Medallas brigadas internacionales (Cuba) a
Soledad Garcia Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes |
Soledad Garcia Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes |
Los voluntarios cubanos en la Guerra Civil Española La originalidad de la participación cubana en la Guerra de España reside en su importancia numérica en relación con la de los países hispanoamericanos, especialmente las islas antillanas de Puerto Rico y de la República Dominicana. En realidad, a la vista de las fuentes consultadas, fueron por lo menos 1.101 (Denise Urcelay-Maragnés, La Leyenda Roja. Los voluntarios cubanos en la Guerra de España, Lobo Sapiens, León, 2011. Las cifras que he podido conocer de los voluntarios de las Antillas hispanohablantes son de 11 para Puerto Rico y 5 para la República Dominicana). Este número es equiparable (respecto a las poblaciones de los dos países) al de los brigadistas franceses, uno de los más importantes entre las Brigadas internacionales, con 10.577 reclutas (Rémi Skoutelsky, Les volontaires français en Espagne républicaine (1936-1939), thèse pour le Doctorat d’histoire, Université de Paris I, juin 1996, 2 vol.). ¿Cómo interpretar tal afluencia por parte de hombres de una de las últimas colonias españolas? Condiciones de la decisión de ir a España En el plano de las motivaciones, antifascismo y defensa del Frente Popular destacan entre los testimonios recogidos cuarenta años después de la guerra. La homogeneidad del discurso tiende a ocultar la diversidad de los sentimientos que debieron de empujar hacia España a los futuros combatientes. Por su parte, Juan Breá y Pablo de la Torriente Brau (Ver Mary Low, Juan Breá, Carnets de la Guerre d’Espagne, Editions Verticales, Genève, 1997, y Pablo de la Torriente Brau, Cartas Cruzadas, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1961.) acudieron a la defensa de la revolución española, otros fueron a España en nombre de José Martí o de la tradición de solidaridad latinoamericana. Algunos historiadores e hispanistas subrayan los lazos afectivos entre Cuba y España. ¿Basta todo esto para comprender el caso cubano? En realidad, las condiciones específicas de alistamiento en Cuba ofrecen un enfoque distinto del caso: por una parte, la decisión de ir a España después del aplazamiento, en Cayo Largo (Florida), de una nueva insurrección armada esperada desde 1935 y, por otra parte, la superación de la contradicción rechazo-atracción que imperaba en las relaciones entre cubanos y españoles hasta 1936. El movimiento antidictatorial y antimperialista nació en los años 1920 contra la nueva dependencia determinada por mecanismos políticos y económicos impuestos por la administración norteamericana. Esta oposición alcanzó su apogeo en los años 1930 con el derrocamiento de la dictadura de Gerardo Machado (1933). Pero el nuevo gobierno nacionalista de Grau San Martín no resistió más de cien días las presiones norteamericanas y las maniobras del jefe militar cubano, Fulgencio Batista. Expulsados del poder, los partidarios de la lucha insurreccional, entre ellos Antonio Guiteras y Grau San Martín, volvieron a preparar la lucha armada mientras el Partido comunista de Cuba (PCC) predicaba la revolución agraria antimperialista, democrática y popular, de liberación nacional. Pero, debido a la falta de unidad y de apoyo armado, la huelga general insurreccional de 1935 fue aplastada. El dirigente revolucionario de la Joven Cuba, Antonio Guiteras, fue asesinado al marcharse para México donde se estaba preparando un nuevo levantamiento en la isla. A pesar de la pérdida del dirigente más popular, el proyecto de insurrección quedaba vigente para algunos grupos y militantes. El PCC, por su parte, aunque debía aplicar la consigna de Frente Popular definida por el Komintern en su VII Congreso (1935), estaba comprometido en la preparación de una acción armada con el Partido revolucionario cubano (Auténtico) [PRC(A)] de Grau San Martín. Tal acuerdo atrasaba el alistamiento de voluntarios decidido por el Komintern con la promulgación del decreto oficial de reclutamiento de Brigadistas internacionales, el 22 de octubre de 1936 (Archivos de Moscú (CRCEDHC, 545.1.72) in Remi Skoutelsky, Les volontaires français en Espagne républicaine (1936-1939), op. cit.,; p. 72.). Para poder lanzarse en