Pablo Neruda poema España en el corazón, premio nobel.- a

Las controversias de los Premios Nobel.

JAVIER MONCAYO
24/11/2017

No hay premio internacional que se precie que no genere una buena polémica. Y ninguno ilustra mejor esta máxima que los Nobel, los más célebres del mundo. El interés que despiertan trasciende el ámbito académico y se instala, con bombo y platillo, en el mediático.

Para la opinión pública, la nacionalidad de los ganadores suele ser más importante que sus méritos, un efecto “marca de país” especialmente sentido, por su popularidad y lustre cultural, en el Nobel de Literatura. Y este, junto con los de evidente carga política, el de la Paz y el de Economía, constituye, sin duda, una fuente de debate periodístico de primer orden.

Más allá del desconcierto que puedan causar por la sobrevaloración de algunos nombres o la omisión de otros de mayor valía, los Nobel han dejado a lo largo de sus más de cien años de historia un reguero de controversias memorables. Si en las científicas predomina la autoría de los inventos o descubrimientos, cuestionada o no exclusiva de los galardonados, las acusaciones de eurocentrismo y sesgo izquierdista han sido la tónica en las literarias. Pero la palma se la lleva el de la Paz, el más discutido por no pocas contradicciones clamorosas y las sospechas de posicionamiento político.

Estados Unidos

En cualquier caso, los Nobel son un termómetro que refleja fielmente el abrumador protagonismo de Estados Unidos en el siglo XX y lo que llevamos del XXI. Los estadounidenses encabezan de lejos todas las categorías salvo la literaria, que lidera Francia.
La guinda política de este reconocimiento la ponen sus veinte Nobel de la Paz, entre ellos, nada menos que cuatro presidentes, dos vicepresidentes y tres secretarios de Estado. El problema es que el camino de su hegemonía mundial está trufado de actitudes y maniobras no ya censurables, sino contrarias a la naturaleza pacífica del premio.
El Nobel a Henry Kissinger fue el más controvertido, por su implicación en la campaña de bombardeos de Camboya y en la Operación Cóndor de las dictaduras del Cono Sur.
Theodore Roosevelt lo ganó en 1906 por su mediación en el fin de la guerra ruso-japonesa, pero, como se apresuraron a señalar los críticos, el presidente se jactó de su intención de que su país alcanzara el estatus de gran potencia mediante la fuerza militar, que usó en el Caribe el mismo año en que fue distinguido. La respuesta del Comité Nobel del Parlamento noruego fue que en la valoración de los elegibles primaba su labor decisiva en un acontecimiento concreto.

Más controvertido fue el de 1973, concedido al secretario de Estado Henry Kissinger y al representante norvietnamita Le Duc Tho por los Acuerdos de París, que establecían un alto el fuego en la guerra de Vietnam y la retirada de las tropas estadounidenses.
Además de que las hostilidades no habían cesado, lo que dejó en evidencia el “empeño” alegado por el Comité, la trayectoria de Kissinger era, de tan oscura, negra: campaña de bombardeos en Camboya e implicación en la Operación Cóndor de las dictaduras del Cono Sur. Dos miembros del Comité dimitieron y Tho rechazó el premio.
Más recientemente, los otorgados a Jimmy Carter (2002), Al Gore (2007) y Barack Obama (2009) han levantado ampollas por su presunto respaldo a los postulados demócratas. Obama, por ejemplo, juró su cargo apenas doce días después de que concluyera el plazo de presentación de nominaciones para el diploma. Por tanto, era imposible, según los detractores, que lo mereciera “por sus esfuerzos extraordinarios para reforzar la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”. Ante estas críticas, algunos miembros del Comité respondieron que su decisión se basaba en el deseo declarado de Obama de revertir la agresiva política internacional de su predecesor, George W. Bush.

La ira de Hitler

Otra de las grandes polémicas del Nobel de la Paz la hizo suya la bestia negra del siglo XX, Hitler. Y, en este caso, la intencionalidad política del galardón era manifiesta. En 1935, en pleno apogeo nazi, recayó en el periodista alemán Carl von Ossietzky, pacifista y destacado opositor del régimen hitleriano, por una serie de artículos en los que denunciaba la continua violación alemana del Tratado de Versalles.
El veto de Hitler a que los alemanes aceptaran cualquier Nobel afectó hasta a tres candidatos, que no recibieron la medalla hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Aunque el nazismo no era santo de devoción en el resto de Europa, la política de apaciguamiento empezaba a tomar forma, y muchas voces consideraron un error ofender así a Alemania. Como si les hubiera escuchado, la indignación de Hitler fue mayúscula.
Impidió a Ossietzky, enfermo de tuberculosis tras pasar tres años en campos de concentración y vigilado por la Gestapo, acudir a la ceremonia de entrega en Oslo en 1936. Y un año después promulgó un decreto que prohibía a los alemanes aceptar cualquier Nobel.
El veto, con amenazas incluidas, afectó a Richard Kuhn (Química, 1938), Gerhard Domagk (Medicina, 1939) y Adolf Butenandt (Química, 1939), que no recibieron la medalla hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

