Theodore Saevecke, verdugo de la plaza de Loreto; Armario de la vergüenza.-a


Il palazzo Cesi-Gaddi es un edificio situado en Roma, all'angolo tra Via della
Maschera d'oro e Via degli Acquasparta.
Armario de la vergüenza es una expresión periodística utilizada en Italia por primera vez por el cronista Franco Giustolisi en algunas investigaciones para el semanario L'Espresso.
Durante su actividad denunció la existencia de un armario, encontrado en 1994 en una habitación en el Palacio Cesi-Gaddi (sede de varios cuerpos judiciales militares ) en via degli Acquasparta en la ciudad de Roma , que contenía 695 archivos de 'investigación y un registro general que informa 2274 informes de crímenes , relacionados con crímenes de guerra cometidos en el territorio italiano durante la campaña italiana en la segunda guerra mundial por las tropas nazi-fascistas.

El descubrimiento 

En 1994, el fiscal militar Antonino Intelisano (que estaba a cargo del juicio contra el ex SS Erich Priebke ) encontró en un armario en la oficina del fiscal militar en el Palazzo Cesi-Gaddi , en Roma, un armario, que permaneció durante años con las puertas enfrentadas hacia la pared, donde había documentos "archivados provisionalmente" decenas de años antes. 
 Entre los documentos encontrados también una nota producida por el comando de los servicios secretos británicos, titulada Atrocidades en Italia, estampada con el sello secreto, el resultado de la recopilación de testimonios y los resultados de las primeras investigaciones llevadas a cabo sobre los casos de violencia por parte de los fascistas nazis, que al final de la guerra habían sido entregados a los jueces italianos .
Después de encontrar los archivos, Franco Giustolisi y Alessandro De Feo denunciaron el encubrimiento de los archivos del caso con una serie de investigaciones: la primera publicada el 22 de agosto de 1996 titulada Una, cento, mille Ardeatine  , la segunda el 27 de mayo de 1999 Cincuenta años de encubrimientos. Giustolisi continuó investigando y publicó el 9 de noviembre de 2000 el artículo L'Armadio della shagogna, una expresión con la que se define la historia del ocultamiento. En un ensayo en profundidad publicado por la revista Micromega, The skeletons in the closet , Franco Giustolisi analizó los motivos de la ocultación, indicando en la Razón del Estado tal comportamiento omisivo y publicando la correspondencia entre el ministro de Relaciones Exteriores Gaetano Martino y el ministro de defensa Paolo Emilio Taviani que confirmó estas hipótesis.

Investigaciones posteriores.

Tras las investigaciones de Giustolisi, gracias al fuerte compromiso de las comunidades y asociaciones locales cercanas a las víctimas de las masacres nazi-fascistas, hubo gran atención e interés en el evento por parte de la opinión pública. El Consejo de la Judicatura Militar con un informe final en 1999 y luego la II Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados en 2001 identificaron la gestión de los archivos de anomalías, explicados por ambos órganos con presunta presión política para evitar acciones judiciales contra los responsables. Los alemanes "por razones de oportunidad política, en cierto sentido, una razón de estado superior " .

Al respecto se estableció entonces, con la ley del 15 de mayo de 2003, n. 107 por iniciativa parlamentaria del diputado Carlo Carli y otros, una comisión parlamentaria de investigación sobre las causas de la ocultación de archivos relacionados con crímenes nazis, presidida por Flavio Tanzilli , en ese momento miembro de la UDC . La Comisión funcionó desde octubre de 2003 hasta la primavera de 2006 recolectando una cantidad considerable de documentos, alrededor de 80,000, e interrogando a más de treinta soldados, periodistas y políticos. Las audiciones de Giulio Andreotti y Oscar Luigi Scalfaro tuvieron cierta resonancia.. Tal como lo reconstruyó el investigador Alessandro Borri, la Comisión trabajó en particular en tres enfoques temáticos:


el llamado "camino del Atlántico", según el cual los juicios contra los líderes alemanes se detuvieron para mantener buenas relaciones con la República Federal de Alemania ( Alemania Occidental ), que en el período de la guerra fría desempeñaba un papel de barrera para el avance cultural y Política soviética ; 
la llamada "vía yugoslava", ya anticipada por los estudios de los historiadores Klinkhammer y Focardi, según la cual prevaleció una línea demorada contra los acusados ​​alemanes, para salvar a los soldados italianos acusados ​​de violencia en Albania , Yugoslavia , Grecia y Etiopía ;

