Las Brigadas Internacionales.-a

Una legendaria unidad militar, que se convirtió en unidad mítica,  en una leyenda para la izquierda. 



Estandarte de la 1.ª Compañía del Batallón Abraham Lincoln.

La XV Brigada Internacional.

La XV Brigada Internacional —también conocida como Brigada Abraham Lincoln— fue una de las Brigadas Internacionales que combatieron en defensa de la legalidad republicana contra los sublevados el 17 y 18 de julio de 1936 en la Guerra Civil Española. Estaba compuesta por voluntarios procedentes de Estados Unidos, Canadá, Irlanda y Reino Unido principalmente, aunque también de otros países. Luchó en algunas de las principales batallas de la contienda, como la del Jarama, Brunete, Belchite, Fuentes de Ebro, Teruel, Aragón y El Ebro.

La XV Brigada Internacional también incluyó voluntarios de Latinoamérica. Debido a las diferencias culturales y los problemas que surgieron entre estadounidense y latinos, la mayoría de estos voluntarios se retiraron de la XV brigada y se incorporaron a otras unidades tales como la brigada de choque de El Campesino.
Las canciones de la brigada fueron "El Valle del Jarama" y "Viva la Quince Brigada".

Estructura y organización.-Relación de batallones


31 de enero de 1937 16.º/57.º Batallón Británico  (Formado por Británicos, Irlandeses, otros.) 23 de septiembre de 1938 Desmovilizado.

31 de enero de 1937 17.º/58.º Batallón Lincoln (Formado por Estadounidenses, canadienses,  irlandeses, británicos.) 23 de septiembre de 1938 Desmovilizado.

31 de enero de 1937 18.º Batallón Dimitrov (Formado por Balcánicos 20 de septiembre de 1937) Trasladado a las reservas de la 45.ª División.

31 de enero de 1937 19.º Batallón Seis de Febrero (Formado por Franceses y belgas.) 4 de agosto de 1937) Trasladado a la XIV Brigada

14 de marzo de 1937 24.º/59.º Volontario 24  (Formado por Voluntarios españoles 10 de noviembre de 1937 )Trasladado a una Brigada Mixta española.

29 de junio de 1937 60.º Batallón Mackenzie-Papineau (Formado por Canadienses y estadounidenses) 23 de septiembre de 1938 Desmovilizado

4 de julio de 1937 20.º Batallón Washington (Formado por estadounidenses)  14 de julio de 1937) Unificado con el Batallón Lincoln.

Además de los batallones, existieron algunas unidades adjuntas a la Brigada:

-Compañía Anti-tanque.
-Unidad fotográfica de la XV Brigada Internacional (Agosto de 1937 - Septiembre de 1938).

-Cuerpo de Voluntarios "Benito Juárez García"



Comandantes de la brigada

János Gálicz (31 de enero - 15 de febrero de 1937)
Vladimir Ćopić  ( 15 de febrero - 10 de julio de 1937)
Klaus Becker (10 de julio - 5 de agosto de 1937)
Vladimir Ćopić (5 de agosto de 1937 - 7 de marzo de 1938)
Robert Hale Merriman (7 - 31 de marzo de 1938)
Vladimir Ćopić ( 1 de abril - 15 de mayo de 1938)
José Antonio Valledor Álvarez (15 de mayo - 23 de septiembre de 1938)
Jorge Agostino ( 21 de enero - 4 de febrero de 1939)
José Gay da Cunha  -( 9 de febrero de 1939)

Personalidades destacadas

Por la Brigada pasaron algunos personajes que alcanzarían renombre durante o después de la contienda:

George Nathan - Jefe de Estado Mayor de la Brigada.
Jock Cunningham - Comandante del Batallón Británico.
Fred Copeman - Comandante del Batallón Británico.
Jack Jones - Comisario de una Compañía del Batallón Británico.
Oliver Law - Comandante del Batallón Lincoln.
Frank Ryan - Comisario de la Brigada.

Danilo Lekić - Comisario de la Brigada.

Orígenes

Fue formada en Albacete en enero de 1937, con la agrupación de los numerosos voluntarios angloparlantes (que entonces se dividían en un grupo de británicos y otro de estadounidenses). También incluía dos batallones compuestos por no-anglosajones: el balcánico "Batallón Dimitrov" y el Franco-belga "Batallón Seis de Febrero". No obstante, por aquel entonces la Brigada estaba compuesta por voluntarios de un total de 26 países.​ El mando lo asumió el Coronel Janos Galicz ("General Gal"), austrohúngaro naturalizado soviético, la jefatura de Estado Mayor era ostentada por el capitán inglés George Nathan y como Comisario estaba un francés, Jean Chaintron ("Barthel").

Historial de operaciones.

Batalla del Jarama

A comienzos de Febrero las fuerzas sublevadas atacaron al sur de Madrid y la recién formada Brigada fue enviada a luchar en la Batalla del Jarama, que iba a ser el bautismo de fuego de la XV Brigada.​ El comandante sublevado García Escámez avanzó rápidamente hasta Ciempozuelos, aplastando la vanguardia de los internacionales de la XV. A eso se sumó la incompetencia inicial del General Gal que pasó factura al comportamiento de la brigada hasta que la actuación de George Nathan salvó la situación.​ 
Una compañía del Batallón Británico fue hecha prisionera después de dejar llegar a sus trincheras, engañados por un grupo de regulares marroquíes que iban cantando La Internacional. Después de esta batalla la Brigada quedó muy malparada y fue retirada por un tiempo a retaguardia.​ Entre los días 23 y 27 de febrero los republicanos lanzaron un contraataque general, participando por primera vez los estadounidenses del Batallón Abraham Lincoln con Robert Hale Merriman a la cabeza. Pero la maniobra fracasó y al fracaso se unía un elevado número de bajas.
Las bajas de la brigada fueron numerosas: Los británicos perdieron entre 225 y 600 efectivos mientras que para los estadounidenses del Lincoln las bajas fueron de entre 120 y 500 efectivos.

