La formación de “Gran Madrid” con la anexión de los municipios limítrofes.-a


Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes


El núcleo original de Madrid y los límites municipales de las localidades contiguas con la delimitación final tras la anexión.

El crecimiento de la ciudad chocó con los municipios de su entorno. Estos a su vez presentaban igualmente expansiones que en algunos casos eran importantes. Era evidente la necesidad de un planeamiento conjunto y por ello se tomó la decisión de anexionar estos términos municipales a Madrid. La resistencia de estos municipios a perder su independencia dificultó la creación del “Gran Madrid”. Las ideas unificadoras tardaron mucho en poder ponerse en práctica, pero tras la Guerra Civil la operación se llevó a cabo.
Al margen de las consideraciones urbanas, la operación del “Gran Madrid” también tuvo que ver con las aspiraciones del nuevo régimen de potenciar la capital como un gran centro administrativo, financiero e industrial para lo cual necesitaba ampliar sus límites y propiciar la reestructuración que la convirtiera en la gran ciudad deseada.
Los problemas de estructura fueron importantes, puesto que la disparidad morfológica de los núcleos absorbidos (donde se encontraban municipios con historia, arrabales marginales y espontáneos, colonias residenciales, etc.), sumado al carácter discontinuo de todos ellos, dificultarían el “cosido” de tramas tan independientes. Todo ello llevará a Madrid a ofrecer una nueva fisonomía en la que su estructura urbana modificó su tradicional centralidad radial, evolucionando hacia un relativo carácter polinuclear.
Los municipios absorbidos y las fechas fueron:

Chamartín de la Rosa (orden 1947, anexión efectiva 1948)
Carabanchel Alto (1948, 1948)
Carabanchel Bajo (1948, 1948)
Canillas (1949, 1950)
Canillejas (1949, 1950)
Hortaleza (1949, 1950)
Barajas (1949, 1950)
Vallecas (1949, 1950)
El Pardo (1950, 1951)
Vicálvaro (1950, 1951)
Fuencarral (1950, 1951)
Aravaca (1949, 1951)
Villaverde (1954, 1954)

Madrid con anexión de los trece municipios limítrofes. Con ello, la superficie se amplió hasta los 605 km2 (multiplicando por 8 su territorio, aunque también incluiría el inmenso Monte del Pardo como zona verde protegida). La población se elevó hasta 1.618.435 habitantes.



Chamartín de la Rosa

Hasta mediados del XIX, el término de Chamartín de la Rosa presentaba algunas edificaciones aisladas que servían de base al aprovechamiento agrícola del mismo, y un núcleo principal que era prácticamente una villa agrícola dominada y presidida por el palacio y las posesiones del Duque de Pastrana.
La necesidad de suelo no resuelta con el Plan Castro va a provocar la aparición y consolidación de barrios obreros de rápido crecimiento apoyados en la red de caminos existente, como Prosperidad. También se instalaron quintas de recreo de la alta burguesía sobre el margen de la vaguada de la Castellana (Villa Rosa, Pinillos, Maudes, etc.), así como equipamientos que inician un cierto “carácter terciario” de la zona (el velódromo, el Museo de Ciencias Naturales o el Hipódromo). Por otra parte se ubican también instituciones benéficas y religiosas que se trasladan de posiciones centrales por medio de beneficiosas operaciones inmobiliarias. Y con la aprobación de la ley de Casas Baratas se van a ejecutar toda una serie de colonias de vivienda unifamiliar.
El crecimiento había carecido de planificación, creando un tejido urbano inconexo y con graves problemas de estructura. La anexión posibilitará actuaciones estructurantes de gran importancia para Madrid (prolongación de la Castellana, prolongación de Príncipe de Vergara, apertura de María de Molina) que van a suponer en algunos casos la destrucción de parte de esas tramas espontáneas surgidas en los años anteriores.

Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo

La situación de ambos términos en los años de la anexión ofrecía la imagen típica del crecimiento tentacular, que partiendo de Madrid se apoyaba en las principales vías de comunicación que estructuraban el territorio. La evolución urbana de los Carabancheles antes de su anexión a Madrid había sido importante  y en la década de 1930 llegaron a su unión física.
Por otra parte, la carretera de Extremadura, que estructuraba la parte oeste del territorio presentará crecimientos autónomos muy significativos como el barrio de Colmenares (hoy Puerta del Angel).
La zona adquiere marcado carácter militar con la implantación de varios cuarteles a ambos lados de la vía. En 1875 aparece un campamento militar y a partir de 1916, un ferrocarril, el Aeródromo de Cuatro vientos (Escuela de aviación militar), La Escuela Central de Tiro, la Casa Cuartel de la Guardia Civil, una estación radiotelegráfica y el Hospital Militar. Estas instalaciones se van complementando con la aparición de colonias residenciales para estos colectivos.
Los Carabancheles tuvieron antiguamente un carácter de centro de vacaciones de la aristocracia y la burguesía del XIX pero se fue perdiendo poco a poco en favor de barrios obreros.

Canillas y Canillejas

Las repoblaciones cristianas que acompañaban a la reconquista del territorio se encuentran en el origen de estos pequeños municipios. Canillejas se situó en el camino que conectaba Madrid con Aragón y Cataluña, mientras que Canillas lo hacía en las proximidades.
Fueron municipios rurales en cuyo territorio se ubicaron varias fincas de recreo.
En Canillas y Canillejas se levantó una parte de la Ciudad Lineal de Arturo Soria (la que estaría más poblada inicialmente)

Hortaleza

La antigua villa de Hortaleza se encontraba encaramada en la divisoria entre las vertientes de los ríos Manzanares y Jarama. Esta situación hace sospechar a algunos historiadores la existencia de una antigua fortaleza, aunque otros derivan el nombre de las pequeñas huertas que se encontraban regadas por los arroyos Abroñigal y Valdebebas.
La zona comenzó a ser lugar para de fincas de verano de una parte de la sociedad madrileña. Algunas de esas quintas fueron construcciones relevantes (Huerta de La Salud, Palacio de Buenavista, La Quinta de Torrepilares, etc.)
El municipio mantendría su economía agraria prácticamente hasta la mitad del siglo XX.

