Mezquita-Catedral de Córdoba.-a
Soledad Garcia Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes
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Mezquita-catedral de Córdoba, antes «Santa María Madre de Dios» o «Gran Mezquita de Córdoba», actualmente conocida como la Catedral de la Asunción de Nuestra Señora de forma eclesiástica o simplemente Mezquita de Córdoba de forma general, es un edificio de la ciudad de Córdoba, España.
Se empezó a construir como mezquita en el año 786, con la apropiación por los conquistadores musulmanes de la basílica hispanorromana de San Vicente Mártir y la reutilización de parte de los materiales, quedando reservada al culto musulmán.3 El edificio resultante fue objeto de ampliaciones durante el Emirato de Córdoba y el Califato de Córdoba. Con 23 400 metros cuadrados, fue la segunda mezquita más grande del mundo en superficie, por detrás de la Mezquita de La Meca, siendo sólo alcanzada posteriormente por la Mezquita Azul (Estambul, 1588). Una de sus principales características es que su muro de la qibla no fue orientado hacia La Meca, sino 51º grados más hacia el sur, algo habitual en las mezquitas de al-Ándalus.
En 1238, tras la Reconquista cristiana de la ciudad, se llevó a cabo su consagración como catedral de la diócesis con la Ordenación episcopal de su primer obispo, Lope de Fitero.El edificio alberga el cabildo catedralicio de la Diócesis de Córdoba, y por su carácter de templo católico y sede episcopal, está reservado al culto católico. En 1523, bajo la dirección de los arquitectos Hernán Ruiz, el Viejo y su hijo, se construyó su basílica cruciforme renacentista de estilo plateresco.
Hoy todo el conjunto constituye el monumento más importante de Córdoba, y también de toda la arquitectura andalusí, junto con la Alhambra, así como el más emblemático del arte omeya hispanomusulmán. Declarada como Bien de interés cultural y Patrimonio Cultural de la Humanidad como parte del centro histórico de la ciudad.
Margarita Cantera Montenegro, profesora titular de Historia Medieval de la Universidad Complutense, es una de las expertas que han firmado un comunicado en contra del informe de la llamada comisión «Calvo». 43 medievalistas y arabistas de 17 universidades y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, entre ellos cuatro académicos de la Historia y cerca de veinte catedráticos, cargan en un comunicado conjunto contra las conclusiones de la comisión y señalan que los argumentos del informe «carecen del mínimo rigor exigible a supuestos expertos en estas materias».
Ante las preguntas de ABC Historia, Margarita Cantera Montenegro ha preferido enviar un texto completo, que desgranados en distintas cuestiones, para explicar de forma detallada los argumentos que respaldarían la titularidad de la Mezquita-Catedral de Córdoba por parte de la Iglesia:
La afirmación más controvertida del informe es que no hay documentos históricos que acrediten la titularidad de la Iglesia. ¿Comparte usted esta conclusión?
Los medievalistas sabemos bien que hay bastantes acontecimientos históricos de los que no se conserva un documento concreto, como podría ser el caso de la donación de la Mezquita mayor de Córdoba a la Iglesia por parte del Rey Fernando III; y ello por dos motivos:
1º. Porque no se considerara necesaria la emisión de ese documento, ya que era un hecho evidente en el siglo XIII que la propiedad de cualquier templo cristiano era de la Iglesia y no de un particular, aunque éste fuera el Rey; y 2º Porque se haya podido perder el documento concreto de la donación, como ha ocurrido con los de otros muchos hechos que, sin embargo, conocemos por otros medios.
¿Qué testimonios podrían demostrar la titularidad de la Iglesia?
Además de algunas referencias documentales algo posteriores en el tiempo, que se conservan tanto en el Archivo Catedralicio de Córdoba como en el Archivo General de Simancas, hay dos testimonios cercanos a la fecha de la toma de Córdoba por el Rey Fernando III que son muy claros en su contenido:
-La Crónica de los Veinte Reyes, que fue redactada en el entorno del Rey Alfonso X el Sabio, hijo de Fernando III y buen conocedor de todos los acontecimientos de dicho reinado. En ella se dice claramente que el Rey dio a la Iglesia «el solaz della e la plantía», es decir, el disfrute y la planta o edificio en sí.
