Políticos y militares de la Segunda República Española.-a


Scherezada Jacqueline Alvear Godoy



Manuel Escorza del Val.

Portada del reciente libro sobre la figura de Escorza realizado por Dani
 Capmany, recientemente entrevistado en La Linterna de Diógenes



(Barcelona, 1912 - Valparaíso, Chile, 1968) fue un anarcosindicalista español, muy destacado durante el comienzo de la Guerra Civil Española. Es conocido por la violenta represión que llevó a cabo en la zona republicana a través de las llamadas Patrullas de Control que él mismo dirigía.​ Más tarde fue crítico de arte durante su exilio en Chile.

Hijo de un miembro de la CNT, sufrió de pequeño poliomielitis que le dejó como secuela una parálisis permanente. Debido a la atrofia de sus piernas, se vio obligado toda la vida a utilizar unas alzas en los zapatos añadidas a unas muletas para desplazarse.​ 
Fue descrito por el historiador Miquel Mir como "extremadamente agrio y duro, poseía una gran cultura y fuerza de voluntad y no permitía que nadie le ayudara a moverse."
​ Juan García Oliver, compañero de Manuel Esparza en el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, en su obra autobiográfica "El eco de los pasos", lo describió como "aquel tullido lamentable, tanto de cuerpo como de alma, al que hicieron responsable de la Comisión Regional de Investigación".

Militante de las Juventudes Libertarias participó al inicio de la Guerra Civil española en la asamblea de la CNT-FAI donde defendió el uso del gobierno de la Generalidad de Cataluña como instrumento para legitimar la socialización de la industria y la colectivización del campo.

Desde julio de 1936 fue el máximo responsable de los Servicios de Investigación de la CNT-FAI, realizando tanto tareas de espionaje y de información como de las acciones represivas por delegación de la Organización Confederal de la CNT a través de las Patrullas de Control, las cuales cometieron miles de asesinatos, especialmente entre el mes de julio de 1936 y mayo de 1937.​ Manuel Escorza ideó y dirigió la detención de un centenar de maristas y la posterior ejecución de 46 de ellos durante la persecución a los maristas en Barcelona en 1936. La arbitrariedad y violencia de estas milicias provocó el terror en Barcelona y Cataluña, al tiempo que oscureció enormemente la imagen de Escorza.3​ Sin embargo, esta violencia y su gran influencia en las reuniones del Comité de la FAI le concedieron una gran popularidad entre numerosos anarquistas, especialmente entre las juventudes anarcosindicalistas.

Esta represión no se limitó sólo a los supuestos facciosos (sospechosos de simpatizar con el Bando sublevado), sino que también fueron víctimas algunos militantes cenetistas como Josep Gardenyes, del ramo de la construcción y Manuel Fernández, presidente del Sindicato de la Alimentación, acusados de haber utilizado el asesinato para vengarse de sus acusadores durante la Dictadura de Primo de Rivera.

En mayo de 1937, sus actividades se redujeron de manera drástica con el fracaso de las conversaciones de la CNT con el presidente de la Generalidad Lluís Companys, emprendidas por el consejero Pedro Herrera Camarero y él mismo, que desembocaron en los enfrentamientos armados de los Hechos de Mayo y en el restablecimiento de la autoridad del gobierno de Cataluña. Para entonces, el propio Escorza había perdido el control sobre muchos de sus más violentos seguidores, que actuaban sin ningún freno ni control.6​ Después de los Sucesos de Mayo, Escorza y otros influyentes dirigentes anarquistas perdieron toda influencia en la organización.

Según otros autores, Manuel Escorza del Val es uno de esos personajes históricos maltratados y difamados por un interminable ejército de historiadores, periodistas y escritores aposentados sobre cómodos mitos revestidos de verdades. Y ello desde que estalló, aquel 19 de julio de 1936, esa gran revolución de signo libertario que buscaba transformar la sociedad de raíz, haciéndola más justa y libre. Quizá es por esto, por la defensa que el primero realizó de ese proceso revolucionario, por lo que muchos siguen empeñados en alimentar la leyenda negra que sigue oscureciendo al personaje, magnificando su participación en las tareas represivas durante los primeros meses de la Guerra Civil. 
En 1939 se exilió en Chile y vivió en Valparaíso, ejerciendo como crítico de teatro, de cine, literario y de arte en los diarios La Unión y La Estrella con el seudónimo de M. del Val. Su única hija es la poetisa chilena residente en Argentina, Nuri Escorza Balasch.

Guerra civil española.

Al inicio de la guerra civil intervino en el Pleno de Locales y Comarcales, reunido el 21 de julio de 1936, defendiendo una tercera vía frente a la respaldada, sin convicción, por Joan García Oliver de “ir a por el todo”, y la mayoritaria, defendida por Diego Abad de Santillán y Federica Montseny de colaborar lealmente con el gobierno de la Generalidad. Escorza propugnaba el uso temporal y oportunista de ese gobierno burgués como un instrumento para socializar y colectivizar, además de obtener respetabilidad en el extranjero; pero con el objetivo de deshacerse finalmente de la Generalidad y darle la patada en cuanto dejara de ser útil a la CNT.

Fue el máximo responsable de los Servicios de Información e Investigación de la CNT-FAI, que habían nacido y crecido como complemento necesario de la estructura clandestina de los comités de defensa de la CNT. Desde julio de 1936 esos Servicios planificaron y ejecutaron todo tipo de tareas represivas, así como de información y espionaje o contraespionaje. El Comité de Investigación estaba formado por dos secciones. Liberato Minué, cuñado de Escorza, estaba encargado del espionaje en el extranjero, y el propio Escorza de la información en el interior.

La represión no sólo se ejerció contra organizaciones y elementos facciosos, sino también contra militantes cenetistas. Escorza fue responsable de la ejecución de José Gardeñas, destacado militante del ramo de la construcción, y de Manuel Fernández, presidente del Sindicato de Alimentación, por orden de la Organización, con el conocimiento y asentimiento de Federica Montseny y de Abad de Santillán.

Su labor de información y espionaje fue calificada como excelente por Juan García Oliver. Las labores policiales, informativas y represivas de la quinta columna, tanto de elementos fascistas como clericales, y de sus actividades, así como de los infamados como “incontrolados” del propio bando antifascista, incluido el cenetista, le dieron una fama siniestra que, sumada a su parálisis y aparatosa presencia física, con muletas y alzas, lo convirtieron en una figura repulsiva y contrahecha, temida por su poder sobre la vida y la muerte de los demás, teñida además de una aureola mítica que, a caballo entre el despecho y la leyenda negra antilibertaria, le calificó (en palabras de García Oliver) como “un tullido de cuerpo y alma”.

Escorza siempre realizó su sobresaliente y eficaz labor informativa y represiva por estricta delegación de la Organización, y jamás se enriqueció personalmente. Era proverbial su honradez, austeridad y cultura. No bebía ni fumaba. No era un hombre de acción, por evidente impedimento físico, sino un intelectual que organizó y coordinó desde los comités de defensa el servicio de información y espionaje de la CNT-FAI.

En el verano de 1936 intervino en las conversaciones entre el CCMA y los independentistas marroquíes, con vistas a desmovilizar los voluntarios de esa nacionalidad en el bando franquista, con la promesa de concederles la independencia.

La victoria de la insurrección obrera de julio de 1936, que se enfrentó al levantamiento militar, produjo en el verano de 1936, en Cataluña, una situación revolucionaria en la que el proletariado armado impuso una represión de clase de las personas y símbolos de la burguesía (empresarios, curas, fascistas y pistoleros del Libre), la expropiación de sus propiedades, el descalabro de sus fuerzas represivas (el Ejército y la policía) y la supresión de la Iglesia. Era una represión obrera espontánea, violenta, festiva, contra la burguesía y la Iglesia, como represalia inmediata contra su intento de imponer por las armas una dictadura militar y fascista. 
En un proceso progresivo, iniciado con las patrullas de requisa de la  insurrección del 19-20 de julio de 1936, se fundaron oficialmente las Patrullas de control (el 11 de agosto) como organismo policiaco del Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA).