Batalla de Brunete

A finales de marzo, el batallón español Voluntario  se unió a la Brigada. Después de unos pocos meses, y bajo la atenta supervisión de Janos Galicz, la brigada fue reorganizada en 2 agrupaciones de unos 1.200 hombres cada uno: La primera estaba al mando de Jock Cunningham​ y formada por voluntarios anglo-parlantes; La segunda era mandada por el Mayor Chapaiev (Miklos Szalway)​ y consistía en la unión de los Batallones Dimitrov, Seis de Febrero y Voluntario 24. Esta era la composición en julio de 1937, antes del inicio de la Ofensiva de Brunete.

Para entonces se encontraba integrada junto a la XIII Brigada Internacional en la 15.ª División al mando de Janos Galicz (General Gal). La brigada, al mando de Ćopić, fue empleada como fuerza de choque. Para el 7 de julio los interbrigadistas ingleses ya habían tomado Villanueva de la Cañada, a las que luego les siguió Villanueva del Pardillo el 11 de julio. Pero ahí quedó la ofensiva republicana, que logró conquistar Brunete y Quijorna antes de que su avance quedase frenado sin remedio el 15 de julio.​ 
El 18 de julio, víspera del primer aniversario de la sublevación militar, comenzó el contraataque general de las divisiones franquistas y los efectivos de la XV Brigada empezaron a sufrir numerosas bajas.​ El popular comisario George Nathan murió durante un bombardeo franquista. Al igual que en el Jarama, la brigada sufrió una elevada tasa de pérdidas; Su tamaño se vio reducido de 6 a 4 batallones.
De entre todas las bajas, particularmente destacadas fueron las de los batallones estadounidenses, que con pérdidas de entre 400 y 800 efectivos se vieron a obligados a unirse en uno solo denominado Batallón Lincoln-Washington.​ El Seis de Febrero, que también sufrió numerosas bajas, fue transferido a otra brigada después de Brunete. De los 2.500 hombres de la XV Brigada que fueron a la batalla, sólo 1.000 soldados sobrevivieron.

Frente de Aragón

En septiembre se trasladó al Frente de Aragón para intervenir en la Ofensiva de Zaragoza, y más especialmente en la Batalla de Belchite, donde la XV Brigada tuvo un papel importante.​ Las bajas fueron elevadas durante estos combates, llegando a ser baja numerosos mandos en los batallones y compañías de la brigada (los comandantes de los batallones Lincoln y Británico murieron en los combates, y el Comisario de la Brigada quedó gravemente herido).Después de la lucha en Belchite, el Batallón Maclenzie-Papineau se unió a la Brigada al tiempo que el Dimitrov era trasladada a la XIII Brigada. Entre Enero y Febrero de 1938 interviene en numerosas acciones en el Frente de Teruel, logrando detener varios contraataques franquistas.
El 10 de marzo, poco después del comienzo del Ataque franquista en Aragón, las divisiones navarras de Solchaga entraban en la devastada localidad de Belchite, siendo las tropas británicas, americanas y canadienses las últimas de la unidad en abandonar las ruinas del pueblo que tanto había costado tomar el verano anterior. El veterano comandante estadounidense Robert Hale Merriman, jefe de Estado Mayor de la Brigada, murió en la retirada.​ El general Vicente Rojo instaló en Caspe su centro de operaciones, congregando en esta villa a las Brigadas Internacionales.​ Pero hacia el anochecer del 17 de marzo la villa aragonesa ya había caído después de dos días de duros combates en los que las Brigadas Internacionales, especialmente la "XV Brigada", se habían destacado en su defensa.
A primeros de abril la unidad entró en Cataluña, donde quedaría rodeada del resto de la zona republicana cuando las tropas franquistas llegaron al mar por Vinaroz (Castellón) y cortaron la zona republicana en dos. La Brigada todavía iba a ofrecer un último acto de resistencia cuando se atrincheró en Gandesa, localidad cercana a la desembocadura del Ebro.​ El 3 de abril cayó la disputada localidad, y con ella 140 brigadistas británicos, aunque la resistencia de la brigada duró unos días más y permitió la evacuación de valioso material bélico y que pudieran reagruparse numerosas unidades republicanas al otro lado del Ebro.

