Exilio republicano español en México.-a

Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes


Introducción

El exilio español en México. Los historiadores estiman que México acogió a cerca de 25,000 refugiados españoles entre 1939 y 1942, gran parte durante el gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas del Río.  De estos refugiados se estima que la "inmigración intelectual" o de "elite", se conformaba de aproximadamente un 25% del total. Se destaca también que en mayor número llegaron además: 
"competentes obreros y campesinos", así como militares, marinos y pilotos, hombres de Estado, economistas y hombres de empresa.

Pero fue desde 1937 que comenzaron a llegar los primeros grupos, alrededor de quinientos niños invitados por las autoridades mexicanas para protegerlos de los desastres de la guerra, y una treintena de intelectuales para quienes se fundó la famosa Casa de España en México, de manera que pudieran realizar investigaciones y trabajar en su especialidad lejos del ambiente bélico.

De acuerdo con la doctora Clara Lida:

“fue a Daniel Cosío Villegas -encargado de negocios en Portugal, a quien antes que a nadie, se le ocurrió la idea de que México debía acoger a científicos e intelectuales españoles, para que continuaran sus actividades, mientras la República Española luchaba contra el fascismo y se decidía el futuro de España y en previsión de que la República fuese derrotada”. 


Dice Antonio Alatorre, el académico con más antigüedad en El Colegio de México (Colmex):

“La tarea que hicieron es de un valor absolutamente inapreciable, había que ver renglón por renglón qué ha sido México antes y después de estos grandes hombres”.


Los refugiados ayudaron a crear "La Casa de España en México", hoy llamada "El Colegio de México" y el "Fondo de Cultura Económica", así como a reforzar el profesorado de la "UNAM" y el "IPN". Entre otras muchas aportaciones de los cientí­ficos españoles refugiados fue creada la revista Ciencia, fundada por Ignacio Bolí­var Urrutia (1850-1944), reputado entomólogo.
El exilio español enriqueció al continente americano con la llegada de filósofos como María Zambrano, los poetas León Felipe, Luis Cernuda y Juan Rejano, narradores como Francisco Ayaña y Max Aub, quienes alejaron con buen humor la pena del destierro.
Exiliados españoles.gif Reunión de exiliados españoles en el Centro Español (1940). Archivo Ateneo Español de México.

Dice Fernando Gamboa:

"Entre los muchos que ya no viven, un gran número de ellos honró nuestro suelo con sus restos mortales. Recuerdo con fervor y rindo mi tributo a Luis Buñuel, Rodolfo Halffter, Remedios Varo, Roberto Fernández Balbuena, quien junto con Sánchez Cantón, Alberti, Renau y Ceferino Colinas, salvó los tesoros del Museo del Prado, transportando sus colecciones a Ginebra, bajo el fuego de bombardeos aéreos, en un enorme convoy formado por más de treinta inmensos camiones, episodio heroico que yo presencié en Valencia en 1937. La lista es larga: los doctores Pedro Bosch Gimpera, el oftalmólogo Manuel Márquez, Enrique Díez - Canedo, Joaquín Xirau, José Giral, José Puche, Juan Comas, los entomólogos Ignacio y Cándido Bolívar, José Gaos, Adolfo Salazar, el economista Antonio Sacristán, Pí Suñer, Bernardo Giner de los Ríos, Max Aub, Emilio Prados, Eduardo Ugarte, Pedro Garfias, Luis Recaséns Siches, Eugenio Imaz, Alardo Prats, Agustí Bartra, Juan Rejano, León Felipe, Ceferino e Isabel Palencia, Ricardo Vinós, Rubén Landa, Margarita Nelken, Adrián Vilalta, Concha Méndez, Demófilo De Buen, Mariano Ruiz-Funes, el general José Miaja, el defensor de Madrid, a quien conocí en aquella heroica capital en 1937, Enrique F. Gual -que fue director de este museo-, Otto Mayer Serra, los sacerdotes católicos José Ertze Garamendi y José María Gallegos Rocafull, Juan Naves, en fin, tantas y tantas grandes figuras a quienes tuve el honor de tratar y con muchas de las cuales trabajé estrechamente y las recuerdo con veneración, sobre todo a Juan Larrea y a José Bergamín, quienes murieron lejos de México, pero que hicieron tanto por él."


Aproximadamente unos 25 mil ciudadanos mexicanos según datos de la Asociación de Exiliados Españoles, podrán adquirir la nacionalidad española gracias a la Ley de la Memoria Histórica, una ambiciosa y compleja norma que aspira a reconocer y ampliar los derechos de quienes sufrieron la Guerra Civil (1936-1939) y la represión de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975).

...podrán adquirir la nacionalidad española los hijos de padres o madres nacidos en España y que actualmente viven en el extranjero, así como los nietos de personas que perdieron o tuvieron que renunciar a la nacionalidad española como consecuencia del exilio.