Las Patrullas de Control tuvieron una vida más larga que el Comité Central, ya que no fueron disueltas hasta primeros de junio de 1937, un mes después de los sucesos conocidos como “Los Hechos de Mayo” de 1937. Estaban constituidas por once secciones, distribuidas por todos los barrios de Barcelona. Totalizaban, en sus inicios, setecientos hombres, más once responsables, uno por cada sección. Algunos de ellos procedían de las patrullas de requisa y otros de los comités de defensa, aunque muchos de éstos se mostraron reacios a ejercer de “policías” por cuestiones ideológicas, dando entrada a nuevos elementos oportunistas. Por otra parte, sólo la mitad aproximada de los patrulleros tenía carné de la CNT, o eran de la FAI; la otra mitad estaba afiliada al resto de organizaciones componentes del CCMA: POUM, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y estalinistas del PSUC, fundamentalmente. Sólo cuatro delegados de sección, sobre los once existentes, eran de la CNT: los de Pueblo Nuevo, Sants, San Andrés (Armonía) y Clot; otros cuatro eran de ERC, tres del PSUC y ninguno del POUM.

Las Patrullas de Control dependían del Comité de Investigación del CCMA, dirigido por Aurelio Fernández (FAI) y Salvador González (PSUC), que sustituyó a Vidiella. Su sección Central estaba en el número 617 de la Gran Vía, dirigida por los dos delegados de Patrullas, esto es, José Asens (FAI) y Tomás Fábregas (Acció Catalana). La nómina de los patrulleros, de diez pesetas diarias, era abonada por el gobierno de la Generalidad. Aunque en todas las secciones se hacían detenciones, y algunos detenidos eran interrogados en la antigua Casa Cambó, la prisión central estaba en el antiguo convento de monjas clarisas de San Elías.

En San Elías se había constituido un tribunal, que tenía la misión de juzgar a los detenidos de forma rápida. En ese tribunal intervenían habitualmente los hermanos Arias, Aubí y Bonet, de la FAI; África de las Heras y Salvador González, por el PSUC; Coll de ERC y Barceló del POUM. El funcionamiento de este tribunal era autónomo y en sus tareas intervenían ocasionalmente Aurelio Fernández, Manuel Escorza, Vicente Gil (“Portela”), Dionisio Eroles, Riera y José Asens, a causa de los cargos que detentaban. Los detenidos eran interrogados someramente, sin garantías judiciales de ningún tipo, en una situación excepcional como fue el desmoronamiento del aparato administrativo, judicial y policíaco del Estado republicano.

Manuel Escorza del Val era el responsable de los Servicios de Investigación e Información de la CNT-FAI, organismo de espionaje y contraespionaje que no dependía del CCMA, sino de los comités regionales de la CNT y de la FAI, esto es, era un organismo libertario que, en línea con la propuesta de Escorza en el Pleno del 21 de julio, pretendía crear una fuerza armada cenetista, autónoma e independiente, capaz algún día de “dar la patada” al gobierno de la Generalidad. Más tarde, Escorza dirigió la Brigada Especial de Investigación, adscrita a la Junta de Seguridad de la Generalidad.

Este Servicio de Investigación de la CNT-FAI, ejercía labores de información, represión y espionaje. Estaba dirigido por Manuel Escorza que, instalado en el ático de la antigua Casa Cambó, se había incautado de los archivos de Fomento del Trabajo (esto es, de la patronal) y de la Lliga (es decir, del partido derechista catalanista), que le proporcionaron muchos nombres, datos, relaciones y direcciones, con los que hizo una eficiente labor de “limpieza” de derechistas, del clero y de individuos desafectos al “nuevo orden revolucionario”, elaborando casi a diario para las Patrullas de Control del CCMA, o los distintos comités de investigación ácratas, no sólo de Barcelona sino de toda Cataluña, unas fatídicas listas de las personas que debían ser detenidas e interrogadas, sin apenas más alternativa que la de ser liberadas o ejecutadas. El  combate contra el fascismo no sólo se libraba en el frente, sino también en la retaguardia.

Manuel Escorza se encargaba además de estudiar y proponer a los hombres más adecuados para los distintos cargos de responsabilidad cenetistas, tanto internos como en la administración, función ésta que le otorgaba una gran influencia en el seno de los comités superiores de la CNT.

Salvador González estableció en el Hotel Colón y el Círculo Ecuestre una prisión y una red represiva del PSUC, similar a la de Escorza, con la ayuda de Joaquín Olaso, África de las Heras y Victorino Sala. Josep Soler Arumí, de ERC, hizo lo propio en el Centro Federal del Paseo de Gracia, y le cabe el triste honor de ser el primero en aplicar sistemáticamente la tortura a los detenidos. Todos ellos también visitaban habitualmente la prisión de San Elías.

En octubre de 1936, Escorza firmó el pacto de unidad CNT-UGT-PSUC-FAI, junto con Eroles y Herrera. En abril de 1937, Pedro Herrera, “conseller” (ministro) de Sanidad del segundo gobierno Tarradellas, y Manuel Escorza, fueron los responsables cenetistas que negociaron con Lluís Companys (presidente de la Generalidad) una salida a la crisis gubernamental abierta a principios de marzo de 1937, a causa de la dimisión del “conseller” de Defensa, el cenetista Isgleas.

Companys decidió abandonar la táctica de Tarradellas, que no imaginaba un gobierno de la Generalidad que no fuera de unidad antifascista, y en el que no participara la CNT, para adoptar la propugnada por Comorera, secretario del PSUC, que consistía en imponer por la fuerza un gobierno “fuerte”, que no tolerase ya una CNT incapaz de meter en cintura a sus propios militantes, calificados como “incontrolados”. Companys estaba decidido a romper una política, cada vez más difícil, de pactos con la CNT y creyó que había llegado la hora, gracias al apoyo del PSUC y los soviéticos, de imponer por la fuerza la autoridad y decisiones de un gobierno de la Generalidad que, como los hechos demostraron, aún no era lo bastante poderosa como para dejar de negociar con la CNT. 
Las conversaciones de Companys con Escorza y Herrera, al no hallar solución política alguna en dos meses de conversaciones, se podían considerar un fracaso, aunque encontraron in extremis una tabla de salvación con la aceptación de Aurelio Fernández como conseller en el efímero nuevo gobierno del 16 de abril. La frontal oposición de Companys al nombramiento de Aurelio cedió ante el peligro de ruptura con la CNT. Finalmente, el 15 de abril se llegó a un pacto personal entre Companys, presidente de la Generalidad, y Manuel Escorza, que aparecía en esos momentos como el hombre fuerte de la CNT, que controlaba no sólo el Servicio de Investigación, sino  que también influía decisivamente en las Patrullas de Control, los comités de defensa de los barrios barceloneses y los Comités Regionales de la CNT y de la FAI.

El asesinato en una emboscada en el puente de Bellver, el 27 de abril de 1937, de Antonio Martin, líder anarquista del cantón libertario de la Cerdaña y antiguo miembro del grupo Los Solidarios, supuso la ruptura del frágil pacto alcanzado el 15 de abril entre Escorza y Companys.

Manuel Escorza, al desvelar sus informes sobre la preparación en curso de un golpe de fuerza conjunto de los estalinistas y del gobierno de la Generalidad, puso en pie de alarma a los comités de defensa. Puede decirse que Ezcorza encendió la chispa que desembocó directamente en los enfrentamientos armados de mayo de 1937 en Barcelona, cuando Companys, sin avisar a Tarradellas (ni por supuesto a Escorza y Herrera), dio la orden a Artemi Aguadé, “conseller” de Interior, de ocupar la Telefónica, que fue ejecutada por Rodríguez Salas, comisario de Orden Público, hacia las tres menos cuarto de la tarde del 3 de mayo de 1937.

Sin embargo, Escorza consideró que la insurrección de mayo era prematura, estaba mal preparada y carecía de objetivos claros y de una dirección eficaz. Temió que la previsible represión posterior a la insurrección debilitara a la Organización. Fio la fortaleza, la supervivencia y las posibilidades de influencia de la CNT, después de mayo, en el dominio de la economía por los anarcosindicalistas.

Atrincherado en el ático de la Casa CNT-FAI se mostró inalcanzable a la represión judicial republicana y a la chequista de los estalinistas, desencadenada en Barcelona en el verano de 1937.

CHILE

En 1939 se exilió en Chile. Vivió en Valparaíso, con su  mujer y dos hijas, ejerciendo como crítico teatral, cinematográfico y literario en los diarios  “La Unión” y “La Estrella”. Fue corrector de pruebas, periodista y sobre todo un crítico temible y temido por sus aceradas, insolentes y duras valoraciones, al tiempo que gozó de fama y  reconocimiento por su notable erudición y cultura.
«En Valparaíso, en tanto, algunos viejos libertarios como el refugiado español Manuel Escorza (redactor de la sección literatura de La Estrella) eran activos animadores de la vida cultural del puerto»

La Estrella de Valparaíso.
La Unión fue un periódico chileno matutino, de tendencia conservadora y católica, que circuló desde 1885 hasta 1973-


Rafael Henche de la Plata 

(Alcalá de Henares, 17 de noviembre de 1886-Madrid, 11 de septiembre de 1961) fue un político y sindicalista español, miembro del partido socialista y alcalde de Madrid​ durante la Guerra Civil.