Barajas

Barajas tiene su origen como núcleo de población en la repoblación castellana ordenada por Alfonso VI de Castilla en el siglo XI (con categoría de Señorío y Villa de Realengo, encargando de su administración a un Conde). El entorno de Barajas fue apreciado por la sociedad cortesana madrileña como lugar para el descanso veraniego (allí se construyeron los duques de Osuna el “Capricho” (de la Alameda de Osuna), espacio de gran reconocimiento por sus extraordinarios jardines).
El gran acontecimiento para esa zona del noreste madrileño fue la creación del aeropuerto, cuya primera terminal se inauguró en 1931. Este hecho condicionará definitivamente el desarrollo de todo el territorio de Barajas.


Vallecas

Vallecas fue un lugar poblado desde tiempos remotos (en el Cerro de la Gavia se han hallado restos paleolíticos) pero hasta la edad media no se consolidó como núcleo de población. Su ubicación en el camino hacia Valencia y el mar mediterráneo lo convirtió en un punto de referencia en el este madrileño. Sus extensos campos de trigo (y la posterior elaboración del pan) le otorgaron el sobrenombre del “granero” de Madrid.
La construcción del desaparecido Puente de Vallecas o puente de los tres ojos (aunque tuvo siete) en el siglo XVIII para salvar el arroyo Abroñigal, tendría una importante repercusión urbana. Con la llegada de la revolución industrial la zona comenzó a transformarse al ubicarse allí muchas familias obreras inmigrantes que encontraban un alojamiento más asequible que en la capital. Así comenzó a desarrollarse un núcleo muy importante, algo alejado de la villa original, que se conocería como Puente de Vallecas. La villa mantendría durante algún tiempo su carácter rural, pero finalmente se convertiría también en el lugar de residencia de una buena parte de la clase trabajadora madrileña. Desde su anexión la inmigración crecería exponencialmente, dando origen a extensiones muy importantes de infravivienda.

El Pardo

La anexión del término municipal de El Pardo no tuvo grandes consecuencias para la morfología urbana de Madrid, pero fue una decisión trascendente desde el punto de vista medioambiental. El Pardo, por proceder de propiedad real y al estar a cierta distancia de la capital, había mantenido su carácter de pequeño municipio rural dentro de un entorno de alto valor ecológico. Su anexión y la posterior catalogación del Monte del Pardo como espacio protegido han posibilitado la existencia de un gran “pulmón” verde para la capital.

Vicálvaro

El territorio de Vicálvaro, al este de Madrid, estuvo poblado desde tiempos muy antiguos (se han encontrado restos paleolíticos en el Cerro Almodóvar). Su origen como núcleo urbano se encuentra en la estrategia de repoblación impulsada por Alfonso VI de Castilla en el siglo XI. Fue un municipio rural, aunque recibió algunos equipamientos singulares vinculados a la proximidad de la Corte (Real Fabrica de Tejidos de San Fernando, o la primera sede de la Caballería de la Guardia Civil, incorporados hoy al Campus de Vicálvaro de la Universidad Rey Juan Carlos). Hasta el siglo XX, siguió siendo un típico núcleo rural castellano, con dedicación agrícola y ganadera, pero acabó recibiendo alguna industria importante como la fábrica de cemento "Portland Valderrivas". Su anexión a la capital transformaría radicalmente el entorno.

Fuencarral

Fuencarral fue una antigua villa situada al norte de Madrid, cuyo nombre, parece asociarse a la existencia de una fuente que era alto en el camino del transporte entre la capital y el norte.
Mantuvo su carácter rural prácticamente hasta el siglo XX, cuando empezaron a instalarse algunas industrias (destacando las jaboneras).

Aravaca

El término municipal de Aravaca era un territorio de carácter rural que había permanecido bastante ajeno a los problemas urbanos de la capital. Su ubicación, más allá de la barrera física del valle del Manzanares, lo alejó lo suficiente para mantener hasta la fecha de su anexión un estado similar a épocas anteriores. El territorio se encontraba estructurado por la carretera que unía Madrid con La Coruña y presentaba casi exclusivamente el núcleo rural de Aravaca.

Villaverde

Dentro de la política de repoblación decretada por el rey Alfonso VI de Castilla se crearon dos núcleos (Santiago el Verde y La Algarrada) que acabaron despoblados a favor de un tercero mejor ubicado, entre los arroyos Butarque y Malvecino. El pueblo agrícola fue prosperando, sobre todo a partir del otorgamiento de la capitalidad a Madrid, ya que se encontraba en el camino hacia Aranjuez, y se convirtió en punto de paso para los desplazamientos de la Corte al sitio real.
Otro aspecto que diferenció a Villaverde fue el terreno arcilloso en el que se encontraba y que fue la base para la implantación de diversas explotaciones cerámicas. La construcción del ferrocarril Madrid-Aranjuez fue el arranque de la instalación de más industrias en la zona.
La Guerra Civil lo dejó prácticamente devastado y tuvo que ser reconstruido durante la posguerra. Tras la anexión se convertiría en destino de una gran parte de la inmigración que recibió la capital.

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