Bacardí y Cuba.-a


Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes
Facundo Bacardí Massó (Sitges, Barcelona, España, 1814 — Cuba, 9 de mayo de 1886) fue un empresario español, creador de empresa de licores Bacardí.

Cuadro que representa a Facundo Barcardí, dice Comas que el retrato es una reconstrucción hecha a partir de diferentes descripciones. 
Cuando Amalia Moreau entró por primera vez a la primera destilería fundada en Cuba por su esposo, Facundo Bacardí Massó, en 1862, descubrió una colonia de murciélagos entre las vigas de madera que sostenían aquella construcción humilde con techos de hojalata. Era fácil saber que los atraía el sabor dulzón de la melaza, materia prima del ron entonces naciente.

En España, de donde venían, el murciélago representaba buena salud, fortuna y unión familiar. Amalia pensó en la historia de su esposo, que siendo un niño de 14 años dejó su natal Sitges con destino a Cuba. “Había salido para dejar una huella en el mundo y crear fortuna. Justo eso representaba el murciélago y lo puso en la botella de su ron, como marca de fábrica –recuerda su trastaranieto Enrique Comas, hoy embajador global de Bacardí–. En ese entonces, mucha gente no leía y cuando iban a un bar y querían el ron de don Facundo, pedían el del murciélago”. 
Comas oyó este y otros relatos emparentados con la historia de Cuba, de boca de su abuela Ana María Bacardí y de su padre, Toten Comas, antiguo maestro del ron que por años fue guardián del sabor diseñado por su ancestro, aún en un exilio que comenzó en 1960, cuando Fidel Castro nacionalizó las empresas del país. 

El punto de partida fue la creación del ron que nació cuando don Facundo le aplicó al aguardiente del Caribe los sistemas de destilación y añejamiento que ya se usaban para el coñac y el whisky.



Bacardi 

Bacardi es una compañía internacional de bebidas alcohólicas fundada en la Santiago de Cuba en 1862 por el español, de origen catalan don Facundo Bacardí Massó. La sede internacional de esta empresa está en Bermudas.




Enrique Comas
Enrique Comas, embajador global de Bacardí

Enrique Comas es uno de los cientos de descendientes del fundador de ron Bacardí, hace parte de la sexta generación.
“El ron de la época era robusto y fuerte –relata Enrique Comas–. No había refinamiento. A las azucareras les sobraba la melaza, y la fermentaban, la destilaban y la vendían. Pero no se añejaba, no se filtraba ni se mezclaba. Era un producto bastante bruto y barato porque era la industria secundaria de los ingenios. Don Facundo introdujo técnicas europeas, empezó a controlar la fermentación, a añejar en busca de sabores diferentes. Le salió un ron más ligero y delicado”.
Este ron, dice Comas, cambió la forma de hacer coctelería, porque les dio a los cantineros de finales del siglo XIX un destilado más suave y ligero con el que experimentar recetas de las mismas características en un mundo en el que todo trago era fuerte y la coctelería no conocía la delicadeza. “Entre 1860 y 1880, gente que tomaba tragos robustos pudo tomar tragos más ligeros, como el mojito, el daiquirí y el cuba libre”, dice Comas, uno de los más de 800 descendientes del fundador del ron del murciélago que viven regados por el mundo 155 años después.

¿Tan viejos son estos cocteles?

Aunque ya existía, la primera receta del mojito, consignada en un libro (Ley Seca, de Pedro Chicote), data de 1930. Era un mojito criollo hecho con Bacardí carta blanca. Este coctel viene del drake o drakecito, un trago de aguardiente de caña, hierbabuena, limón y azúcar. Se veía como algo medicinal (para la indigestión). Se tomaba corto y removido en un tazón. Cuando empezaron a llegar los turistas americanos a Cuba, cerca de 1900 (después de la Independencia), empezaron a tomar ese trago largo con Bacardí, agua mineral y hielo. Así se hizo el mojito. El daiquirí es anterior (limón, ron, azúcar), viene de 1896. Lo inventó un ingeniero que trabajaba en las minas del pueblo de Daiquirí. 

¿Y el Cuba libre?

Es de 1900. La guerra de independencia había terminado en 1898. Aunque la Coca Cola llegó a Cuba oficialmente en 1906, los soldados americanos que apoyaron la independencia la llevaban para tomársela. En el American Bar, en la calle Neptuno de La Habana, los soldados tomaban Coca Cola con limón y los cubanos, Bacardí Carta Oro. Un americano, el capitán Russell, vio a estos grupos que pelearon juntos tomándose cada uno su trago por separado. Entonces los mezcló y propuso un brindis por la Cuba libre, que era el grito de entrar en batalla. 

A propósito, ¿por qué los Bacardí iban por la independencia?