Nació el 17 de noviembre de 1886 en Alcalá de Henares.​ Militante del PSOE y de la UGT, formó parte de la candidatura al ayuntamiento de Madrid de la conjunción republicano-socialista en las elecciones de abril de 1931, siendo elegido concejal. Durante la mayor parte de su vida ostentó cargos de dirección al más alto nivel en el Sindicato de Artes Blancas y Alimenticias —sindicato de panaderos y pasteleros—​ de la UGT. Entre 1928 y 1932 salió elegido miembro de la ejecutiva de la UGT, con 54.345 votos, con Julián Besteiro como presidente. En 1934, le fue ofrecido el puesto de tesorero en la ejecutiva, pero lo rechazó en solidaridad con Largo Caballero, que tampoco había aceptado el puesto de secretario general. Participó en los sucesos de octubre de 1934 en Madrid, como miembro del comité revolucionario madrileño,​ por lo que fue procesado y encarcelado hasta febrero de 1936. Presidente de la Diputación Provincial de Madrid entre el 27 de febrero de 1936 y el 25 de noviembre de 1937.
Repuesto en la corporación municipal tras las elecciones de febrero de 1936, permaneció en la ciudad durante toda la guerra, sucediendo al también socialista Cayetano Redondo en la alcaldía el 24 de abril de 1937. Francisco Largo Caballero, al que consideraba «irresponsable», fue durante la guerra civil el blanco de muchas de sus críticas. Tras el triunfo del golpe de Estado del coronel Casado y ante la inminente entrada de las tropas de Franco en Madrid, Rafael Henche disolvió la corporación municipal, se dirigió a Valencia y luego a Alicante, donde trató de embarcarse hacia el exilio. No lo consiguió y fue detenido en Alicante, siendo trasladado al campo de concentración de Albatera, trasladado a Madrid y condenado a muerte. Gracias a las presiones diplomáticas no se ejecutó la pena, quedando recluido en el penal de El Dueso (Santander) hasta 1945, cuando fue puesto en libertad. Formó parte de la comisión ejecutiva clandestina, facilitando el reconocimiento internacional del PSOE por el COMISCO en 1948. Falleció el 11 de septiembre de 1961 en Madrid.


Pi Sunyer, Carles. 

Barcelona, 29.II.1888 – Caracas (Venezuela), 15.III.1971. Político, economista, ingeniero, periodista e historiador.
Su abuelo materno era el republicano federal catalán Francesc Sunyer i Capdevila, ministro de Ultramar durante la Primera República. Se tituló como ingeniero en 1909 y como tal trabajó en una empresa alemana de fabricación de motores, que abandonó por simpatizar públicamente con los aliados. Fue profesor de la Escuela Complementaria de Oficios del Ayuntamiento de Barcelona (1911), en la Escuela Superior de Agricultura (1916), dirigió a partir de 1918 el Instituto de Mecánica Agrícola y durante su exilio fue profesor en la Universidad Central de Venezuela (Caracas). A partir de 1925, ocupó el cargo de secretario técnico de la Federación de Fabricantes de Hilados y Tejidos de Cataluña, lo que le permitió estudiar la historia de la industria textil y analizar las causas de la crisis textil catalana posterior a la Guerra de 1914-1918, y proponer vías de solución.
Fue diputado a Cortes y director general de Comercio y Política Arancelaria del Gobierno republicano (1931). Ingresó durante de Dictadura de Primo de Rivera en Acció Catalana, convertida en Acció Catalana Republicana en 1931; y pasó a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en 1932, donde fue —como presidente del partido, una vez fallecido Macià— su principal estratega después de los hechos insurreccionales de octubre de 1934. Sus nuevos planteamientos dieron mayor homogeneidad y cohesión a ERC, en una dirección socializante, e hicieron posible el triunfo electoral de esta formación política en febrero de 1936. Fue conseller de la Generalitat de Catalunya (Conseller en Cap en 1933, de Finanzas en 1932-1933, y de cultura en 1937-1939) y ministro de Trabajo (1933) en el Gobierno de la República Española presidido por Martínez Barrio. En 1934 fue elegido alcalde de Barcelona, cargo que volvió a ocupar en 1936. Exiliado en 1939, en Londres —donde permaneció hasta 1952—, trabajó para el Ministerio de Información británico, para la BBC (edición para América Latina) y para la Academia de la Historia de Venezuela, en el British Museum y en el Public Record Office, investigando como historiador las biografías de patriotas latinoamericanos. Presidió el Consell Nacional de Cataluña (1940), entidad de la resistencia catalanista contra el franquismo, y en 1945-1947 formó parte del Gobierno de la Generalitat en el exilio. En 1952 se trasladó definitivamente a Venezuela, donde fue profesor de Tecnología en la Universidad Central y trabajó como experto para el Gobierno venezolano.
Entre sus numerosos escritos sobre política y economía, debe destacarse su ensayo erudito L’aptitud económica de Catalunya, en el que se planteó los trazos que explicarían la predisposición del pueblo catalán para el desarrollo de las actividades económicas, basándose en el análisis del pasado económico, con la finalidad de esbozar un nuevo proyecto de futuro para el país. Pi i Sunyer analizaba la aptitud para el trabajo, la tendencia a desarrollar los conocimientos aplicados con un sentido práctico y productivo, el carácter individualista de los catalanes, su tendencia temperamental a la disociación, la consideración de la familia como unidad económica y patrimonial, la influencia positiva de la economía menestral en el tejido social, la tendencia al ahorro y a perseguir el crecimiento del patrimonio.
Este ensayo fue utilizado como base teórica para las posteriores formulaciones ideológicas del catalanismo de izquierdas —ERC, fundamentalmente—, y en la posguerra fue utilizado por Jaume Vicens Vives en sus reflexiones contenidas en Notícia de Catalunya (1954) y en Industrials i polítics del segle xix (1958). Durante el exilio, prosiguió sus estudios sobre economía catalana.
En 1959 publicó en México El comerç de Catalunya amb Espanya, un texto clásico sobre la balanza comercial interior de Cataluña referida a 1931, escrito con el fin de demostrar que Cataluña no gozaba de ninguna situación de privilegio económico dentro de España. Aplicó la teoría de John M. Keynes (a quien había conocido en su exilio londinense, cuando fue testigo de la nueva política económica del Gobierno laborista británico después de la Guerra de 1939- 1945) a la economía venezolana en “Algunas ideas sobre ordenación económica aplicadas a Venezuela”, y a través de numerosas conferencias dadas en su exilio venezolano. Al morir dejó inédito un manuscrito de 419 hojas, En el umbral del futuro, en el que analizaba los principales problemas económicos, sociales y políticos de la década de 1960, bajo un punto de vista influido por el keynesianismo y el liberalismo americano (J. K. Galbraith). Colaboró en La Publicitat (de 1923 a 1935), Revista de Catalunya, La Humanitat, y en el exilio en Ressorgiment, Pont Blau, o Centre Català (Caracas), entre otras.

Hilari Salvadó i Castell 

(Barcelona 16 de febrero de 1899-20 de febrero de 1966) fue un político español.Era hijo de pescadores de la Barceloneta, donde perdió a su padre y a cuatro hermanos en un temporal de 1911.​ Después se dedicó al comercio. Militó en Estat Català y ERC, y formó parte también de la dirección de las Joventuts d'Esquerra Republicana-Estat Català, en que fue miembro del Comité Pro-Prensa. En las elecciones municipales de enero de 1934 fue elegido regidor del Ayuntamiento de Barcelona, donde consiguió una gran popularidad. En 1935 se incorporó a la dirección de ERC y en estallar la Guerra Civil Española fue nombrado regidor de gobernación y delegado de la Generalidad en la Cámara de Comercio de Barcelona. En julio de 1937 fue nombrado alcalde de Barcelona y se preocupó sobre todo de la defensa pasiva ante los violentos bombardeos franquistas, divulgando el tema en Londres, Bruselas y París. Se exilió en 1939. Condenado en rebeldía por las autoridades franquistas, pudo volver a Barcelona unos años antes de su muerte.

