La bestia de Omaha (Segunda guerra mundial) a
Soledad Garcia Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes
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El 6 de Junio de 1944 se daba inicio a uno de los desembarcos armados más colosales y sangrientos de la historia contemporánea. Las bellas playas de Normandía (Francia) daban lugar a un enfrentamiento armado clave en la Segunda Guerra Mundial
Por un lado, fuerzas aliadas compuestas por británicos, estadounidenses, canadienses y australianos intentaban adentrarse en la playa y abrir nuevamente el frente en Europa. Por otro lado, el Ejército Alemán intentaba contener estas hordas y contrarrestar el fuego enemigo.
Entre ese grupo, apostado en el sector Easy Red, estaba un joven alemán de apenas 20 años. Se llamaba Heinrich Severloh, un hombre que la historia recordaría como uno de los soldados más letales de la Segunda Guerra.
A las 5 de la madrugada comenzó el desembarco de la primera oleada de soldados estadounidenses, conjuntamente Severloh empezó a disparar su ametralladora MG 42 desde una ladera ubicada frente a la playa, no paró de percutar disparos hasta las 14:00 horas de ese día.
En un documental emitido por History Channel, se estima que este joven percutó cerca de 12 mil cartuchos durante 9 horas de lucha. Solamente en ese día, mató a cerca de dos mil soldados americanos (según datos estadounidenses).
Fue así como se ganó el apodo de “La Bestia de Omaha Beach”, cuyo término está relacionado al nombre en clave que tenían los estadounidenses a ese sector de la playa (Omaha), el cual fue el más difícil de derribar por la ofensiva aliada.
Sus comienzos
Un reportaje de diario El Mundo de España llamado Seis almas en la playa de Omaha, analizó la vida e historia de seis soldados que esa mañana se enfrentaron en Francia. Uno de ellos es Severloh.
Este hombre nació un 23 de junio de 1923 en la localidad alemana de Metzingen (actualmente Eldingen) y tuvo una infancia y adolescencia bastante normal para la época, ya que no solía inmiscuirse en temas de adultos y expresar opiniones políticas.
No obstante, su vida cambió en julio de 1942, cuando en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial decidió realizar el servicio militar en Alemania, cuando solamente tenía 19 años de edad.
Sin mayor entrenamiento fue asignado a la 19ª División de Artillería Ligera, en su país natal, pero el 9 de agosto de ese año fue enviado a Francia, a servir en la 3ª Batería del 321º Regimiento de Artillería. Durante este servicio, fue entrenado como mensajero motorizado.
A fines de ese año, fue transferido por sus superiores al frente del Este (Unión Soviética), siendo asignado a la retaguardia y conduciendo un vehículo que era tirado por caballos. En ese tiempo, todavía no conocía lo que era un enfrentamiento armado.
En un reportaje del periodico alemán llamado Neue Osnabrücker Zeitung (Nuevo diario de Osnabrück), se determinó que en el año 1943 recibió un severo castigo por expresar opiniones críticas a sus superiores y el régimen alemán.
En ese entonces, los castigos físicos fueron tan severos que tuvo que ser internado en un hospital militar hasta junio de 1943. Ese año, en octubre, inició un entrenamiento para formarse como oficial subalterno en Braunschweig, pero debió dejar la instrucción debido a que su unidad había sufrido severas bajas en el frente soviético.
Su nueva estación fue Francia, esta vez destinado a la 352ª División de Infantería, la cual fue dispuesta en junio de 1944 en la zona de Normandía (norte de ese país), allí viviría su primera gran batalla.
¿Qué pensaba en ese momento Heinrich?
Este soldado mantuvo en anonimato sus acciones hasta avanzada edad (80), fue en una entrevista con el canal de televisión francés INA, cuando el entrevistador le preguntó, sin mayor eufemismo, si él era la denominada “Bestia de Omaha”.
“Éramos treinta hombres (en la sector alemán), cada uno con un único pensamiento: ‘¿saldríamos vivos de allí?’ Yo no quería estar en esta guerra. Yo no quería estar en Francia. Yo no quería disparar una ametralladora contra jóvenes de mi edad. Pero allí estábamos, debía servir en una guerra que ya se había perdido y obedecer las órdenes de mi teniente”, recordó.
En su casa, el veterano de guerra indicó que siempre supo que sus acciones eran reprochables, pero sabía que debía cumplir el mandato de su teniente Bernhard Ferking, por quien sentía admiración y respeto.
“No hubo gloria en las playas ese día, solo mucha sangre, gritos y buenos chicos muriendo. No sentía pánico, ni odio, uno hacía lo que tenía que hacer y sabía que ellos, tan cierto como que el infierno existe, te harían lo mismo a ti si tuvieran la oportunidad”, expresó en ese momento.
En la oportunidad, se dio el tiempo de describir la pesadilla que lo acompañó durante toda su vida. La imagen del primer soldado norteamericano que mató esa madrugada desde su nido de ametralladoras.
“Recuerdo el primero en morir, el hombre salió del mar y estaba buscando un sitio donde esconderse. Le apunté al pecho, pero el disparo fue alto y le dio en la frente. Vi su casco de acero rodando hacia la orilla y entonces se desplomó. Sabía que estaba muerto, aún sigo soñando con ese muchacho y me pongo enfermo cuando pienso en él ¿qué podía hacer? ellos o yo, eso era lo único que pensaba”, indicó.
Así fue como estuvo 9 horas disparando desde su fortaleza, vio como sus compañeros caían uno tras otro, pero seguía disparando. Su motivo era simple, mantenerse con vida, a lo que se agregaba que su teniente también hacía resistencia en la zona, no quería dejarlo a solas.
“Al principio los cuerpos estaban a 500 metros, luego a 400, más tarde a 150. Había sangre por todos lados, gritos, muertos y moribundos. El oleaje mecía más cuerpos en la orilla. Al final de la tarde me di cuenta de que era la única persona que aún disparaba. Podía ver a los tanques maniobrando en la playa y sabía que no podría contenerlos yo solo”, relató.
Finalmente, en el nido WN62 quedaban tres personas, el teniente Frerking, Heinrich y otro soldado que ayudaba a cargar la armas. La situación llegó a un punto en que fue insostenible y el oficial al mando ordenó retirarse, sin dejar lugar a objeciones.
Fue así como los tres emprendieron una huída a campo abierto, tanto el teniente como el soldado que acompañaban a ‘Hein’ (como era conocido) fueron abatidos por soldados estadounidenses. La “Bestia de Omaha” fue hecho prisionero, si bien no lo mataron, pasó varios años viviendo en pésimas condiciones.
De acuerdo al documental de History Channel, Severloh fue enviado a Estados Unidos a trabajar en los campos como recolector de algodón y patatas. En 1946 fue enviado a Inglaterra a laborar en la construcción de carreteras. Finalmente, fue devuelto a Alemania en 1947.
Finalmente, Heinrich Severloh murió en un asilo de ancianos cerca de Celle (Baja Sajonia), en el año 2006, a la edad de 83 años.
un verdadero soldado, que entro a la historia militar del mundo, un ejemplo del valor militar, un verdadero guerrero
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