecho de que la población de Brasil hable portugués tiene mucho que ver con que los portugueses llevaron a una gran cantidad de esclavos de otros países o continentes como África a Brasil y esta gente, que estaba entre los tres y cinco millones de personas, pasaron a ser hablantes de portugués.

P: Hablando de los españoles, el imperio portugués fue breve, solo duró cuarenta años. ¿Hasta qué punto inspiró o se enfrentó al imperio español que vino después?

R: Sí que es cierto que hubo una confrontación entre Portugal y España, especialmente en el otro lado del mundo, en la zona de Indonesia y las Filipinas, que finalmente quedó en manos de los españoles. Pero tanto Portugal como España tenían sus propias áreas de influencia. Al final la disputa entre los dos reinos acabó en la década de 1580, después de que en 1578 tanto los reyes como la mayor parte de la nobleza pereciera en las batallas de Marruecos. Después de ese año, España pasaría a gobernar durante cien años el reino de Portugal. El rival principal tanto de los portugueses como de los españoles eran los holandeses. España tenía territorios en los Países Bajos y cuando los holandeses se rebelaron, Portugal pasó a ser un objetivo más de los holandeses, pero al fin y al cabo, la confrontación entre portugueses y españoles fue limitada.El imperio portugués fue breve pero se mantuvo durante muchos años, aunque sin mucha forma. Mantuvieron Macao durante veinte años y Goa por ejemplo hasta la década de 1968 del siglo pasado. También zonas como Mozambique y Angola. Es cierto que fue siempre un imperio invisible en comparación con el español y duró poco.

Es sorprendente que Portugal no forme parte de España y el País Vasco o Cataluña sí

P: No sé si conoce la extraña relación de Portugal con España. Somos vecinos íntimos y sin embargo los españoles damos la espalda a los portugueses. Parece que no nos interesa lo que pasa allí. ¿Existe una explicación histórica para esto?

R: Realmente me resulta algo sorprendente. Algo sobre lo que todavía me pregunto es que Portugal no forme parte de España y el País Vasco o Cataluña sí, también siendo gentes diferentes. El hecho es que la península ibérica se divide en tres zonas. Por una parte tenemos la zona del Atlántico, luego la meseta (Castilla) y la zona del mediterráneo. Si viajamos atrás en el tiempo, veremos que en Portugal había asentamientos de tribus diferentes a las que había en el resto de la península ibérica, pero creo que el rasgo que define a los portugueses es que son gente del Atlántico.
 También lo son los vascos y los gallegos, pero Castilla era un reino que se basaba en el territorio, en el poder territorial, mientras que la gente del Atlántico buscaba siempre ir más allá porque no tenían más tierra en la que vivir. Por eso tenían que echarse a la mar, eran excelentes marineros y siempre han migrado. Ahora mismo, los portugueses viajan por ejemplo a Angola, Brasil o Mozambique en busca de trabajo, siempre han salido del país. Mi mujer dice que cuando escucha a un portugués hablar oye la lluvia del Atlántico (risas). El castellano es mucho más duro, el latín del desierto.

P: ¿Y usted qué sonido prefiere?

R: Ambas lenguas son muy diferentes pero el portugués es muy difícil. Tienes que trabajarlo mucho (imita el acento). Es muy interesante. El portugués me suena como una lengua eslava.

P: Ha nombrado antes a Cataluña. Me interesa mucho su opinión como historiador sobre el llamado proceso independentista catalán.

R: Es una pregunta muy interesante. Creo, como historiador que se ha especializado en la historia del mediterráneo, que los catalanes siempre han sido gente diferente. Han sido comerciantes y emprendedores mientras que la gente de Castilla ha sido gente de tierra con posesiones terrestres. Desconozco cómo ha sido la experiencia de los catalanes a lo largo de los siglos pero desde mi punto de vista, ahora con el problema político del Brexit que tenemos en mi país, creo que compartimos una cierta mentalidad. No sé cuáles son los aspectos positivos o negativos de esta ruptura, pero sé que si nos vamos, el país probablemente se rompa. Es probable que Escocia se independice del resto de Reino Unido y creo que los catalanes están muy interesados en saber lo que va a ocurrir. Pero aun así creo que esta ruptura podría ser una mala noticia.