Pedro Rico López 

(1888 -1957) fue un abogado y político republicano español, alcalde de Madrid en dos ocasiones (1931-1934 y 1936).
Estudió Derecho en la Universidad Central, donde se licenció en 1910. De ideología antimonárquica, fue uno de los fundadores de la Juventud Escolar Republicana. Posteriormente formó parte del Partido Republicano Federal y fue candidato a concejal de Madrid en las trascendentales elecciones del 12 de abril de 1931 (que llevaron a la abdicación de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República) por la conjunción republicano-socialista. Rico obtuvo el puesto de concejal por el conservador distrito de Buenavista (que se correspondería con el actual Barrio de Salamanca), donde obtuvo 9.905 votos por los 6.299 de su contrincante, el monárquico y antiguo alcalde de Madrid, Fernando Suárez de Tangil y Angulo, Conde de Vallellano y, el día 15 fue elegido alcalde por la corporación. Desempeñó el cargo de alcalde este cargo hasta el 6 de octubre de 1934, cuando las autoridades pertenecientes a partidos de izquierda fueron destituidas tras los sucesos revolucionarios de Asturias y Cataluña.
En las elecciones a Cortes Constituyentes formó parte de la candidatura por la circunscripción de Madrid capital de nuevo por la coalición republicano-socialista, dentro del cupo correspondiente a Acción Republicana, el partido de Manuel Azaña, obteniendo el escaño[2]. Obtuvo 124.227 votos, siendo el cuarto candidato más votado de la circunscripción madrileña.
Con un amplio sobrepeso, Rico fue muy popular en Madrid. Como alcalde, fue el encargado de recibir la Casa de Campo, hasta entonces patrimonio real, cedida al pueblo de Madrid por el gobierno provisional de la República (1 de mayo de 1931). También organizó el festejo inaugural de la Plaza de Toros de las Ventas, presidida por el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, con el fin de recaudar fondos para obreros parados de la ciudad (17 de junio de 1931). Su mandato estuvo enfocado en resolver los problemas sociales de la ciudad, tratando de reducir el paro, mejorar la enseñanza y conseguir viviendas para las clases proletarias. Colaboró con el ministro de Obras Públicas Indalecio Prieto en la prolongación del Paseo de la Castellana, la construcción de los Nuevos Ministerios y el plan de reforma de la ciudad propuesto por Secundino Zuazo y Hermann Jansen, el cual apenas pudo iniciarse. También se encargó de la prolongación de la calle de Serrano, la construcción de una estación depuradora de aguas residuales y la construcción de varias calles del Ensanche de Madrid.
En 1936, Rico era miembro de Unión Republicana y se presenta a las elecciones de febrero de 1936 en las listas del Frente Popular por Córdoba, obteniendo acta de diputado[4]. Al acceder el Frente Popular al poder, es repuesto en la alcaldía (20 de febrero). Sin embargo, una vez estallada la Guerra Civil Española, al huir el gobierno de Francisco Largo Caballero a Valencia el día 6 de noviembre, Pedro Rico se une a la comitiva gubernamental, huyendo de la ciudad asediada (se trata del episodio bélico conocido como batalla de Madrid). Sin embargo, milicianos anarquistas de la columna de Del Rosal, controlaban Tarancón (Cuenca), por donde pasa la carretera a Valencia. Aunque los primeros coches, donde iba Largo Caballero, pasan por la localidad sin impedimento, cuando los milicianos se percatan de que es todo el gobierno el que se dirige a Valencia, ordenan parar a los coches y hacer salir a sus ocupantes. Los ministros miembros de la CNT Juan López y Juan Peiró son obligados a volver a Madrid, al igual que el alcalde, que como tal debía permanecer con sus electores. El resto de la comitiva, tras una tensa escena y consultas con la jefatura libertaria, pues los anarquistas amenazaban con fusilarles, es autorizado a seguir.
A Rico no le quedó más remedio que volver a Madrid, pero en lugar de asumir de algún modo su responsabilidad por haber huido, se asiló en la embajada de México. El día 8 se constituyó el nuevo ayuntamiento, con Cayetano Redondo Aceña de alcalde. Los concejales Julián Besteiro, Rafael Henche de la Plata (que sucedería en 1938 a Redondo en la alcaldía) y Wenceslao Carrillo, serían quienes administrasen el ayuntamiento madrileño.
Haciendo mofa de su sobrepeso los republicanos pusieron su nombre al panzudo avión canadiense Grumman G-23.
Murió en el exilio en Aix-en-Provence. Allí había escrito un breve libro sobre la bandera republicana, Roja, amarilla y morada, publicado en 1950 en Buenos Aires por las Ediciones de Información y Propaganda de la República Española.

Redondo Aceña, Cayetano. 

Segovia, 7.VIII.1888 – Madrid, 21.V.1940. Alcalde de Madrid, diputado, tipógrafo, periodista y destacado esperantista.
De origen humilde, empezó a trabajar con catorce años primero en una sastrería y luego en una imprenta. En 1904 comenzó a estudiar tipografía en la Escuela de Aprendices Tipógrafos. Fue oficial cajista del Ministerio de Fomento en 1917, y oficial auxiliar de Artes Gráficas en el Instituto Geográfico Catastral en 1931
En 1918 entró en la redacción del diario El Socialista, del que llegó a ser su director en 1930. Su dedicación al periódico durante catorce años fue completa, escribiendo comentarios, reseñas e informaciones que, modestamente, nunca firmaba; así mismo fue director del Boletín de la Unión General de Trabajadores (UGT), así como de Renovación, El Trabajo y La Edificación.
Sindicalista desde joven se incorporó en 1904 a las Juventudes Socialistas de Madrid y en 1910 entró en el Comité Nacional de la Federación de las Juventudes Socialistas de España (JSE), que presidió en 1925.
 “Buen escritor y orador claro y profundo, sin latiguillos y arengas al viejo estilo, daba siempre una sensación de serenidad y un sentido de respeto para las ideas ajenas, que le granjeaban la estimación de propios y extraños. Se puede decir en justicia que nuestro querido compañero no dejó tras de sí ni odio ni rencor”, dijo de él Andrés Saborit, “Redondo era la modestia personificada. Sin afanes polémicos pasó por los cargos que desempeñó con la mayor sencillez y como si su principal obsesión fuera la de no herir susceptibilidades ajenas. En todo fue bueno, cordial, humanitario y sentimental”.
Activo esperantista, presidió en Madrid el IX Congreso de Español-Esperanto en 1932. En 1931 fue elegido concejal de Madrid y diputado del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) por Segovia para las Cortes Constituyentes. El 11 de noviembre de 1936, tras la marcha del Gobierno, fue elegido por unanimidad alcalde de Madrid, cargo que ejerció hasta abril de 1937. Detenido al acabar la guerra y condenado por “auxilio a la rebelión”, fue fusilado el 21 de mayo de 1940 en las tapias del Cementerio del Este. Juan Antonio González Cárceles.

Rodríguez García, Melchor. El Ángel Rojo. 

Sevilla, 1893 – Madrid, 14.II.1972. Delegado general de Prisiones.
Nació en el sevillano barrio de Triana, en el seno de una humilde familia, cursando estudios elementales hasta los trece años y al quedar huérfano hubo de ponerse al frente de la familia para procurar su sustento, trabajando como calderero y probando suerte como torero, hasta que una grave cogida le retiró de los ruedos. Tras esta negativa experiencia se trasladó a Madrid, trabajó como chapista y se afilió a la Confederación Anarquista Ibérica, siendo nombrado representante del Sindicato de Carroceros.
Muy activo durante la Monarquía, siempre partidario de un anarquismo humanista y pacifista, también sufrió persecución y cárcel durante la República.
Al comenzar la Guerra Civil, el 5 de noviembre de 1936 fue nombrado delegado especial de Prisiones de Madrid, dimitiendo al comprobar las continuas masacres que sufrían los presos, pero el 4 de diciembre, ante las protestas del Cuerpo Diplomático por tales asesinatos, se le repuso en el cargo, ahora con plenos poderes y con el nombramiento de delegado general de Prisiones, acabando desde este momento con el terror imperante, y arriesgando en alguna ocasión su propia vida para salvar la de los prisioneros, como el 8 de diciembre en la Cárcel de Alcalá de Henares, que salvó a centenares de personas de ser asesinadas, recibiendo el reconocimiento de numerosas embajadas y hasta de don Juan de Borbón.
Fueron miles de personas las que le debieron la vida, muchas de ellas eminentes protagonistas del período de posguerra, que siempre lo recordaron y agradecieron, denominándole cariñosamente El Ángel Rojo.
Por presiones comunistas, fue cesado en marzo de 1937 y nombrado delegado de Cementerios y luego concejal del Ayuntamiento de Madrid y se jugó la vida permitiendo que el escritor Serafín Álvarez Quintero fuese enterrado, cumpliendo con su voluntad, con un crucifijo, siendo el único que se exhibió durante la guerra en la capital. En los días finales de la contienda, el coronel Segismundo Casado López le nombró alcalde.
Los vencedores le condenaron a seis años de cárcel, a pesar del testimonio de numerosas personas que le debían la vida. Cuando fue puesto en libertad sobrevivió modestamente como vendedor de seguros, sin admitir jamás ninguna de las ayudas que le ofrecieron muchos de los que le debían su vida.
A su muerte acudieron al cementerio tanto anarquistas como falangistas, de éstos muchos de alto rango y alguno hasta ministro, rezando unos y cantando otros “A las barricadas”, siendo este acto único en los anales del Régimen de Franco.