Don Facundo era orgullosamente español y vivía en Cuba, que era una colonia, por tanto parte de España. Pero sus hijos no tenían los mismos derechos por no haber nacido al otro lado del Atlántico. Así que se involucraron en el movimiento de independencia. Emilio Bacardí, mi trastarabuelo, fue arrestado dos veces: la primera vez lo enviaron al norte de África y luego a Jamaica. Después entró el gobierno estadounidense y pasó dos años estableciendo la Constitución cubana y ayudando a construir el país. Al volver, Emilio fue el primer alcalde democrático elegido en una Cuba libre. Fue alcalde de Santiago y a la par llevaba la compañía. 

¿Cómo era la competencia entre rones en la isla?

Después de que don Facundo estableció la destilería, todos los rones de Santiago de Cuba copiaron el proceso. Se convirtió en un estilo que hoy se llama “estilo cubano” o “ron del Caribe”. La mayoría de productores eran amigos, no pensaban en crear emporios. Estaban la familia Rovira, del Ron Castillo; los Álvarez Camp, del Matusalem. La competencia empezó para sobrevivir en un mundo más internacional, después de 1960, cuando fueron exiliados y perdieron sus bienes.

¿Qué queda de Bacardí en Cuba?

No se vende allí. Todos los bienes fueron confiscados sin compensación. La familia tuvo que irse. En ese momento teníamos dos cervecerías, una destilería de ron, almacenes llenos de producto añejando (ocho, diez, doce años) que le daban valor a la empresa. Perder eso es tremendo. La suerte que tuvo Bacardí –y no la tuvieron otras empresas– fue tener dos destilerías por fuera: una en Puerto Rico (abierta en 1936) y otra en México (1931) que llevaba 30 años operando: el maestro de ron de Puerto Rico, Joaquín Bacardí, se había ido 20 años antes.

¿Quién lideraba la compañía en 1960?

En Cuba estaba José ‘Pepín’ Bosch, casado con una nieta de don Facundo. Él construyó las destilerías en los otros países y estaba encargado en los años 50, cuando Fulgencio Batista empezó a involucrarse en las empresas familiares. ‘Pepín’ movió las marcas registradas y propiedades intelectuales a las Bahamas (incluida la imagen del murciélago) para proteger a la empresa por si la nacionalizaban. Lo que hizo para protegerse de Batista lo salvó cuando llegó Castro.

¿Cómo se dio la salida?

Fidel Castro echó a Batista en 1959. Castro prometió independencia, democracia y libertad. Un año y medio después empezó a nacionalizar. El 14 de octubre de 1960 anunció la expropiación forzosa de las compañías privadas. Les dice a las familias: o se quedan bajo este sistema o se van. Los Bacardí escogieron el exilio. 

Les dio la opción de irse…

Tenían que pedir licencia para salir. A muchos se la dieron, pero no los dejaron sacar ni las maletas, solo la ropa que llevaban puesta. Mis abuelos, mis padres y mis tíos se fueron así. Llegaron a Estados Unidos con nada. Otros tuvieron que buscar otras formas: A Manuel Jorge Cutillas, miembro de la familia, le dijeron que como era el principal maestro de ron de Santiago, era una persona importante para la revolución y tuvo que escaparse en un barco pesquero.

¿Qué hizo Castro con las fábricas?

No pudo producir el ron con nuestro nombre. La fábrica está en uso, produce ron que se comercializa con diferentes nombres. Pero no es nuestra receta, porque esa estaba en la mente de nuestros maestros del ron. Y no tuvieron la levadura que es nuestro ADN (que permitiría replicarlo) porque Manuel Jorge Cutillas la destruyó cuando supo que ya venían a confiscarla. Él sabía que había cepas en México y Puerto Rico. 

¿Cómo se levantó la familia?

Al salir de Cuba, ‘Pepín’ Bosch les escribió una carta a empleados y clientes de afuera; les decía que la compañía había sido confiscada, pero que no había muerto. Los familiares que estaban en México y Puerto Rico ayudaban a los que salían. Si eras empleado de Bacardí, daba igual la posición que tuvieras; si lograbas salir, te ayudaban a conseguir un trabajo. Es una historia fascinante. La conozco, no porque la haya leído en un libro sino porque mi abuela me la contaba…

¿Qué le contaba?

Me decía “¿sabes lo que es ser miembro de la familia Bacardí?” , y me contaba. Nunca he ido a Cuba, pero conozco las historias. Crecí en el entorno de la destilería que Bacardí tuvo en Málaga (España), entre 1970 y la mitad de los 80. Mi padre hacía el ron, y mi hermano y yo lo acompañábamos los fines de semana. Cuando le preguntan si es cubano, el dice: “No, porque la Cuba donde yo nací ya no existe”. Hay muchas historias anteriores a los tiempos de mi padre. Por ejemplo, de la prohibición.