Escritores anti-sistema

Lo mismo le ocurrió, pero bajo el yugo del totalitarismo opuesto, el soviético, a Boris Pasternak. Aunque en un principio aceptó el Nobel de Literatura de 1958, tuvo que declinarlo por la presión de Moscú, que lo tildó de “recompensa al mensaje disidente” de la novela Doctor Zhivago.
La distinción a Pasternak, junto a las de Camilo José Cela (1989) o Mario Vargas Llosa (2010), por citar algunos ejemplos, vendría a desmentir el manido sesgo izquierdista del que se ha acusado a la Academia Sueca. Aunque también es cierto, como observó el diario El País en 2010, que “parece premiar, además de a un escritor, la causa que considera que defiende o representa”, así como valorar “las luchas de las minorías y la valentía de quienes se enfrentan al poder”. Por esa razón, a Jorge Luis Borges, simpatizante de la dictadura de Videla, se le habría negado el Nobel.
La opinión de que la Academia es marcadamente eurocentrista está muy extendida. Y no solo entre los críticos norteamericanos, tal vez perplejos porque su país aún no ocupe el primer puesto del ranking, sino incluso dentro de la propia institución. En 2008, su secretario permanente, Horace Engdhal, salió al paso de los continuos ataques con dos sentencias que le costaron el puesto:
 “Europa sigue siendo el centro del mundo literario” y “Estados Unidos es demasiado insular. Apenas traducen y tampoco participan realmente en el gran diálogo de la literatura”. 
Su sustituto, Peter Englund, calmó las aguas reconociendo ese sesgo, aunque lo justificó:
“Nos es más fácil identificarnos con la tradición europea”.

El Nobel de Economía tampoco ha escapado de las disputas ideológicas, pero, de nuevo, nunca parece llover al gusto de todos. Así, mientras que el del Milton Friedman en 1976 fue muy contestado por la izquierda por su asociación con la dictadura de Pinochet, el de 2008 a su antagonista, Paul Krugman, suscitó críticas desde la derecha por su izquierdismo y notoria antipatía por los republicanos y, en concreto, Bush.
Claro que, entre las historias de archienemigos, la de Thomas A. Edison y Nikola Tesla es sin duda la más divertida, o dramática, según se mire. Edison es el inventor más prolífico de la historia (bombilla y fonógrafo, entre otros) y Tesla, el científico que más ha contribuido al desarrollo de la electricidad, pero ninguno llegó a ganar el Nobel.
La animosidad que se profesaban tendría mucho que ver en ello. Ambos minimizaron públicamente los logros del otro y rechazaron compartir el Nobel o aceptarlo si uno de ellos lo recibía antes. Tesla se llevó la peor parte. El Nobel de Física por la invención de la radio fue a parar a Guglielmo Marconi en 1909, pese a que aquel tenía la patente. Terminó declarándose en quiebra.


Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes



España en el corazón: himno a la glorias del pueblo en la guerra es un poemario del poeta chileno ganador del Premio Nobel Pablo Neruda, que expone los horrores de la Guerra Civil Española, y donde además presenta su postura de republicano. En este libro muestra su rostro de poeta combatiente e idealista.
La primera edición, corresponde a Ediciones Ercilla Santiago de Chile, 1937. Fue reimpreso por primera vez en España por el Comisariado del Ejército del Este, ediciones literarias. En una primera edición (impresa en la Abadía de Montserrat en 1938) de 500 ejemplares numerados y una segunda (1939) sin numerar de 1500. De acuerdo con la «Nota del autor» al final de esta edición, este «Himno a las glorias el pueblo en la guerra» forma parte del tercer volumen de Residencia en la Tierra».




La edición de 1938 es una de las más raras de una obra de Neruda, ya que sólo se conservan seis ejemplares: uno en la Library of Congress de Washington, uno en la Biblioteca de la Abadía de Montserrat, uno en la Biblioteca de Cataluña y dos en la de la Universidad de Barcelona y uno en manos de un coleccionista privado en México. Sin embargo, la segunda edición de 1939 quizá sea más rara aún. El ejemplar que se reproduce en forma virtual en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes pertenece a esta tirada.



Poema Madrid 1936

Madrid, sola y solemne.
Julio te sorprendió con tu alegría de panal pobre.
Clara era tu calle, claros eran tus sueños.

Un hipo negro,
una ola de sotanas rabiosas
rompió entre tus rodillas sus cenegales aguas,
sus ríos de gargajos.
Con los ojos heridos todavía de sueño,
con escopetas y piedras,
Madrid, recién herida,
te defendiste,
corrías por las calles dejando estelas de tu santa sangre,
lamiendo y llamando con una voz de océano
con un rostro cambiado para siempre
por la luz de la sangre
como una vengadora montaña
como una silbante estrella de cuchillos.

Cuando en la sacristía de la traición
entró tu espada ardiendo,
no hubo sino silencio de amanecer,
no hubo sino tu paso de banderas
y una honorable gota de sangre en tu sonrisa.

Preguntaréis: ¿Dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?

Os voy a contar todo lo que me pasa.
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.

Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
Mi casa era llamada
la casa de las flores, porque por todas partes
estallaban geranios: era
una bella casa
con perros y chiquillos.
Raúl, te acuerdas?
Te acuerdas, Rafael?
Federico, te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
Hermano, hermano!

Todo
eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Arguelles con su estatua
como un tintero pálido entre las merluzas:
el aceite llegaba a las cucharas,
un profundo latido
de pies y manos llenaba las calles,
metros, litros, esencia
aguda de la vida,
pescados hacinados,
contextura de techos con sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.

Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.

Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!

Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!

Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.

Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la sangre por las calles
venid a ver
la sangré por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!

Comentarios

Publicar un comentario

Publicaciones por meses I

Mostrar más

Publicaciones por meses II

Mostrar más

Publicaciones por meses III

Mostrar más

Publicaciones por meses IV

Entradas populares de este blog

El Club de los 400 millonarios de nueva york; y la Familia Astor.-a

Reina consorte María de Teck(I) a

Las siete puertas de Madrid.-a

Five Points o los cinco puntos de nueva york.-a

El juicio por el accidente de Chernóbil​.-a

Las autopistas urbanas de Santiago.-a

Nobleza rusa.-a

La nobleza Catalana.-a

El imperio colonial portugués.-a

Isla de Long Island (Nueva york).-a