As de la aviación Leocadio Mendiola ; José Villalba Rubio

Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

Mendiola Núñez, Leocadio. Badajoz, 8.II.1909 – Barcelona, VII.1998. Aviador.

Este aviador, que permaneció con la Aviación de la República durante la Guerra Civil, nació en Badajoz en el seno de una familia conservadora, en la cual el padre, Juan Mendiola Coronado, que era militar subalterno, había sacrificado posibles ascensos para no someter a la prole a la típica trashumancia de los destinos periódicos. Así, el oficial del Arma de Infantería permaneció durante años como subayudante del Regimiento n.º 41 Gravelinas, de guarnición en la ciudad extremeña. Su madre, Juliana Núñez Guerrero, pudo dedicarse a criar a su descendencia formada por tres chicas y cuatro varones, de los cuales Leocadio era el quinto.
A pesar de que él mismo confesaba que en su familia había grandes influencias de tipo religioso — dos de sus hermanas eran monjas— se declaraba de creencias laicistas y era partidario del matrimonio civil, aunque se casó tres veces por la Iglesia. Fruto de esos matrimonios fueron sus seis hijos, cinco de la primera unión y una hija de su segunda mujer.
Desde muy joven tuvo gran afición por la aeronáutica. De joven, en Badajoz, quiso ser aviador, estudiando en distintas academias preparatorias, pero, junto con su padre, calculó que sería más rápido, para ser piloto, en vez de ingresar en una academia militar, sentar plaza como soldado voluntario de Ingenieros para el Servicio de Aviación y así convertirse en piloto.
A los dieciséis de edad, el 1 de julio de 1926, entró en el Ejército como voluntario en Ingenieros para el Servicio de Aviación en Cuatro Vientos. A los cuatro meses ya era cabo y poco tiempo después, en 1923, sargento, destinado en la Escuadrilla de Experimentación que mandaba el laureado capitán Senén Ordiales González. También recordaba con cariño y nostalgia la pequeña figura del capitán Cipriano Rodríguez Cucufate, uno de los primeros aviadores españoles que se lanzó en paracaídas.
En diciembre de 1930 se produjeron los acontecimientos de Jaca, Cuatro Vientos y la huelga de Madrid.
Aquel 15 de diciembre le sorprendió a Leocadio Mendiola de servicio como sargento de semana en la 3.ª Escuadrilla de Experimentación en la base aérea.
Algunos de los notables oficiales amotinados, como Queipo de Llano, Ramón Franco, La Roquette y Del Valle, despertaron a gritos a todo el personal de tropa y suboficiales y mandaron formar con armamento.
Como resultado de la algarada, todos aquellos oficiales huyeron y, en cambio, algunos subalternos, como Mendiola, se vieron internados en la basílica de San Francisco, usada como prisión militar.
La proclamación de la República el 14 de abril terminó con su período de reclusión. Aquel año se convocó un curso de pilotos y fue nombrado para él, incorporándose en Alcalá de Henares para realizar la fase elemental, y luego a Guadalajara para el Curso de transformación. Voló como piloto en los aviones de la época y fue destinado en 1932 al Grupo 21 de León.
Allí tuvo como jefe al capitán Chamorro, del cual aprendió a convertirse en un verdadero aviador. Hizo el curso de mecánico y regresó a su destino. En 1932 era ya brigada y realizó el curso de ametrallador-bombardero, y a mediados de 1934 fue destinado forzoso a Tablada (Sevilla), debido a uno de aquellos traslados de parte del personal sospechoso para uno u otro bando, de los que ya se preparaban para enfrentarse poco tiempo después.
En Sevilla pasó destinado a la escuadrilla de Carlos Martínez Vara de Rey y conoció a Carlos de Haya González, con el cual practicó vuelo sin visibilidad.
En junio de 1936 se había incorporado voluntario a Getafe y se encontraba el 18 de julio acuartelado en la base al mando del teniente coronel Antonio Camacho Benítez. A partir de esa fecha, Mendiola combatió en vuelo con diferentes tipos de aviones durante toda la llamada batalla de Madrid, acudiendo a bombardear y reconocer posiciones, tropas, cuarteles y formaciones enemigas.
En octubre de 1936 pasó destinado a Guadalajara para formar parte de las tripulaciones de los Tupolfev SB-2 Katiuskas, recién desembarcados en Cartagena.