La prohibición les debió traer sus ventajas, en los años 20...

Los americanos con dinero iban a Europa. Los de clase media iban a Cuba. Allí descubrieron otro estilo de vida: ritmos caribeños y tragos refrescantes cuando legalmente no se podía tomar nada en Estados Unidos y lo que se conseguía era de baja calidad, porque se producía ilegalmente. Ir a Cuba y encontrarse con mojitos y daiquirís era la gloria. Esas historias de la época dorada de la coctelería en la isla me fascinaban de pequeño.

¿Cómo siguió vinculado a la empresa familiar…?

En la universidad, mis compañeros bebían cerveza y yo pedía cocteles. Cuando busqué trabajo, aterricé en Bacardí del Reino Unido. Dieciocho años después estoy visitando Colombia. Hay ya ocho generaciones de descendientes de don Facundo por todo el mundo. La pasión por hacer ron, hablar de él y venderlo nos mantiene unidos.
Vinculados hay unos 20 familiares. Vengo de la rama del hijo mayor, Emilio, que a su vez tuvo un hijo llamado Facundo. Mi abuela se casó con un doctor cubano de apellido Comas y en la empresa estamos mi padre, que era maestro fabricante de ron; mi hermano, también embajador de la marca, y yo.

¿El sabor del ron ha cambiado en estos 155 años?

Los cambios de tecnologías han ayudado al perfil de sabor a ser más suave y limpio. Pero es casi el mismo. Cuando hablo con mi padre y otros maestros de ron, incluso jubilados, dicen que nunca fueron a trabajar pensando en crear algo nuevo si no en prolongar el legado de don Facundo. Todos los que han trabajado en la producción del ron mezclan y comparan con una producción antigua. Así han hecho siempre. No es cosa de tener un libro que diga diez de esto, cuatro de esto y un poco de aquello. Ellos mezclan y comparan con un ron anterior. Terminan solo cuando sabe exactamente igual.

¿Cuales son los tesoros más grandes de Bacardí hoy?

La levadura, sin la que no conseguiríamos un ron como el nuestro; los carbones para filtrar también son únicos; el símbolo del murciélago y la mezcla de Bacardí 8 años. Don Facundo creó el Carta Blanca, Carta Oro y el Añejo, pero también una cuarta receta que no comercializó: el Gran Reserva 8 años. En esa época no se tomaba un ron con tanto añejamiento. Era para ocasiones especiales. Cuando la empresa cumplió 50 años, sus hijos lo hacían para tener una caja que compartir con la familia. En los 90 decidimos lanzarlo porque hubo mercado para un ron más añejo. El 8 años es la joya de la corona, la reserva privada de la familia que ahora se comparte con el mundo.



Edificio Bacardí


Edificio Bacardí en la Ciudad de La Habana es una excelente muestra de las artes decorativas. Primer edificio estilo Art Déco construido en La Habana. Joya arquitectónica de la época. Se terminó de construir en diciembre de 1930. En ese entonces era el edificio más alto de Cuba. Según suministradores contiene mármol de casi todas las naciones de Europa.
El edificio Bacardí, es una construcción situada en La Habana en la Avenida de Bélgica No. 261 entre Empedrado y San Juan de Dios, en la zona antigua de la ciudad.
El edificio fue encargado a los arquitectos Rafael Fernández Ruenes, Esteban Rodríguez Castell y José Menéndez, por la compañía ronera Bacardí S.A.. Esta joya del Art Decó se concluyó en 1930 y en su momento fue la estructura más alta de la ciudad.1​ Los terrenos donde se levantó fueron parte del antiguo barrio habanero de Las Murallas. En este lugar estaban las oficinas centrales de la compañía. El resto del edificio fue arrendado a diferentes empresas y compañías radicadas en la ciudad. Después del triunfo de la Revolución cubana y las leyes de nacionalización llevadas a cabo por el nuevo gobierno socialista, las compañías extranjeras radicadas en la isla lo abandonan.
 El edificio Bacardí continuó desempeñando como edificio de oficinas. A finales de la década del '90 se restaura bajo un proyecto de la Oficina del Historiador de la Ciudad. En la actualidad continúa desempeñando como edificio de oficinas de esta institución.


