Las cinco familias mafiosas de Nueva York; Gerald "Jerry" Capeci.-a

Gerald "Jerry" Capeci ( nacido el 30 de junio de 1944) es un periodista y autor estadounidense que se especializa en la cobertura de las cinco familias criminales de la mafia en la ciudad de Nueva York. Capeci ha sido descrito por organizaciones de noticias, como CNN y BBC , como un experto en la mafia estadounidense. 
Capeci es autor de varios libros que detallan el funcionamiento interno de las familias criminales de Nueva York. En 1993, Capeci y su compañero periodista Gene Mustain publicaron el libro Murder Machine , una exposición de Roy DeMeo y su equipo de sicarios de la mafia . 
Capeci y Mustain fueron coautores de otros dos libros: Mob Star: The Story of John Gotti (1988) y Gotti: the Rise and Fall (1996). Con Tom Robbins ha escrito  Mob Boss: The Life of Little Al D’Arco, the Man Who Brought Down the Mafia . Capeci también ha escrito The Complete Idiot's Guide to the Mafia and Wiseguys Say the Darndest Things: The Quotable Mafia.

Una recopilación de columnas se publicó en el libro de 2003 Jerry Capeci's Gang Land. De 1999 a 2004, Capeci trabajó como directora de comunicaciones en el John Jay College of Criminal Justice . En 2007, apareció como él mismo en un episodio de Los Soprano .
Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes



Thomas (Tommy D) DiFiore , supuestamente relacionado con el clan mafioso
 Bonanno, es escoltado por agentes del FBI en Nueva York 

La mafia italoamericana está en su peor momento. Tras casi un siglo en Nueva York y esparcirse por todo el continente, las cinco familias ven como su imperio cae día a díaLas que fueron las organizaciones criminales más perseguidas por el FBI ven relegado su poder a otras mafias, por una asfixiante presión policial o por vivir en una sociedad diferente.



El ocaso de las cinco familias mafiosas de Nueva York

Cuentan que sacarle las muelas a un siciliano le cuesta horrores al dentista ya que nunca abrirá la boca. La mafia italoamericana ha sido protagonista de las calles de Nueva York durante casi un siglo. Un reinado de extorsión, delitos, crímenes, guerras por cada territorio, por cada barrio, para controlar cada esquina... Pero el siglo XXI ya no es el romanticismo mafioso que nos relataron Puzo, Coppola, Brando y Pacino en El Padrino. Las grandes familias de Nueva York están en un constante declive, son un recuerdo de una época dorada de omertà, vendetta y crimen.
Eric Frattini, prestigioso periodista de investigación, explica en uno de sus libros que la poderosa mafia italoamericana ya no marca sus fronteras en las calles de barrios como Queens, Brooklyn, Harlem o Manhattan. Lo hace a través de otras mafias, organizaciones, blanqueos... Pero la Cosa Nostra ya no vive en su época dorada. El imperio se desvanece; su poder ya no es como un susurro en las calles que eriza a cualquiera que se cruce con ellos.
Para poder contextualizar la decadencia de las mafias en Nueva York hay que remontarse a su origen. El crimen italoamericano en la ciudad que nunca duerme se remonta a finales del siglo XIX. Los primeros inmigrantes de la Italia sureña (procedentes sobretodo de Sicilia) se encontraron en el sueño americano rodeados de crimen, pobreza y un ambiente hostil. Tras la ley seca en los años veinte, empezaron a surgir los primeros grupos organizados de crimen, contrabando y extorsión. Las cinco familias de Nueva York se acabaron de perfilar durante los años treinta y se establecieron los poderosos apellidos que dominarían, pugnarían y lucharían por la ciudad durante décadas: Genovese, Gambino, Lucchese, Colombo y Bonanno.

Tras el atentado del 11-S, el FBI retiró muchos efectivos contra la mafia porque ya la creían decadente.

Como era de esperar, las guerras internas por los territorios de Nueva York estaban a la orden del día. El reguero de sangre por el título de capo di tutti capi (jefe de todos los jefes) se culminó con el enfrentamiento entre Joe Masseria y Salvatore Maranzano. El primero fue jefe de los Genovese. Maranzano acabó siendo la última persona que ostentaría el título de capo di tutti capi. Hubo un tercer nombre que lo cambió todo: Charles Lucky Luciano. Formando parte de los Genovese, asesinó a su propio jefe, paró la guerra, ejecutó a Maranzano por querer avasallar a todos los mafiosos bajo su mando y reunió a los jefes de las futuras cinco familias.
 Del cerebro de Luciano y de su fiel mano derecha, el judío Meyers Lansky, surgió la organización por la que aún se regentan las mafias italoamericanas: la Comisión. Creada en 1931, pretendía sustituir un título por encima de todos los capos y establecer un poder consensuado entre todos los jefes mafiosos. Eso sí, debería existir una especie de presidente en la Comisión, que fuera un líder aprobado por todos. Evidente­mente, el primero en ostentar el cargo fue Luciano. A partir de aquí, el ­poder de la Comisión fue en aumento.


