El condado y distrito de Bronx.-a
Soledad Garcia Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes
|
Historia
El Bronx forma parte de la ciudad de Nueva York desde 1874 y tiene algunos residentes menos que Manhattan, pero ocupa casi el doble de su tamaño: 109 kilómetros cuadrados. El Bronx está al norte de la ciudad, separado de Manhattan por el río Harlem. Se llama así por Jonas Bronck, holandés nacido en Suecia que creó el primer asentamiento en 1639, como parte de la colonia de New Netherlands. En los 70, el Bronx era prácticamente inhabitable. La alta tasa de desempleo y la pobreza provocaron un aumento de la criminalidad y el consumo de drogas.
Hace poco he hecho un estudio sobre la historia de este barrio, y llego a la conclusión de que la decadencia del Bronx era un caso más bien especial (sino único) provocado por la combinación de varios fracasos en la planificación urbanística. Las verdaderas causas seguro que son mucho más complejas, pero aquí comparto un resumen.
Antes de los 1940s
Administrativamente, la ciudad de Nueva York se divide en 5 distritos municipales: Manhattan, Bronx, Brooklyn, Queens y Staten Island. El Bronx ocupa la zona más al norte, separada de Manhattan del Harlem River. “El Bronx” de la imaginación popular se refiere solamente a la parte sur del municipio, porque los barrios del norte siempre han sido zonas residenciales de la clase media-alta.
El sur de Bronx fue urbanizado a principios de siglo XX, cuando llegó la oleada de inmigración más importante de la historia de EEUU. La mayoría de los inmigrantes se concentraron en las barriadas empobrecidas en la parte sur de Manhattan, con docenas de familias masificadas en infraviviendas verticales de 4-5 plantas. El Bronx, con sus viviendas unifamiliares más espaciosas, avenidas anchas, parques y zonas recreativas, era el sueño de muchos inmigrantes.
A partir de la Primera Guerra Mundial, El Bronx se convirtió el destino popular para los hijos de irlandeses, italianos, griegos, polacos, españoles, alemanes y (sobre todo) judíos de Europa del Éste que habían mejorado su nivel socioeconómico en respecto a los padres. En los años 30, casi 45% de los residentes del Bronx eran de origen judío, convirtiéndolo en la segunda Judería más importante de Nueva York después del Lower East Side de Manhattan.
Antes de los 1940s
Administrativamente, la ciudad de Nueva York se divide en 5 distritos municipales: Manhattan, Bronx, Brooklyn, Queens y Staten Island. El Bronx ocupa la zona más al norte, separada de Manhattan del Harlem River. “El Bronx” de la imaginación popular se refiere solamente a la parte sur del municipio, porque los barrios del norte siempre han sido zonas residenciales de la clase media-alta.
El sur de Bronx fue urbanizado a principios de siglo XX, cuando llegó la oleada de inmigración más importante de la historia de EEUU. La mayoría de los inmigrantes se concentraron en las barriadas empobrecidas en la parte sur de Manhattan, con docenas de familias masificadas en infraviviendas verticales de 4-5 plantas. El Bronx, con sus viviendas unifamiliares más espaciosas, avenidas anchas, parques y zonas recreativas, era el sueño de muchos inmigrantes.
A partir de la Primera Guerra Mundial, El Bronx se convirtió el destino popular para los hijos de irlandeses, italianos, griegos, polacos, españoles, alemanes y (sobre todo) judíos de Europa del Éste que habían mejorado su nivel socioeconómico en respecto a los padres. En los años 30, casi 45% de los residentes del Bronx eran de origen judío, convirtiéndolo en la segunda Judería más importante de Nueva York después del Lower East Side de Manhattan.
La vida social se centraba en una gran avenida llamada The Grand Concourse que recorría 6 kilómetros del norte al sur de Bronx, repleta de tiendas de moda, teatros, cines, restaurantes y discotecas. Algunos la llamaban “El Park Avenue de la clase obrera”.
Los años pos-guerra
La prosperidad de los años pos-guerra trajo un boom de la construcción. En el norte de la ciudad se levantaron nuevas urbanizaciones de chalets que se vendían a precio barato. Miles de residentes judíos, italianos e irlandeses, atraídos por la perspectiva de tener su propia vivienda, abandonaron el Bronx para trasladarse a las nuevas urbanizaciones. Sus plazas fueron relevadas por miles de afroamericanos y puertorriqueños, la mayoría trabajadores industriales recién-llegados a Nueva York desde el Sur y el Caribe.
