Auditor Militar Luis Pérez Perdomo; y otros. a

Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes
Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


Auditor Militar Luis Pérez Perdomo.


ana karina gonzalez huenchuñir

El capitán del Ejercito Luis Pérez Perdomo, fue oficial auditor del Ejercito cubano, después de la revolución cubana de 1959,  tenía una impresionante personalidad y apariencia de haber sido guerrillero, por la barba —aunque demasiado corta— y su uniforme verde olivo.
La periodista  Tania Díaz Castro, lo conocio en casa de unos amigos, los primeros días de 1959, recién llegado a La Habana para participar, como abogado, en los juicios que se celebraban en la fortaleza de La Cabaña contra los criminales de guerra.
En el seno del pueblo poco se sabía sobre los juicios rápidos y sumarísimos que se celebraban a militares, policías, y civiles vinculados supuestamente a la represión del régimen depuesto de Fulgencio Batista.
Ni siquiera en La Habana se supo que, en Santiago de Cuba, Raúl Castro había dado la orden de fusilar a más de setenta personas, en un mismo día del mes de enero de 1959, a las pocas horas de la partida de Batista y a pesar de que la pena de muerte no se había establecido legalmente, como se hizo quince días después.
En una ocasión, se vio al capitán Luis Pérez Perdomo en la televisión, relacionado con el juicio celebrado a Sosa Blanco, un espectáculo macabro cuyo escenario fue el estadio de la Ciudad Deportiva de La Habana, el día 23 de enero de 1959, y que superó con creces al circo romano de la antigüedad europea.
Fue por diciembre de ese mismo año que no se supo más del  capitán Perdomo. Mis amigos, que también eran amigos suyos, se preguntaban dónde podía estar. Los comentarios eran muchos y confusos, pero nadie sabía nada. Vivíamos en un pleno torbellino revolucionario que hoy no se lo deseo ni a mi peor enemigo. El día 15 de ese mismo mes ya se había fusilado a 553 personas.
consejo de guerra


Como prueba de una amistad corta y extraña, como la veo hoy, me regaló la foto que se adjunta a esta crónica. En ella se ve al capitán Perdomo, aparentemente con cierto disgusto, porque un alto funcionario de la Embajada de Estados Unidos en Cuba le hacía saber que en el mundo se comentaba, con horror, los cientos de fusilamientos que Castro llevaba a cabo, carentes de verdaderos procesos judiciales.
He buscado, inútilmente, si el funcionario que aparece en la foto es el embajador norteamericano en La Habana, de aquellos momentos. Sólo sé que su nombre era Philip Bonsal, quien acudió al aeropuerto el 4 de mayo de 1959 para recibir a Fidel Castro y quien el 29 de octubre de 1960 es retirado “para un extenso período de consultas”, pero nunca más volvió a Cuba.
Justamente a finales de ese mes de octubre, el número de fusilados era de mil trescientos treinta cubanos.


Pelayo Fernández Rubio 



Fue fiscal de los Tribunales Revolucionarios del Distrito de La Habana, al que llamaban ‘Pelayito Paredón’.
Integró el Movimiento 26 de Julio en la clandestinidad. Fue fiscal de los Tribunales Revolucionarios en La Habana. Estuvo hasta 70-71 en las Fuerzas Armadas. Sobre finales de 1971 entró al Minrex, Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba ,donde se desempeñó como funcionario. Fue Cónsul en Varna, Bulgaria.

Atentado

El 29 de mayo de 1961 Fernández Rubio resultó herido al estallar un artefacto que varios contrarrevolucionarios habían colocado en su auto, estacionado en calle Estrada Palma esquina a D´Strampes, en Santos Suárez (Diez de Octubre), en la ciudad de La Habana. La explosión se produjo cuando Pelayo abordó su auto en unión de su esposa y un hijo de meses y procedió al arranque del vehículo. Sus familiares resultaron ilesos.


Fernando Flores Ibarra

28-05-2012 

Se trata del ex fiscal del régimen Fernando Flores Ibarra (82), más conocido como "Charco de Sangre", quien vivía en Santiago con su segunda esposa, una médico chilena.