Desde la izquierda, Carmen Tagüeña, Trinidad Martínez, Paloma Altolaguirre,
Loty de la Granja y Teresa Martín (sentada). DANIEL VILLA

México les brindó una nueva oportunidad y ellas quisieron darle algo a cambio. Hace más de 70 años que ocurrió todo, pero siguen recordándolo como si fuera ayer. Pertenecen a la generación de exiliados españoles republicanos que fue recibida con los brazos abiertos por el país, gobernado por Lázaro Cárdenas entre 1934 y 1940. Huían de la guerra civil y del franquismo, pero también de las malas condiciones de acogida en Francia. Los Gobiernos de las Repúblicas mexicana y española habían preparado el asilo para un gran número de españoles, cuyo desembarco data del 13 de junio de 1939, fecha en que el barco Sinaia tocó tierra en Veracruz. Cinco exiliadas, naturalizadas mexicanas, relatan sus vivencias y loan a la tierra que les permitió vivir.
La pintora Teresa Martín (Madrid, 1936) recuerda que en su casa no se hablaba de la República española, la familia estaba dividida por los bandos de la guerra y su padre había sido prisionero de un campo de concentración francés, pero sí se cantaba.
Durante reuniones entre republicanos, le pedían a la entonces joven Martín que entonara "Franciso alegre, La bien pagá... canciones para que estos hombres recordaran, y lloraban cuando las oían".
Sinaia, Mexique, Ipanema, Orinoco, Flandre o Nyassa significan para muchos de ellos la salvación. Son los nombres de los barcos que fueron fletados hasta 1942 y que llegaron a transportar a unos 25.000 españoles a México, un país que sumaba entonces menos de 20 millones de habitantes.
"Llegamos a Veracruz y allí nos estaban esperando mujeres vestidas con los trajes típicos. Nos llevaron a un hotel, nos dieron de comer y al día siguiente el boleto para llegar a la capital", relata Trinidad Martínez (Barcelona, 1928), economista y fundadora del Centro de Investigación y de Docencia Económica (CIDE), un reputado instituto de estudios socioeconómicos.
 Su experiencia choca irremediablemente con la realidad actual, donde la solidaridad con los refugiados sirios que llegan a Europa flaquea, donde las fronteras se realzan con fuerza de nuevo entre países.
El régimen franquista nunca fue reconocido por México. Solo con Adolfo Suárez al frente del Gobierno español, se inició la restauración de las relaciones diplomáticas entre ambos países, de la que esta semana se cumplen 40 años. 
"Mi padre siempre nos decía a mi hermana y a mí: 'México nos ha dado todo y nunca nos ha pedido nada, cuando puedan devuélvanle algo, lo que puedan", recuerda Martínez emocionada.
"A mí también me enseñaron mis padres que había que agradecer", asiente Martín. 
Durante años recorrió las bibliotecas de la capital impartiendo talleres para fomentar el hábito de la lectura:
"Ese trabajo de enseñar a los niños y a los adolescentes era mi manera de, e insisto en la palabra, agradecer a México, sencillamente", explica la artista. 

La economista asegura que fue por este aprendizaje por lo que concibió el CIDE, "el proyecto profesional de mi vida". Después de trabajar 11 años en Escocia, se dio cuenta de que era necesario desarrollar los estudios de posgrado en México: 
"Me dije que tenía que regresar y reforzar eso".

Loty de la Granja (Alicante, 1934) y Paloma Altolaguirre (Londres, 1935), junto con Teresa Martín y la poeta recientemente fallecida Carmen Romero de Rayo, se conocen desde pequeñas y pertenecen al mismo grupo de amigas. Son, como en su día fueron las chicas de Barranca (del Muerto), al sur de Ciudad de México, de cuya banda solo vive ya Mercedes Pereña, la memoria viva de la historia reciente española más olvidada. Menos reconocida. Se trata de la primera generación de mujeres en España que tuvo la oportunidad de estudiar y muchas de ellas lo hicieron: algunas fueron médicas, otras abogadas, también modistas o jefas de producción de una fábrica.

Las cuatro exiliadas republicanas comienzan a hablar al unísono cuando se les pregunta por la figura del expresidente mexicano Lázaro Cárdenas, como si aplaudieran y vitorearan con sus palabras. Carmen Tagüeña, presidenta del Ateneo Español de México, hija también de exiliados republicanos, quien ha organizado la reunión que se celebra en este centro cultural, pone los puntos sobre las ies.
"La acogida de refugiados republicanos españoles era un proyecto de Cárdenas para México, porque creía que podían aportar mucho al país. Acababan de crearse numerosas facultades y había, por ejemplo, muchas plazas de maestros que cubrir. También hizo un proyecto agrícola con los españoles. Vino gente formada: obreros formados, panaderos... Esta es la selección que existió".
 Hace una pausa y añade:

"México ya no está recibiendo a los centroamericanos como recibió a los españoles".

Trinidad Martínez rememora la huida por los Pirineos en 1939 y Paloma Altolaguirre cuenta que recientemente se ha enterado de que aquel invierno fue uno de los más crudos que hubo en muchísimos años. Eran niñas cuando todo aquello ocurrió. Algunos son recuerdos propios y otras informaciones recabadas en investigaciones, documentales o libros. Pero algo está claro: México es hoy su patria.

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