En España siempre ha habido tensiones entre el centro y el resto de la península, tanto con gallegos, como con vascos, catalanes o el Levante, y siempre ha habido esta dicotomía entre decidir si deben mantenerse unidos o si es mejor escindirse. Pero creo que mantenerse unidos siempre es mejor. Ahora mismo, EEUU con presidente Trump no es nuestro socio y vemos también el auge de China. Creo que Europa debería mantenerse unida porque los países pequeños van a tenerlo muy difícil en este contexto político y a mí personalmente, como británico, me asusta lo que pueda pasar en el futuro. Tanto los británicos como los catalanes no saben los problemas que puede ocasionar una ruptura como esta.

P: En otros libros también ha narrado algunos de los grandes episodios de la historia universal, como Constantinopla. ¿Cuál es el que más le fascina?

R: Creo que la historia que más fascinante me ha parecido es la que recojo en el libro de 'Imperios del mar', que habla sobre ese momento de guerra marítima en el mediterráneo en el siglo XVI entre Carlos V, Felipe II, los otomanos y la república veneciana. Realmente todos me han parecido interesantes y de todos he aprendido algo nuevo, pero me quedaría con este.

P: ¿Tiene en mente un próximo libro?

R: Sí, tengo que volver a casa para terminar un libro a mediados de octubre sobre el fin de las cruzadas y la recuperación de la Tierra Santa en Palestina.
Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdez

Legado de guerras coloniales: Los veteranos de las guerras coloniales ganan una batalla simbólica en el Parlamento portugués.-24 Julio 2020.

Los veteranos de las guerras coloniales que libró Portugal entre 1961 y 1975 en África han ganado este jueves en el Parlamento una batalla simbólica tras una espera de casi medio siglo. La Asamblea de la República ha aprobado un estatuto que fija reconocimientos simbólicos y retribuciones adicionales en las pensiones para los excombatientes, que hasta hoy se sentían despreciados por el Estado pese a haberse dejado la piel por el país en un conflicto para el que fueron reclutados, en su inmensa mayoría, a la fuerza. La falta de consenso político sobre el relato del pasado imperial portugués hizo que el estatuto tardara 45 años en concretarse.

“Me llevaron con la tropa a Guinea-Bissau con 16 años”, cuenta este jueves José Maria Monteiro, un abogado de 69 años, mientras espera frente al Parlamento a que se termine la votación. 
“Estuve cuatro años allí. Las cosas que nosotros vivimos nadie se las puede imaginar. Pasábamos días enteros con los cuerpos de nuestros compañeros tirados al lado, no había cómo evacuarlos”, recuerda junto a un grupo de excombatientes que va enumerando una a una sus propias desgracias.

Las guerras coloniales portuguesas, que se libraron durante más de una década en Angola, Mozambique y Guinea-Bissau, y en las que chocaron además los intereses de los dos bloques enfrentados en la Guerra Fría (la participación cubana fue determinante en la victoria angoleña), movilizaron entre 850.000 y un millón de soldados de Portugal a lo largo del conflicto. De estos, más de 8.000 murieron y alrededor de 100.000 resultaron heridos. Las cicatrices en la sociedad portuguesa son enormes.
Monumento a los Combatientes de Ultramar en Lisboa.

El reconocimiento a los combatientes había quedado enjaulado en una disputa entre la derecha y la izquierda sobre cuál debía ser el relato acerca de los veteranos de guerra y su papel. El presidente socialista Mário Soares, por ejemplo, se opuso en su momento a la construcción del Monumento a los Combatientes de Ultramar en Lisboa por considerar que era una forma de ensalzar las guerras de Portugal en África. La obra se llevó finalmente a cabo y el presidente fue abucheado durante la inauguración en 1994. El consenso político tardó casi medio siglo en llegar.