Batalla del Ebro


A partir del 25 de julio participó en la Ofensiva del Ebro, cruzando el río y dirigiéndose hacia el interior, hacia Gandesa, localidad que fue atacada por Líster durante el día y la noche del sofocante verano. El 1 de agosto la XV Brigada Internacional lanzó su más duro ataque contra la Cota 481, una estratégica posición elevada tras la que se encontraba Gandesa. La lista de bajas fue muy elevada, como había ocurrido en los combates de Gandesa durante el mes de abril y en esta ocasión entre los muertos se hallaban Lewis Clive, concejal socialista en Londres, y David Haden Guest, joven filósofo comunista.
 El 2 de agosto, a pesar de los repetidos ataques republicanos, quedó detenido el avance republicano; Los brigadistas entonces pasaron a la defensiva y se pusieron a cavar trincheras. Durante el mes de agosto alternó una corta retirada a la retaguardia con incesantes combates durante los cuales, aunque cedió terreno, logró detener los numerosos contraataques franquistas.
A estas alturas de la guerra ya se estaba debatiendo la retirada de los voluntarios internacionales. Y es que, había unidades de las Brigadas Internacionales donde había más españoles que internacionales, sea el caso de la XV Brigada que estaba al mando del comandante español Valledor, y que tenía algunas unidades compuestas netamente por españoles.​ En el momento de su retirada del frente, éstas estaban combatiendo intensamente en el Ebro; La última acción que tuvieron fue el 22 de septiembre, fecha en que la XV Brigada libró su último combate. 
En esta ocasión el batallón inglés sufrió numerosas bajas, como ya había ocurrido durante los combates de Agosto.​ Tras esto vino su reorganización como una unidad meramente española, en la que poco pudo hacer para frenar la derrota republicana. Después de cruzar el río en noviembre, durante la Campaña de Cataluña fue incapaz de ofrecer una resistencia firme y se retiró a la Frontera Francesa, donde entró en Francia a principios de febrero y desapareció.
Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes



bandera de brigadas

Las Brigadas Internacionales fueron unidades militares compuestas por voluntarios extranjeros de más de cincuenta países que participaron en la Guerra Civil Española junto al ejército de la Segunda República, enfrentándose al bando sublevado contra el gobierno surgido de las elecciones de 1936.
Según los datos manejados por los estudios realizados en Estados Unidos por el Batallón Abraham Lincoln y por el historiador Andreu Castells, llegaron a participar en total 59.380 brigadistas extranjeros, de los cuales murieron más de 15 000; al mismo tiempo los internacionales no sobrepasaron más el número de 20 000 hombres presentes en los frentes en cada periodo de la guerra. La nacionalidad más numerosa fue siempre la francesa, con una cifra cercana a los 10 000 hombres, buena parte de ellos de la zona de París. La mayoría no eran soldados, sino trabajadores reclutados voluntariamente por los partidos comunistas (Comintern) o veteranos de la Primera Guerra Mundial.
Su base se encontraba en la base aérea de Los Llanos, en Albacete. Las Brigadas participaron en la defensa de Madrid en 1936, las batallas del Jarama, Guadalajara, Brunete, Belchite, Teruel, Aragón y el Ebro, siendo retiradas a partir del 23 de septiembre de 1938, a fin de modificar la posición ante la intervención extranjera del Comité de No Intervención.





Los más conocidos brigadistas

Las Brigadas Internacionales contaron entre sus miembros con personalidades como el joven Willy Brandt, que sería luego canciller socialdemócrata de la República Federal de Alemania, Wilhelm Zaisser, Ministro de Seguridad del Estado en la República Democrática Alemana y jefe de la policía política Stasi desde 1950 hasta 1953, así como los literatos Ralph Fox, Charles Donnelly, John Cornford, Gustav Regler, Christopher Caudwell, George Orwell, Nick Gillain, científicos como Guido Nonveiller, pintores como Wifredo Lam y militares como el francés Alex Canitrot, entre otros.
Quizá menos conocidas aunque más legendarias fueron las mujeres brigadistas, entre las que cabría recordar los nombres de Felicia Browne, Fanny Edelman, Mika Feldman, Elisaveta Párshina, Salaria Kea O'Reilly, Adelina Kondrátieva o Lise Ricol.

Brigadistas famosos

Willy Brandt, canciller de la República Federal Alemana entre 1969 y 1974.
Enver Hoxha, primer ministro de Albania entre 1944 y 1985.
Josip Broz Tito, presidente de Yugoslavia entre 1943 y 1980.
Wilhelm Zaisser, Ministro para la Seguridad del Estado de la República Democrática Alemana entre 1950 y 1953.
Paul Robeson, artista afroamericano, fallecido en 1976.
Simón Radowitzky, anarquista ucrano-argentino conocido por matar al Jefe de Policía argentino Ramón Falcón.
David Alfaro Siqueiros, muralista mexicano.
Apolônio de Carvalho, militar, intelectual y lider comunista brasileño.
Luigi Longo, destacado político comunista italiano.
Willi Bredel, presidente de la Academia de Artes de la República Democrática Alemana.
Frank Ryan, político irlandés, miembro del IRA durante la Guerra Civil Irlandesa.
Koçi Xoxe, político albanés.
Henri Rol-Tanguy, comunista francés, jefe de la insurrección de París durante la liberación de la ciudad en 1944.
Pablo de la Torriente Brau, reconocido escritor y periodista cubano. Miguel Hernández le dedicó su "Elegía Segunda".