La llamada "vía del servicio secreto", para demostrar el vínculo entre la inmunidad y las actividades llevadas a cabo por ex nazis y fascistas dentro de los servicios secretos occidentales.
La Comisión también aclaró las modalidades del descubrimiento, que tuvo lugar en una habitación ubicada en un entrepiso del Palazzo Cesi, en un armario y en un estante; y reconstruyó la gestión compleja de los archivos: una parte (260 archivos) se envió a los tribunales ordinarios en el período inmediato de posguerra, otra (695 archivos) se cerró con el dispositivo de "almacenamiento temporal" en 1960 , otra (aproximadamente 1250 archivos) se envió a los distintos fiscales militares territorialmente competentes .

El trabajo de la Comisión no condujo a una relación compartida. Al final de las actividades, surgieron dos orientaciones profundamente diferentes: el informe mayoritario, firmado por Enzo Raisi , subrayó que falta el documento que prueba la interferencia política y / o de los servicios secretos en el poder judicial militar, mientras que el informe minoritario, firmado por Carlo Carli, "ha estado en línea con las investigaciones anteriores del Consejo de la Judicatura Militar y la Comisión de Justicia de la Cámara, tratando de aclarar cómo la" razón de ser "y el contexto internacional influyeron en la acción cargo penal contra delincuentes alemanes ".

Las publicaciones póstumas y la desclasificación 

En 2004 Franco Giustolisi publicó un libro con el título L'Armadio della vergogna en el que analizaba parte de la documentación oculta. ,
La presidenta de la Cámara , Laura Boldrini , anunció el 15 de febrero de 2016 la disponibilidad de la documentación encontrada por la Comisión Parlamentaria de Investigación (2003-2006) en el sitio web de la Cámara de Diputados.
En un episodio dedicado de la transmisión de Rai , La historia está dedicada a nosotros , Giustolisi contó toda la historia de la ocultación de los archivos del caso. 

Los contenidos encontrados 

Estos son materiales documentales, en su mayoría relacionados con investigaciones preliminares , que habían sido recopilados por el Fiscal General del Tribunal Supremo Militar, designado por el Consejo de Ministros .
En el interior del armario surgieron las masacres más importantes del período de guerra, incluida la masacre de Sant'Anna di Stazzema , la masacre de Fosse Ardeatine , la masacre de Marzabotto , las masacres de Monchio y Cervarolo , de Capistrello , de Coriza , de Lero , de Karpathos , la masacre de la Catedral de San Miniato y las masacres del Alto Rin.Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes


Theodore Saevecke, verdugo de la plaza de Loreto.

Theodor Emil Saevecke (Hamburgo, 22 de marzo de 1911 – 15 de diciembre de 2004) fue un oficial de las SSdurante la Segunda Guerra Mundial. Tuvo el mando de la SIPO-SD (Policía y Servicio de Seguridad) en Lombardía durante la ocupación alemana de Italia. En la posguerra, colaboró con la CIA​ y alcanzó el 
cargo de director de los servicios de seguridad de la República Federal Alemana.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, la CIA sabía perfectamente que Theodor Saevecke  había sido uno de los brazos ejecutores del genocidio de Hitler y responsable de innumerables crímenes de guerra. La carrera protagonizada por este oficial de las SS fue meteórica. Con 16 años entró en la «Rossbach Freikorps», una organización paramilitar de adolescentes conocida por aterrorizar a los ciudadanos en la República de Weimar. Poco después ingresó en el Partido Nazi y, en 1940, con 29 años, ya era una de las tres personas autorizadas para aprobar las ejecuciones de polacos, rusos, gitanos y judíos en el campo de concentración de Poznan.
Sin embargo, nada de esto fue inconveniente para que la CIA lo reclutara como uno de sus agentes mientras en Nuremberg se juzgaba a sus jefes por el asesinato de millones de inocentes en los campos de concentración. No importaba que en los informes de la agencia pudieran leerse consideraciones tales como: «Saevecke ha estado involucrado en el reclutamiento de judíos para la realización de trabajos forzosos», «es culpable de que los principios del nacionalsocialismo sean tan sólidos» y «no se detendría ante nada para reprimir el movimiento comunista, al que odia desde los años 20».

