Restaurante Chancho con Chaleco.-a



Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes


LA LEYENDA DEL CHANCHO CON CHALECO: UN GRACIOSO RECUERDO DE LA GRAN ÉPOCA DE LOS FERROCARRILES EN CHILE

Mascota isotípica del restaurante "El Chancho con Chaleco", mostrando al cerdito con un característico chaleco de camarero.



El personaje "antológico" del chancho con chaleco y sus boletos de tren.

Partamos con una advertencia necesaria, aunque nos suene de Perogrullo: en Chile, es común llamar popularmente chaleco a lo que también se conoce como suéteres y jerseis de lana, no sólo a la prenda sin mangas que detenta dicha denominación formal o ténica y que los chilenos prefieren llamar chaleca. Chancho, en cambio, es el uso también popular para referirse al puerco o cerdo, aunque con connotaciones más peyorativas (por ejemplo: la marcha chancho o hacer "una chanchada").
A pesar de la nula relación entre ambos elementos, resulta que los dos se juntan en la curiosa alusión a una imagen o personaje llamado el chancho con chaleco, coincidente con el nombre de uno de los más célebres y tradicionales boliches de recreación y comida típica en la comuna de Maipú, en Santiago. Recurrida antes mucho más que ahora, la referencia al chancho con chaleco tuvo alguna vez dos orientaciones, según entendemos:
Algo extraño e impropio, carente de sentido lógico, parecido a otras comparaciones animalistas como culebra con orejas, zancudo con bototos o perro verde. Se refiere a algo con características, adiciones o haciendo presencias que, no obstante estar ahí, no corresponden a la normalidad y deberían tener lugar, generando una situación irracional o de desubicación total; de anormalidad.
Alguien negativo y hasta cierto punto despreciable, pero que ostenta con una falsa legitimidad o condición de civilidad, careciendo de ella en su fuero interno. Es una suerte de cruce entre la expresión chancho en misa y el lobo con piel de oveja, que señala así a personas de mala intención o vileza que actúan con cierto cinismo y poder frente al hombre débil o las causas justas.

La explicación al origen de tan singular figura del chancho con chaleco, sin embargo, podría deberse a un hecho con base real, que pasó a formar parte de los muchos mitos urbanos "ferrocarrileros" del país y su folklore citadino, especialmente en la Zona Central, vinculado específicamente a los tiempos de esplendor histórico de los servicios de trenes, antes que su época fuera sobrepasada por la de las autopistas y los vuelos nacionales.
La fuente en donde podemos encontrar el origen del mito porcino es la sabrosa crónica "Memorial de la Estación Mapocho" (2005), de Alfonso Calderón Squadritto, el Premio Nacional de Literatura al que debemos gratitud como fuente, por mucha de la información publicada en este blog.
Dice allí el destacado cronista que, entre 1862 y 1925, rigió en Chile la ley de ferrocarriles que los equiparaba a los caminos y así les permitía gozar de las servidumbres legales en los fundos y propiedades colindantes a las rutas entre ciudades. Al mismo tiempo, la ley de marras regulaba la relación con el público, los itinerarios, las cargas, las velocidades y las tarifas, además de la atención y satisfacción a los reclamos de usuarios que se viesen afectados frente a cambios de horarios, malos servicios y situaciones desagradables dentro de los carros, como pasajeros malolientes o presencias molestas de animales.
A mayor abundamiento, Calderón comenta que muchos animales domésticos o de corral solían ser subidos a los trenes por los pasajeros, escapando de sus canastas y generando protestas del público, al igual que "esas gallinas amarradas de las patas que no paraban de cacarear o causaban gran impresión en otros adultos y niños al verlas tiesas y con los ojos abiertos".
Es en este contexto que, según la tradición oral recogida por Calderón, aparece la figura del chancho con chaleco, por un curioso acontecimiento ocurrido el ramal hacia la localidad de Renaico en La Araucanía (estación de la línea Talcahuano-Chillán-Angol), aunque otras versiones especificaban que ocurrió en el trayecto Santiago-San Rosendo.
Sucedió que, una noche en la estación del ferrocarril del ramal, dos hombres llevaban un cerdo para tomar el tren de la noche, pero advirtieron que pasar al animal como carga les resultaba más caro que un boleto de pasajero de tercera clase. Decididos a ahorrarse el dinero, entonces, aprovecharon la oscuridad para colocarle al chancho un chaleco (con un gorro o un sombrero de ala, en otras versiones orales) y subirlo al vagón, en donde lo sentaron en su puesto como una persona. La complicidad de la noche y la poca iluminación interior hizo el resto del engaño.