“Los que fueron tenidos como los perpetradores de la violencia, de la guerra colonial, son los héroes que hicieron la revolución [de 1975 que depuso la dictadura salazarista] y, por otro lado, víctimas también de dicha guerra”, explica la doctora Elsa Peralta, especialista en memoria colonial e investigadora principal del Centro de Estudios Comparados de la Universidad de Lisboa.
 “Por lo tanto, ha sido difícil que haya consenso sobre estas posiciones ambivalentes desde un punto de vista partidario e ideológico. Durante mucho tiempo los combatientes fueron ‘traducidos’ simbólicamente como los héroes de una guerra abstracta. El Estado Novo [que creó Salazar] se negó a llamarla guerra y la consideraba una respuesta a acciones terroristas”, apunta la experta.
 “La transición democrática fue profundamente anticolonialista, en la medida en que concedió la independencia a las antiguas colonias, pero mantuvo la vieja lectura de que la nación portuguesa era grande debido a su pasado imperial”, añade.
En el estatuto que ha aprobado el Parlamento destacan las medidas simbólicas: la consagración del 9 de abril como el Día del Combatiente (fecha de la Batalla de La Lys, de la Gran Guerra, una de las peores derrotas en la historia de Portugal); la creación de un carnet en el que constará que el portador es “titular del reconocimiento de la nación”; y el derecho a recibir honores fúnebres con la bandera portuguesa.
“No nos podemos olvidar de que estos hombres fueron arrancados de sus hogares en la flor de la vida para combatir en la guerra”, recalca en una conversación telefónica la secretaria de Estado de Recursos Humanos y Excombatientes, Catarina Sarmento e Castro.
 “Hace décadas que ellos esperaban una señal de reconocimiento por el cumplimiento de sus deberes, la dedicación a su país, su abnegación, su valentía, pero sobre todo por el sufrimiento y las marcas profundas con las que quedaron”, agrega.

El nuevo estatuto incluye un aumento en la bonificación que reciben los veteranos del ejército colonial beneficiarios de la pensión social, que hasta ahora se calculaba sobre el 3,5% por cada año de servicio y que ahora pasará a ser del 7%. Dicha pensión es de 211,79 euros y se paga 14 veces al año, con lo cual alguien que haya combatido dos años en las colonias —la situación más común— recibirá ahora unos 415 euros adicionales cada año. Además los combatientes podrán usar gratuitamente el transporte público, quedarán exentos del pago de tasas por cada consulta médica en la sanidad pública, las viudas podrán heredar la pensión y habrá un plan de apoyo a los veteranos sin techo (que tendrán preferencia en los programas de vivienda social), entre otras medidas. Varias de estas disposiciones ya existían, pero no estaban reunidas de forma orgánica y faltaba el componente simbólico.
“La parte simbólica está bien, podemos decir que en ese sentido estamos satisfechos”, afirma Monteiro, que también es miembro del Movimiento Pro Dignidad. “Pero la parte económica es una humillación”, añade entre la aprobación de los compañeros mientras aguardan la aprobación del estatuto cerca de un pendón en el que se lee “Combatientes de ultramar humillados y abandonados” colgado entre dos postes frente al edificio del Parlamento. La Liga de los Combatientes, la mayor organización de exmilitares del país, se muestra en cambio de acuerdo con los términos del nuevo estatuto.
 “No es lo que proponíamos inicialmente, sobre todo en lo que tiene que ver con la parte financiera, pero el reconocimiento simbólico por fin ha salido de la Asamblea de la República, que es la que expresa la voluntad del pueblo portugués”, explicaba este miércoles por teléfono el teniente general Joaquim Chito Rodrigues, de 85 años, presidente de la Liga.

No me interesa la desgracia por la desgracia”

A los 10 años, a Dulce Maria Cardoso la subieron a un avión para huir de Angola a Portugal. Tardó tres décadas en recordar la experiencia en la novela 'El retorno'

“El fin de mi infancia fue el fin del imperio portugués”. Eso ocurrió casi ayer, 1975. La niña Dulce Maria Cardoso, la víspera de cumplir 11 años, metía su vida en una maleta, abandonaba a su padre, a su hogar y a su única patria, Angola, y era subida a un avión con destino a lo desconocido, Portugal. Treinta y seis después escribió El retorno.