El momento exacto del comienzo de esta relación no está clara, pero los documentos desclasificados hacen referencia a que, en 1946, estaba ya bajo la protección del Grupo Central de Inteligencia (CIG). Incluso que, un año después, convertida esta ya en la CIA, llegó a recibir ayuda de esta para no ser juzgado por sus matanzas y no ser enviado a prisión en Gran Bretaña, a sabiendas de que su crueldad durante la Segunda Guerra Mundial alcanzó niveles salvajes.
 En Túnez, por ejemplo, ayudó a perfeccionar el «suerwagen» (sistema de exterminio con camiones de gas) creado por Walter Rauff y, en norte de Italia, se ganó sobrenombres como el «carnicero de Milán» y el «verdugo de la plaza Loreto» por sus matanzas públicas. Comenzaba la Guerra Fría y todo valía para controlar y enfrentarse al gigante socialista.


La matanza de la plaza de Loreto

Esta última masacre, perpetrada el 10 de agosto de 1944, fue una de las más famosas. Saevecke ideó y organizó la ejecución de quince partisanos en la misma plaza de Loreto donde, curiosamente, menos de un año después, el cadáver de Mussolini sería colgado boca abajo, apaleado y escupido por los vecinos de Milán. Un fusilamiento público que el oficial de la SS no dudó en relatar a los soldados estadounidenses, cuando fue capturado a finales de abril de 1945, pensando que le podría acarrear alguna simpatía con los americanos, como así ocurrió. ¿Cómo? Justificó el asesinato de combatientes de la resistencia italiana si estos eran comunistas, como el aseguraba. Pero se cuidó de no mencionar su responsabilidad en el genocidio de los judíos.
Haciendo oídos sordos a sus propios informes, Saevecke quedó en ese momento bajo la protección de la CIA, que lo reclutó para dirigir sus operaciones en Berlín. Los documentos oficiales, obviando todo su pasado criminal, le atribuyeron pronto logros importantes a la hora de combatir la influencia comunista en la capital alemana. «Saevecke todavía anhela volver a los días en los que el partido (nazi) se encontraba en activo», escribió uno de sus controladores, que después anteponía el hecho de que era el único miembro de su equipo «con experiencia en inteligencia práctica» y «comprensión de los objetivos estadounidenses».
La inmunidad de Saevecke se puso a prueba en 1947, cuando Gran Bretaña quiso juzgarle por los crímenes cometidos en Italia. Y aunque la CIA fue incapaz de evitar su extradición en un primer momento, sí supo utilizar su influencia para protegerle. En apenas un mes, el agente nazi de los americanos era puesto en libertad. Saevecke defendió que nunca había pertenecido a las SS, que solo había sido un agente de policía en Berlín. Y le creyeron, supuestamente, a pesar de haber leído la transcripción de su interrogatorio en junio de 1945, en Italia.

«Una vida digna»

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos sí que sabían que el antiguo oficial de las SS había estado involucrado en crímenes de guerra. En 1950, la CIA informó a su sede en Berlín de que Saevecke había sido jefe de la «SIPO» y la «SD» en Milán y que había estado «involucrado en el reclutamiento de judíos para realizar trabajos forzosos». Esta información no fue suficiente para que continuara siendo un agente activo. La prueba de esto se encuentra en otro informe de agosto de 1951: «Está agradecido de que le hayamos proporcionado una oportunidad de llevar una vida digna, en una posición similar a su antiguo puesto de trabajo».