Bibl.: G. A. de Izaga, Los presos de Madrid, Madrid, Imprenta Martosa, 1940, págs. 278-284; G. Cabanellas, “El señorío del anarquista: Melchor Rodríguez”, en Historia y Vida, n.º 84 (1975), págs. 112-119; C. Fernández Santander, Paracuellos del Jarama: ¿Carrillo culpable?, Barcelona, Argos Vergara, 1983, págs. 84-88; J. Blázquez Miguel, Historia Militar de la Guerra Civil Española, vol. II, Madrid, 2003- 2008 (6 vols.), pág. 556.

HERNANDO SOLANA, Manuel

Delegado Asamblea UGT por Aude (Francia)
Alburquerque (Badajoz) 12/02/1895 -- Carcassone (Francia) 15/01/1967

Militar y abogado. Capitán de Intendencia en Valencia, donde participó en la sublevación contra la dictadura de Primo de Rivera, conocida como la “Sanjuanada” el 24 de junio de 1926. Fue detenido por ello, aunque resultó absuelto en Consejo de Guerra celebrado en abril de 1927. Junto a varios de los militares valencianos implicados en la “Sanjuanada” formaba parte desde 1925 de la logia “Patria Nueva” con el nombre simbólico de “Prim”. Durante la Segunda República abandonó el ejército, estudiando Derecho en la Universidad de Valencia, en la que fue profesor. En la guerra civil fue comandante de Intendencia y magistrado del Tribunal Supremo y del Tribunal Central de Espionaje y Alta Traición. Fue uno de los magistrados que juzgó a los dirigentes del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), detenidos después de los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona acusados de espionaje. Finalizada esta se exilió en Francia, llegando a Narbonne (Aude) el 1 de febrero de 1939, siendo recluido al día siguiente en el campo de Montolieu, en el mismo Departamento. Después de la Segunda Guerra Mundial se estableció en Carcassonne (Aude), donde perteneció a la Sección de la UGT. En 1945 representó a Aude en la Asamblea de Delegados Departamentales de la UGT en el exilio.

Fuentes: Archivo UGT Exilio (FFLC); Dirigentes de UGT (FPI); B. BOLLOTEN. La Guerra Civil Española. – Madrid: Alianza, 1989. - p. 792; V. SAMPEDRO RAMO. Los hijos de la viuda: la masonería en Alicante (1893-1939). – Alicante: Universitat, 2017, pp. 335 y 336; Familia Hernando.


GORKÍN, Julián
Afiliado Agrupación Socialista de Valencia
Benifairo de los Valles (Valencia) 12/01/1901 -- París (Francia) 20/08/1987

Escritor y periodista. Su padre era carpintero y republicano seguidor de Blasco Ibáñez y su madre de origen campesino. Realizó estudios primarios y secundarios y trabajó como dependiente, agente de comercio, fotograbador, etc. Ingresó en las Juventudes Socialistas de Valencia, de las que fue secretario general en 1918 y al año siguiente director de su órgano de prensa La Revuelta. Militó en la AS de Valencia y en abril de 1921 participó en la constitución de la Federación Comunista de Levante del PCE y fue director de Acción Sindicalista. Se exilió en Francia en 1922 huyendo de ser procesado por su oposición a la guerra de Marruecos. Fue agente de la Internacional Comunista dedicándose a tareas de propaganda por varios países europeos. Dirigió los periódicos en castellano El Proletario, La Luz, La Verdad y Vida Obrera. 
Al alinearse con las tesis de los disidentes de la IC, fue expulsado del PCE en 1929, volcándose en la creación literaria. Escribió obras de teatro social, Una familia (representada en París en 1928); novelas como Días de bohemia (publicada en Madrid en 1930) y trabajó como redactor en la revista Monde de París. Regresó a España tras la caída de Primo de Rivera. En Madrid entró a formar parte de la Agrupación Comunista Madrileña, colectivo crítico con la línea oficial del PCE. En octubre de 1932 participó en la constitución de la sección madrileña de la Federación Comunista Ibérica y en 1933 se afilió al Bloque Obrero y Campesino que dirigía Joaquín Maurín y se trasladó a Valencia. La represión posterior a la revolución de octubre de 1934 le obligó a escapar a París, de donde regresó en agosto de 1935. En septiembre de ese mismo año participó en la constitución del Partido Obrero de Unificación Marxista (fusión del BOC y la Izquierda Comunista de España de Andrés Nin) siendo miembro de su Comité Ejecutivo y secretario del Comité Regional de Levante.
 Al producirse el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 se trasladó a Barcelona, donde se hizo cargo de la dirección de La Batalla y ocupó la secretaría internacional. Representó al POUM en el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña. Tras los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona fue detenido el 16 de junio junto con el resto del Comité Ejecutivo del POUM. Procesado por el Tribunal Central de Espionaje y Alta Traición fue condenado a 15 años de cárcel por el delito de «rebelión». Al caer Barcelona en enero de 1939 consiguió escapar de prisión tras 18 meses de encierro y pasar a Francia. En 1940 se trasladó a México donde ese mismo año colaboró con la policía mexicana en la identificación de Ramón Mercader como el asesino de León Trotsky. Perseguido por la GPU sufrió cinco atentados y de uno de los cuales resultó gravemente herido, teniendo que sufrir una trepanación en la frente. En 1948 regresó a París, donde fue uno de los fundadores del Movimiento Europeo y en 1953 del Congreso por la Libertad de la Cultura, siendo director de la revista Cuadernos desde 1953 a 1965. Fue uno de los organizadores de la Conferencia Española de Munich en 1962. Reingresó por esos años en el PSOE. En 1965-1966 dirigió la revista Mañana (Tribuna Democrática Española en París) y en 1969 fue elegido presidente del PEN Club de escritores exiliados. Sin abandonar su residencia en París, visitó Barcelona y Valencia en varias ocasiones después de 1977. Falleció en París el 20 de agosto de 1987.
* Seudónimo de GÓMEZ GARCÍA-RIBERA, Julián
[Corresponde al nº 882 del DBSE 1879-1939]
Obras: Véase M-4429 a M-4478 en Fuentes para la historia del PSOE…
Fotografía: Archivo fotográfico FPI
Fuentes: Archivo Julián Gorkín (FPI); J. GORKÍN. El revolucionario profesional: testimonio de un hombre de acción. – Barcelona: Aymá, 1975; M. FERRI RAMÍREZ. Julián Gorkín, la vida de un luchador (Fundación Andreu Nin)

Scherezada Jacqueline Alvear Godoy



José María Gil Robles.

José María Gil Robles

(José María Gil Robles y Quiñones; Salamanca, 1898 - Madrid, 1980) Político español. Tras licenciarse en derecho por la Universidad de Salamanca (1919), se integró en la redacción del periódico madrileño El Debate, órgano de la opinión católica y conservadora más militante (1922). Se inició en la política bajo la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-30), colaborando con el ministro José Calvo Sotelo en la redacción del Estatuto Municipal.

