Fin al exilio dorado de la oligarquía rusa en Londres.-a


Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes


Len Blavatnik, una de las grandes fortunas
del mundo, junto a Ximena Caminos y Alan Faena

El oro procedente de Moscú ha dejado de resplandecer como antaño. El ambiente que se respira por las avenidas del callejero de Londongrado poco tiene que ver con el de las últimas dos décadas. Ya no queda nada que celebrar en esas fiestas regadas con mujeres bellas, champán y caviar. La oligarquía rusa, que durante las dos últimas décadas campó en Londres a sus anchas con sus maletines repletos de dinero de dudosa procedencia, comienza a sentir el aliento del Gobierno británico en la nuca. «Ya era hora», claman los activistas y buena parte de la opinión pública que durante años han contemplado cómo el poder les extendió la alfombra roja, los aduló y mimó fiscalmente, en un notorio esfuerzo por captar su capital sin preguntarse por su origen. Pero el panorama ha cambiado.
Bajo el título «Oro de Moscú», el pasado martes se presentó un alarmante informe en el que se acusaba al Ejecutivo de poner en riesgo la seguridad nacional haciendo la vista gorda al «dinero sucio» de los oligarcas que circula por las cloacas de Londres. Los diputados exigen «más liderazgo político» y medidas que impidan la proliferación de «activos corruptos», que sancione a «los sujetos conectados con el Kremlin» y que aumente la «transparencia» sobre la titularidad de dichos activos.
El intento de asesinato con gas nervioso del exespía Serguéi Skripal y su hija en suelo británico marcó el comienzo de una escalada de tensión entre Londres y Moscú y colmó la paciencia de los que denunciaban desde hace años la manga ancha con los negocios de esta elite, que cimentó sus fortunas durante la década de los 90 tras el expolio y privatización de los recursos naturales rusos.

Protegido de Putin

El primero en pagar en sus propias carnes las consecuencias de esta guerra diplomática ha sido Roman Abramovich. Su ausencia en el estadio de Wembley para presenciar la final de la FA Cup entre el Chelsea -equipo que compró en junio de 2003- y el Mánchester llamó mucho la atención. Se desconoce el paradero del oligarca, aunque su jet privado no ha pisado suelo británico desde el pasado 1 de abril, cuando se convirtió en un inmigrante ilegal en Reino Unido.
 A finales de abril, le caducó el visado y a pesar de emprender los trámites habituales para su renovación, no se lo han concedido. Que el proceso se demore más de lo habitual no parece algo fortuito. El Gobierno se niega a discutir «casos individuales», pero resulta significativo que la fortuna 140 del mundo (10.800 millones según «Forbes») tenga problemas de papeleo con la administración como si se tratara de un ciudadano de a pie más. Pero no es el único bajo las cuerdas: 700 visados de rusos adinerados están siendo revisados.
Abramovich, un tipo taciturno, con cierto aire desaliñado y huérfano de padres desde joven, mantiene una relación muy estrecha con Vladimir Putin. Su férrea amistad viene de largo; Abramovich fue uno de los primeros partidarios de Putin y el que lo recomendó como la mejor opción para sentarse en el Kremlin cuando un enfermo Boris Yeltsin buscaba sucesor.
Abramovich posee una fabulosa «mansión iceberg», con más habitaciones bajo tierra que sobre la calle, en Kensington Palace Gardens. Por ella desembolsó 90 millones de libras y como se le quedaba pequeña se unió a los famosos millonarios topos que horadan el subsuelo para ganar espacio. 
Entre sus vecinos figuran los Duques de Sussex o Len Blavatnik, nacido en la Ucrania soviética en 1957 y con una fortuna de 20.000 millones de dólares. Este año recibió una condecoración de la Reina Isabel II por su filantropía, como su donativo para la ampliación del museo de arte londinense Tate Modern. Las autoridades británicas también le tienen bien vigilado.
El dinero ruso ha incursionado incluso en Westminster y el ejemplo más reciente es Oleg Deripaska, el magnate ruso del aluminio y la minería. Ayer abandonó la directiva de Rusal, compañía que el magnate fundó y en la que es el principal accionista a través de la empresa En+ Group, empresa vinculada también al ex ministro conservador de Energía británico, Greg Barker. En la lista negra de rusos bajo la lupa también figuran otros muchos multimillonarios como Alisher Usamov. Quizá sea el momento de buscar nuevos destinos o regresar al frío y el vodka.

La estrella de la fiesta rusa

El solista británico Robbie Williams amenizará una fiesta privada para celebrar el éxito del multimillonario ruso afincado en Londres y accionista de Arsenal, Alisher Usmanov. Williams, quien lanzó en 2016 una canción titulada «Party like a russian», encabeza el eventoen el que se conmemorarán los 25 años de MegaFon, una compañía rusa de telefonía móvil controlada por Usmanov.
La fiesta se enmarca dentro del Foro Económico Internacional de San Petersburgo que arrancó el pasado jueves. Presidido por el presidente ruso, Vladimir Putin, este encuentro atrae a los hombres de negocios con más poder del país.

McMafia

"Tarde o temprano vendrán a por ti"... Es la advertencia que recibe Alexander, hijo del oligarca Dimitri Godman, cuando su vida de altos vuelos en la City de Londres se estrella contra la crueldad implacable de los sicarios rusos. Alexander (James Norton) es el protagonista de McMafia, la serie producida por la BBC a partir del libro de Misha Glenny, en la que la realidad alimenta con caviar y cuchillo a la ficción. Y viceversa.McMafia discurre en ese territorio bautizado en su día por Mark Hollingsworth como Londongrado, el libro que relata el éxodo de la élite rusa a la capital británica, convertida en las últimas décadas en patio de recreo de los oligarcas con sus opulentas mansiones, sus flamantes cochazos... y sus traiciones sanguinarias.