Esta primera oleada de los negros y puertorriqueños instalados en el Bronx era de un origen social muy parecido a los inmigrantes europeos que les precedían: gente humilde y trabajadora con un fuerte sentido de comunidad. A pesar del cambio demográfico, el carácter del Bronx se mantenía.
Hasta ahí todo se había ido bien. Sin embargo, a partir de los años 60, el ayuntamiento de Nueva York tomó varias decisiones que resultaron desastrosas para el municipio.
El Cross-Bronx Expressway y la solución “chapuza”
A finales de los años 50, la extensión de la ciudad de Nueva York crecía a un ritmo mucho más rápido del crecimiento demográfico. Para facilitar la comunicación entre las nuevas urbanizaciones de chalets del norte y el centro de Manhattan, el ayuntamiento ordenó construir una autovía que conectaba a estas comunidades directamente con el corazón de Nueva York, traspasando el medio del Bronx cortando el municipio en dos, llamada el Cross-Bronx Expressway.
Con la construcción de esta carretera, los barrios situados en el sur del Bronx se encontraron cada vez más aislados, y cuando los inquilinos se iban, los propietarios tenían cada vez más dificultades en alquilar su piso. Para acatar el problema, el ayuntamiento ofreció subvenciones a los propietarios para acoger a inquilinos entre la clase “no-trabajadora”, familias que subsistían de ayudas sociales. Eso incluía a ex presidiarios, alcohólicos, enfermos mentales y los crónicamente desempleados.
En una cuestión de pocos años, la convivencia se deterioró de forma notable. Cuando los antiguos vecinos exigieron una solución urgente, el ayuntamiento les respondió con la construcción de una nueva urbanización cooperativa en el norte extremo del Bronx, llamada Co-op City.
El final de los años 60 vio el éxodo de las últimas familias de clase trabajadora hacia Co-op City, convirtiendo el sur del Bronx de un “barrio obrero de trabajadores” a un “barrio marginal de no-trabajadores”. En una cuestión de 10 años, el municipio había perdido más de la mitad de la población (de 1.2 millones a 600.000). Muchas calles que antes estaban llenas de negocios del barrio se convirtieron en un baldío de locales vacíos y viviendas desocupadas.
Los años 70, el Bronx se arde
El precio de las viviendas en el Bronx sufrió una fuerte caída durante los años 60, y muchos propietarios, para no perder el valor de su casa, contrataron a pirómanos a quemar su casa para cobrar el seguro. Durante toda la década de los 70 había un incendio en el Bronx cada mes, algunos de los cuales también fueron provocados por los propios inquilinos, para que el ayuntamiento les realojara a una vivienda de mejor calidad.
Como la zona no salía rentable para los inversores, la mayoría de los edificios quemados fueron abandonados en estado carbonizado. Las estructuras quemadas y derelictas atraían aún más los elementos más marginales de la sociedad, convirtiéndose en centros de distribución de droga, prostitución, o lugares de reunión para bandas callejeras.
El ayuntamiento daba la zona por “perdida” y la mayoría de los neoyorquinos, hasta la policía, trataba de evitarlo lo más posible.
Al mismo tiempo, las comunidades del Bronx, la mayoría de origen afroamericano y puertorriqueño, también desarrollaron su propia cultura a raíz de la pobreza, la más destacada siendo el hip-hop, el break-dance, el grafiti y la música Salsa.
La mala fama del Bronx también lo convirtió en escenario de muchas películas de bandas callejeras, como The Warriors, The Wanderers y Rumble in the Bronx.
Aquí pongo el enlace de una película documental rodada en 1979: 80 Blocks from Tiffany’s, sobre las verdaderas bandas callejeras y de moteros que dominaban las calles del Bronx durante los 60 y 70.
Como la zona no salía rentable para los inversores, la mayoría de los edificios quemados fueron abandonados en estado carbonizado. Las estructuras quemadas y derelictas atraían aún más los elementos más marginales de la sociedad, convirtiéndose en centros de distribución de droga, prostitución, o lugares de reunión para bandas callejeras.
El ayuntamiento daba la zona por “perdida” y la mayoría de los neoyorquinos, hasta la policía, trataba de evitarlo lo más posible.
Al mismo tiempo, las comunidades del Bronx, la mayoría de origen afroamericano y puertorriqueño, también desarrollaron su propia cultura a raíz de la pobreza, la más destacada siendo el hip-hop, el break-dance, el grafiti y la música Salsa.
La mala fama del Bronx también lo convirtió en escenario de muchas películas de bandas callejeras, como The Warriors, The Wanderers y Rumble in the Bronx.