esta operación, el PCC estaba pendiente del llamamiento a la sublevación o a su rechazo. El aplazamiento fue decidido en Cayo Largo (Florida) al mismo tiempo que la solidaridad militar con la República española. Así que el primer grupo de voluntarios salió de Cuba el 15 de abril de 1937. Sin embargo, el fracaso del proceso revolucionario en la gran isla no da cuenta por sí solo de la originalidad de la solidaridad cubana. Es preciso tener en cuenta también las nuevas representaciones de España y de los españoles que brotaron cuando la resistencia revolucionaria abrasó España. Surgieron a favor de dos fenómenos: primero, la proyección de España al primer plano de la Historia, cautivando las esperanzas de todos los oprimidos y, luego, la gran desilusión resultando del aplazamiento de la revolución cubana— desilusión articulada en una gran frustración instalada desde los primeros días del acceso a la independencia. No era una mera cólera; las humillaciones de los primeros años de la independencia, atribuidas al vecino anglo-sajón, habían profundizado los complejos de inferioridad de la herencia de la “raza latina”. Sin embargo, la crítica a la penetración económica norteamericana no impedía la manifestación de sentimientos antiespañoles. Los ataques contra el español —incluso el trabajador— habían desembocado en la Ley de Nacionalización del Trabajo, promulgada por el gobierno nacional revolucionario de Grau San Martín (1933), cuya consecuencia fue la expulsión de Cuba de numerosos trabajadores peninsulares. Fue la ejemplaridad de la lucha de los republicanos españoles lo que cambió radicalmente los sentimientos para con España, ayer considerada decadente. Los voluntarios, que en su mayoría habían apoyado al gobierno de Grau San Martín, consideraban a los agresores de la República como enemigos comunes, herederos de la vieja España colonial y esclavista. Más aún, por la filiación reconocida y la identidad común reinvidicada, los combatientes cubanos, herederos de las virtudes guerreras y revolucionarias del Pueblo español, derribaron los viejos complejos de la decadencia latina, volvieron a encontrar una identidad y una dignidad en el codo a codo con los españoles, los primeros que se habían levantado contra el fascismo. Pues, si el antifascismo no estuvo ausente en la motivación de los voluntarios cubanos para defender la República española, su empeño fue la manifestación de una de las formas de salvaguardar la identidad cubana. El alistamiento de los voluntarios cubanos El flujo de los cubanos recorre los tres años de la guerra. Los primeros, exiliados en España, se enrolan desde el principio, en julio de 1936. A partir de enero de 1937, llegan los exiliados a EEUU (Arch. Départ. Seine-Maritime (Rouen), AD. SM. 1 M 195. “Débarqués du S/S Paris, ils vont en Espagne.”), y desde abril de 1937 hasta mayo de 1938 los reclutas de Cuba. Al final, son por lo menos 1 101 voluntarios. |
En Cuba Después de la reunión de Cayo Largo, el PCC se lanza clandestinamente al reclutamiento de voluntarios. Se designa a Ramón Nicolau responsable de la comisión de reclutamiento. Esta estructura reagrupa a los representantes de los grupos favorables a este tipo de apoyo a la República española: comunistas, nacionalistas de izquierda e incluso conservadores. El primer grupo sale de La Habana el 15 de abril de 1937. Se habrán marchado de Cuba unos 850 según Ramón Nicolau (Entrevista a Ramón Nicolau, La Habana junio 1977, in .Gerold Gino Baumann, Los voluntarios latinoamericanos en la guerra civil española ( En las Brigadas internacionales, las milicias, la retaguardia y el ejército popular), Ed. Guayacán, San José, Costa Rica, 1997, p. 184). Sin embargo, antes del reclutamiento oficial, Luis Rivero, militante de Joven Cuba, al recibir de Nueva York el 18 de diciembre de 1936 un mensaje de su amigo Rodolfo de Armas anunciándole: “Lo de España camina” (A. Alfonso Bello, Juan Pérez Díaz, Cuba en España, Ciencias Sociales, La Habana, 1990., p. 152), se va a Nueva York para embarcarse el 3 de enero de 1937 para España (Idem, p. 152). En Nueva York Muchos cubanos que huyeron de la dictadura de Machado y de Batista viven en Nueva York. Crearon el Club Julio Antonio Mella, el 7 de agosto de 1931 (Idem, pp. 149-151). Este club viene a ser un centro revolucionario contando