Comenzaron a volar los rápidos bimotores de bombardeo soviéticos tripulantes rusos y algunos selectos pilotos y observadores españoles; entre los primeros, Lurueña, Arcega, Alejandro Ramos y Mendiola. Los españoles se iniciaron con una tripulación incluida en cada patrulla rusa y fueron poco a poco entrenándose y pasando a mandar las patrullas y escuadrillas en el Grupo 12 de bombardeo. Después de participar en la batalla de Guadalajara al mando de una patrulla en abril de 1937, tanto Enrique Pereira como Leocadio Mendiola fueron nombrados jefes efectivos de las escuadrillas 2.ª y 3.ª Durante el resto del año actuó con gran eficacia al frente de su escuadrilla, empleándose a fondo en los bombardeos de Mallorca en mayo, de Huesca, Zaragoza y en la batalla de Belchite en junio y en la de Brunete en julio de 1937. En diciembre de ese mismo año, y debido a la gran influencia que el partido dominante en la zona gubernamental tenía sobre las decisiones del Estado Mayor de la Aviación de la República, el hasta ese momento jefe del Grupo 24, mayor Pereira, fue sustituido por Mendiola, que pertenecía a esa misma organización. Fue el jefe del Grupo 24 hasta la terminación de la guerra.
A primeros de agosto de 1937 participó en el bombardeo del aeródromo de Garray (Soria), donde se destruyeron y dañaron numerosos aviones nacionales, constituyendo uno de lo mejores triunfos de la aviación gubernamental. En octubre del mismo año, completados los efectivos de los Katiuskas con nuevas remesas, participó en las actuaciones sobre Calamocha, Daroca, aeródromos de Mallorca y Zaragoza. En la batalla de Teruel participó sobre la ciudad, Almudévar, Calatayud y algo más tarde en el Alfambra. Propuso varias veces actuaciones arriesgadas y originales, como un ataque puntual sobre el general Franco o el bombardeo del Vaticano despegando desde Barcelona y volviendo a Menorca. Pero estos planes no fueron aceptados por Hidalgo de Cisneros.
Mientras tanto, el prestigio de Mendiola iba en ascenso entre sus subordinados. En muchas ocasiones volaba en las misiones ocupando un puesto en formación muy distinto al típico del jefe, como punto en una patrulla lateral, observando y corrigiendo a sus tripulantes con paciencia y mucha prudencia. A veces sus actuaciones personales eran arriesgadas y excesivas, como en una ocasión en que, después de un bombardeo sobre un aeródromo, bajó al campo y dio una pasada con el tren de aterrizaje fuera y tocando con las ruedas sobre la hierba. Todo esto contribuía a aumentar el enorme carisma que siempre tuvo entre sus aviadores.
El 6 de marzo de 1938 encabezó el ataque al Baleares, en el cual, aparentemente, siempre estuvo convencido de que había causado su hundimiento, si bien años después se demostró que en aquel momento el crucero nacional ya se había hundido. En la batalla del Ebro actuó de forma exhaustiva. Durante toda la guerra padeció accidentes y su avión recibió impactos, con gran suerte, pues nunca tuvo un accidente grave. En agosto de 1938 fue propuesto por la Subsecretaría del Aire del Gobierno de la República para que se le concediera la Placa laureada de Madrid, condecoración máxima similar a la Cruz Laureada de San Fernando. Después de informada y concedida, nunca le fue impuesta, pero, no obstante, el Ejército del Aire le ha reconocido su posesión y figura en el Salón de Laureados del Museo del Aire con todos los honores.
En febrero de 1939 fue enviado a Francia para recoger una nueva remesa de bombarderos que posteriormente fue anulada por el propio Gobierno. Desde Toulouse-Francazal se volvió a la zona central en un DC-2 de LAPE, en una actuación muy meritoria, teniendo en cuenta la situación de la agonizante República en esos momentos; solamente él, el observador Fernando Medina y el piloto Jaime Mata volvieron a la Península después de la caída de Cataluña. Cuando Mendiola se incorporó ya había sucedido el golpe de Casado y la formación de su Junta, con lo cual estuvo amenazado y muy en precario. Participó en una célebre reunión de mandos en Los Llanos, en la cual se decidió la finalización de las actividades de las Fuerzas Aéreas gubernamentales. Pocas horas después despegaba hacia Orán, cuando ya los aviones de la Aviación Nacional estaban tomando tierra en el mismo campo.
Vivió en Argelia y México en el exilio. Volvió a España en febrero de 1967. Se estableció en Cataluña y, ayudado por otros antiguos aviadores, rehízo su vida.