Tras la caída de la Dictadura y la proclamación de la Segunda República (1931), consiguió un acta de diputado en las Cortes constituyentes. En aquel mismo año alcanzó el liderazgo del partido Acción Popular, desde el cual participó en la oposición a las reformas del gobierno de Manuel Azaña.
En 1933 consiguió formar alrededor de su partido una gran coalición conservadora, la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), que resultó el partido más votado en las elecciones de aquel año. Erigido en árbitro de la situación política, en 1934 consiguió tres carteras ministeriales para la CEDA en el gobierno de coalición de las derechas, lo cual provocó el estallido de la Revolución de Octubre, pues la izquierda veía en Gil Robles el representante español de la oleada de dictadores reaccionarios que se estaba adueñando de Europa (Benito Mussolini, Adolf Hitler, Engelbert Dollfuss...).
Reprimida la revolución de 1934 por el Ejército, al año siguiente la CEDA obtuvo cinco carteras en el Gobierno, con Gil Robles como ministro de la Guerra; desde ese puesto se dispuso a desmontar la obra reformadora del primer bienio republicano, pero un escándalo político (el caso del estraperlo) lo impidió, al romper la coalición en aquel mismo año.
Al no ser llamado a formar gobierno por el presidente Niceto Alcalá Zamora, como él esperaba, Gil Robles se inclinó ya decididamente por la opción de un golpe militar para tomar el poder, aunque el golpe no fraguó entonces porque lo consideraron prematuro los militares con los que Gil Robles estaba en contacto (como Emilio Mola o Francisco Franco). En las elecciones celebradas en 1936 se dio un retroceso importante de la CEDA, paralelo al triunfo de las fuerzas de izquierdas agrupadas en el Frente Popular.
Al producirse finalmente el golpe militar en el verano de aquel año, Gil Robles prefirió salir de España y desarrolló una campaña de apoyo a los sublevados desde Portugal. Tras el triunfo en la Guerra Civil (1936-39) del bando de Francisco Franco, que no le reservó papel político alguno, Gil Robles se integró en el consejo del pretendiente monárquico don Juan de Borbón y Battenberg.
En 1953 regresó a España e intentó formar un movimiento demócrata-cristiano (1953); expulsado de nuevo en 1962, no pudo volver a la política activa hasta la muerte del dictador, en 1975. Participó entonces en la formación de la Federación Demócrata Cristiana, con la que se presentó a las elecciones de 1977, en las que fracasaron tanto él como su opción política.

José Sanjurjo Rodríguez de Arias.


José Sanjurjo Rodríguez de Arias y nació en Cádiz. el 14 de octubre de 1874 en el seno de una familia numerosa de tradición militar, profundamente católica y amante de las ciencias y las letras. Sus padres eran Rodrigo Sanjurjo Izquierdo y María Josefa Rodríguez de Arias González de la Torre. José era el mayor de sus hermanos que se llamaban Joaquín, Jacobo y Rosa.
Su progenitor, natural de Sevilla era profesor del instituto provincial de Cádiz, el Columela, aunque entonces no se llamaba así. Licenciado en Derecho y doctor en Ciencias, fue un prestigioso catedrático de física y matemáticas que posteriormente impartió la docencia en el instituto provincial de Sevilla, hoy San Isidoro, y en los de Madrid, Cardenal Cisneros y San Isidro
Tenía dos tíos, hermanos de su padre, que eran jefes del Ejército, José de infantería y Fernando de caballería. De gran vocación militar ingresó en 1892 en la academia toledana, marchando seguidamente a Valladolid para ser oficial de caballería pero el último curso solicitó cambiar a infantería y regresó al alcázar.
Entre los libros que tuvo que estudiar en la Academia General Militar hubo uno escrito sobre física por su padre y que había resultado premiado en concurso para tal fin en 1891. Su progenitor fue destacado autor de varias obras sobre física, álgebra, aritmética y geometría, además de colaborador de la Revista Sevillana, de ciencias, arte y literatura.
En 1895 obtuvo con el número 20 su ansiado despacho de segundo teniente (alférez) de infantería junto a 259 compañeros más, siendo destinado al Regimiento de Infantería Saboya nº 6 si bien permaneció poco tiempo ya que obtuvo el ingreso en la Guardia Civil.
Muy por detrás suyo en la promoción salieron otros que también fueron generales en la Guerra Civil: Eduardo López de Ochoa Portuondo y Leopoldo de Saro Marín, asesinados por las turbas revolucionarias el 17 y 19 de agosto de 1936 en Madrid; Manuel Romerales Quintero, fusilado por los sublevados el 28 de agosto de 1936 en Melilla; y Andrés Saliquet Zumeta, que se sublevó contra la República en Valladolid y que era el gobernador militar de Cádiz cuando se proclamó.
En 1897 contrajo matrimonio en Madrid con María del Rosario de Acuña Armijo, nacida en la localidad jienense de Linares e hija de quien fuera alcalde de Andújar en varias ocasiones, con quien tuvo cinco hijos llamados Rosario, Rosa María, Rodrigo, María del Carmen y María Josefa.
Tras una brillante carrera militar desarrollada en las provincias de Burgos, Córdoba, Lugo, Madrid, Málaga, Pontevedra y Salamanca, estuvo destinado varios años en el Cuerpo de Seguridad (antecedente histórico de la Policía Nacional), regresando a la Benemérita como coronel jefe del 12º Tercio de Burgos y 20º Tercio de Guadalajara.
Ascendido a general de brigada el 21 de mayo de 1936 le fue asignado el mando de la 4ª Zona de la Guardia Civil, con residencia en la capital de la República, teniendo a su cargo las provincias de Ávila, Badajoz, Cáceres, Cuenca, Madrid, Salamanca, Toledo y Zamora.
Con dicho motivo la fotografía suya que ilustra este artículo fue la portada de la Revista Técnica de la Guardia Civil en su último número de julio de 1936. En sus primeras páginas se relataba el emotivo acto de imposición de la faja de general, costeada por la oficialidad de Guadalajara, Soria y Teruel. Le fue ceñida por el gobernador civil de la residencia, Miguel de Benavides Shelly, y el teniente coronel jefe de la misma, Ricardo Ferrari Ayora, que sería fusilado el 21 de septiembre siguiente por sublevarse.
Cuando el 18 de julio de 1936 se extendió la sublevación, nuestro protagonista se presentó inmediatamente ante su inspector general, el general de brigada de caballería Sebastián Pozas Perea, máximo responsable de la Guardia Civil esa aciaga jornada.
Cooperó lealmente con él para evitar que la Benemérita se sumara a la sublevación. No lo consiguieron. La Guardia Civil como el resto de España, se dividió en dos. Cuando el día 20 se confirmó que el golpe había fracasado, Sanjurjo era ya el nuevo inspector general de la Benemérita republicana. La tarde anterior Pozas había sido nombrado ministro de la Gobernación.
El corazón del Sanjurjo gaditano poco tenía que ver con la ideología del Frente Popular. Su hermano Jacobo, siendo comandante de infantería se acogió en 1931 a la ley Azaña para no jurar lealtad a la República, al igual que hicieron sus sobrinos Francisco y Jacobo, jóvenes tenientes de artillería. Los tres reingresaron en 1936 para combatir junto a los sublevados
Tuvo que ser difícil como ferviente católico y hombre de ideas muy conservadoras tomar la decisión que tomó pero cumplió con lo que consideró su deber. Un deber que debió ser mortificante pues varios de sus subordinados directos fueron encarcelados o fusilados.
Pero la República no fue agradecida con la Guardia Civil que permaneció leal a su lado para defenderla y que fue en un porcentaje ligeramente superior al que se adhirió a la sublevación.
Por Decreto de 29 de agosto de 1936 la reconvirtió en la Guardia Nacional Republicana y cinco meses después la disolvió al integrar lo que quedaba de ella junto a la policía gubernativa y el invento de las milicias de retaguardia en el nuevo Cuerpo de Seguridad.
El 19 de octubre de 1937 se dispuso su cese como inspector general de la GNR al pasar a depender sus secciones y negociados de la nueva institución, quedando a las órdenes del ministro de la gobernación.
Ya sin responsabilidad alguna abandonó Valencia, donde había fallecido su esposa, y siguió en su éxodo al gobierno hasta Barcelona donde poco después falleció de enfermedad en una localidad cercana.
Curiosamente los otros dos generales que habían estado también en la GNR, José Aranguren Roldán y Antonio Escobar Huerta fueron fusilados en Barcelona al terminar la contienda. Posiblemente el mismo fin que hubiera tenido el Sanjurjo gaditano por que a la Guardia Civil no se le perdonó en ninguno de los dos bandos.