Comentario 

El 17 de julio de 1936 tiene lugar un golpe de Estado encabezado desde el Marruecos español por el general Francisco Franco. En cuestión de horas, el alzamiento militar contra el régimen republicano controla la parte occidental de la península ibérica. Estalla así la Guerra Civil española, que se prolongará hasta 1939 y que terminará con la victoria de los sublevados. Las primeras unidades de extranjeros leales a la República se formaron nada más producirse el alzamiento

La mayor parte de sus componentes eran participantes en los Juegos Olímpicos populares que iban a tener lugar en Barcelona como réplica a los previstos para agosto en el Berlín de Hitler. Formaron, junto a los primeros voluntarios que empezaron a cruzar los Pirineos, las llamadas “centurias” extranjeras. Unas marcharon con el contingente republicano que intentaría retomar Mallorca. Otras acudieron al frente de Aragón con las milicias anarquistas y del POUM. Con los que cruzaron la frontera por Irún se formaron núcleos armados que rápidamente actuaron contra las tropas sublevadas del general Mola.

En Madrid, unos extranjeros se unieron a la Centuria Octubre, mientras que otros se integraron en el 5.º Regimiento, la unidad del Partido Comunista. Al mismo tiempo, en los foros internacionales se desataba un acalorado debate sobre si se debía intervenir en España. Gran Bretaña y Francia, con las desastrosas consecuencias de la Primera Guerra Mundial todavía en mente, querían evitar a toda costa que el conflicto se extendiera al resto de Europa. Finalmente, formaron con otros 24 países un Comité de No Intervención que a la postre solo perjudicaría a la República, a la que se impuso un embargo de armas.
La Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler no tuvieron reparos en sostener con hombres y armas a los sublevados. Francia había aceptado inicialmente la petición de ayuda del gobierno republicano, pero la insistencia británica le llevó a bloquear en la frontera las armas ya compradas por Madrid. A Stalin el conflicto español le quedaba un poco lejos, pero le preocupaba la intervención alemana e italiana en él. El secretario general del Partido Comunista francés, Maurice Thorez, instó al dirigente soviético a que se implicase para evitar que Hitler y Mussolini pudieran contar con otro país aliado en una Europa abocada a un futuro enfrentamiento.
A finales de julio se reunió el Comintern en Moscú y aprobó ayudar a la República. Días después se acordó enviar a España un contingente de 5.000 hombres. Pero los informes que mandó el embajador soviético en España sobre el curso de la guerra apuntaban a que esta ayuda era escasa. En septiembre, Thorez y el hábil propagandista del Comintern en Europa occidental Willy Muezenberg convencieron a Stalin para que la incrementase.
Thorez se hizo cargo de reclutar un contingente de voluntarios internacionales con la ayuda de los distintos partidos comunistas nacionales, del Socorro Rojo Internacional y de la Liga de los Derechos Humanos. En la labor se implicaron los principales dirigentes comunistas europeos. En la República cualquier ayuda era bien recibida, pero la formación de este contingente no causó grandes entusiasmos. Se veía como una fuerza armada al servicio de Stalin que podía desestabilizar, más que ayudar.
De la misma opinión eran los anarquistas y los comunistas del POUM, alejados de la disciplina moscovita. El presidente del gobierno, Francisco Largo Caballero, no quería que el contingente fuera autónomo, sino que quedara encuadrado en las unidades republicanas, en concreto en la Legión, como unidad de extranjeros. La opinión era compartida por algunos altos mandos militares españoles. Thorez lo rechazó aduciendo que con esta medida los combatientes se sentían equiparados a mercenarios.
Al final convencieron a Largo Caballero y, en los últimos días de octubre, el contingente internacional quedó oficialmente constituido como fuerza autónoma con mandos propios. Se adoptó el nombre de Brigadas Internacionales y, como símbolo, una estrella de tres puntas. El mando le fue entregado al comunista francés André Marty, miembro del comité ejecutivo del Comintern.

La organización


Se formó un centro de instrucción en Albacete al que empezaron a llegar los primeros voluntarios junto a los miembros de las centurias. Los anarquistas y los comunistas no estalinistas se mantuvieron en las unidades de la CNT o del POUM. A medida que fue aumentando el número de voluntarios, se crearon nuevos campos de tiro y centros de instrucción en distintos pueblos de la zona. Los voluntarios solían llegar a Albacete en tren tras ser agrupados previamente en Figueres, Girona. Eran agasajados en todos los pueblos por los que pasaban.
Los miembros de las Brigadas procedían de 54 países. La mayor parte de ellos eran europeos, especialmente franceses (el país mayoritario, con unos 10.000 voluntarios), italianos, alemanes, británicos y polacos. Pero también hubo un buen número de estadounidenses, canadienses y cubanos, así como algunos magrebíes, dos vietnamitas y un japonés. La mayor parte de los voluntarios eran comunistas que soñaban con hacer la revolución, pero también había entre ellos socialistas, anarquistas y liberales –en menor medida– que se enrolaron simplemente por defender la República.
Combatiendo en su bando creían contribuir a que no se extendiera el fascismo en Europa. Obreros sobre todo, agricultores, marinos y, en menor medida, profesionales y estudiantes, la mayoría de ellos dejaron trabajos y familia para venir a España. Pero había también en su seno parados, vagabundos y borrachos indisciplinados atraídos por la aventura o las diez pesetas de sueldo diario (un obrero español ganaba entonces entre tres y cuatro pesetas). En su descargo habría que decir que el idealismo no estaba reñido en aquellos años con el desempleo (muy elevado tras el crac del 29), la indisciplina (los revolucionarios eran alérgicos a lo castrense) y el alcohol.
Precisamente para prevenir que se llenasen las Brigadas de aventureros, espías y saboteadores anticomunistas, tanto en el banderín de enganche como al llegar a Albacete los voluntarios eran sometidos a un cuestionario para conocer su filiación y los motivos de su venida a España. Pero con esta práctica lo que se pretendía, además, era detectar a los trotskistas y a los no comunistas, a los que se trataba con recelo. Los indocumentados y sospechosos, así como los no válidos para el servicio militar, eran devueltos a la frontera francesa o recluidos a la espera de noticias.