Aquí pongo el enlace de una película documental rodada en 1979: 80 Blocks from Tiffany’s, sobre las verdaderas bandas callejeras y de moteros que dominaban las calles del Bronx durante los 60 y 70.
El renacimiento: 1990.
Ana Karina González Huenchuñir
A partir de los años 90, el ayuntamiento de Nueva York ha lanzado varios planes de renovación urbanística del Bronx. Muchos de los edificios quemados fueron reconstruidos, y una nueva oleada de inmigración trajo nuevos residentes al barrio, la mayoría de Latinoamérica y Asia. Las calles que llevaban décadas abandonadas se llenan otra vez de tiendas de alimentación, locutorios, supermercados y cafeterías. Pero a pesar de esa notable mejora, el Bronx sigue siendo el municipio más conflictivo de Nueva York, con la mayor tasa de pobreza, delincuencia, abandono escolar y problemas de salud.
Algunos especuladores ya tienen un ojo puesto en el Bronx para transformarlo en un “zona de moda”.
Si eso sucediera, los residentes actuales del Bronx se encontrarían otro problema: el desplazamiento y la pérdida de una comunidad humilde pero estable que había tardado tanto tiempo y esfuerzo en reconstruir.
South Bronx
¿Dónde se han ido todos los mafiosos?
Inclusive durante sus días de gloria, la mafia nunca tuvo poder alguno sobre el municipio neoyorquino de El Bronx. Siempre estuvo presente, desde comienzos de siglo, pero nunca tuvo el poder que tenía sobre Manhattan, Brooklyn y, con la subida al poder de John Gotti, Queens. El distrito perdido, Staten Island, sólo contaba para la mafia como el dormitorio de los jefes. El Bronx siempre ha sido una Torre de Babel, que ningún grupo étnico ha sido capaz de controlar totalmente.
Cuando la mafia italiana empezó a ganar poder, el área estaba llena de inmigrantes irlandeses de las clases trabajadoras, que tenían su propia mafia dentro de la policía de Nueva York, junto a judíos que deseaban alejarse de la mafia del bajo Manhattan. Pero en los años sesenta, grupos de negros y latinos se mudaron al Bronx con sus propias ideas acerca del crimen y su administración.
The Bloods, Crips, Latin Kings y la mafia mexicana, manejan el crimen organizado hoy en día. Los latinos —los nuevos irlandeses— también manejan la política. The Bloods y otros gángsteres son la nueva mafia, con control sobre soluciones habitacionales (projects) enteras y docenas de calles. Mientras tanto, la vieja mafia italiana ha ido desapareciendo de Nueva York, y en El Bronx es especialmente difícil encontrar a alguno de sus miembros.
Tal vez el municipio era demasiado duro como para que una familia lo manejara. John Gotti nació y creció en El Bronx, pero su familia —al creerlo demasiado amargo— se mudó a Brooklyn cuando él tenía 10 años. Uno tiene que irse a los años 20 para encontrar un jefe de la mafia viviendo en El Bronx, cuando el gángster judío Dutch Schultz manejaba su maquinaria ilegal de producción de alcohol en la calle 149. También estaba Gaetano Reina, uno de los primeros mafiosos, quien sostenía su imperio criminal con un monopolio en el negocio del hielo. La aparición de las neveras eléctricas le puso fin a su pequeño imperio; pero no antes de que una lluvia de balas acabara con su vida.
El hecho de que las cinco grandes familias de la mafia mantuvieran su distancia con El Bronx puede haber tenido más que ver con miedo que con cualquier otra cosa. Durante los años 20 y 30 los mafiosos irlandeses del Bronx se hicieron famosos y ricos secuestrando a jefes de la mafia italiana. Malditos con el gen de la osadía irlandesa, ellos no tenían ningún miedo. La mayoría sabía muy bien que de todas maneras iban a morir jóvenes. Pero igual tenían tremendo negocio, ya que como todos los involucrados eran criminales, nadie podía ir a la policía para pedir ayuda. Era la supervivencia del más apto.
El más macho de todos los secuestradores irlandeses del Bronx era Vincent "Mad Dog" Coll. Criado en la miserable pobreza de Donegal, vino al Bronx de muchacho y casi enseguida se unió a una pandilla de hooligans que eran afines a él. Juntos atraparon a un viejo mafioso italiano de los llamados "Mustache (Bigote) Petes" (asi se llamaba a los mafiosos de vieja escuela) y enviaron los dedos y las orejas a su familia para pedir recompensa. En 1931 Coll selló su destino cuando intento acribillar desde un carro al mafioso Joe Rao. Rao sobrevivió, pero Coll mató a un par de niños en el tiroteo. Las familias habían tenido suficiente de este lunático y en 1932 lo acribillaron mientras usaba un teléfono público frente a una farmacia en la calle 23 del lado Oeste de Manhattan. Su tumba está en el cementerio de San Raymond en El Bronx. Su lápida no muy lejos de donde los secuestradores del hijo de Lindbergh recogieron el dinero de la recompensa en 1932.