A los 82 años, falleció de un paro cardíaco el ex fiscal cubano Fernando Flores Ibarra, quien estaba radicado en Santiago hacía unos 15 años y donde vivía con su segunda esposa, una médico chilena, según revela hoy el medio de cubanos en Miami, Café Fuerte.
Conocido en su país como "Charco de Sangre", a raíz de la severidad con que juzgó a decenas de acusados en juicios sumarios a partir de 1961, tras la fracasada invasión de Bahía de Cochinos, Flores Ibarra ordenó el fusilamiento de un centenar de cubanos en los primeros años de la revolución de Fidel Castro.
Fue fiscal en los tribunales revolucionarios y teniente fiscal del Tribunal Supremo de Justicia, entre 1959 y 1963. Posteriormente fue designado como embajador en Polonia, Yugoslavia, Ecuador, Francia y Suecia, detalla el medio.
Era un personaje temido, que insultaba incluso a familiares de los enjuiciados y los amenazaba con enviarlos al banquillo de los acusados, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1963, agrega Café Fuerte.
El medio consigna la entrevista que le hiciera el 3 de mayo de 2001 el diario La Tercera en respuesta al libro de memorias Nuestros años verde olivo, del escritor y actual embajador chileno en México Roberto Ampuero, quien fue su yerno. Ampuero lo retrató como el embajador Ulises Cienfuegos, que llega a apuntarle a la cabeza para que se aleje de su hija.

"No he contado para saber si fue esa cifra, pero ¡nunca me he arrepentido. Esas muertes no me han quitado el sueño. Jamás he dejado de dormir un minuto, ni siquiera una siesta. ¿Sabe por qué? La mortalidad infantil en mi país es de sólo siete por cada mil habitantes. Es decir, con la revolución le hemos salvado la vida a cientos de miles de niños. También fusilamos gente, aunque no me jacto de eso", dijo entonces al La Tercera.
En 1971 integró la delegación que viajó a Santiago para preparar la visita de Fidel Castro durante el gobierno de Salvador Allende, en noviembre de ese año. Se retiró oficialmente del servicio exterior en 1994.
La entrevista a La Tercera desató una campaña de organizaciones de derechos humanos para encausarlo criminalmente. Fue entonces que se recopilaron testimonios de unas 40 víctimas  y sus familiares por parte de la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba y la Asociación Justicia Internacional y Libertad, representada por Jorge Masetti en París. Sin embargo la diligencia no dio frutos ya que se esfumó, porque Flores Ibarra se fue de Chile.
Café fuerte consigna que en 2004, "Charco de Sangre" publicó su libro de memorias titulado: Yo fui enemigo de Fidel, donde narra una trifulca con Fidel Castro en la Universidad de La Habana mientras ambos estudiaban Derecho a fines de los años 40, y dos atentados en su contra en la década del 60.
Se cree que "Charco de Sangre" tenía negocios con Max Marambio, a quien defendió en la entrevista con La Tercera:
"Yo admiro a Max por su inteligencia, por su agresividad en los negocios. No creo que haya hecho nada ilícito, por lo menos en Cuba". 
Aseguraba que vivía de la pensión que recibía en Cuba y del salario de su esposa, y siempre negó que se quedaría a vivir definitivamente en Chile.


Falleció Fernando Flores Ibarra, “Charco de Sangre”

