El códice Calixtino.-a
Soledad Garcia Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes
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(en latín, Codex Calixtinus; fl. c. 1160-1180) es el nombre propio de un manuscrito iluminado de mediados del siglo XII que contiene el más antiguo texto del Liber Sancti Iacobi (c. 1140).
En él se reúnen sermones, himnos, milagros, relatos de la traslación del Apóstol, textos litúrgicos y piezas musicales relacionados con el Apóstol Santiago. Su cuarto libro narra el descubrimiento de la tumba por Carlomagno. El quinto constituye una especie de guía para los peregrinos que seguían el Camino de Santiago en su viaje a Santiago de Compostela, con consejos, descripciones de la ruta y de las obras de arte así como de las costumbres locales de las gentes que vivían a lo largo del Camino.
Este documento se custodia en la Catedral de Santiago de Compostela, que esta en Galicia (España)
Liber Sancti Iacob
Aunque a veces se denomina al Liber Sancti Iacobi como Codex Calixtinus, ambos conceptos no son idénticos. El Liber Sancti Iacobi representa el contenido del libro, del cual a lo largo de los siglos se copiaron varios manuscritos (unidad de encuadernación que en ocasiones se les ha dotado de distintos nombres propios) y con un contenido heterogéneo y variable. El más antiguo y notable códice o manuscrito con el Liber Sancti Iacobi se conoce con el nombre propio de Codex Calixtinus (c. 1140) y es el custodiado en la catedral de Santiago de Compostela.
La compilación que conocemos como Liber Sancti Iacobi fue redactada en diversas épocas y de forma independiente y podría estar ya configurada hacia el año 1140.
Historia
El Códice Calixtino fue copiado por al menos cuatro manos, dos de ellas muy similares. Al autor principal se le conoce con el nombre de Scriptor I. La autoría de Aymeric Picaud, sacerdote francés del siglo XII, es hoy controvertida.
El manuscrito original constaba de 27 cuadernos: el primero era un quinión y el resto eran cuaterniones. Ya en época antigua se produjeron cambios en algunos cuadernos que alteraron la estructura del códice. Después, hacia el siglo XV se perdió el folio 220, que originariamente iría en blanco y pertenecería al último cuaderno. También debió perderse un folio, así mismo en blanco, que antecedía al actual folio 1. De ser esto cierto, el manuscrito llevaba, como era usual, el primer y el último folio en blanco sirviendo como guardas.
Posteriormente, quizás durante la encuadernación realizada a finales del siglo XII, se añadió a la estructura primitiva del códice un segundo apéndice (Apéndice II).
El libro IV fue separado del manuscrito en 1609, lo que conllevó el maltrato de los cuadernos 20, 21 y 24. Ambos volúmenes fueron encuadernados por separado por Alonso Rodríguez León. Finalmente, el libro IV fue agregado de nuevo durante la restauración de 1966, lo que exigió varios arreglos al manuscrito. En la misma restauración se recortaron las hojas que eran más grandes y sobresalían del resto.
Las anotaciones marginales que los canónigos de Compostela dejaron en el manuscrito, demuestran que el códice fue usado y leído ininterrumpidamente, al menos, hasta mediados del siglo XVI. Sin embargo, parece que a principios del siglo XVII el manuscrito dejó de interesar, cayendo en el olvido durante muchos años.
En la segunda mitad del siglo XIX, el manuscrito fue redescubierto por el canónigo archivero de la Catedral de Compostela, Antonio López Ferreiro. Sin embargo, fue dado a conocer públicamente por el jesuita Fidel Fita y Aureliano Fernández Guerra. En 1879, se trasladaron a Santiago en un viaje de estudio y peregrinación. Al año siguiente, en 1880, publicaron un libro acerca de su viaje a Santiago (Recuerdos de un viaje a Santiago de Galicia), dedicando los capítulos X y posteriores a la descripción y estudio del Codex calixtinus. El libro incluía una fotografía del himno Dum Paterfamilias y una transcripción de su texto, así como varios versos del himno Ad honorem Regis summi.
Estructura
Libros y apéndices
Los 225 pergaminos que componen el Códice Calixtino se dividen en cinco libros y dos apéndices. El primer libro versa sobre liturgia católica; el segundo y el tercero -Libro de los Milagros y Traslado del Cuerpo del Apóstol a Compostela-, sobre el apóstol Santiago; el cuarto, sobre las conquistas del rey franco Carlomagno y el último, el Libro del Peregrino, es una completa guía para quien emprende la ruta jacobea hacia la capital gallega.