Pero aunque ningún jefe mafioso llamara al Bronx su hogar, eso no quiere decir que allí no hubiera mafia. Mi viejo una vez me contó acerca de sus días como bombero cerca de la avenida Arthur, en El Bronx, a finales de los años 70. Había sufrido heridas mientras apagaba un incendio y fue puesto a hacer cosas más sencillas, como caminar por las aceras y ponerle multas a los carros parados frente a los hidrantes. Mi papá sabía que el área reventaba de mafiosos por lo que comenzó su nuevo trabajo con una escala en el café más popular del vecindario. Allí —le dijo al dueño— iría a tomar su café todas las mañanas antes de ir a poner multas en la calle. Los clientes del negocio, entendiendo y apreciando el gesto, le pagaban a los niños para que movieran los carros mientras mi viejo disfrutaba de su café. Sólo la gente que no era del vecindario recibía citaciones.
Bastantes muchachos con los que crecí en El Bronx, decían estar "conectados". Puede que fuera cierto, pero siempre tuve la impresión de que sólo era una forma de sentirse más importantes. Yo iba al bachillerato con un avispado muchacho italiano llamado Dominick. Había sacado 1300 en la prueba del SAT (el "Scholastic Assessment Test" es un tipo de prueba de actitud académica en EE.UU. con un máximo de 1600 puntos), pero cuando le preguntaron qué quería hacer con su vida simplemente respondió: "Voy a ser miembro de la mafia".
Dominick —me di cuenta después— realmente era un mafioso en pleno entrenamiento, ya que si querías apostar en algún juego de fútbol tenías que pasar por él. También tenía algunas actividades extracurriculares como vendedor de drogas y era parte importante en el negocio de cortar parquímetros, llevarlos a un sótano y abrirlos a punta de mandarria. Como mafioso finalmente salió en la primera plana del Daily News cuando su cuerpo fue encontrado en la maletera de un carro cortado en pedacitos. El reportero decía que había estado jugándosela con la esposa de alguien que estaba en la mafia.
Todavía hay una fuerte presencia italiana en El Bronx. A diferencia de otros grupos étnicos de raza blanca, ellos no se han ido por completo. Aunque su zona tradicional —los alrededores de la Avenida Arthur— probablemente está ahora más poblada con grupos eslavos que italianos, los negocios son mayormente manejados por estos últimos. Además Pelham Bay, Throggs Neck y el Country Club todavía tienen italianos de sobra.
Alrededor de Arthur Avenue, la zona italiana está desapareciendo pero los restaurantes todavía prosperan. Recientemente estaba en el vecindario tomando café y tomando notas en una cafetería vacía. Un hombre viejo con brazos musculosos y pelo blanco estaba sentado cerca de mí bebiéndo un expreso.
—¿Eres escritor? —me preguntó.
Su nombre era Joe. Me preguntó qué estaba escribiendo. Yo hice una pausa. ¿Cómo le preguntas a alguien acerca de la mafia en un vecindario una vez conocido por sus mafiosos? Joe era un local, mostraba un buen kilometraje en su rostro y había vivido sin ninguna duda durante los días de gloria de la mafia italiana.
—¿Cómo le va a los italianos por aquí? —le pregunté.
Joe se sonrió.
—Los jóvenes se han ido. Todavía estamos aquí pero el vecindario está muriendo porque nadie quiere criar a sus hijos por estas partes. Se han ido a Jersey, Westchester, cualquier parte menos El Bronx. No se puede sobrevivir sin los más jóvenes... Yo soy viejo y a mí no me importa. Yo me quedo aquí.
Joe tenía un New York Post enfrente de él. Vi en eso mi oportunidad.
—Ya uno ni lee acerca de la mafia en los periódicos.
—Nah, sólo cuando desentierran alguna basura escondida en el pasado. No es que quede mucho de eso hoy en día.
—¿Todavía están por aquí?
—¿Quiénes?
—La mafia.
Joe me dio una mirada amarga.
—¿Qué crees tú?
Joe agarró su periódico y se lo puso frente a la cara. Yo puse mi taza de café en el mostrador y caminé rapidito hasta mi carro, volteando alrededor antes de meterme en él, por si acaso.
un barrio de gran manzana con mala fama, por decadencia urbana
ResponderEliminar