Ricos de la ciudad de Florencia a.-
Los ricos en Florencia son los mismos desde hace 600 años. Una investigación fiscal demuestra que las mismas familias adineradas del año 1427 coinciden con las de la actualidad. Después de 25 generaciones, no hubo movilidad social ¿Existen las dinastías con rentas y patrimonios por los siglos de los siglos? Sin duda. Al menos en Florencia las familias más ricas hoy son las mismas que en el año 1427. Los Bernardini son más ricos que los Grasso, y así desde hace 600 años. Lo sostiene un sorprendente estudio realizado por dos investigadores de la Banca de Italia (el banco central), Guglielmo Barone y Sauro Mocetti, con este significativo título: «¿Cuál es tu apellido? La movilidad intergeneracional en los últimos seis siglos». Es la primera vez que dos expertos, con métodos científicos, comparan las rentas y riquezas de hace seiscientos años con las de hoy. En el 1427 Florencia, una ciudad-estado, que necesitaba dinero porque estaba al borde de la quiebra por una guerra contra Milán, creó un censo para poner un impuesto en base a la riqueza de las familias. El estudio de los dos investigadores cruza o compara los registros de unos 10.000 contribuyentes de Florencia en ese año –apellido, profesión, renta y patrimonio- con los del 2011. En el elenco se encuentran nombres conocidos en la historia y toponimia florentina: Medici, Strozzi, Tornabuoni, Bernardini, Panciatichi, Portinari, Bardi, Peruzzi, Barbadori, Giacomini, Ferragamo. Cerca de 900 de esos apellidos están todavía presentes en Florencia, con unos 52.000 contribuyentes que tienen esos nombres. El resultado es que, después de 584 años, la movilidad social en Florencia ha estado parada: durante 25 generaciones, la situación no cambió y las familias más ricas en la Florencia del Renacimiento, dominada por los Medici, son las más ricas en el 2011. Hasta los mismos autores del estudio se han visto sorprendidos: «Los resultados son realmente llamativos. La correlación entre los antepasados y los descendientes no decae después de un periodo de tiempo tan amplio», escriben Barone y Mocetti. Los cinco primeros contribuyentes de hace cinco años pertenecen a las familias que hace ya seis siglos se encontraban en el 7 % más rico de la población. Por el contrario, las familias de los cinco contribuyentes más pobres en el 2011 formaban ya parte de los menos ricos de la población de Florencia en el 1427. Al hablar de ricos, no se trata solo de familias nobles que han preservado castillos, sino de apellidos ligados a gremios, como orfebres, juristas, comerciantes de la seda o de zapatos. Con el tiempo, los apellidos de esas categorías se han transformado en abogados, banqueros, notarios, farmacéuticos. Gracias a ciertos mecanismos de protección han mantenido su poder económico. Hasta ahora, la evidencia sugiere que las riquezas y ventajas del patrimonio suelen desaparecer después de varias generaciones. A este respecto, escriben los investigadores Baroni y Mocetti: «Por ejemplo, Becker y Tomes (1986) sostienen que “casi todas las ventajas o desventajas de riquezas de los antepasados son eliminadas en tres generaciones”». Pero en Florencia, emblemática ciudad de dimensión media de la Unión Europea, la realidad demuestra que ni los profundos cambios políticos, demográficos y económicos han hecho desaparecer las diferencias de riqueza entre las capas altas y bajas de la sociedad. Los dos investigadores de la Banca de Italia consideran que este hecho, es «ineficaz e injusto, ya que se desperdician los conocimientos de las personas de entornos desfavorecidos». Se podrá argumentar, como hacen muchos expertos, entre ellos Thomas Piketty, especialista en desigualdad económica y distribución de la renta, que «los ricos son cada vez más ricos». Pero lo que demuestran los dos economistas de la Banca de Italia es más sutil: Los ricos son siempre los mismos. En Florencia bastaría preguntar: ¿De qué familia eres?
Soledad Garcia Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes
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Un estudio de dos economistas del Banco de Italia concluye que las dinastías más acaudaladas de la Florencia del siglo XV también lo son hoy, y rompe con la certeza asentada de que la herencia intergeneracional se difumina a largo plazo.
La igualdad de oportunidades es una de las grandes aspiraciones de las sociedades modernas. Que el origen socioeconómico de un ciudadano no impida –al menos no por completo- su ascenso social y económico es tanto una cuestión de justicia como de eficiencia, al evitar que una sociedad desaproveche las habilidades y potencial de parte de sus ciudadanos sólo por su origen familiar.
A mayor igualdad de oportunidades mayores son las posibilidades de movilidad social, la medida de cómo las personas mejoran –o también empeoran- su posición en la escala económica de la sociedad en que vive. A mayor igualdad de oportunidades menor es el peso del origen familiar para condicionar esa movilidad. La mayoría de los estudios de movilidad social miden la evolución de una sola generación, generalmente mediante el análisis de los ingresos de padres y de sus hijos.
Y hasta ahora esos estudios convencionales han venido constatando la diferente intensidad de la movilidad social en diferentes países (siendo los países nórdicos los de mayor movilidad y en los que menos determinante resulta el origen socioeconómico; con España, Alemania o Francia con una movilidad media, y con EEUU, Reino Unido o Italia por detrás por la mayor rigidez en el ascenso social).