Historia

Fue erigido con el fin de alojar en él las oficinas de la compañía Bacardí en La Habana, se ubicó en la esquina de la calle Montserrate y San Juan de Dios en un solar de 1 320 metros cuadrados, en el reparto de Las Murallas.
El proyecto fue producto de un concurso al cual la compañía convocó a un limitado número de arquitectos, ofreciendo la suma de 1 000 pesos al ganador. El primer premio correspondió al presentado por el arquitecto Esteban Rodríguez Castells, con Rafael Fernández Ruenes y José Menéndez Menéndez, este último arquitecto e ingeniero. El proyectó lo seleccionó un jurado formado por Henri Schueg Chassin, presidente de la compañía Bacardí, y los arquitectos Leonardo Morales, Enrique Gil, Emilio de Soto y Pedro Martínez Inclán.
Se terminó de construir en diciembre de 1930.

El inmueble posee una cisterna con capacidad para 8 700 galones de agua, que se bombea a un tanque colocado dentro de la torre con capacidad para 4 800 galones.
Además, consta de cuatro elevadores para diferentes usos: dos de pasajeros para 10 personas cada uno, con una velocidad de 350 pies por minuto; otro de carga para la transportación de muebles, con una capacidad de 4 000 libras, y el cuarto que hace el trayecto entre el sótano y el primer piso para transportar mercancías.

Características arquitectónicas

En esa época era el edificio más alto de Cuba. El 6 de enero de 1930 se comenzó el replanteo de la obra y la compañía pidió que el cronograma de la edificación se ciñera a 300 días, el cual se cumplió a pesar de la malas condiciones del terreno, lo que exigió que en la cimentación se utilizaran pilotes en número de 500 de madera dura (jiquí y júcaro negro). El hormigón empleado en la obra fue de una alta calidad y resistencia.

La construcción consta de 12 plantas en total, cinco de ellas dedicadas a oficinas para alquilar, con un área rentable de 558 metros cuadrados. La superficie total cubierta del edificio es de 7 031 metros cuadrados. La fachada está recubierta de granito rojo de Baviera. En su punta tiene un murciélago, símbolo de la compañía Bacardí. Su diseño, en forma de pirámide escalonada o zigurat, asume el azulejo como elemento decorativo proveniente del modernismo catalán y que le da al edificio un efecto cromático único. Para su ejecución se convocó a subasta, la cual se le adjudicó a la firma Arellano y Mendoza por una suma de 499 675 pesos, a la cual se le adicionó 121 325 por el equipamiento, ascensores, herrajes, turbinas, etcétera.
El primer piso tiene un área de 1 075 metros cuadrados y 7,25 metros de puntal, con el pórtico, paredes, piso y techo revestido con granito rosado de Baviera. Los dos vestíbulos se cubrieron con mármol natural hasta el techo de color verde suave usado por primera vez en Cuba.



Los trabajos de construcción se ejecutaron por la compañía Grasyma de Wansiedel, Baviera de Alemania, la cual tomó gran esmero en la excelencia de la obra y el ajuste al cronograma establecido.
Según opinión de los suministradores: «El Edificio Bacardí puede decirse que tiene mármol y granito de casi todas la naciones de Europa, pues contiene material procedente de Alemania, Suecia, Noruega, Italia, Francia, Bélgica y Hungría».
El inmueble posee una cisterna con capacidad para 8 700 galones de agua, que se bombea a un tanque colocado dentro de la torre con capacidad para 4 800 galones.
Además, consta de cuatro elevadores para diferentes usos: dos de pasajeros para 10 personas cada uno, con una velocidad de 350 pies por minuto; otro de carga para la transportación de muebles, con una capacidad de 4 000 libras, y el cuarto que hace el trayecto entre el sótano y el primer piso para transportar mercancías.
La estructura del edificio es de acero y hormigón. Sus fachadas son de granito natural, terracota y ladrillos prensados. Su forma la conforman el cuerpo central que se va escalonando en su ascensión hasta llegar a la torre con cubierta a cuatro aguas que lo identifica, donde se ubicó el murciélago en bronce, símbolo de la empresa, sustentado por un poliedro de vidrio con armadura de metal que se ilumina desde dentro en las noches. 
Torre con murciélago 

El salón de entrada se decoró exteriormente con mármol de color rojo vino, ejemplificando el color de las mieles roneras. En los pisos superiores se utilizó loseta de gres cerámico de color amarillo brillante, representando a los rones blanco-dorados que fueron los que contribuyeron a la fama mundial de los rones Bacardí. La planta alta y la torre central muestran un cuidadoso diseño de tejas policromadas que alternan franjas azules y de color pardo, con paneles decorados.


 Las decoraciones más fastuosas se colocaron en los espacios interiores de la planta baja y el entresuelo. Un portal pequeño daba acceso al vestíbulo y a su derecha se ubicó el salón de exposiciones, decorado con pilastras de capiteles dorados, vigas de sección escalonada y lámparas finamente diseñadas. En este asoman los vanos del entresuelo donde se hallaba el bar para invitados, enchapado en madera y con estilizadas palmeras en la puerta de los baños.

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