Falleció en julio de 1998.

 

Bibl.: J. Gomá Orduña, La Guerra en el Aire: vista, suerte y al toro, Barcelona, AHR, 1958; J. Salas Larrazábal, La guerra de España desde el aire: dos ejércitos y sus cazas frente a frente, Barcelona, Ariel, 1970; VV. AA., Historia de la Aviación Española, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aérea, 1988; J. Salas Larrazábal, Guerra Aérea 1936-1939, Madrid, Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, 1998-2003, 4 vols.; V. García Dolz, “Leocadio Mendiola”, en Aeroplano (Instituto de Historia y Cultura Aeronáutica), n.º 17 (1998).


Leocadio Mendiola Núñez (Badajoz, 1909 – Barcelona, 1998) fue un militar español, coronel y piloto de combate. Sirvió en las Fuerzas Aéreas de la República Española durante la Guerra Civil española, participando en casi todas las batallas. Fue condecorado con la Placa Laureada de Madrid.

Biografía

Hijo de un suboficial de Infantería, en 1926 ingresó como voluntario en Ingenieros, para el Servicio de Aviación, en la escuadrilla de Experimentación de la escuela de vuelo de Cuatro Vientos, donde alcanzó el empleo de sargento. Al producirse la fracasada sublevación de diciembre de 1930 no llegó a participar en ella, pero permaneció arrestado, como el resto del personal de la escuela, hasta la proclamación de la República el 14 de abril de 1931. Tras su reincorporación al servicio logró el título de piloto aviador y en 1932 fue destinado al grupo 21 de León. Hizo los cursos de mecánico y de ametrallador-bombardero. En 1934 fue destinado forzoso a Tablada (Sevilla) y en junio de 1936 voluntario a Getafe.