“Fue terrible, muy difícil, aunque fuera una cría, pues de alguna manera en esas edades todo es temporal”, recuerda Cardoso (Trás-os-Montes, 1964). 
“Tenía sentimientos contradictorios: por un lado dejaba a mis amigos, pero por otro iba a ir en un avión por primera vez y conocería la metrópoli, que era, según nos decían en la escuela, fantástica y maravillosa”.
El drama de los cientos de miles de personas deslocalizadas de la noche a la mañana lleva más de diez ediciones en Portugal desde su publicación en 2011. Ha sido traducida a una decena de idiomas, del inglés al búlgaro y, desde ahora, gracias a la editorial La Umbría y la Solana, llega en español El retorno. El dolor de los protagonistas de la novela, es el de la autora:
 “La maravillosa metrópoli era un país pobre, gris, muy atrasado, muy diferente de Angola. Los colores, la comida, las personas, todo era diferente. Fue, primero, una desilusión, y después una sensación incómoda por estar rodeados, de repente, por gente que no conocíamos”.
Los retornados tampoco eran muy bien recibidos en su casa madre. Portugal hacía lo que podía por acoger a esa avalancha de portugueses-angoleño, portugueses-mozambiqueños y portugueses-caboverdianos. El imperio había desaparecido de un día para el otro. Al protagonista Rui —narrador de la novela—, a su madre y su hermana les toca vivir en una habitación de un hotel de cinco estrellas de Cascais, reconvertido en albergue de exiliados.
“Había triunfado la revolución de los claveles y en ese ambiente, éramos vistos como colonialistas, blancos que habíamos ido allá a explotar a los negros. Yo cogía el tren de Cascais a Estoril para ir a la escuela y recuerdo perfectamente que la gente me decía —con 11 años que tenía— que me fuera a mi tierra, que regresara a Angola a seguir explotando a los negros. La pérdida del hogar y la forma en que fuimos recibidos resultó una combinación explosiva”.
El niño Rui se mueve en ese caos reconstruyendo su vida, pese al desgarro familiar —padre y tío en Angola— y social. 
“En toda mi obra la historia con mayúscula se cruza con la historia minúscula. Escogí el nombre de Rui por razones afectivas, un amigo que perdió a todos sus hermanos, asesinados, y literarias pues es el imperativo del portugués ruir (desaparecer). No había nombre más acertado”.

Hace unos meses, Cardoso participó en la Feria del Libro de Guadalajara, visitó varias universidades norteamericanas y allí comprobó que El retorno trasciende al amargo recuerdo de Angola.
“La novela es una radiografía de la pérdida; personas que nunca oyeron hablar de los retornados se identifican con ellos porque creo que todos hemos pasado ya por esa sensación de pérdida. En las universidades, los alumnos mexicanos se identificaban con el libro, porque también habían dejado a los padres y a sus familias por necesidad o por obligación. El libro habla de la historia con mayúscula, pero lo que emociona al lector son esas familias que lo pierden todo y reconstruyen de nuevo”.
Pese al traumático desarraigo vivido por la niña Cardoso, El retorno no fue su primera novela. Tardó más de 30 años en escribirla.
“No tenía una reflexión sobre aquellos hechos históricos. Había vivido todo aquello pero no sabía cómo escribirlo. Todo actividad artística, a mi entender, debe ser respaldada por una reflexión, sino es gratuito. ¿A quién le interesa mi experiencia personal? Finalmente encontré mi reflexión en la radiografía de la pérdida y el resurgimiento. El niño Rui, pese a perderlo todo, es capaz de encontrar un amor en ese refugio. Hay una vida que corre paralela a las tragedia. No me interesa la desgracia por la desgracia. Me interesa la redención, la resurrección”.

El éxito de El retorno ha estado a punto de cobrarse otra víctima, la misma escritora, que ha tardado siete años en escribir otra novela, Eliete. 
“Es complicado sobrevivir a ese éxito. Yo estoy completamente en el libro, no soy yo pero soy. ¿Cómo me escapo, cómo me reconstruyo y comienzo a ser otra?”.


DULCE MARÍA CARDOSO 
| NOVELISTA

Dulce María Cardoso: "Tuve que inventarme otro yo con 11 años y eso me hizo escritora"
Se inspiró en Salinger y Fante para narrar desde una voz adolescente el mayor tabú de la historia reciente de Portugal en 'El retorno', un fenómeno literario que suma ya once ediciones

Dulce Maria Cardoso tardó 30 años en escribir la
 novela que le ha dado fama internacional.




CHARO RAMOS
01 Junio, 2019 
Hace ya ocho años que Dulce Maria Cardoso (Trás-os-Montes, 1964) se atrevió a hablar por primera vez de un tema tabú en su país en una novela, Los retornados, que cambió para siempre su vida pero también la memoria colectiva de Portugal.