Pronto el oficial nazi se convirtió en una bomba de relojería para la agencia, que no dudó, sin embargo, en introducirlo en un puesto de autoridad de la Oficina Federal de lo Criminal (BKA). Esto obligó al jefe de la CIA en Berlín, amenazado por el desprestigio que suponía apoyar a este exmiembro de las SS, a escribir a sus superiores un poco a la defensiva: «Saevecke rechaza todas las atrocidades que ha cometido, y las minuciosas investigaciones de los aliados no han logrado apuntalar los cargos en su contra». Pero después añadía que todavía se negaba a pedir disculpas por asesinar a los quince partisanos italianos en Milán.
El antiguo oficial de la SS soportó varias investigaciones por aquella matanza, sobre todo a petición de las autoridades italianas. A pesar de ello, logró estar en activo hasta bien entrada la década de los 60, gracias al empeño de la CIA por ayudarle: «Si su pasado es justificable de alguna manera, se pasarán los informes a los alemanes occidentales con nuestra opinión de que es políticamente conveniente», informaban internamente.

Jubilación

Saevecke en 1971,  pudo jubilarse y retirarse a vivir a una pequeña ciudad termal de la Baja Sajonia. Allí llevó una existencia tranquila y exenta de preocupaciones hasta que, en 1994, fueron descubiertos una serie de informes de la Fiscalía General Militar de Roma ocultos durante más de cuatro décadas. En noviembre de 1999, el Tribunal Militar de Turín pudo al fin condenarle a cadena perpetua por la ejecución de los 15 miembros de la resistencia en 1944. En la sentencia se decía:


«Aun admitiendo que el proyecto criminal de la plaza de Loreto tuviera origen en los mandos superiores, Saevecke lo acogió totalmente, dando disposiciones precisas con respecto a la modalidad de ejecución, incluida la orden de mantener expuestos los cuerpos de las víctimas en aquel lugar como amonestación para todos los opositores».

Nota


Mar, 21/03/2006
El Ayuntamiento de Milan va a renunciar a los daños materiales a los herederos de Theodor Saevecke, el capitán de la SS que organizó la matanza de la  Piazzale Loreto el 10 de agosto de 1944. La razón es que la acción legal para obtener una compensación ahora sería demasiado oneroso y no asequible. El Ayuntamiento había reclamado daños y perjuicios, con las familias de las víctimas en el juicio en el tribunal militar en Turín en 1997 puso fin a dos años más tarde con la condena a cadena perpetua de  Saevecke y daños.
«La acción de cuantificar el daño -se lee en la resolución aprobada ayer- presentaría márgenes de incertidumbre que hacen que su conveniencia sea muy dudosa. Debe considerarse que el juicio se llevó a cabo completamente en ausencia e incluso después de la sentencia fue posible determinar la residencia del acusado. Además, según las noticias difundidas en la prensa, parece que Saevecke murió mientras tanto. La acción legal, por lo tanto, involucraría a sus heredero. Esto tendría, para la ciudad, sin duda considerables costos que serían asumidos en su totalidad por la administración  en el caso, probablemente, la falta de disponibilidad o de insolvencia ". Por otra parte, de acuerdo con el Palazzo Marino "mientras que el daño de las víctimas son también de carácter material, por instituciones y asociaciones como demandantes, que eran eminentemente moral y simbólica".

La conclusión es entonces que "dado el alcance estrictamente hechos históricos, que se produjo más de 50 años antes de la celebración del proceso, desde la administración de quejas ha encontrado la compensación más adecuada en la sentencia, que ha adquirido firmeza, con que el Estado italiano ha logrado una reconstrucción histórica completa de los hechos y la identificación de la persona principal responsable de ellos ".


El armario secreto de los nazis deja sus crímenes al descubierto.

Documentos escondidos en una fiscalía italiana permiten procesar a criminales de guerra
Vanessa Lerin
Milán - 29 abr 2004