Guerra Civil

Los días 18 y 19 de julio de 1936 salió con su Breguet 19 a bombardear el vecino regimiento de artillería ligera, que se había sublevado. Los días siguientes participó en misiones de observación y combate por las sierras de Guadarrama, Gredos y Somosierra, bombardeando una columna nacionalista cerca de Ávila.
En octubre de 1936 fue destinado a Guadalajara para tripular los Tupolev SB-2 (Katiuska) suministrados por la URSS y recién desembarcados en Cartagena. Fue el primer español en acreditarse como piloto del bombardero estratégico Katiuska y se integró en la 3ª escuadrilla del grupo 12. Su primera acción fue bombardear los depósitos de CAMPSA en Sevilla, en noviembre de 1936. En marzo de 1937 participó en bombardeos sobre las tropas italianas en Almadrones (Guadalajara) y en abril atacó la estación de tren de Valladolid. En esos días fue nombrado jefe de la 3ª escuadrilla, con base en San Clemente (Cuenca). Desde allí realizaron vuelos sobre el Mediterráneo para atacar la flota nacionalista. A finales de mayo bombardearon el puerto de Palma de Mallorca, alcanzando cerca de Ibiza -según la versión oficial del gobierno republicano- al acorazado Deutschland, de la marina de guerra nazi, que resultó dañado, dando origen al incidente Deutschland. Como represalia, la flota alemana bombardeó Almería.
En el mes de junio tomó parte en la ofensiva de Huesca, paralela a la ofensiva de Segovia, diseñada por Indalecio Prieto para aliviar la situación del Frente Norte. El día 15 bombardeó Huesca y el aeródromo de Garrapinillos (Zaragoza), con dos escuadrilla de Natachas y Chatos.2​ En julio, como jefe de la 3ª escuadrilla, bombardeó Talavera de la Reina y el aeródromo de Ávila, en el marco de la batalla de Brunete, donde tuvo lugar, sobre Villanueva de la Cañada, un gran enfrentamiento entre grupos de Chirris nacionalistas contra tres escuadrillas de Moscas y dos de Chatos.
Durante la batalla de Belchite, a comienzos de septiembre de 1937 bombardeó los aeródromos de Garray (Soria) y de Burgos, así como la estación de ferrocarril de Calatayud. En octubre bombardeó Calamocha, Daroca, la estación de Sabiñánigo y el aeródromo de Mallorca. El día 12 bombardearon objetivos militares de Zaragoza. A comienzos de noviembre bombardeó Pamplona. En el mes de diciembre tomó el mando del grupo 24 de Katiuskas, siendo ya teniente coronel, y desarrolló una actividad muy intensa a lo largo de la batalla de Teruel: 1 de diciembre, estación de ferrocarril de Teruel; el día 3, Almudévar (Huesca); el 8, aeródromo de Mallorca. Ya comenzado el año 1938, los días 7 y 8 de enero, fueron bombardeadas Calamocha y Calatayud. El 20 de enero, Salamanca, donde los Chirris italianos derribaron un Katiuska. El 25 de enero, bombardeo la línea ferroviaria de Teruel que iba a Zaragoza, en la retaguardia franquista. El 7 de febrero, Alfambra.
El 2 de junio de 1938, después de la llegada de los nacionales al Mediterráneo y la división de la zona republicana, una escuadrilla de Katiuskas del grupo 24 bombardeó La Senia (Tarragona), una base de la Legión Cóndor, siendo derribados cuatro de ellos y suponiendo un grave descalabro porque no causaron ningún daño.
Durante la batalla del Ebro tuvo gran actividad, volando la mayor parte de las veces sin protección de caza. Pero la mayor catástrofe ocurrió sobre Monterrubio de la Serena (Badajoz), cuando un Chirri pilotado por Ángel Salas Larrazábal derribó de una sola pasada a tres Katiuskas, muriendo los nueve tripulantes.
El 29 de agosto de 1938 le fue concedida la Placa Laureada de Madrid, siendo el único aviador de la República en conseguirla, debido a su incesante actividad desde los comienzos de la guerra. El 9 de septiembre sufrió un grave accidente probando un avión, del que resultó con quemaduras en la cara. El 16 de diciembre repitió el bombardeo de La Cenia, donde la Legión Cóndor había concentrado toda su aviación de caza y gran número de bombarderos. El ataque lo realizaron 12 Katiuskas (nueve de la 4ª escuadrilla, de Celrá, y tres de la 2ª, de Bañolas). La aviación republicana perdió cuatro hombres y dos aviones, y la alemana siete Bf-109 en tierra, así como graves daños en la pista de vuelo.
El 21 de enero de 1938 bombardeó Salamanca. En febrero pasó a Francia con dos compañeros en misión oficial para hacerse cargo de sesenta y dos Katiuskas enviados por la URSS y que Francia retenía en Toulouse, pero finalmente Francia no permitió la entrega, al reconocer al gobierno de Franco, y los aviones fueron devueltos a la URSS, de manera que Mendiola y sus compañeros volvieron a España (en concreto a Los Llanos) en el avión del ministro Julio Álvarez del Vayo.

Tras la formación de la Junta de Defensa del coronel Segismundo Casado, Mendiola participó en una reunión, el 27 de marzo de 1939, en Los Llanos, para tratar de la entrega de los aviones en Barajas, con el coronel Manuel Cascón Briega, el teniente coronel Alonso Vega, el mayor José María del Romero y el capitán Julián Barbero. El coronel Cascón les informó de lo tratado en Madrid con la Junta de Casado y les dejó libertad para elegir: entrega en Barajas o exilio. De los 20 Katiuskas disponibles,  se entregaron en Barajas y tres fueron utilizados para salir de España, pilotados por Leocadio Mendiola, Ananías Sanjuan y Juan Sospedra, que volaron hasta Orán (Argelia). Antes de salir al exilio, Mendiola intentó convencer al coronel Cascón de que saliera con ellos, y le contestó:

-¡Soy el Jefe de Aviación y debo permanecer en mi puesto!
-Mi coronel, le fusilarán.
-¡Cometerán un grave error! Mendiola, que tenga usted un feliz viaje y buena suerte.
Finalmente, el coronel Cascón sería fusilado por las tropas franquistas en agosto de 1939.

