Pedro Álvares Cabral, descubridor de Brasil.-a

Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes



Biografía

(Belmonte, h. 1467/68 - cerca de Santarem, h. 1520/25).
Navegante portugués. Nacido en el seno de una familia noble, fue nombrado almirante por Manuel el Afortunado en 1500, y obtuvo el mando de la segunda flota portuguesa con destino a la India. Siguiendo la ruta aconsejada por Vasco da Gama, evitó las calmas de las costas de Mauritania y se adentró en alta mar y ayudado por las corrientes marinas, alcanzó las costas del Brasil un mes y medio después de haber zarpado; las nuevas tierras fueron bautizadas por él como «Terra de Vera Cruz», de la cual tomó posesión en nombre de la Corona portuguesa. Zarpó de nuevo hacia el SE, dobló el cabo de Buena Esperanza, y a pesar de las violentas tormentas, alcanzó las costas de Mozambique, que exploró.
 Llegó a las costas de la India, asedió Calicut y obligó al príncipe de Cochín a firmar un tratado comercial con Portugal. Volvió a Lisboa el 21 de junio de 1501, y sus viajes fueron relatados por Ramusio en las Navegaciones y viajes (1563), lo que da prueba del renombre que logró con su gesta.

Legado

El primer asentamiento permanente portugués en tierra que se fundaría en Brasil fue São Vicente, establecido en 1532 por Martim Afonso de Sousa. Conforme los años pasaron, los portugueses fueron lentamente expandiendo las fronteras de su colonia hacia el oeste, conquistando las tierras tanto de los amerindios como de los españoles. El Brasil había asegurado gran parte de sus fronteras actuales alrededor de 1750, siendo considerado por Portugal como la parte más importante de su vasto imperio marítimo. El 7 de septiembre de 1822, el heredero de Juan VI, el príncipe Pedro, garantizo la independencia de Brasil de Portugal y se volvió su primer emperador.
Los descubrimientos de Cabral, así como el mismo lugar donde fue enterrado, fueron olvidados por casi 300 años desde su expedición.118​119​ Esta situación comenzó a cambiar al inicio de la década de 1840, cuando el emperador Pedro II, sucesor e hijo de Pedro I, patrocinó búsquedas y publicaciones sobre la vida y la expedición de Cabral a través del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño. 
Esto formaba parte del ambicioso plan del emperador para incentivar y reforzar un sentimiento de nacionalismo en la diversificada sociedad brasileña —dando a los ciudadanos una identidad e historia comunes como residentes del único país de lengua portuguesa en América.
 El inicio del resurgimiento del interés en Cabral había resultado del descubrimiento de su tumba por el historiador brasileño Francisco Adolfo de Varnhagen (más tarde nombrado Vizconde de Porto Seguro) en 1839.​ El estado completamente decadente en el que la tumba de Cabral fue encontrada provocó una crisis diplomática entre Brasil y Portugal —este último era entonces gobernado por la hermana mayor de Pedro II, María II—.
En 1871, el emperador brasileño —entonces en visita oficial en Europa— visitó la tumba de Cabral y propuso la exhumación para fines científicos, la cual fue realizada en 1882.​ En una segunda exhumación, en 1896, fue autorizada la remoción de una urna que contenía tierra y fragmentos de huesos. A pesar de que sus restos mortales se localizaban en Portugal, la urna fue finalmente llevada a la iglesia de Nuestra de Señora de Monte do Carmo en Río de Janeiro el 30 de diciembre de 1903.
Desde entonces, Cabral se volvió un héroe nacional de Brasil.​ En Portugal, sin embargo, los autores afirman que su prestigio es sofocado por la fama de Vasco da Gama.Para el historiador William Greenlee, el viaje de Cabral es importante «no solo por su posición en la historia de la geografía, sino también por su influencia en la historia y la economía de la época». 
A pesar de ello el autor reconoce que pocos viajes «tuvieron mayor importancia para la posteridad», afirmando también que «pocos fueron menospreciados en su tiempo».​ En tanto, el historiador McClymont afirmó que «la posición de Cabral en la historias de las conquistas y descubrimientos portugueses es impugnable a pesar de la supremacía de hombres mayores y más afortunados». Según él, Cabral «será siempre recordado en la historia como el principal, sino el primero, descubridor de Brasil»

Hipótesis del descubrimiento intencional
Desembarque de Cabral em Porto Seguro, óleo sobre tela de Oscar Pereira da Silva, 1904.

Una controversia que ocupa a los estudiosos desde hace más de un siglo es si el descubrimiento de Cabral fue accidental o intencional. En este último caso, significaría que los portugueses tenían por lo menos algún indicio de que existía una tierra al oeste. La cuestión fue encarecida por primera vez por el emperador Pedro II de Brasil en 1854 durante una sesión del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño cuando se indagó de las búsquedas que el descubrimiento pudo haber sido intencional.
Durante la conferencia de 1854, la presunción generalizada era de que el descubrimiento había sido un accidente. Obras iniciales sobre el asunto defendían esta perspectiva, tales como História do Descobrimento e Conquista da Índia (publicado en 1541) de Fernão Lopes de Castanheda, Décadas da Ásia (1552) de João de Barros, Crônicas do Felicíssimo Rei D. Manuel (1558) de Damião de Góis, Lendas da Índia (1561) de Gaspar Correia, História do Brasil (1627) de fray Vicente do Salvador e História da América Portuguesa (1730) de Sebastião da Rocha Pita.
Tumba de Pedro Álvares Cabral en Santarém, Portugal.

La primera obra que defendió la postura de que el descubrimiento había sido intencional fue publicado en 1854 por Joaquim Norberto de Sousa e Silva, después de que Pedro II iniciase el debate. Desde entonces varios estudiosos apoyaron la idea, tales como Francisco Adolfo de Varnhagen,​ Capistrano de Abreu,​ Pedro Calmon,​ Fábio Pestana Ramos​ y Mário Barata.
Para el historiador Hélio Vianna, «a pesar de que hay señales de intencionalidad» del descubrimiento de Cabral, «basados principalmente en el conocimiento o en las sospechas anteriores de la existecia de tierras en las costas del Atlántico Sur», no existen pruebas irrefutables que lo comprueben. Esta opinión también es compartida por el historiador Thomas Skidmore.
 El debate sobre si el descubrimiento fue deliberado o no es considerado «irrelevante» por el historiador Charles R. Boxer. Para el historiador Anthony Smith, las alegaciones del conflicto «probablemente nunca serán resueltas»

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