Y, en paralelo, estos estudios también habían asentado la certeza –fundada en datos contrastados- de que en el muy largo plazo las ventajas o lastres del origen socioeconómico familiar se difuminan según van pasando las generaciones, hasta casi desaparecer por completo con el tiempo. De hecho, un clásico de la materia, el estudio de los profesores Gary Becker y Nigel Tomes, ya constataba en los ochenta que el impacto de estas ventajas y desventajas familiares desaparecían casi enteramente en sólo tres generaciones.
Sin embargo, un estudio diferente –por el amplio espectro temporal que analiza- viene ahora a demostrar empíricamente que la permanencia del estatus socioeconómico familiar es mucho mayor de los que se creía y constata que la herencia intergeneracional se perpetúa incluso a lo largo de varios siglos.
Los ricos de siempre
Guglielmo Barone y Sauro Mocetti, investigadores del Banco de Italia, demuestran con datos reales de pago de impuestos que las familias más ricas de la Florencia del siglo XV tienen como descendientes a familias también adineradas de la ciudad en la actualidad. Y es que 600 años después se diría que los ricos son los ricos de siempre.
Barone y Mocetti comparan en su estudio recién publicado [ver Intergenerational mobility in the very long run: Florence 1427-2011] los datos de pagos de impuestos de los habitantes de la Florencia de 1427 con los registros fiscales de los actuales vecinos de ciudad correspondientes al ejercicio 2011. El censo fiscal de la Florencia de los albores del Renacimiento recogen datos de los cerca de 40.000 contribuyentes de la época (integrantes de unas 10.000 familias). Datos tales como el apellido, la profesión, los ingresos y el patrimonio.
Los apellidos en Italia tienen un alto componente geográfico y muchos de ellos se erigen en distintivos regionales. Cerca de 900 apellidos de los archivos del siglo XV se repiten entre los habitantes de la Florencia de nuestros días. Hasta casi 52.000 contribuyentes de hoy llevan esos apellidos que ya estaban presentes en el Quattrocento, y aunque no todos tienen por qué ser descendientes directos de esos ancestros, los autores se basan en algunos estudios genealógicos para determinar que una mayoría sí lo es.
Y el resultado de cruzar los datos tributarios de una y otra época muestra que las familias que actualmente cuentan con rentas más altas también estaban entre las más ricas de la ciudad hace 600 años.
Barone y Mocetti no desvelan los apellidos reales de los contribuyentes por cuestiones de confidencialidad, y los identifican con las letras A, B, C, D y E. Tres de las cinco dinastías más ricas actualmente ya figuraban entre los ultrarricos en 1427 tanto en ingresos como en riqueza/patrimonio, y las otras dos estaban por encima de la media [ver tabla]. Y es que tres de esas cinco familias contaban en el siglo XV con un percentil de ingresos por encima de 90 (esto es, el 90% de la población de Florencia tenía unos ingresos inferiores) y con un percentil por encima de 80 en el caso del patrimonio.
“Los contribuyentes que actualmente figuran entre los de mayor renta ya estaban en lo más alto de la escala socioeconómica hace seis siglos. Eran abogados, o eran miembros de los gremios de la lana, la seda o la zapatería; sus ingresos y patrimonio siempre estaban por encima de la media”, sostienen los autores, que han publicado una tribuna sobre su trabajo en el portal VoxEU. “Por el contrario, los apellidos más pobres tenían las profesiones de menor prestigio, y sus ingresos y riqueza estaban por debajo de la media e la mayoría de los casos”.
Los dos economistas del Banco de Italia estiman que el índice de elasticidad de la riqueza en Florencia en estos casi 600 años se situaría en un valor del 0,04. Una cifra que en estudios para periodos de tiempo más cortos implicaría que no hay demasiada influencia del estatus socioeconómico familiar (un valor de 1 representa que el estatus es totalmente heredado por los descendientes, y un valor de 0 que no hay herencia alguna), pero se vuelve estadísticamente (muy) significativo al abarcar 600 años y que es mucho mayor que lo estimado por otros estudios para periodos largos.
“Detectamos evidencias de la existencia de un suelo de cristal que protege a los descendientes de las clases altas de caer a la parte baja de la escala económica”, sentencian Barone y Mocetti. “Estos resultados son aún más sorprendentes si tenemos en cuenta los enormes cambios políticos, demográficos y económicos acontecidos a lo largo de un periodo de tiempo tan largo, y que [estos cambios] no han sido capaces de deshacer el nudo gordiano de la herencia socioeconómica”.
El estudio tiene un ámbito de investigación muy local, pero los autores sostienen que sus conclusiones son válidas no sólo para la evolución socioeconómica intergeneracional de Florencia y que son extrapolables a otras sociedades europeas.
«Florencia no parece un caso extremo en términos de desarrollo económico y de desigualdad (estática y dinámica)», apuntan, «Así que entendemos que los resultados pueden ser aplicables a otros países avanzados de Europa occidental».
una clase burguesa que tiene presencia en la actualidad
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