La estructura

Uno de los principales problemas de las Brigadas fue dotarlas de mandos. Lo primero que se hacía entre los voluntarios era averiguar quién tenía experiencia militar y cuál era su grado. Había veteranos de la Primera Guerra Mundial y de la Legión francesa, pero la mayor parte habían sido soldados rasos o, como máximo, suboficiales. De ahí que algunos batallones terminaran dirigidos por antiguos sargentos o cabos. Se creó una escuela de oficiales en Pozorrubio para intentar paliar este problema, aunque la inmediatez de los acontecimientos dejaba poco tiempo para entrenamientos.
Los principales cuadros de las Brigadas, al margen de los militares soviéticos, salieron de un grupo de comunistas veteranos de la Revolución Rusa. Formaban parte de un colectivo de unos 600 comunistas exiliados en la URSS. Ocuparon puestos de mando más por su experiencia militar que porque Stalin, terriblemente desconfiado, los tuviera en consideración. De hecho, para este fue un alivio alejarlos de Moscú. Hubo buenos oficiales de artillería entre franceses y polacos, pero se desconfiaba de ellos por ser militares profesionales, no comunistas o de filiación reciente.
Otro de los problemas lo constituyó la comunicación, a raíz de la disparidad de lenguas. La cuestión se subsanó en parte en 1937 con la formación de brigadas por afinidad lingüística. Aun así, los malentendidos serían constantes. Antes del ataque en el cerro de los Ángeles, por ejemplo, los alemanes del batallón Thaelmann se quejaron de no disponer de granadas ni de comida. Recibieron un tren con granadas... de las de comer.
En Albacete, inmediatamente después de la formación de las compañías se procedía al adiestramiento militar, puesto que la mayoría no tenía experiencia en el uso de armas. Los brigadistas rechazaban al principio la instrucción porque lo consideraban “burgués” y “fascista”. Su sorpresa fue ver a los primeros militares soviéticos dando taconazos para saludar a sus jefes y desfilando al paso de la oca.
De todas formas, este adiestramiento también fue escaso: el mando militar de la República requirió pronto a los brigadistas para el frente. De los que acudieron a Madrid en 1936, los veteranos solo tenían quince días de instrucción, y los novatos, veinticuatro horas. Esta pobre preparación, unida a la inexperiencia de los mandos, será una de las razones de la ineficacia militar de las Brigadas en el curso de la guerra, que solo subsanó el ardor guerrero y las muestras de heroicidad individuales y colectivas en el campo de batalla.
El tipo de unidad básico que se constituyó fue el de brigada mixta, según el modelo del ejército republicano, inspirado a su vez en el soviético. Se trataba de batallones de infantería con apoyo de unidades de artillería, caballería, ametralladoras, ingenieros y servicios. Por falta de voluntarios, las Brigadas no estuvieron compuestas por seis batallones, como el resto, sino por tres, y estos tampoco dispondrán de las cinco compañías ni los 750 hombres necesarios.
La primera brigada internacional adoptó el número XI porque eran ya diez las constituidas en el ejército republicano. En cada unidad operaban los comisarios políticos, bajo las órdenes del comunista italiano Luigi Longo. Su labor era el adoctrinamiento prosoviético, mantener elevada la moral y preocuparse de los problemas de los voluntarios. Las Brigadas contaron con sus propias ambulancias y hospitales de campaña, cuyos miembros, con excepción del equipo quirúrgico de la XII, eran brigadistas.

Escasos recursos

Los uniformes fueron uno de los elementos más controvertidos. Las autoridades españolas enviaron uniformes de la Legión a los primeros voluntarios, pero fueron rechazados. Al principio cada voluntario vistió como podía, lo que daba a las unidades una imagen abigarrada. Esta falta de uniformes generó casos como el de un desfile de la Brigada XIV ante el general Walter en diciembre de 1936. Húngaros y alemanes desfilaron marciales, pero al pasar los franceses ante él se oyeron algunas risas. Y es que Walter llevaba por uniforme el de los conductores de autobús de París
Al final los brigadistas recibirán uniformes enviados por el Partido Comunista francés y el gobierno español: la mayor parte chaquetillas y pantalones de paño duro y color caqui, boinas negras, abrigos de piel sin mangas y capotes-manta españoles. Los cascos, escasos y variopintos, eran principalmente españoles y franceses.
El armamento era igualmente escaso y obsoleto. Los fusiles y las ametralladoras procedían de la Primera Guerra Mundial, llegaban en mal estado y se atascaban a menudo. Antes de la operación en Lopera, por ejemplo, solo funcionaban cuatro ametralladoras de las 30 disponibles. Al final se consiguió que 20 fueran operativas.
El armamento era de distintos orígenes, mexicano, polaco, checo, ruso, austríaco, belga, francés... Al ser dispar, la munición también lo era, lo que provocó que en algunas ocasiones no pudieran emplearse las armas por no contar con proyectiles adecuados. Era tan escaso el armamento al principio que en los primeros combates de la batalla de Madrid había brigadistas que esperaban a que algún compañero cayera para tomar su arma.