  "Al principio fue como las otras novelas. Había una historia que quería contar, que hablaría de la pérdida, la memoria y la soledad, y sabía los hechos históricos que quería relatar. Pero como el libro fue tan bien recibido, y tan amado -en Portugal ya va por la undécima edición-, cada semana que pasa me llegan mensajes y cartas. Así que ahora es otra cosa, es un trozo de todos y un libro que cambió por completo mi historia personal. Cuando ahora pienso en mi retorno, a pesar de que este libro no es autobiográfico, pienso en la familia de Rui más que en la mía propia y me resulta más fácil hablar sobre ellos que sobre mí".

Cardoso vivió en Angola con su familia hasta los diez años y para cuando cumplía 11 estaba ya de regreso en un Portugal que le era ajeno por completo. 

"Fue todo un shock. Mi familia regresó conmigo, procedíamos del norte del país pero ellos se quedaron en Lisboa y yo me fui sola a vivir con mis abuelos, a los que nunca había visto"

En Portugal sintió por primera vez lo que era sentirse observada con miedo y sospecha.
 "La pequeña burguesía retornada de ultramar no era exactamente pobre, aunque habíamos viajado con lo poco que cabía en la única maleta que teníamos derecho a subir a aquel atestado avión. Pero vivíamos subsidiados y todos los portugueses nos miraban con recelo. El tema fue durante mucho tiempo un tabú. Todos sabíamos lo que había pasado pero pervivía el mito de que los retornados eran fascistas que en las colonias de Angola o Mozambique explotaban a los negros. No se contaba que aquellos retornados se habían ido a Angola como podían haberse ido a Francia pero, en cambio, lo perdieron todo. Los portugueses no tenemos mucho hábito de ficcionar, durante mucho tiempo tuvimos tasas altas de analfabetismo. Creo que mi libro ayudó a comprender el otro lado de la Historia. Los retornados son los vencidos, y me interesaba mucho mostrar su punto de vista porque la Historia siempre la escriben los ganadores".

Desparramadas en el aeropuerto, las cosas que no caben en una sola maleta de equipaje son la metáfora de los restos del imperio portugués para quienes esperan conseguir un asiento en el puente aéreo de Luanda antes de que se declare la independencia de las colonias en 1975. Con imágenes así, expresadas del modo más próximo posible a la oralidad, queda patente la potencia literaria de Cardoso, que antes de escribir a tiempo completo trabajaba como abogada.

 "Me licencié en Derecho y cuando estudiábamos la Revolución de los Claveles se hablaba de la descolonización pero a los retornados se los despachaba en cinco minutos. Y eso que somos la memoria, los restos del último imperio colonial. Por eso siento que tenemos la obligación de traspasar esa memoria".

A veces los retornados se reconocían entre sí por gestos muy simples, como el modo de envolver los panes, y hacían sonar el claxon cuando se cruzaban con otro coche que tenía como en Mozambique el volante a la derecha, pero con el tiempo evitarán que se les distinga del resto de habitantes de la metrópoli porque, en el fondo, todo el mundo desea integrarse y pasar página. Todo ello se cuenta en El retorno a través de una polifonía de voces, sin tomar partido. 

"Fue a propósito, no quería tomar posiciones, quería abarcarlo todo y reflejarlo a través de la voz inocente de mi protagonista, Rui. Porque quise escribir una novela de crecimiento, de formación, ese fue mi gran desafío. No lo fue tratar el poscolonialismo porque los hechos históricos no me eran ajenos, sino encontrar aquella voz".

 Para lograrlo, la autora se confió a dos de sus novelas favoritas, que le sirvieron de brújula para no perder nunca de vista esa forma de contar atropellada de Rui que no es ni infantil ni adulta.

 "Leí con enorme placer El guardián entre el centeno de Salinger y Espera a la primavera, Bandini de Fante. Captar ese momento de cambio y mudanza vital me interesaba mucho".