El ex fiscal cubano Fernando Flores Ibarra, quien ordenó el fusilamiento de un centenar de cubanos en los primeros años de la revolución de Fidel Castro, falleció en Santiago de Chile a los 82 años.
Flores Ibarra murió de un paro cardíaco en su residencia de Barrio Alto el pasado 24 de mayo, confirmaron a Café Fuerte fuentes cercanas a su familia. Desde hacía 15 años residía en la capital chilena, donde estaba casado con su segunda esposa, una médico chilena.
Conocido por el apodo de “Charco de Sangre”, fue fiscal en los tribunales revolucionarios y teniente fiscal del Tribunal Supremo de Justicia, entre 1959 y 1963. Posteriormente fue designado como embajador en Polonia, Yugoslavia, Ecuador, Francia y Suecia.
Pero el momento en que se ganó el apodo peyorativo fue a raíz de la severidad con que juzgó a decenas de acusados en juicios sumarios a partir de 1961, tras la fracasada invasión de Bahía de Cochinos.
Fue la época en que se convirtió en un personaje temido, que acostumbraba a insultar incluso a familiares de los enjuiciados y los amenazaba con enviarlos al banquillo de los acusados, de acuerdo con un reporte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1963.
El 3 de mayo de 2001 el diario chileno La Tercera publicó una inusual entrevista con Flores Ibarra en respuesta al libro de memorias Nuestros años verde olivo, del escritor chileno Roberto Ampuero, quien fue su yerno. Ampuero lo retrató como el embajador Ulises Cienfuegos, que llega a apuntarle a la cabeza para que se aleje de su hija.
En la entrevista, Flores Ibarra insultó a Ampuero por reflejarlo en su libro, pero no se inmutó ante el apodo “Charco de Sangre” y admitió que era posible que hubiera condenado a morir a un centenar de personas.
“No he contado para saber si fue esa cifra, pero ¡nunca me he arrepentido! Esas muertes no me han quitado el sueño. Jamás he dejado de dormir un minuto, ni siquiera una siesta. ¿Sabe por qué? La mortalidad infantil en mi país es de solo siete por cada mil habitantes. Es decir, con la revolución le hemos salvado la vida a cientos de miles de niños. También fusilamos gente, aunque no me jacto de eso”, dijo entonces a la prensa chilena.
En 1971 integró la delegación que viajó a Santiago de Chile para preparar la visita de Fidel Castro durante el gobierno de Salvador Allende, en noviembre de ese año.
Como embajador en Yugoslavia (1972-1980) se le atribuye un destacado rol en el acercamiento de Fidel Castro y Josef Bros Tito de cara a la VI Cumbre de Países No Alineados de La Habana en 1979.
En los años 80, su presencia como diplomático en Ecuador resultó breve, debido a que el Gobierno de Quito lo implicó en labores de espionaje y respaldo financiero a grupos guerrilleros en la región suramericana. Flores Ibarra lo negó, aunque sus vínculos con el aparato de inteligencia cubano eran notorios.
Se retiró oficialmente del servicio exterior en 1994.
El ex fiscal admitió a La Tercera que coincidía con el dictador chileno Augusto Pinochet al justificar la falta de libertades con el argumento de que “estamos en guerra”. Negó que tuviera inversiones en Chile y aseguró que no pensaba radicarse en el país.
Pero poco después se reveló que el ex funcionario aparecía como gerente general de la agencia de viajes Rumbos Cuba, radicada en Santiago de Chile. En esa entidad figuraba como gerente general su nieto, Fernando Roberto Ampuero Flores.
Las declaraciones de Flores Ibarra tuvieron gran repercusión en Chile, donde fueron reflejadas ampliamente en los medios de comunicación en el 2001.
La entrevista también desató una campaña de organizaciones de derechos humanos para encausarlo criminalmente. La Fundación para los Derechos Humanos en Cuba y la Asociación Justicia Internacional y Libertad, representada por Jorge Masetti en París, iniciaron acciones para la demanda, recopilando testimonios de unas 40 víctimas y sus familiares, pero apenas un mes después la iniciativa legal se esfumó, porque Flores Ibarra se fue de Chile.
Eventualmente el ex fiscal regresó al país suramericano donde falleció. En el 2004 publicó su libro de memorias titulado Yo fui enemigo de Fidel, donde narra una trifulca con Fidel Castro en la Universidad de La Habana mientras ambos estudiaban Derecho a fines de los años 40, y dos atentados en su contra en la década del 60.
Se cree que “Charco de Sangre” tenía negocios con Max Marambio, a quien defendió en la entrevista con La Tercera: 
“Yo admiro a Max por su inteligencia, por su agresividad en los negocios. No creo que haya hecho nada ilícito, por lo menos en Cuba”.
Aseguraba que vivía de la pensión que recibía en Cuba y del salario de su esposa, y siempre negó que se quedaría a vivir definitivamente en Chile.
La prensa cubana no ha divulgado la noticia.
A Flores Ibarra le sobreviven su esposa chilena y cuatro hijas de su matrimonio con Margarita Madan Rey: Margarita, Lourdes, Cristina y Luisa Fernanda Flores Madan, además de un hijo adoptivo de su segunda esposa, y varios nietos.


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