Ernesto Ercoreca Regil

 (Bilbao, 9 de noviembre de 1866 – Bilbao, 22 de diciembre de 1957)​ fue un político republicano español, activo fundamentalmente en el País Vasco.
Trabajó como delineante en el puerto de Bilbao. Militante de Acción Republicana (y después de Izquierda Republicana),​ fue amigo de Manuel Azaña y de Indalecio Prieto. Fue elegido concejal en Bilbao tras las elecciones municipales de 1931 por el Bloque Antimonárquico.4​ Una vez proclamada la Segunda República Española el 14 de abril de 1931 fue elegido alcalde por Bloque Antimonárquico/Acción Republicana.​ Apoyó al movimiento a favor del Estatuto de Estella y participó en la Asamblea de Ayuntamientos Vascos, celebrada en Vitoria el 6 de agosto de 1933 en la que se aprobó el proyecto de Estatuto de autonomía, al tiempo que formó parte de la Comisión de los Dieciocho. Por su defensa del estatuto y del concierto económico fue detenido y encarcelado el 12 de agosto de 1934 en las prisiones de Burgos y Larrinaga. Fue liberado el 23 de febrero de 1936 y repuesto en su cargo de alcalde con la victoria electoral del Frente Popular.
Fue detenido por los sublevados el 21 de julio de 1936 en Miranda de Ebro, a su regreso de Madrid, donde había realizado unas gestiones, tres días después del golpe de Estado que dio origen a la Guerra Civil. Pasó por Vitoria y el 25 de julio ingresó en la cárcel de Pamplona, junto con las que serían más tarde las 65 víctimas ejecutadas en el monte Valdecalderas, pero fue canjeado por Esteban de Bilbao Eguía en San Juan de Luz gracias a los oficios del médico suizo Marcel Junod, representante internacional de la Cruz Roja. El 10 de noviembre de 1936 volvió a Bilbao en un barco británico de guerra y continuó como alcalde hasta el 19 de junio de 1937 cuando Bilbao cayó en manos franquistas. Huyó a Francia, donde fue entregado a la policía franquista por la Francia de Vichy el 3 de agosto de 1940. Fue condenado nuevamente a prisión y desterrado en Valladolid hasta que el 8 de febrero de 1944 se le permitió volver a Bilbao.

Horacio Hermoso Araujo

 (Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 1900 - Sevilla, 1936), fue un político republicano español, miembro de Izquierda Republicana, hijo de Fernando Hermoso Amate y de Adelaida Araujo González.
En 1926 se casó con Mercedes Serra Cubas, de esa unión nacieron Horacio, en 1927 y Mercedes en 1929. El 26 de febrero de 1936 fue elegido democráticamente alcalde de Sevilla, tras votación realizada entre los concejales de la corporación municipal.​ Fue fusilado el 29 de septiembre del mismo año, al igual que otros 17 concejales de la ciudad, por los militares sublevados dirigidos por Queipo de Llano, pocos meses después del inicio de la Guerra Civil.
Hermoso era vecino en el por entonces recién creado barrio del Tiro de Línea y accedió a la alcaldía tras las elecciones legislativas de febrero de 1936, sustituyendo al anterior alcalde Isacio Contreras Rodríguez. La corporación municipal estaba compuesto por treinta concejales del Frente Popular (Izquierda Republicana, 5 concejales; Unión Republicana, 15 concejales; Partido Comunista de España, 5 concejales; Partido Socialista Obrero Español, 5 concejales), frente a veinte de la oposición.
En el corto periodo de tiempo en que dirigió el ayuntamiento, se enfrentó a tres problemas fundamentales de índole local:

Las graves inundaciones de febrero de 1936. Estas fueron ocasionadas por importantes lluvias primaverales y la subida en el nivel del río Guadalquivir. Los daños más importantes se produjeron en los barrios de la Alameda de Hércules, Heliópolis, Torreblanca, Amate, Cerro del Águila, Tiro de Línea y Miraflores, donde el sanatorio siquiátrico allí situado quedó completamente aislado por la crecida de las aguas.

La mala situación económica consecuencia de las deudas originadas por la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929). En unas declaraciones realizadas a Unión Radio Sevilla en marzo de 1936, planteó este tema ante todos los sevillanos y sugirió como posible solución la renovación del contrato establecido con el Banco de Crédito Local que suponía el embargo de los ingresos municipales así como el establecimiento de negociaciones con el Estado para que este se hiciera cargo de la deuda que en su mayor parte procedía de gastos extraordinarios realizados durante la etapa de la dictadura de Primo de Rivera.
La celebración de la Semana Santa, pues diferentes intereses intentaron boicotearla. Finalmente las procesiones se pudieron celebrar vigiladas por numerosos policías para asegurar el orden.

José Cano Coloma

José Cano Coloma fue un político español que fue alcalde de Valencia durante la Segunda República y parte de la Guerra Civil (desde marzo de 1936 hasta febrero de 1937). Miembro de la masonería, tuvo el nombre simbólico de Gayo, en la logia "Germaníes" núm. 65 de Valencia.
Fue elegido diputado en las Cortes Constituyentes de 1931 por el Partido Republicano Radical Socialista en la segunda vuelta en octubre. Previamente había sido elegido concejal del ayuntamiento de Valencia. Además, era letrado asesor en los ayuntamientos de Albal y El Puig. En 1934 se incorporó a Izquierda Republicana. Dos días después del inicio de la Guerra Civil intervino decisivamente para impedir la quema de templos en la ciudad de Valencia. Con la ayuda de las fuerzas de orden público, pudo rescatar los restos quemados de la imagen de la Mare de Déu dels Desemparats, patrona de la ciudad, y llevarlos al ayuntamiento para evitar que fuesen destruidos del todo, para lo que permitió que quedase tapiada en un pasillo del ayuntamiento para proteger los restos hasta su futura restauración.
En 1938 fue detenido en Barcelona por el Servicio de Información Militar (SIM) acusado de ayudar a los sublevados, pero antes de terminar la guerra fue puesto en libertad. Al final del conflicto permaneció en Valencia, donde fue detenido por las tropas de ocupación y encarcelado, juzgado en consejo de guerra por auxilio a la rebelión, siendo condenado a veinte años y un día de reclusión el 28 de septiembre de 1939. 


La siguiente lista recoge los diputados de la tercera legislatura de las Cortes republicanas asesinados durante la Guerra Civil Española, según Octavio Ruiz-Manjón:
Apellidos y nombrePartido en las elecciones
generales de febrero de 1936
1.-Acacio Sandoval, PedroCEDA
2.-Acuña Carballar, AntonioFP (PSOE)
3.-Adánez Horcajuelo, DimasCEDA
4.-Albiñana Sanz, José MaríaPNE
5.-Álvarez Valdés y Castañón, RamónPRLD
6.-Andrés Mansó, JoséFP (PSOE)
7.-Antuña Álvarez, GracianoFP (PSOE)
8.-Avia García, FélixCEDA
9.-Aza González-Escalada, BernardoCEDA
10.-Barrena y Alonso de Ojeda, LuisFP (UR)
11.-Barrios Jiménez, ManuelFP (PSOE)
12.-Berjano Gómez, VíctorIndependiente
13.-Bermúdez Cañete, AntonioCEDA
14.-Bermudo Ardura, RafaelFP (PSOE)
15.-Bilbatúa Zubeldia, AntoninoFP (PSOE)
16.-Bosch Marín, Francisco JavierCEDA
17.-Bujalance López, AntonioFP (PSOE)
18.-Calbo Cuadrado, RafaelFP (PSOE)
19.-Carretero Rodríguez, Víctor AdolfoFP (PSOE)
20.-Casas Sala, FranciscoFP (IR)
21.-Ceballos Botín, PabloCEDA
22.-Colomer Vidal, JulioCEDA
23.-Corro Moncho, RicardoFP (UR)
24.-Cortés Villasana, RicardoCEDA
25.-Cuadrado García, EliseoFP (IR)
26.-Daza Díaz del Castillo, FermínCentro
27.-Díaz y Díaz Villamil, José MaríaFP (IR)
28.-Dorado Luque, LuisFP (PSOE)
29.-Esparza García, RafaelCEDA
30.-Estevan Mata, BartoloméCEDA
31.-Fernández Jiménez, ErnestoFP (PSOE)
32.-Garcet Granell, BautistaFP (PCE)
33.-González Fernández de la Bandera, JoséFP (UR)
34.-González Taltabull, GabrielFP (UR)
35.-Granado Valdivia, Higinio FelipeFP (PSOE)
36.-Guerra García, Juan BautistaCEDA
37.-Gutiérrez Prieto, JuanFP (PSOE)
38.-Guzmán García, ManuelFP (IR)
39.-Landrove López, FedericoFP (PSOE)
40.-Lozano Ruiz, JuanFP (PSOE)
41.-Madariaga Almendros, Dimas deCEDA
42.-Madero Ortiz Cicuéndez, Jesús SalvadorCEDA
43.-Maestro San José, JoséFP (PSOE)
44.-Martín García, AntonioFP (PSOE)
45.-Martín Romera, VicenteFP (PSOE)
46.-Mateo la Iglesia, José MaríaCEDA
47.-Melgarejo Tordesillas, RafaelCEDA
48.-Miñones Bernárdez, JoséFP (UR)
49.-Moncasi Sangenís, JoséCEDA
50.-Mondéjar Fúnez, DanielAgrario
51.-Moreno Jover, AntonioFP (IR)
52.-Moya Navarro, JoséFP (PSOE)
53.-Pablo Hernández, Nicolás deFP (PSOE)
54.-Palanco Romero, JoséFP (IR)
55.-Pascual Cordero, TeodoroIndependiente
56.-Piñol Agulló, LuisFCO (Lliga Catalana)
57.-Prieto Carrasco, CastoFP (IR)
58.-Requejo San Román, JesúsCEDA
59.-Rico Avello, ManuelPCD
60.-Rodríguez Figueroa, LuisFP (IR)
61.-Rodríguez Molina, MiguelFP (IR)
62.-Roldán Sánchez de la Fuente, José MaríaProgresista
63.-Rufilanchas Salcedo, LuisFP (PSOE)
64.-Ruiz Valdepeñas Utrilla, LuisIndependiente
65.-Salort y de Olives, TomásCEDA
66.-Seoane Fernández, IgnacioFP (PSOE)
67.-Suárez Morales, EduardoFP (PCE)
68.-Suñol y Garriga, JoséFP (ERC)
69.-Valenzuela de Hita, FélixCEDA
70.-Vilatela Abad, GregorioFP (IR)