"LOS PORTUGUESES SE SINTIERON COMO INVADIDOS POR MARCIANOS Y PARA NOSOTROS LA METRÓPOLI ERA POBRE Y ATRASADA"

Dulce Maria Cardoso aún recuerda su propio retorno. 
"
Yo fui la que perdí por todos. No tenía nada cuando llegué a Trás-os-Montes sola. Me fui a vivir con mis abuelos a una aldea muy pequeña cerca de Mirandela. Tuve que inventarme rápidamente otro yo con 11 años y esa pérdida de identidad me convirtió en escritora. Yo hablaba diferente, usaba giros que mis abuelos desconocían, a veces tardaba una semana en explicarles que el fiambre no era lo mismo que el presunto, que era lo único que ellos habían comido. Mis abuelos nunca habían probado las frutas tropicales y yo pasé la infancia en Luanda tomando maracuyá, mango... No era sólo que hubiera perdido a mis amigos y mi país, sino que había perdido mis memorias. Intentaba explicar a mis abuelos cómo eran mis playas, llenas de palmeras y cocoteros, y ese intento de contarles mis historias me convenció de lo fácil que era inventarlas. Vivíamos en una aldea donde no había agua canalizada y cuando iba a la fuente pública me inventaba que allí podría descubrir un tesoro, y que había un malvado que lo custodiaba, y otro ogro que resultaba ser simpático y me ayudaba. Inventaba e inventaba y esa fue la maravilla que me salvó de la soledad porque para hacerlo no necesitaba dinero, que no había, sólo necesitaba mi cabeza, dentro de la que vivían y viajaban conmigo todas esas historias".

El dolor de repatriarse y volver a una metrópoli que sólo conoce por historias, fotos y libros de texto lo narrará Rui, que deberá hacerse cargo de su madre y su hermana mientras su padre y su tío permanecen en Angola, con todas las ansiedades propias de la adolescencia. El libro tiene dos partes: la primera transcurre en Angola, hasta la salida atropellada del país, y la segunda en el hotel de cinco estrellas de Estoril donde son acogidos como refugiados, hacinados en habitaciones pequeñas y sin familiares que quieran hacerse cargo de ellos.

 "El hotel estaba lleno de retornados que no tenían nada que hacer y se pasaban el día en las salas comunes contando historias, y yo las oía, y luego las reinventaba. Tengo muy buena memoria y me convertí en un depósito de sus recuerdos, hasta el punto de que en El retorno evoco con nostalgia sitios donde nunca estuve y hasta convierto en protagonista a un perro que tuvieron mis padres y al que yo no conocí. La memoria es mecánica, todo queda registrado, pero lo difícil es acceder luego a esos registros de memoria; son como dos campos, uno el que está registrado y otro al que tenemos acceso. Cuando fui por primera vez a Brasil, treinta años después, y vi a una mujer cortando un coco con un machete yo sabía los gestos que iba a hacer para ofrecerme el jugo, y lo mismo pasó cuando probé el cajú, recordé a qué sabía el anacardo y fue una conexión maravillosa. Es lo que más me fascina, cómo la memoria y la identidad van unidas".

Su libro aborda también la cuestión racial.

 "Aunque muchos quieran negarlo, había racismo en Angola, mucho. Y también en Portugal. Lo que ocurre es que hay racismo en todos lados, no es una característica portuguesa. La diferencia siempre asusta. Los portugueses ante los retornados se sintieron como si fueran invadidos por marcianos pero nosotros también teníamos miedo y prejuicios de los habitantes de la metrópoli, que encontramos oscura, pobre y muy atrasada".

El traductor Jerónimo Pizarro. que también ha pasado por la Feria del Libro esta semana, ha realizado un extraordinario trabajo para verter al español El retorno en la editorial La Umbría y la Solana, donde se publicará este año Eliete, la nueva novela de Cardoso que hace furor en Portugal. 
A ella, de la literatura actual, le interesan sobre todo "los autores que piensan sobre los desafíos actuales que tiene mi país. Porque somos nosotros los que tenemos la experiencia y podemos reflexionar sobre ello. A mí en concreto me interesa mucho analizar cómo los avances tecnológicos afectan al comportamiento social y crean un horizonte que puede ser peligroso para todos".

Comentarios

  1. EL IMPERIO QUE MAS DURO EN LA HISTORIA, MAS DE CINCO SIGLOS; PARA PORTUGAL EL IMPERIO DURO MAS QUE LA MITAD DE HISTORIA COMO UN PAÍS INDEPENDIENTE . primer imperio colonial y el ultimo que existió

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