Hace 10 años se descubrió en un cuarto cerrado con candado, en el sótano del palacio Cessi, sede de la Fiscalía General Militar de Roma, un armario sellado y vuelto hacia la pared con 695 carpetas que contenían las investigaciones de los crímenes nazifascistas cometidos en Italia entre 1943 y 1945. Habían sido escondidas durante medio siglo. El descubrimiento desembocó en un juicio, iniciado el 20 de abril, contra tres antiguos SS acusados de una matanza cometida en 1944 en Sant'Anna di Stazzema (Toscana), en la que murieron 560 personas, entre ellos 120 niños.
Antonino Intelisano, fiscal militar de Roma en 1994, fue al sótano de palacio Cessi en busca de pruebas para el juicio contra el ex oficial nazi Erich Priebke, pero encontró 695 carpetas que fueron escondidas durante 50 años. Cientos de textos documentaban las matanzas que los miembros de las SS y del Ejército alemán habían cometido contra civiles italianos. Eran más de 15.000 muertos.
Los legajos fueron enviados a las fiscalías militares correspondientes y comenzaron las investigaciones para comprobar la situación de los responsables de las matanzas. Gracias a una de estas investigaciones, el martes 20 de abril comenzó el juicio contra tres ex SS octogenarios -Gerhard Sommer, Alfred Schnonenberg y Ludwig Sonntag- acusados de la matanza de Sant'Anna di Stazzema, en la Toscana. El martes declararon los supervivientes y descendientes de quienes murieron carbonizados dentro de una iglesia o por ráfagas de metralleta. Los acusados, residentes en Alemania, no acudirán al juicio y, aunque sean condenados, no cumplirán la pena ya que, al ser ciudadanos alemanes, no pueden ser extraditados por un tribunal militar.
El alcalde de Sant'Anna di Stazzema, Gian Piero Lorenzoni, afirma que, "aunque la condena no se cumpla nunca, lo que más importa es el resarcimiento moral de las personas que vivieron este trágico episodio". El alcalde también asegura que estas personas no buscan venganza, ya que 60 años de espera han atenuado la rabia, "sólo quieren saber el nombre de los asesinos de sus familiares". Éste no es el único proceso abierto por la justicia militar italiana, que a partir del descubrimiento del llamado "armario de la vergüenza" se vio inundada por centenares de papeles inculpatorios que esperaban justicia.
El tribunal militar de La Spezia, donde se enjuicia la tragedia de Sant'Anna di Stazzema, es uno de los más activos y ayer anunció la apertura de un proceso, el 8 de julio, contra otro antiguo SS, Hermann Langer, acusado de la matanza de 60 civiles en un monasterio cercano a Lucca, también en la Toscana. Le sigue el de Turín, que ya juzgó a los ex SS Engel y Saevecke, y ha iniciado otro proceso. El 8 de septiembre de 1943 se anunció el armisticio firmado por Badoglio, jefe del Gobierno italiano tras la caída del régimen de Mussolini, y las fuerzas aliadas. Al día siguiente, nuevas tropas del Ejército alemán y varios batallones de las SS se unieron a las ya existentes e invadieron a su antiguo aliado, mientras por el sur entraban los estadounidenses y británicos. Desde septiembre de 1943 hasta abril de 1945, más de 15.000 personas murieron a manos de las tropas alemanas y las SS, ayudadas en ocasiones por italianos de la República mussoliniana de Salò. Tras el fallido intento de controlar Italia, los alemanes se retiraron dejando tras de sí un reguero de cadáveres.
Según Luigi Borgomanieri, escritor e investigador del Instituto Milanés de Historia Contemporánea, la estrategia de los alemanes consistió en "arrasar" las poblaciones cercanas a sus líneas de defensa para protegerlas y para dar ejemplo a los italianos que se unieron a los partisanos. Una de estas líneas era la Línea Gótica, que cruzaba Italia de oeste a este, desde La Spezia hasta Rimini. Bajo esta línea se encuentra la Toscana, que fue una de las regiones más castigadas. Cuando las tropas aliadas llegaban a los escenarios de las matanzas, recogían pruebas que, poco a poco, se acumularon en un espeso archivo de atrocidades.
Al finalizar la II Guerra Mundial, los tribunales angloamericanos celebraron 49 juicios contra altos mandos alemanes. No estaba lejos de la intención del Gobierno aliado celebrar un Nuremberg italiano pero, comenzada la década de los cincuenta, y con ella la guerra fría, Alemania se convirtió de nuevo en aliado y los procesos se paralizaron por "razones de Estado", hasta que en los años noventa se inició el juicio contra Priebke y se abrió el "armario de la vergüenza".

* Este artículo apareció en la edición impresa del jueves, 29 de abril de 2004.

Comentarios

  1. No solo los alemanes competir crímenes de lesa humanidad, también lo cometieron los fascistas italianos que eran sus aliados

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