Exilio

Los tres aviadores republicanos fueron internados unos meses en un campo de concentración y después quedaron en libertad, con un subsidio del gobierno de la República en el exilio. Sospedra murió de una infección. A principios de octubre de 1942 Mendiola salió de Casablanca hacia México por barco. En México trabajó en varias empresas y como instructor de vuelo. En febrero de 1967 regresó a España, instalándose en Cornellá, donde un amigo le consiguió trabajo. Nunca tuvo problemas en España a causa de su pasado como aviador republicano.
Le fue reconocido su grado como coronel de aviación. El 11 de junio de 1997 fue homenajeado por el Ejército del Aire exponiéndose en el Museo del Aire un retrato suyo, su biografía y una pintura del bombardeo de La Cenia.

Notas


↑ "Orden concediendo la placa Laureada de Madrid al Mayor de Aviación don Leocadio Mendiola Núñez. Gaceta de la República: Diario Oficial, núm. 243, de 31 de agosto de 1938. Sin embargo, la Placa no le llegó a ser entregada personalmente porque todo el expediente quedó destruido en el incendio del avión que lo transportaba, a causa de un accidente, en Figueras (Gerona), el 5 de febrero de 1939.
↑ La guerra civil mes a mes, Tomo 18. Con Asturias se hunde el Frente del Norte (Octubre de 1937), varios autores, p. 116


José Villalba Rubio



José Eduardo Villalba Rubio (Toledo 1882 – Madrid, 1960) fue un militar español que luchó en la guerra civil española a favor de la República. Recién ascendido a coronel, el estallido de la sublevación militar de julio de 1936 le cogió en Barbastro, al frente de la 2.º Media brigada de la 1.º Brigada de montaña. Mantuvo una actitud dubitativa durante los primeros días hasta que acabó por decantarse por la República. Con posterioridad fue jefe militar de Málaga cuando esta fue tomada por los sublevados en febrero de 1937. Pertenecía a una familia de honda raigambre militar: hijo de José Villalba Riquelme, que fue ministro de la Guerra, escritor y fundador de la Legión Española, la mayoría de sus hermanos —Álvaro, Ricardo, Antonio y Fernando—, salvo Carlos (que murió en la guerra de Marruecos), fueron oficiales que combatieron en el bando franquista.


Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo como alumno el 31 de agosto de 1904 y sale con el grado de 2.º Teniente el 13 de julio de 1908, por lo tanto tuvo a su padre como coronel director de dicha academia. Tras un corto periodo de tiempo en Barcelona en el Batallón de Cazadores «Alfonso XII» n.º 15 se incorpora al teatro de operaciones de África.

Guerra de Marruecos

El 15 de julio de 1909 salió junto a su batallón camino de Melilla, incorporándose seguidamente a la columna que mandaba el coronel Ignacio Axo, que entra inmediatamente en campaña; es el bautismo de fuego de este militar y desde ese momento ya no dejará de combatir en los escenarios marroquíes durante casi veinte años. Recibe su primera Cruz de 1.ª Clase del Mérito Militar con distintivo rojo por los méritos contraídos en los combates mantenidos el 27 de julio en la Loma de Aif-aixa, barranco del Lobo, estribaciones del Gurugú.
Asciende a primer teniente en propuesta extraordinaria y comienza un periplo por diferentes cuerpos –Batallón Cazadores «Alfonso XII» n.º 15, Regimiento de Infantería «Isabel I» n.º 32, Regimiento de Infantería «Ceriñola» n.º 42, Regimiento Infantería «Serrallo» n.º 69, en las fuerzas indígenas de Melilla, en el regimiento de Infantería «Alcántara» n.º 58– durante los años 1909-1913. Destinado en las fuerzas de policía indígena de Melilla entre 1913-1915, antecesoras de las fuerzas Regulares, recibe numerosas citaciones por hechos distinguidos en combate.
Tras un corto destino en Barcelona regresa a África, al Gabinete Militar del Alto Comisario de España en Marruecos, en la Jefatura del Estado Mayor del Ejército de España en África. Más tarde fue destinado al grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Tetuan n.º 1 en donde presta servicio hasta primeros de 1919, en que pasa a ser instructor de la Mehal-la Jalifiana, haciéndose cargo de la 4.ª Mia de Infantería y entrando inmediatamente en combate engrosando la columna del teniente coronel Alberto Castro-Girona. En dicha situación, al frente de una Mia de la Mehal-la Jalifiana, combatió para restaurar las posiciones españolas tras el Desastre de Annual2​ y junto a su padre y hermanos tuvo una activa participación en la historia militar de la Guerra de Marruecos.
Combatió en la campaña de 1924-25 al mando de la 3.ª Bandera de la Legión Española –que había fundado su padre, José Villalba Riquelme cuando fue Ministro de la Guerra en 1920– recibiendo numerosas condecoraciones y varias heridas, siendo felicitado de forma oficial en numerosas ocasiones.