Nadie en el país norteamericano era consciente del verdadero poder que tenían las cinco. Los ciudadanos y los medios de comunicación hablaban de crimen, de bandas de italianos pero no tenían consciencia de lo organizadas que estaban o de sus conexiones por todo el país. La propia FBI, con el icónico Edgar Hoover a la cabeza, negaba la existencia en público de una Cosa Nostra. Era la época dorada de la mafia. Como serpientes, como susurros entre las calles de las grandes ciudades. Estaban por todos lados pero nadie sabia identificarlos. Pero todo éxtasis tiene su final.
La caída de las mafias tiene su origen cuando estas pierden su secreto. La situación era insostenible a principios de los años sesenta. En 1957 empezó a hacerse público el entramado criminal cuando en Apalachin, un municipio de mil habitantes en el estado de Nueva York, se reunieron los miembros de la Comisión y fueron descubiertos por el FBI. El desfile a través del porche de una casa familiar fue impactante. Los cinco capos de las cinco familias y los jefes de muchas otras de todo el país. El negacionismo de Hoover se desvaneció. Y el principio del fin llegó en 1963.
Gotti fue el último gran padrino de la mafia de Nueva York; las familias perdurarán, pero están en declive.
Joe Valachi, miembro de los Genovese, fue señalado por los suyos como un soplón (sin serlo) y acabo convirtiéndose en uno. Su testimonio abrió los ojos al mundo de una vez por todas. Fue el primer miembro de la Cosa Nostra que rompió la omertà (la ley del silencio, sagrada para los mafiosos) y puso al descubierto casi medio siglo de crimen organizado. Ayudó a identificar a 317 miembros relevantes de la mafia y puso a todo el FBI a trabajar contra las familias. El lujo del secretismo, la opulencia del poder empezó a caer.
Histórico y evidente es que la Cosa Nostra no cayó de golpe en los cincuenta, sesenta ni en los setenta. Pero ese hecho fue el detonante de una guerra sin cuartel entre el FBI y la Cosa Nostra. Las cinco familias siguieron aglutinando poder, dinero y territorios. Su poder de adaptación avanzaba a rebufo de las mejores tecnológicas que no existían antaño. Micrófonos, cámaras y sistemas de vigilancia e identificación para todos los miembros de las familias que antes se camuflaban entre los neoyorquinos. La última reunión oficial conocida de la Comisión se celebró en 1985. Pero eso no significa que no se hayan vuelto a reunir o que no lo hagan en la actualidad.


El último gran padrino de las cinco familias fue John Gotti, famoso dirigente de la familia Gambino. En 1990 fue detenido y en 1992 encarcelado hasta su muerte en el año 2002. Su caída escenificó el ocaso del último don mediático. La Cosa Nostra norteamericana y las cinco familias nunca volvieron a ser tan poderosas ni a tener un impacto criminal tan mediático.
Entre soplones, guerras y grandes operaciones del FBI para encarcelar a mafiosos, los efectivos de la mafia se pasaban más tiempo en prisión, escondidos o en el cementerio. La globalización mundial también les perjudicó. Muchas más organizaciones criminales aparecieron, buscando su trozo del pastel. Los valores clásicos de la Cosa Nostra chocaban con otras mafias que no tenían escrúpulos ante nada.
Tras el atentado del 11 de setiembre de 2001 a las Torres Gemelas, el FBI destinó 400 efectivos de Nueva York al terrorismo y solo dejo 20 para la Mafia. Los jefes de las actuales familias estan siempre vigilados o encarcelados. Su poder está en un declive constante. No han desaparecido. Siguen campando por Nueva York. Los mafiosos italianos estan bajo mínimos pero una de sus características es que siempre sobreviven. Parafraseando y versionando a Michael Corleone: “Cuando creían que estaban fuera, les volverán a meter dentro”.