El Códice Calixtino se abre con dos folios en los que el pontífice Calixto II relata, a través de una carta dirigida a «la muy santa asamblea de la basílica de Cluny» y a «Diego Gelmírez, arzobispo de Compostela», los testimonios relacionados con los milagros realizados por el apóstol Santiago recogidos «recorriendo las crueles tierras y provincias durante 14 años». La misiva se completa con detalles sobre cómo sobrevivió el manuscrito a diferentes peligros.
A continuación, el Códice Calixtino da paso al Libro I, una compilación de textos litúrgicos para las celebraciones religiosas en Santiago que acapara casi todo el grueso del manuscrito medieval tan de actualidad tras su hurto de la catedral en julio del 2011 y su posterior recuperación exactamente un año más tarde. Le sigue el Libro de los Milagros, la narración de 22 prodigios de la mano del apóstol Santiago. No es hasta el tercer libro cuando la obra comienza a introducir la tradición de la peregrinación a través del relato de la etapa de evangelización del Apóstol y el traslado de su cuerpo hasta Galicia.
El Libro IV aborda la aparición de Santiago a Carlomagno, detallando a lo largo de 28 folios la entrada del rey en la Península, la derrota de Roncesvalles y la muerte de Roldán. La leyenda narra que Santiago se le apareció a Carlomagno en sueños para incitarlo a liberar el sepulcro compostelano de la invasión musulmana. Para ayudarlo a tal empresa le mostró, a través de un camino de estrellas, la dirección que debía seguir.
Cierra el Códice Calixtino el quinto libro, el más conocido, traducido y ensalzado de todo el volumen. Se trata de una extensa y completa guía destinada al peregrino que describe la ruta del Camino Francés, sus enclaves, las costumbres de los pueblos y ciudades por los que pasa el itinerario y los santuarios que el caminante no debe dejar de visitar. Incluye, además, una serie de consejos prácticos para el viajero y advertencias sobre los peligros que podría encontrarse en su aventura hasta Compostela. A lo largo de 11 capítulos, el Iter pro Peregrinis ad Compostellam repasa las jornadas, los hospicios, los accidentes naturales que se cruzan en el recorrido, los santos que «descansan» en él, la ciudad de Santiago de Compostela -la catedral, el sepulcro, otras iglesias de la capital gallega- y las indicaciones sobre cómo acoger a los peregrinos.
Pero, además, el autor del manuscrito plasma en sus páginas las anécdotas que vivió a lo largo del trayecto y sus opiniones sobre lo que se iba encontrando por el camino. Destaca entre estas reflexiones su impresión acerca de los habitantes del norte de España, a los que describe como «hombres de caras feroces que aterrorizan a la gente con los gruñidos de su bárbara lengua». «Los vascos y navarros son un pueblo repleto de maldad, de tez oscura, de aspecto aberrante, perverso, pérfido, desleal y falso». También los acusa de ladrones y asesinos que «comen, beben y visten como cerdos» y se queja de la gastronomía: en concreto, recomienda a sus lectores no probar «el pez que el vulgo llama barbo», ya que, según el fraile, quien lo ingiera corre el riesgo de «enfermar».
Los cinco libros se completan con un apéndice que incorpora al códice un repertorio de cantos litúrgicos para las grandes ceremonias en conmemoración del apóstol Santiago, 21 composiciones polifónicas que, desde el punto de vista musical, constituyen la parte más importante del manuscrito.
Aymeric Picaud
Estructura
Libros y apéndices
Los 225 pergaminos que componen el Códice Calixtino se dividen en cinco libros y dos apéndices. El primer libro versa sobre liturgia católica; el segundo y el tercero -Libro de los Milagros y Traslado del Cuerpo del Apóstol a Compostela-, sobre el apóstol Santiago; el cuarto, sobre las conquistas del rey franco Carlomagno y el último, el Libro del Peregrino, es una completa guía para quien emprende la ruta jacobea hacia la capital gallega.
El Códice Calixtino se abre con dos folios en los que el pontífice Calixto II relata, a través de una carta dirigida a «la muy santa asamblea de la basílica de Cluny» y a «Diego Gelmírez, arzobispo de Compostela», los testimonios relacionados con los milagros realizados por el apóstol Santiago recogidos «recorriendo las crueles tierras y provincias durante 14 años». La misiva se completa con detalles sobre cómo sobrevivió el manuscrito a diferentes peligros.
A continuación, el Códice Calixtino da paso al Libro I, una compilación de textos litúrgicos para las celebraciones religiosas en Santiago que acapara casi todo el grueso del manuscrito medieval tan de actualidad tras su hurto de la catedral en julio del 2011 y su posterior recuperación exactamente un año más tarde. Le sigue el Libro de los Milagros, la narración de 22 prodigios de la mano del apóstol Santiago. No es hasta el tercer libro cuando la obra comienza a introducir la tradición de la peregrinación a través del relato de la etapa de evangelización del Apóstol y el traslado de su cuerpo hasta Galicia.