La disciplina

Las condiciones de los brigadistas fueron muy duras. Pasaban largas temporadas en el frente sin ser relevados. Estaban lejos de casa, sin familia que les apoyase, y apenas disfrutaban de permisos. Sobre todo después de que a la XV Brigada se le concediesen dos días en Alcalá de Henares y tuviese que ser acuartelada ante el cúmulo de borracheras, peleas y destrozos que generó. En general, los brigadistas vinieron a España pensando que iban a permanecer en ella unas semanas. Pero la dilatación de su estancia, sumada a las penurias sufridas en combate, llevó a muchos de ellos a desertar o a insubordinarse.
La historia terminaba normalmente en un proceso sumarísimo y un pelotón de fusilamiento, a pesar de la existencia de unidades disciplinarias. Las ejecuciones eran inmediatas, como les ocurrió a nueve alemanes en Teruel, en enero de 1938, por incitar a la desobediencia tras las enormes bajas sufridas por su unidad. Otros casos, como una rebelión de británicos y estadounidenses en el Ebro por idéntica razón, fueron solventados por el comandante de la brigada, Kriegger, con un tiro en la nuca por sorpresa contra el cabecilla
Se ejecutaba con excesiva facilidad. A un capitán húngaro se le fusiló porque su compañía no pudo tomar la madrileña Casa de Velázquez. Y a un francés, por llamar cabrón a un teniente español. Pedía clemencia desde el suelo porque no podía imaginarse que se le pudiera fusilar por tal hecho. Se responsabilizó de tales excesos a André Marty, el máximo responsable de las Brigadas Internacionales, a quien se apodó “El carnicero de Albacete”
Marty era un personaje mal encarado y desconfiado que amenazaba con fusilar a todo el mundo, pero de muchas de estas ejecuciones tuvo que pedir explicaciones a sus subordinados.Las ejecuciones estaban enmarcadas en la paranoia estalinista de la época y sus continuas purgas de disidentes. Gran parte de los fusilados, de hecho, no eran comunistas, y se les acusaba de espías o trotskistas.

Bautismo de fuego

La primera intervención de las Brigadas fue el 8 de noviembre de 1936 en el frente de Madrid. Le seguirán Teruel, el Jarama, Guadalajara, Brunete, el Ebro, Belchite..., batallas en las que los brigadistas se desangraron heroicamente hasta la muerte. Pero el gobierno de la República seguía desconfiando. A finales de septiembre de 1937, Indalecio Prieto, ministro de la Guerra, promulgó un decreto por el que se equiparaba a las Brigadas Internacionales con la Legión como unidad de extranjeros y se sometía a sus miembros al Código de Justicia Militar español. La medida fue rechazada por el Partido Comunista y por el Comintern.
La última intervención de las Brigadas tuvo lugar el 23 de septiembre de 1938. Dos días antes, el jefe del gobierno, Juan Negrín, había aceptado ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones la retirada de los extranjeros. Buscaba el reconocimiento internacional a su ejecutivo para que le fuera levantado el embargo de armas y de paso anular la injerencia del Comintern en la Guerra Civil, aunque no impidió que Franco siguiera recibiendo ayuda de Alemania, Italia y Portugal.
En esas fechas, las Brigadas no eran una fuerza que beneficiase militarmente a la República. Por un lado, en su seno, el número de soldados y mandos españoles superaba al de extranjeros. Por otro, la llegada de voluntarios había caído vertiginosamente, tanto por las bajas sufridas como por lo que contaban los desertores sobre una guerra salvaje, las duras condiciones de los brigadistas y las ejecuciones sumarias. Y no solo eso: los gobiernos no beligerantes sancionaban como ilegal el enrolamiento de sus súbditos en la guerra de España.



Los galones del capitán Oliver Law

Hablan seis supervivientes de la Brigada Abraham Lincoln que combatió en la Guerra Civil
MIGUEL ÁNGEL NIETO
24 JUN 2006 -

Harry Randall vive en el desierto de Tucson (Arizona). Sus dedos parecen los de un pianista más que los de un fotógrafo. En 1937 era el camarógrafo y fotógrafo de la Brigada Abraham Lincoln, compuesta por unos 2.800 voluntarios norteamericanos que se unieron a la II República "para luchar contra el fascismo".


Durante el largo año en que luchó en España, Randall tomó miles de fotografías y filmó decenas de horas de combates. Muchas de esas imágenes, filmaciones en su mayoría inéditas, han estado entre las cajas de las mudanzas de Randall hasta que un grupo de documentalistas españoles ha logrado rescatarlas e incorporarlas al documental Almas sin fronteras, que La 2 estrenará el próximo viernes.
La memoria de Randall es la memoria gráfica de una gesta multirracial sin precedentes en la historia. Blancos y negros estadounidenses se abrazan en sus fotografías con los mismos uniformes harapientos. "Por primera vez en EE UU, oficiales negros comandaron a tropas blancas", dice el historiador californiano Peter Carroll.

"La Lincoln fue la primera unidad del Ejército norteamericano integrada por soldados de todas las razas. Jamás había ocurrido antes ni ocurriría poco después, en la II Guerra Mundial, donde el Ejército norteamericano seguía siendo segregacionista".