Familia Bonanno: Thomas DiFiore, el capo escurridizo

El liderazgo y la posición de Thomas DiFiore en la familia Bonnano es al más puro estilo Tony Soprano. Los que habrán visto la serie, conocerán que en la organización criminal televisiva existe un “jefe oficial” (Corrado Soprano) y el “jefe activo” (Tony). En este caso ocurre lo mismo. El boss de los Bonanno, Michael “La Nariz” Mancuso, está en la cárcel y por lo tanto alguien debió asumir el control en las calles. DiFiore empezó a liderar la familia en el 2012, bajo el desprecio de muchos de los integrantes. No le consideraban el legítimo, tal y como se podía oír en grabaciones del FBI. En el 2015 fue sentenciado a 21 meses de cárcel, los cuales ya ha cumplido. Tiene 72 años, muy pocos avales en la familia y un FBi que no le dejará respirar.

Familia Colombo: Carmine Persico, el Embajador siciliano

Conocido como la Serpiente o El Inmortal. Se trata del capo más longevo de las cinco familias. Dirige la familia Colombo desde 1973, con vaivenes de las cúpulas, pero siempre Carmine Persico en la posición de don. Proviene de la época dorada de la mafia y participó en el asesinato de Albert Anastasia (dirigente de los Gambino). Fue uno de los hombres de confianza del antiguo jefe de los Colombo, Joe Profaci, uno de los más conocidos dirigentes de las cinco familias de la historia. Persico está encarcelado de por vida, ya que cumple una sentencia de 139 años. Aun así, legó la dirección de la familia en la calle a su hijo, Alphonse, pero fue detenido y encarcelado con perpetua, como su padre. Una institución de la mafia.

Familia Luchesse: Vittorio Amuso, mandando desde la cárcel

Nadie ha dirigido durante más tiempo a los Lucchese. Se le apoda The Deadly Don y dirige su familia criminal desde la cárcel. Fue sentenciado a cadena perpetua en el año 1992 con un currículum de auténtico psicópata. Según el FBI, ha matado con sus propias manos a 40 personas y ordenó la ejecución de unas 1.500–1.700. Extremadamente violento, se le etiquetó como un “asesino sin escrúpulos, sanguinario asesino psicópata”. En 1986 ascendió hasta la cumbre de la familia mafiosa junto a su amigo, también sanguinario, Anthony Casso. Se convirtió en su mano derecha y juntos establecieron uno de los liderazgos más criminales de la historia de la mafia norteamericana. Toda su cúpula está en la cárcel, así que desde allí dirigen la familia.

Familia Genovese: Liborio Bellomo, el jefe de la más poderosa

La familia más mediática y poderosa es sin duda alguna la Genovese. Nombres tan famosos como Lucky Luciano, Vincent Gigante, Vito Genovese o Frank Costello han dirigido la familia a lo largo de un siglo. Tiene miles de conexiones por todo el mundo, centenares de formas de ingresos y la única de las cinco familias que no ha perdido tanto poder, manteniendo muchos miembros en la calle. El actual jefe es Liborio Bellomo, un vieja escuela de la organización. Entró con solo 20 años, en 1977 y fue el predilecto de Gigante, el último gran don de Genovese, para sucederle. En el 2008 entró en prisión y salió en el 2016.

Familia Gambino: Francesco ‘Frank’ Cali

Nacido en Nueva York, de padre y madre originarios de Palermo, sus conexiones familiares lo situaron directamente en la mafia. Es sobrino de John Gambino y sobrino nieto de dos mafiosos de la familia Bonanno. Forma parte de la organización Gambino, según el FBI, desde 1997. Comenzó moviéndose con uno de los lugartenientes de John Gotti, el último gran padrino de las cinco familias de Nueva York. Escaló posiciones y, gracias a sus conexiones familiares en Italia, fue el enlace con la mafia siciliana. Experto en extorsiones según los informes policiales, lo encarcelaron en 2004 y salió al cabo de cinco años. Bajo mano y en silencio, continuó escalando hasta que en 2012 subió a underboss y finalmente, en 2015, líder de los Gambino.




Las Cinco Familias


Las Cinco Familias son las familias criminales principales de la Mafia italoamericana de Nueva York que han dominado el crimen organizado en la ciudad. Las Cinco Familias, bajo la sugerencia de Lucky Luciano, eran responsables del sistema de La Comisión, un consejo que demarcó el terreno entre las facciones previamente en guerra y que gobierna las actividades de la Cosa Nostra en Estados Unidos.
Las Cinco Familias son:

Bonanno: Vincent Badalamenti.
Colombo: Carmine "Junior" Persico.
Gambino: Frank Calì.
Genovese: Daniel "Danny el león" Leo.
Lucchese: Antonio Lorandini.