Desembarco de Alhucemas

El 8 de septiembre de 1925 se inicia el desembarco de Alhucemas y en primera línea al mando de las Harcas de Regulares va el Comandante José Villalba junto a las tropas legionarias al mando de teniente coronel Francisco Franco.​ Tras la batalla es destinado a mandar la segunda Bandera de la Legión Española.​ Combate por toda la zona del Protectorado Español en Marruecos recibiendo numerosas condecoraciones8​ y varias heridas, siendo felicitado de forma oficial en numerosas ocasiones.
Posteriormente asciende a Teniente Coronel y es destinado a la Guarnición de Ronda, saliendo de los escenarios africanos.

Guerra Civil

A principios de 1936 es ascendido a coronel, y en abril es nombrado jefe de la 2.º Media brigada de la 1.º Brigada de montaña, con sede en Barbastro y cuyos batallones estaban desplegados en Barbastro y la Seo de Urgel.
Durante los meses siguientes tiene conocimiento de la preparación de la sublevación y se muestra partidario de ella. Por tradición familiar, todos sus hermanos, primos, tíos y hasta sus dos hijos estuvieron del lado de los sublevados, por sus convicciones políticas y por su forma de entender España estaba con el bando que se iba a sublevar. Se reunirá con Miguel Cabanellas un par de veces y prepara la revuelta en Barbastro. Se concretaron actividades en caso de que se produjera dicha sublevación: el coronel Villalba se haría cargo de todas las tropas y del mando de la Guardia Civil, y declararía el estado de guerra a favor de la sublevación. No obstante, al producirse la sublevación, cambió de idea sin que se conozcan bien los motivos, aunque quizás pudo deberse a la incomunicación con respecto a los demás sublevados, a la presión anarquista incluso dentro de sus propias tropas, a la falta de unidad entre sus oficiales y al fracaso de la sublevación en Madrid y Barcelona.11​ Según comentaría más tarde el general Emilio Mola, el organizador del golpe militar:

...hubo defecciones por cobardía y las hubo por traición, y por algo más: tal, por ejemplo, el caso del flamante General de División José Eduardo Villalba Rubio, que exigió veinte mil duros ¡Cien mil pesetas! para sublevar la guarnición de Barbastro, cantidad que, como es lógico, no le dimos.
Posteriormente, en el consejo de guerra por auxilio a la rebelión militar al que se vio sometido el coronel José Eduardo Villalba Rubio, se comprobó que este dato era falso.13​ Pronto se puso en acción, y avanzó con sus tropas sobre Huesca. Por su experiencia se le otorgó el mando de todas las unidades que asediaban Huesca, realizando ataques contra la ciudad en septiembre y en octubre sin llegar a conquistarla. Pronto tuvo alguna discusión con los jefes anarquistas, caso de Durruti, por la forma de llevar la lucha en el Frente de Aragón. En algunos documentos de este periodo aparece como jefe del Frente de Aragón, pero este cargo ni le fue otorgado oficialmente ni llegó a desempeñarlo, ya que toda su labor se centró en torno a Huesca. El 16 de diciembre de 1936 Villalba pasa a mandar la 2.ª División del recién creado Ejército Popular de Cataluña, con cabecera en Gerona, cargo de tipo administrativo, dejando el cerco sobre Huesca.
El 4 de enero de 1937 se le nombró jefe del sector de Córdoba, en sustitución de Hernández Saravia. Al producirse el ataque rebelde sobre la costa malagueña el 14 de enero, Martínez Monje, jefe del Ejército del Sur, se dirige a la zona, y ante la deficiente organización militar decide sustituir al jefe del sector, Hernández Arteaga, por Villalba, que se incorpora a su puesto hacia el 23 de enero. Hacia el 1 de febrero de 1937 es nombrado jefe del Ejército del Sur, en sustitución de Martínez Monje, aunque mantiene el mando directo sobre el sector de Málaga. Cuando se produce la ofensiva rebelde sobre dicha ciudad, no puede evitar que esta caiga, retirándose de la misma el día 8.
 Ante esta retirada, José Asensio Torrado, subsecretario del Ministerio de la Guerra, le ordena que vuelva a la ciudad, ya que esta no ha caído aún, pero Villalba desobedece dicha orden. Con los restos de las unidades intenta fijar el frente en la provincia de Granada, pero solo la llegada de refuerzos a la zona frenará la ofensiva de los sublevados. Como dato curioso, al huir de Málaga, dejó al parecer entre sus pertenencias la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús, la cual pertenecía a las Carmelitas de Ronda. Dicha reliquia le será entregada a Franco, que la poseerá hasta su muerte.
Tras la pérdida de Málaga varios militares, como los generales Asensio Torrado, Martínez Monje y Toribio Martínez Cabrera, junto con el propio Villalba, serán juzgados por traición. Ya el 21 de febrero de 1937 es cesado de su cargo en el Ejército del Sur, y días después se dicta un auto de procesamiento contra él. Permanecerá entonces en prisión hasta casi el final de la guerra, siendo entonces rehabilitado y nombrado comandante militar de Gerona en febrero de 1939, en cuyo cargo organiza la retirada a Francia de los restos del ejército republicano.

Exilio y últimos años
El 12 de febrero salió hacia Francia, permaneciendo en dicho país hasta 1950, año en que regresó a España, siendo juzgado, condenado y posteriormente indultado, al concurrir en su persona «clara desafección al bando rojo, que el procesado auxilió en momentos críticos a personas afines a la Causa Nacional y que había manifestado en numerosas ocasiones que no compartía las ideas predominantes en la zona de nuestra Patria que estuvo bajo la dominación roja», según la sentencia del Consejo de Guerra, reconociéndosele el grado de Coronel en la reserva con los estipendios correspondientes.

Familia

Era hijo del general José Villalba Riquelme —ministro de la Guerra en los años 1919-1920— y de Luz Rubio Rivas, tuvo cinco hermanos todos ellos militares: Álvaro, Ricardo, Antonio, Carlos y Fernando. Tuvo, además, cuatro hermanas: Luz, Adela, María Luisa e Isabel, casadas con oficiales del Ejército español.
Casó con María Luisa Gómez-Jordana y Sousa, hija del Capitán general Francisco Gómez-Jordana Sousa —alto comisario del Protectorado español de Marruecos y ministro de Asuntos Exteriores en el gobierno de Franco— y tuvo dos hijos Carlos Villalba Gómez-Jordana y José Luis Villalba Gómez-Jordana, oficiales del ejército español. José Eduardo Villalba Rubio está vinculado a dos dinastías de gran tradición militar que dieron a España insignes militares y a su vez sus hijos también siguieron la carrera de las armas.

Condecoraciones
Medalla conmemorativa de los sitios de Zaragoza
Medalla Militar colectiva de la Mehal-la de Tetuan y Legión Extranjera
Distintivo de permanencia durante 15 años en tropas de choque
Siete Cruces de 1.ª Clase del Mérito Militar con distintivo rojo
Doce Cruces Rojas sencillas
Medalla de Melilla con el pasador de Beni-bu-Gador
Cuatro Cruces de 1.ª Clase de María Cristina
Cinco medallas de sufrimientos por la Patria
Medalla de África
Medalla de servicios especiales en tropas de Policía Indígena e intervenciones militares
Pasador de Melilla en la Medalla de la Campaña de Melilla
Medalla de Marruecos con el pasador “Tetuan”
Cruz de San Hermenegildo
Placa de San Hermenegildo concedida con fecha de julio de 1927
Cruz Roja al Mérito Naval
Tres ascensos por méritos de guerra
Siete veces propuesto para ascenso por méritos de guerra
Gran Cruz de Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa.




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