Sangre en los escaños: los 130 diputados (de ambos bandos) asesinados en la Guerra Civil 

JULIO MARTÍN ALARCÓN

 17/02/2020 


"Los milicianos se apoderaron del registro y fueron escudriñando los nombres que más les sonaban, buscándolos uno a uno por el laberinto de galerías y celdas, y apartándolos en un banco. Después los bajaban a un sótano y los fusilaban". De esta forma relataba Manuel Azaña los terribles comienzos de la Guerra Civil y los asesinatos indiscriminados que se dispararon en agosto de 1936 contra los rivales políticos.

"Así perecieron más de treinta, bastantes de ellos personas conocidas (Conocidas o no, la atrocidad sería la misma, pero se agravaba el caso desde el punto de vista político) De las autoridades de Madrid, quien estuvo bien fue el ministro de Gobernación, general Pozas, que hizo cuanto pudo parar restablecer el orden. Otros brillaron por su ausencia. Cuando los magistrados, con el presidente, se presentaron en la cárcel, todavía sonaban tiros"
Como apuntaba Azaña, la gravedad desde el punto de vista político era notoria: el inicio de la guerra desató una persecución también en la esfera de los diputados de las cortes, rivales políticos de toda afiliación e ideología, que acabaron en las tapias y las cunetas. La violencia política y el total de asesinados como resultado de pertenecer a un partido con representación en el parlamento, ha sido el tema que ha leído en su ingreso en la Real Academia de la Historia el catedrático de Historia Contemporánea por la Universidad de Granada, Octavio Ruiz Manjón, quien formara parte del comisionado del Ayuntamiento de Madrid para el polémico proyecto de renombrar las calles en la aplicación de la ley de Memoria Histórica, aprobada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2007.
En total fueron asesinados 150 diputados y exdiputados del periodo 1931-1936, con prácticamente el mismo número de víctimas en ambos bandos: 77 en el republicano y 73 en el nacional. El primero de la lista, según Octavio Ruiz Manjón, habría sido José Calvo Sotelo, ahondando precisamente en la polémica que se creó cuando la consejera de cultura del Ayuntamiento de Madrid, Celia Mayer, del gobierno de la ex alcaldesa Manuela Carmena decidió quitar la placa conmemorativa al líder de Renovación Española en la Plaza de Castilla, que se tuvo que recolocar ante las protestas de no haber sido fusilado durante la Guerra Civil, sino antes.

La primera víctima

Para Manjón, en cambio, José Calvo Sotelo "había sido asesinado en unas condiciones tan atroces que si no provocó la sublevación de los militares como a veces se ha querido hacer creer, encendió los ánimos de muchas personas que dieron ya por imposible la convivencia civil entre españoles (...) al que no sería descabellado considerar la primera víctima de la Guerra Civil" -O. Ruiz Manjón 'Violencia Vs Representación Los diputados de las cortes de 1936, víctimas de la Guerra Civil Española'-.
Sin duda, el asesinato del líder de Renovación Española, primera víctima de la Guerra Civil o no, fue el momento álgido de la violencia durante la Segunda República después de la revolución de Asturias de 1934 y significó un cambio definitivo en la creciente espiral de violencia.
Según recoge el propio diccionario biográfico de la RAH, el 1 de julio de 1936, diez días antes de ser asesinado en Madrid, protagonizó una trifulca en la sede del parlamento con sus rivales del PSOE: "Los abucheos no permitieron a los taquígrafos recoger sus últimas palabras y a punto estuvo de reproducirse la trifulca de sesiones anteriores, pero el presidente consiguió poner orden, e intervino Ángel Galarza para decir que los socialistas eran enemigos de la violencia personal, pero contra quien quería ser el jefe del movimiento fascista español y conquistar el poder por la fuerza para meterlos en la cárcel, “la violencia es legítima y se puede llegar hasta el atentado personal” (L. Romero). El presidente ordenó que las últimas palabras no fueran recogidas por los taquígrafos".


La mayor parte de los asesinatos se dieron en Andalucía y Madrid, por los nacionales y republicanos respectivamente y también sorprendentemente en una pequeña provincia como Ciudad Real, en la que fueron asesinados casi una decena de diputados de la derecha, además de Galicia, en la que cayeron una cifra similar de representantes de la izquierda. Andalucía fue el lugar donde la represión nacional fue más cruenta, con casi la mitad de todos los fusilados por los nacionales mientras que Madrid fue el lugar más peligrosos para los militantes de la derecha.
Los sucesos de la cárcel Modelo en agosto de 1936 que relataba Azaña fueron especialmente significativos: si el asesinato de Calvo Sotelo ha sido uno de los acontecimientos más discutidos de la Guerra Civil o el final de la Segunda República, los sucesos de la cárcel Modelo, aún antes de las sacas de Paracuellos, significaron para el bando republicano un descrédito internacional y la sensación de que el gobierno y las instituciones habían perdido el control en la capital.

Entre los políticos que perdieron la vida se encontraba nada menos que el antiguo mentor de Manuel Azaña, Melquíades Álvarez del Partido Reformista o el ultraderechista José María Albiñana del Partido Nacionalista Español, lo que denota que no hubo una gran diferencia a la hora de ser asesinado entre los moderados y radicales.
Lo mismo ocurrió en el bando nacional, en donde la mayoría de los políticos asesinados fueron del PSOE, muchos de ellos del ala más moderada, mientras que las siguientes formaciones en cuanto a número fueron Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña, y Unión Republicana, de Martinez Barrio, que podrían considerarse de centro izquierda.
Por el bando nacional, la mayor parte de las víctimas militaban en la CEDA, lo que no es extraño ya que era el partido con más representación pero según Manjón y otros autores no existe una correlación entre muertes y radicalismo, aunque en este caso sí se puede entrever una motivación especial con los dirigentes significados religiosamente.
Como era de esperar, el estallido de la Guerra Civil sirvió en muchos casos de mera justificación para ajustar cuentas del pasado, lo que se produjo en muchas localidades y que podría explicar el alto índice de asesinatos en Toledo, Ciudad Real y Galicia. Es sintomático el caso de la fallida Sanjurjada, el golpe del general José Sanjurjo cuatro años antes en 1932.
Inmediatamente cayó el diputado socialista José González y Fernández de la Bandera quien había suido entonces alcalde de Sevilla y que ayudó a frustrar entonces el pronunciamiento. El que fuera en cambio el abogado defensor precisamente de Sanjurjo tras el fallido golpe de Estado, Luis Barrena y Alonso de Ojeda, fue también fusilado por los nacionales en Galicia, porque tras pasar por las filas de una candidatura monárquica en 1933 se pasó al año siguiente al partido de Diego Martínez Barrio, Unión Republicana.
Según Octavio Ruiz Manjón, la principal diferencia entre las víctimas de ambos bandos radica en que la mayoría de asesinatos en lado republicano se cometieron sin juicio previo, mientras que en el nacional fueron más habituales los juicios sumarios, lo que podría indicar que las víctimas de los partidos de la derecha no fueron tan premeditadas como las de los sublevados. Por otra parte, la cifra final de muertes estaría incompleta sin los 19 diputados izquierdistas que fueron fusilados tras la Guerra Civil.



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