Oliver Law, el capitán negro

Al más mítico de los afroamericanos de la Lincoln, al capitán Oliver Law, un coronel estadounidense que visitó España en 1937, le preguntó: "¿No le da vergüenza lucir ese uniforme con galones?". Y Law le contestó:

  "Yo era artillero en el ejército norteamericano, porque era negro. Aquí, en España, los galones se obtienen por lo que merecemos, no por nuestro color".

Law merecería aquellos galones. Dirigía a sus hombres encabezando los ataques. En 1937 fue alcanzado por un mortero en la batalla de Brunete.

El último de los afroamericanos de la Lincoln murió en 1993. Jimmy Yates grabó la siguiente frase antes de fallecer: "En España fue donde por primera vez, siendo negro, me sentí libre".

A finales de 1936 zarpó de Nueva York un barco con los primeros voluntarios. Abandonaban un país cuyo Gobierno les había prohibido tomar parte en la guerra española. Partían de una ciudad en la que nueve de cada diez habitantes ni imaginaba lo que ocurría en España. Se dirigían a un país donde a nadie conocían ni nadie les esperaba.

Fueron guiados hasta los campos de entrenamiento de Albacete y entraron en combate en la batalla del Jarama (Madrid), en febrero de 1937. El Jarama fue la primera batalla internacionalizada de la Guerra Civil y el primer ensayo de choque de tropas de la II Guerra Mundial. Marroquíes, alemanes e italianos luchaban del lado de Franco. En el flanco republicano se habían citado voluntarios nada menos que de 54 países de los 66 que entonces formaban parte de la Sociedad de Naciones.

Dave Smith es quizá el único superviviente de la Lincoln que estuvo en esa batalla. Cuando llegó al Jarama le dijeron: "¿Sabes usar un fusil?". Mintió: "¡Pues claro!". "¡A la línea del frente!", le ordenaron. Era el 5 de febrero de 1937, la víspera de la ofensiva de una batalla que se cobró 20.000 bajas en sólo 19 días. "Nunca antes habían visto una guerra", afirma Carroll. "Y en ese sentido, el Jarama fue un estreno sangriento para todos ellos".

"Lo único que nos mantenía en pie era nuestro compromiso político. Estábamos tan comprometidos que entrábamos en combate sin dudarlo", recuerda Smith. Otro de los de esa docena de supervivientes norteamericanos, Abe Osheroff, también hace memoria de la guerra. "En la batalla de Belchite me di cuenta de que más de la mitad de los compatriotas con los que me había entrenado en Albacete estaban muertos o heridos".

"Estos hombres hicieron cuanto estuvo en su mano", explica Carroll, "pero no eran militares profesionales. Ahora bien, la experiencia y el entrenamiento que les faltaba lo compensaban con su fe, su pasión y su ánimo. No estaban luchando por ellos mismos, ni tampoco por dinero. Estaban luchando por hondas convicciones. Y por eso es por lo que estaban dispuestos a morir".






Monumento a las Brigadas Internacionales en Londres.


Monumento a las Brigadas Internacionales en Londres.

Ese mismo mes, Hitler reclamó a Checoslovaquia la cesión de los Sudetes. El Comité de No Intervención, temiendo las reacciones de Alemania e Italia, reforzó los controles de cara a la neutralidad con respecto a la guerra española. El 1 de octubre, el gobierno republicano ordenó la retirada de las fuerzas extranjeras. Según cálculos de la Sociedad de Naciones, quedaban 12.600 extranjeros en las Brigadas. El 28 se celebró en Barcelona, en la avenida Diagonal, un emotivo acto de despedida. Los brigadistas desfilaron entre los vítores de la población tras recibir unas calurosas palabras de Dolores Ibárruri, la Pasionaria.
Pero no se fueron todos. Un buen número de brigadistas, principalmente alemanes, austríacos, italianos, polacos y húngaros, siguieron peleando hasta el final en otras unidades republicanas. No podían volver a sus países, puesto que en ellos se habían instaurado regímenes dictatoriales anticomunistas; Francia no les admitía en su territorio; y la Unión Soviética, en un momento de purgas estalinistas, tampoco se interesaba por ellos. Los que no murieron ni pudieron escapar, terminaron en las cárceles del franquismo.
Se ha escrito mucho sobre la eficacia o no de las Brigadas en la Guerra Civil española. Lo cierto es que por número y eficacia su contribución a la causa republicana no fue vital. Las bajas entre los brigadistas fueron elevadísimas, en buena parte por la escasez y el mal estado del armamento y por la ineficacia de los mandos. Al margen del uso propagandístico que hicieron de las Brigadas los partidos comunistas europeos, el papel más importante que ejercieron fue el de elevar la moral de la población republicana, que creyó ver en aquellos extranjeros el apoyo internacional a su causa.



Este artículo se publicó en el número 445 de la revista Historia y Vida.


Comandantes legendarios



Milton Wolff (1915-2008). Fue el último comandante del Lincoln. De origen judío, nació en Brooklyn, Nueva York. Antes de enrolarse fue artista y militante comunista. Llegó a España en marzo de 1937 con la intención de integrarse en la unidad sanitaria como enfermero...Era pacifista. Pero tras la batalla del Jarama se convirtió en soldado. En Brunete comenzó como ayudante de ametralladora y a los pocos días era ametrallador. Destinado al frente de Aragón, en Fuentes de Aragón ya mandaba la compañía de ametralladoras. En la batalla de Teruel, en enero de 1938, ya era capitán. Meses más tarde se hizo cargo del batallón Lincoln tras la muerte de Merriman. Fue desmovilizado, como el resto de brigadistas internacionales, en octubre de 1938.