Algunas de esas familias son conocidas por nombres alternativos. Por ejemplo, la familia Colombo es en ocasiones llamada familia Profaci (debido a Joe Profaci, un jefe de larga duración de la familia)






La mafia ha muerto en EE UU, menos en Nueva York
30 de Julio de 1999 

CLEVELAND (Especial, del USA Today).-Los norteamericanos han pronosticado el fin de la Mafia desde que comenzó a existir, pero en esta y en otras ciudades, finalmente ocurrió. La Pandilla esta muerta. Está muerta en Cleveland, donde sólo quedan dos miembros de una familia de delincuentes que dirigía todo; en Kansas, en donde el jefe de la Pandilla solía darle órdenes al presidente de los Teamsters; en Nueva Orleans, el sitio que vió la primer familia de la Mafia.
La Mafia es una confederación de gangsters ítalo-americanos que formaron unas 25 "familias" en toda la nación. Cada una tiene un jefe, un subjefe, consiglieri, capitanes y soldados; todos "hombres hechos", "hombres formados" ("made men") que hicieron un juramento de sangre secreto de lealtad y silencio. Actualmente, la mayoría de estas familias no son más que pandillas callejeras, y la Mafia norteamericana es un fenómeno que ocurre en dos ciudades: en las afueras de Nueva York y en Chicago. Pero no existe una familia que Lucky Luciano reconozca como tal.

Todavía existen estafadores ítalo-americanos, pero la sociedad criminal secreta que aterrorizó y fascinó a los norteamericanos durante medio siglo -que controlaba los sindicatos, las industrias, comunidades enteras, que infectaba la cultura pop con sus conceptos de honor y respeto- existen fundamentalmente en la televisión y en las casas de video.
Parecía que Cleveland hubiera sido hecha para la Pandilla en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Si querías hacer una apuesta o conseguir 500 dólares rápidamente o un puesto en el sindicato, o si solamente tenías un problema y no podías recurrir a la policía, tenías que tratar con la familia de la Mafia local, y sus decenas de "hombres hechos". Pero La Cosa Nostra en Cleveland ahora sólo tiene un total de dos miembros. No hubo un golpe de la Mafia en 18 años. Ya nadie le tiene miedo a la Pandilla. Ni siquiera los operadores o prestamistas que ahora se niegan a pagarles a cambio de "protección". Ni siquiera Angelo Lonardo, 89, el subjefe que fue testigo del gobierno hace 16 años y que abandonó el programa de protección a testigos y volvió a Ohio, aparentemente convencido de que lo que quedó de la Mafia allí no tiene la fuerza suficiente para vengarse.
Se sabe que el principal mafioso de Cleveland es Joseph "Joe Loose" Iacobacci, 51. Cuando el ex-jefe de la Policía , Rocco Poluttro, escucha su nombre no puede más que reírse. "Si él es lo mejor que les quedó, entonces, hemos ganado", dijo Poluttro. "Si le dieran un millón de dólares, ¿sabría como lavarlo o hacerlo crecer? Es un chico de la calle. Ya no hay estructura ni organización. ¿A qué familia controla?".
Las entrevistas realizadas a más de 40 expertos -investigadores, abogados, criminólogos, entre otros- sugirieron que quedan sólo unas pocas de las 25 familias tradicionales de la Mafia. En la mayor parte de los lugares, no hay evidencia de asesinatos realizados por la Mafia recientemente, ni de "impuestos callejeros" manejados por la Mafia.
No existe una estructura de familia de delincuentes dirigidas por un jefe.
Además, teniendo en cuenta el crecimiento de otras pandillas étnicas, la Mafia, o lo que quedó de ella, ni siquiera es el principal problema a tratar en lo que se refiere a crimen organizado. Se terminaron los días en los que un jefe de la Mafia podía ordenar que se asesinara al líder laboral más famoso de la nación o ser tapa de Time.
"La Mafia dejó de ser un problema nacional", dijo Robert Blakey, profesor de Derecho de Notre Dame que redactó la ley federal contra el fraude organizado y que advirtió hace mucho tiempo atrás que la Mafia era una amenaza para las instituciones democráticas.