El Libro IV aborda la aparición de Santiago a Carlomagno, detallando a lo largo de 28 folios la entrada del rey en la Península, la derrota de Roncesvalles y la muerte de Roldán. La leyenda narra que Santiago se le apareció a Carlomagno en sueños para incitarlo a liberar el sepulcro compostelano de la invasión musulmana. Para ayudarlo a tal empresa le mostró, a través de un camino de estrellas, la dirección que debía seguir.
Cierra el Códice Calixtino el quinto libro, el más conocido, traducido y ensalzado de todo el volumen. Se trata de una extensa y completa guía destinada al peregrino que describe la ruta del Camino Francés, sus enclaves, las costumbres de los pueblos y ciudades por los que pasa el itinerario y los santuarios que el caminante no debe dejar de visitar. Incluye, además, una serie de consejos prácticos para el viajero y advertencias sobre los peligros que podría encontrarse en su aventura hasta Compostela. A lo largo de 11 capítulos, el Iter pro Peregrinis ad Compostellam repasa las jornadas, los hospicios, los accidentes naturales que se cruzan en el recorrido, los santos que «descansan» en él, la ciudad de Santiago de Compostela -la catedral, el sepulcro, otras iglesias de la capital gallega- y las indicaciones sobre cómo acoger a los peregrinos.
Pero, además, el autor del manuscrito plasma en sus páginas las anécdotas que vivió a lo largo del trayecto y sus opiniones sobre lo que se iba encontrando por el camino. Destaca entre estas reflexiones su impresión acerca de los habitantes del norte de España, a los que describe como «hombres de caras feroces que aterrorizan a la gente con los gruñidos de su bárbara lengua». «Los vascos y navarros son un pueblo repleto de maldad, de tez oscura, de aspecto aberrante, perverso, pérfido, desleal y falso». También los acusa de ladrones y asesinos que «comen, beben y visten como cerdos» y se queja de la gastronomía: en concreto, recomienda a sus lectores no probar «el pez que el vulgo llama barbo», ya que, según el fraile, quien lo ingiera corre el riesgo de «enfermar».
Los cinco libros se completan con un apéndice que incorpora al códice un repertorio de cantos litúrgicos para las grandes ceremonias en conmemoración del apóstol Santiago, 21 composiciones polifónicas que, desde el punto de vista musical, constituyen la parte más importante del manuscrito.
Aymeric Picaud
Aymeric Picaud fue un monje benedictino de Parthenay le Vieux, en la región de Poitou, que vivió en el siglo XII. Tradicionalmente, se le ha atribuido la autoría del Codex Calixtinus o, al menos, de su quinto libro, la Guía del Peregrino del camino de Santiago, escrito, aproximadamente, en 1140.
Aimery Picaud efectuó el peregrinaje a Santiago a caballo, visitando un gran número de santuarios de la cristiandad, rutas que fue describiendo detalladamente en diversos aspectos: pueblos y santuarios visitados, anécdotas, caminos, itinerarios..
La autoría de la Guía del Peregrino ha sido puesta en duda. La mención del nombre Aimeric Picaud por dos veces en dicho texto ha justificado durante mucho tiempo que se le considerara como su autor, pero Bernard Gicquel ha demostrado que no lo fue. Este autor afirma que Picaud habría sido simplemente el compilador hacia 1135 de los «22 milagros» atribuidos posteriormente a Calixto II y reunidos en el Codex Calixtinus. El autor de la Guía del Peregrino habría sido Hugo el Potevino, monje de Vézelay y redactor de la Crónica de Vézelay.
Ana Karina González Huenchuñir
Aimery Picaud efectuó el peregrinaje a Santiago a caballo, visitando un gran número de santuarios de la cristiandad, rutas que fue describiendo detalladamente en diversos aspectos: pueblos y santuarios visitados, anécdotas, caminos, itinerarios..
La autoría de la Guía del Peregrino ha sido puesta en duda. La mención del nombre Aimeric Picaud por dos veces en dicho texto ha justificado durante mucho tiempo que se le considerara como su autor, pero Bernard Gicquel ha demostrado que no lo fue. Este autor afirma que Picaud habría sido simplemente el compilador hacia 1135 de los «22 milagros» atribuidos posteriormente a Calixto II y reunidos en el Codex Calixtinus. El autor de la Guía del Peregrino habría sido Hugo el Potevino, monje de Vézelay y redactor de la Crónica de Vézelay.
Ana Karina González Huenchuñir
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