-La donación que el propio Fernando III hizo a la iglesia catedral de Córdoba y a su obispo en 1238 de unas rentas para ayudar al mantenimiento del templo supone un reconocimiento evidente de la propiedad del edificio por parte de la Iglesia.
-¿Cómo se puede explicar –como recuerda uno de los autores del informe de la comisión– el silencio de Juan de Osma y Rodrigo Jiménez de Rada en sus crónicas (las dos principales cronistas del periodo) al respecto de la donación de la Mezquita a la Iglesia?
El silencio de otras fuentes (como la obra de Rodrigo Jiménez de Rada) no es una prueba en contra de la titularidad de la Iglesia, porque, en primer lugar, tampoco afirma lo contrario (es decir, que el Rey conservase bajo su titularidad la mezquita, que había sido devuelta al culto cristiano); y, en segundo lugar, porque resultaba algo tan evidente que no era necesario dejar constancia de ello pues, desde el punto de vista jurídico, el Rey no podía mantener bajo su propiedad un templo cristiano, ya que desde la conocida como Reforma gregoriana, de fines del siglo XI, ya no existían «iglesias propias», es decir, templos que perteneciesen a particulares, ni siquiera al Rey. Por este motivo, no habría sido necesaria hacer una explícita donación del templo a la Iglesia, ya que el Rey no podía ser el propietario del mismo de acuerdo con la legislación canónica vigente en el siglo XIII, momento en el que el edificio cordobés retornó al culto católico.
Si fuera cierto que Fernando III nunca cedió la mezquita a la Iglesia, ¿qué razón podría haber tenido el Rey para dejar la titularidad de una catedral a la Corona?
Ningún monarca en momentos posteriores reivindicó su propiedad, ni cuestionó desde el punto de vista de una pretendida propiedad la gestión o las obras que se hicieron en el templo. Antes al contrario, en 2006 Dª Carmen Calvo, como ministra de Cultura, suscribió un Convenio de Colaboración con el Obispado de Córdoba, como representante de la Iglesia y titular de la misma, para realizar ciertos trabajos de conservación en el edificio.
Estudios detallados de especialistas en la materia y el período, como Mansilla Reollo, Sanz Sancho y Nieto Cumplido, recogen numerosas evidencias de la propiedad de la Mezquita-Catedral por parte de la Iglesia desde tiempos de Fernando III.
Hay quien pone en duda también la existencia de la iglesia de San Vicente, previa a la catedral. ¿Hay testimonios arqueológicos o textuales que permitan afirmar su existencia?
La actual catedral se halla sobre la basílica visigótica de San Vicente, bien conocida por los restos arqueológicos que actualmente se pueden ver en el propio edificio. Era una práctica habitual por parte de las autoridades musulmanas transformar las iglesias cristianas de las ciudades conquistadas (especialmente las basílicas más importantes) en mezquitas, incluso aunque en los primeros tiempos se permitiera mantener alguna iglesia (generalmente una en cada ciudad) para los cristianos que colaboraban por el poder político islámico.
¿Cómo valora usted el trabajo que ha hecho la Iglesia estos siglos para preservar la Mezquita-Catedral?
Podemos afirmar, sin ningún tipo de dudas, que la propiedad del templo por la Iglesia sirvió para conservar el edificio en sí. Es fácil comprobar cómo otros edificios de la época, y en otros muchos lugares, se han perdido al no haber sido utilizados de forma continuada, como sí ha ocurrido con este edificio. La gestión de la Iglesia durante los ocho siglos que van desde 1236 hasta la actualidad ha permitido que en el momento actual podamos disfrutar de este singular edificio».
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