La "comisión" nacional de jefes que trataba disputas entre las familias no se ha reunido en 20 años, en parte por miedo a ser detectados, pero fundamentalmente porque quedan pocas estafas a nivel nacional para discutir. La Mafia perdió el control de los cuatro grandes sindicatos de trabajo, y del "cash" de los casinos de Las Vegas que fueron comprados por corporaciones.
Hasta en Nueva York y en Chicago, la Mafia está derritiéndose: la comisión que trataba las disputas entre las cinco familias aparentemente no se habría reunido en tres años, de acuerdo con lo que dicen los investigadores. Debido a que muchos de los jefes están en prisión, cuatro de las cinco familias están siendo dirigidas por un comité de jefes menores o capos. 
La Ley debilitó algunos de los más grandes monopolios de la Mafia y destruyeron sus fraudes y extorsiones en el Javits Convention Center, el Fulton Fish Market y el San Gennaro Festival en Little Italy. 
Por primera vez los destructores de la Pandilla pudieron demostrar un rédito económico: reducción de costos en el transporte de basura comercial (bajó en un 33%), pescado fresco (bajó un 13%) y en la construcción (bajó un 10%).
En Chicago, que fue "tierra de pandillas y violencia" desde la Masacre de St. Valentine en 1929, no se ha registrado un asesinato cometido por la Mafia desde 1994. "The Outfit" (La Cuadrilla) se redujo de siete bandas a tres, y el número de miembros bajó de 100-150 en 1990 a 40-50 ahora. Casi la mitad de la banda "North Side" está en prisión o con libertad condicional.
Sin embargo, sigue habiendo un toque irónico. El FBI, por ejemplo, que fue la organización que más luchó contra la Mafia, sólo está dispuesto a borrar cuatro nombres de la lista de familias de la Mafia: San Francisco, Denver, Tucson y San José. Sus funcionarios dicen que si aflojan en cualquier otro lugar, la Mafia volvería a crecer. "La Cosa Nostra disminuyó pero no se terminó", insiste Thomas Fuentes, jefe del departamento de Crimen Organizado del FBI en Washington.
Su reticencia es entendible dadas las muchas declaraciones prematuras sobre la muerte de la Mafia. Un ejemplo: Después de que Joe Valachi se transformó en el primer mafioso que testificó públicamente, Robert F. Kennedy dijo que la Mafia había recibido "un golpe del que jamás se recuperaría". Eso fue en 1963, y los mejores años de la Mafia todavía no habían llegado. Era muy difícil incriminar a un jefe, y aún cuando se lo atrapaba, siempre había alguien que tomaba su lugar.
Pero esto empezó a cambiar a principios de los 80, cuando el presidente Reagan ordenó una "larga guerra sostenida" contra "este oscuro y demoníaco enemigo que tenemos en casa". Grupos enteros de mafiosos fueron a la cárcel durante largos períodos de tiempo. Se extendió el programa de protección a testigos para darles más coraje a los informantes, y la nueva tecnología les permitió a los agentes poder espiar prácticamente en cualquier auto, casa o club.

Aún existen muchos posibles jóvenes mafiosos, pero no tienen ni la disciplina ni la experiencia de sus antecesores.
El jefe de la familia Gambino, John Gotti, en prisión con cadena perpetua, al referirse al caso de estafa contra su hijo John, dijo: "Ni puedo identificar a dos de las personas involucradas en el proceso. ¿"Sigmund The Sea Monster"? (Sigmund, el Monstruo del Mar). No hace 100 años que me retiré, sólo siete. ¿De dónde emergen estas criaturas?
Pero por lo menos Gotti tiene una familia de quién quejarse. Ese no es el caso en muchas de las viejas capitales de la Mafia. En Kansas City, donde el jefe Nick Civella le daba órdenes al presidente de los Teamsters, Roy Williams, "la Mafia murió" después de una serie de muertes y de condenas, de acuerdo a lo que dijo Richard Cook, de la Citizens Crime Commission.
Uno de los pocos mafiosos que quedan, Pete Simone, ni siquiera puede permanecer en un bar o club de strip tease durante 15 minutos de acuerdo a las pautas de su libertad condicional.
Nueva Orleans era un territorio dominado por el jefe Carlos Marcello, a tal punto que los mafiosos de afuera necesitaban un permiso hasta para presenciar Mardi Gras. Hoy Marcello está muerto y Nueva Orleans es una "ciudad abierta" para cualquier gangster.
En Buffalo, en donde a la mafia se la llama "The Arm", al supuesto jefe, Joe Todaro Jr., no le quedaron demasiadas opciones. El gobierno expulsó a la Mafia de su base central, Laborers Local 210. Todaro nunca fue acusado por un delito, ni está asociado con pandilleros (aunque su padre, hoy retirado, fue supuestamente jefe) y probablemente no necesita quebrar la ley. Su popular restaurante La Nova lleva sus productos por todo el país y realiza donaciones de tartas para caridad. "Muy buena pizza", dijo un agente del FBI extraoficialmente.

A la Mafia se le arrancó su más preciado tesoro: su temible reputación. La imagen de la Mafia pasó de ser trágica, como en "El Padrino", a cómica, como en "Analízame". Hasta los propios informantes han dejado los programas de protección de testigos para volver a sus hogares, aparentemente confiados en que sus viejos compañeros ya no tienen la fuerza para vengarse.

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