Steve Nelson (1903- 1993). Activista político estadounidense de origen croata. Se unió a la Brigada en mayo de 1937. Comisario político del batallón Lincoln, temporalmente comandó el batallón tras la muerte de Oliver Law. Promovido como comisario político de la decimoquinta Brigada. Luchó en la toma de Quinto, Zaragoza, y en la batalla de Belchite donde fue herido. Volvió a los Estados Unidos donde se dedicó a recaudar fondos para la República. En 1950 fue condenado a 20 años de prisión por sedición, aunque fue anulada en 1956. Un año más tarde abandonó el Partido Comunista. Después presidió la asociación de veteranos de la Lincoln.


Oliver Law (1900-1937). Nacido en el oeste de Texas. Participó en la Primera Guerra Mundial y esa experiencia fue decisiva para alcanzar el mando. Recibió su pasaporte el 7 de enero de 1937 y partió hacia Francia, a bordo del SS Paris. Law fue el primer soldado negro en la historia en comandar una fuerza militar integrada. El 10 de julio de 1937 fue herido de muerte en el asalto al cerro del Mosquito durante la batalla de Brunete. Murió en una camilla mientras era evacuado a un hospital.


Robert Merriman (1908-1938), fue el primer comandante de la Brigada Abraham Lincoln. Hijo de un leñador, estudió economía en la Universidad de Nevada al mismo tiempo que participaba en el Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de Reserva. Después de completar sus estudios comenzó a enseñar en la Universidad de California. Llegó a España el 18 de enero de 1937. Gracias a su formación pudo entrenar a otros voluntarios. Oficial de operaciones, subió al rango de jefe de Estado Mayor de la XV Brigada Internacional. Herido por un disparo en el hombro en la batalla de Jarama, fue dado por desaparecido durante la batalla del Ebro en 1938. Aunque hay diferentes versiones sobre su muerte, lo único cierto es que su cuerpo nunca fue encontrado. El personaje literario de Robert Jordan en la novela Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway, que interpretó en el cine Gary Cooper, se considera basada en su figura.


Último brigadista internacional de la Guerra Civil española fallece a los 101 años.

45.000 brigadistas internacionales lucharon contra el bando franquista en España.

El último superviviente conocido de las Brigadas Internacionales que lucharon en la Guerra Civil española (1936-1939), Josep Almudéver, falleció en Francia con 101 años.
“Es con un gran pesar que despedimos a Josep, el último de nuestros admirados brigadistas que nos quedaba con vida”, informó en un comunicado la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI).
Almudéver, que murió en la localidad de Pamiers el pasado 23 de mayo, era conocido como el último miembro vivo de los 45.000 brigadistas internacionales que lucharon contra el bando franquista en España.
De origen hispanofrancés, el veterano nació en Marsella, pero posteriormente se trasladó a Valencia, donde vivía su familia.
A los 17 años se alistó como voluntario en el Ejército de la República y luchó en el frente de Aragón, donde resultó herido, y tras recuperarse ingresó en las Brigadas Internacionales gracias al pasaporte francés.
Fue capturado y encarcelado después de la victoria franquista en Alicante, y tras su paso por prisión continuó la lucha como guerrillero hasta 1947, cuando terminó huyendo a Francia para establecerse allí para el resto de su vida.
“Lúcido hasta el final, Josep añoraba su tierra valenciana y sentir el calor que la gente de España le daba cada vez que nos visitaba desde Francia, donde se había asentado al finalizar la guerra civil”, destacaron desde la AABI.
Entre otros honores, el Gobierno de Valencia le otorgó la Alta Distinción y su vida fue retratada en el documental ‘El último brigadista’. (Sputnik)
25 May, 2021 


Josep Eduard Almudéver Mateu 

(Marsella, 30 de julio de 1919-Francia, 23 de mayo de 2021) fue un brigadista internacional francés que participó en la Guerra civil española.

Nació en Marsella, durante su niñez vivió en Casablanca y en Alcácer. El golpe de Estado del 18 de julio de 1936 le sorprendió en Valencia, presentándose como voluntario, siendo aún menor de edad, primero en la Columna Germania donde lo rechazaron, y posteriormente a la Columna Pablo Iglesias, donde le aceptaron al ocultar su edad real. Fue destinado al Frente de Teruel, en la localidad de Cubla. En el frente fue herido y enviado a la retaguardia. Una vez recuperado, en Silla, entró en contacto con voluntarios italianos de la Batería Carlo Roselli, que lo aceptarían dentro de la CXXIX Brigada Internacional. En enero de 1939 es repatriado a Francia cuando el Comité de No Intervención acordó sacar de España a los combatientes extranjeros.
Almudéver volvió a Valencia, en un momento en el que el fin de la Guerra civil española era inminente. Huyó al Puerto de Alicante con su familia de Alcácer y fue hecho prisionero. Entre 1944 y 1947 colaboró con la Agrupación guerrillera de Levante y Aragón, hasta que es descubierto y tuvo que huir a Francia, donde se instaló.​Volvió a España en 1965
En 2014 escribió el libro El pacto de no intervención, pobre república: memorias del miliciano y Brigadista Internacional.
En 2016 fue nombrado embajador por la Generalidad Valenciana en el marco de los premios 9 de octubre.Murió en Francia con 101 años el 24 de mayo de 2021, siendo el último brigadista conocido.



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