Londres es residencia de los oligarcas rusos

Como el hijo de Dimitri Godman, Londres está pagando muy caro el precio de su connivencia con las mafias rusas en las dos últimas décadas. El envenenamiento con polonio radiactivo del espía Alexander Litvinenko, las muertes "misteriosas" de los empresarios Boris Berezovsky, Alexander Perepilichny o Badri Patarkatsishvili o el tiroteo en plena City del banquero German Gorbuntsov sirvieron de advertencia. Londongrado se ha extendido estos días hasta la apacible Salisbury, a 130 kilómetros, con la intoxicación con gas nervioso del ex espía Sergei Skripal y su hija Yulia. 
Ni la imaginación de los guionistas de McMafia se había atrevido a llegar tan lejos: un intento de asesinato con armas químicas, a plena luz del día y con el repique de campanas de la famosa catedral gótica como telón de fondo. "Cuando os encontremos iremos a por vosotros y a por vuestros bienes, y haremos muy difícil el entorno en el que vivís"... 
La dura advertencia la lanza esta vez el secretario de Estado de Seguridad británico Ben Wallace, que días antes del dramático episodio de Salisbury anunció una ofensiva sin precedentes contra los oligarcas sospechosos de corrupción. Las así llamadas Órdenes de Riqueza Inexplicadas (UWO) permitirán acabar con la total impunidad de las dos últimas décadas y darán poderes a las autoridades británicas para intervenir activos de valor superior a los 60.000 euros cuando los propietarios no puedan justificar la procedencia del dinero. El Gobierno británico, criticado por su falta de acción contra la corrupción rusa, se quita por fin la venda de los ojos, o eso parece. 
"Por debajo de los destellos hay una crueldad muy real", advierte Ben Wallace en declaraciones a The Times. "Cuando ves la serie McMafia, te das cuenta de que la realidad supera a la ficción... La naturaleza del crimen organizado, y la impunidad y la brutalidad con las que esta gente actúa, son muy cercanas a lo que está sucediendo". Las primeras "órdenes" contra los oligarcas están al caer, y la máxima ansiedad se ha instalado entre los ricos inquilinos con acento ruso. 
Al menos diez de ellos han escrito directamente al presidente ruso, Vladimir Putin, para preguntar si pueden decir adiós a Londongrado y volver a Moscú sin miedo a ser detenidos o a sufrir represalias, según ha revelado el candidato presidencial Boris Titov. Tour por las mansiones de los oligarcas Las autoridades británicas calculan que todos los años se blanquean en Londres fondos ilegales por valor de más de 100.000 millones de euros. 

Barrio ruso del Belgravia en Londres

Estamos sin duda en la capital europea del lavado de dinero, con su vasto patrimonio de palacetes y mansiones como los que rodean Belgrave Square, conocida como La Plaza Roja en el callejero imaginario de Londongrado. Allí, entre las flamantes embajadas, tiene casa el magnate del aluminio Oleg Deripaska, y también llegó a tener varios apartamentos el malogrado Berezovsky. A la vuelta de la esquina queda Chester Square, donde tiene su mansión Roman Abramovich, ex socio en el gigante del petróleo Sibneft de Berezovsky, con quien acabó peleándose en los tribunales mientras ascendía en la escala social como propietario del Chelsea FC.
El tour de los oligarcas rusos, organizado desde hace dos años por exiliados políticos próximos a Alexei Navalny, líder del Partido del Progreso, recorre las fachadas blancas del barrio del Belgravia, pasa junto a la embajada rusa en Kensington Palace Gardens (la calle más cara de Londres) y enfila hacia Highgate, donde se encuentra la mansión de Witanhurst, adquirida en el 2008 por 60 millones de euros por una compañía offshore vinculada a la familia del oligarca Andrei Guriev, el rey de los fosfatos. 
Con 65 habitaciones y 28 dormitorios, que la convierten en la segunda mayor mansión de Londres (después del Palacio de Buchingham), Witanhurst tiene algo del palacio venido a menos del zarismo oligarca de Londongrado, donde también ha existido una prolongada camaradería política auspiciada por los tories. Lubov Chernukhin, esposa del ex ministro de finanzas de Putin, Vladimir Chernukhin, saltó hace cuatro años a los titulares tras pagar 160.000 libras en una puja de recaudación de fondos de los conservadores y en la que el premio era asistir a una partida de tenis entre David Cameron y Boris Johnson. Un precio más modesto, 30.000 libras (unos 35.000 euros) ha vuelto a pagar Lubov Chernukhin recientemente, esta vez para cenar con el secretario de Defensa Gavin Williamson, según revela The Daily Mirror. 
Las mesas de los oligarcas rusos eran de rigor en las cenas de gala del Old Billinsgate Market, con el miembro de la Duma Vasily Shestakov, el ex asesor del Kremlin Alex Nekrassov o el británico Tim Lewin (velando por la imagen de Rusia en Reino Unido) como comensales habituales. Y eso por no hablar de Conservative Friends of Russia, el grupo lanzado y desmantelado en el 2012 bajo las acusaciones de haberse convertitido en Tories for Putin. Uno de sus cabecillas fue Matthew Elliott, mano derecha de Boris Johnson en la campaña "Vote Leave", al frente ahora de la organización Brexit Central.

Comentarios

  1. una clase rica, corrupta, oportunista, que refleja la verdadera rusia, elsexo, dinero y la diversión, y el mal gusto.

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