Fachada de la quinta de recreo y restaurante "El Chancho con Chaleco", hoy más moderna y mejorada que como se ve en la fotografía. Fuente imagen: guía Restaurantesen.org.


No termina allí la historia: cuando pasó el cobrador por el carro, cayó en la trampa y creyó que el bulto con chaleco era, efectivamente, otro pasajero humano sentado allí con los dos hombres, permitiéndoles continuar hacia la estación de destino. Sin embargo, tras cortar los tickets y volver a su puesto, "no pudo dejar de comentarle al maquinista la tremenda impresión que le había causado un pasajero que era tan feo como un verdadero chancho", en palabras de Calderón.
Desde entonces, y además de dar origen a un chiste popular de la época describiendo la misma trama, el chancho con chaleco se convirtió en una figura de varias significaciones y parte del gran legendario de los ferrocarriles chilenos, reapareciendo a veces en la literatura y la vida popular urbana. Incluso hay algunas piezas representándolo en la artesanía tradicional, como la producida por ciertos maestros de la greda del pueblo de Pomaire.
Sucedió también que, hacia 1920, en la avenida Pajaritos llegando al Camino a Melipilla, casi enfrente de donde está la Capilla del Niño Jesús de Praga, apareció el histórico y bohemio boliche de Maipú que ostentará el mismo nombre de la leyenda: el "Chancho con Chaleco", título que se dio también al que fuera el plato más característico de su cocinería (una receta de cerdo trozado y condimentado).
El célebre establecimiento maipucino nacido como quinta de recreo "Venecia" (bautizado en principio así, por estar rodeada de canales y acequias), era aquel al que llegaban los pasajeros de los trenes de la antigua y muy cercana Estación Maipú, del ramal Santiago-Rancagua, por lo que tenía un vínculo con el folklore y las historias ferrocarrileras que podría explicar el nombre. Aún se encuentran las vías férreas del viejo ramal, en el sector de calle Alberto Llona y Camino a Melipilla.
Sin embargo, el título de "Chancho con Chaleco", de acuerdo a sus actuales dueños, lo habría recibido después el local por razones muy diferentes a la supuesta anécdota del tren: según don Enrique Olivares, nieto del fundador Luis González, su abuelo se ganó tal apodo en una discusión con unos clientes cuando quería cerrar el local en la noche y estos resistían irse, dándole después el mote al propio establecimiento. Don Luis era corpulento y usaba un vistoso chaleco (la prenda que lleva correctamente este nombre, sin mangas) cruzado por llaveros, con dos bolsillos, con relojes de cadena, por lo que uno de los comensales le habría gritado en la ocasión, mientras trataba de mandarlos para sus casas: "¡No te pongas pesado, pues, chancho con chaleco!". Es interesante el detalle de que estaba presente el jefe de estación de la cercana parada de trenes entre los clientes de aquella anécdota, según nos cuenta don Enrique, revelando otro posible vínculo o conocimiento previo del personaje de la leyenda.


El concepto del chancho con chaleco original nacido en un frío y ruidoso ferrocarril de los días de la locomotora, ya se perdió en el imaginario del folklore urbano chileno, quizá, pero al menos su nombre sobrevive indirectamente en un templo de tradiciones culinarias y barra típica en Maipú.

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