con obreros latinoamericanos. Pablo de la Torriente Brau y Leonardo Fernández Sánchez animan su círculo de estudios marxistas (Ramón Nicolau, Cuba y la defensa de la República española (1936-1939), Ed. Política, La Habana, 1981, p. 178). Después del putsch militar en España, el club Mella es la tribuna de los antifascistas hispanoamericanos. Participa en la campaña de defensa de la República española y en la ayuda material en el seno de la confederación de las Sociedades Hispanas Confederadas de Ayuda a España (SHC) cuya sede está en el 59-61 Henry Street. Esta confederación cuenta con más de 126 asociaciones regionales españolas, agrupaciones comunistas, socialistas, anarquistas, organizaciones obreras españolas, hispanoamericanas y sociedades de mujeres hispanoamericanas (Fundación Pablo Iglesias, FPI, AH-78-36. Carta de las Sociedades Hispanas Confederadas de Ayuda a España, Brooklyn, NY, 30-6-1938). El ejecutivo de las SHC publica el Boletín de Información de Sociedades Hispanas Confederadas de Ayuda a España en Brooklyn (Nueva York) y recibe el apoyo del periódico Frente Popular en el que colaboran dibujantes y escritores de Madrid, de La Habana, de Argentina y de París (FPI, AH-78-36. Carta Sociedades Hispanas… , op. cit., p. 5). Su propaganda antifascista se emite por radio (Arch. General de la Guerra Civil (Salamanca), AGGC, PS. Barcelona) y se dirige a todo el continente americano a fin de despertar a “los hermanos de ‘raza’ a la Verdad” de lo que pasa en España (FPI, AH-78-36. Carta Sociedades Hispanas …, op. cit.). Un congreso nacional antifascista de las SHC se pronuncia contra “el secuestro” del barco español Manuel Arnús en la bahía de La Habana, y envía una moción al presidente de Estados Unidos en contra de la ley de neutralidad. Hace un llamamiento al presidente de la Federación americana del trabajo a que se movilicen las organizaciones obreras en apoyo al proletariado español (AGGC, Boletín de Información, 24-11-1937, n° 21, p. 2). El club Mella tiene sus actividades propias: reuniones y mítines en los que se denuncian la no-intervención y el embargo de las armas con destino al gobierno republicano, decretado por el gobierno norteamericano. El Partido Comunista de Estados unidos organiza la ayuda militar en la sede de su comité central en “12th Street”, con la colaboración de la “Young Men’s Christian Association” (YMCA). El primer grupo de 96 voluntarios embarca a bordo del paquebote francés Normandie el 26 de diciembre de 1936 (Carl Geiser, Prisoners of the Good Fight. The Spanish Civil War (1936-1939), Lawrence Hill & Company, Wesport, 1986. op. cit., p. 4). El 6 de enero, estos hombres desfilan en Barcelona formando diez escuadras bajo el mando de James Harris, y el 8 de enero en Valencia (Victor Berch, African Americans African Americans in the Spanish Civil War: “This Ain’t Ethiopia, But It’ll Do”. Ed. Danny Duncan Collum, New York, 1992, p. 95). Entre ellos hay “las clásicas minorías irlandesas, portorriqueñas, negras, chinas y japonesas, formadas, ya sea por nativos, ya sea por individuos naturalizados en los EEUU” (Andreu Castells, Las Brigadas internacionales de la guerra de España, Ariel, Barcelona, 1973, p. 69). De modo extraño, no se señala aquí la minoría cubana. El PCC desarrolla su actividad en relación con el PC de EEUU (Ramón Nicolau, Cuba y…, op. cit., p. 178). El Comité de Ayuda Técnica y Militar al Pueblo Español, dirigido por guiteristas, comunistas y progresistas, recluta en el seno del Club Julio Antonio Mella (A. Alfonso Bello, Juan Pérez Díaz, Cuba en España…, op. cit., p. 150). Según Juan Magraner Iglesias, del comité de Nueva York, 125 reclutas se marcharon a España; según el responsable comunista, Ramón Nicolau, fueron 250 (Entrevista con Magraner Iglesias, in Cuba en España…, op. cit., p. 151). Los comunistas norteamericanos pagaron el viaje de muchos cubanos (Carta de Victor Berch du 13-4-2000: “The list that we have are of those volunteers for which the Communist Party of the US paid can be made”). Sin embargo, hay que recordar que los primeros cubanos se fueron antes del reclutamiento oficial, sin consignas; los que localicé son Hector Hevias, el 2 de agosto de 1936 (Arch. General Militar (Ávila), AGMA, CGG 5 L. 278 C. 7. Residentes en Alcira), Martín Sánchez Raúl, “en 1936”, y Pablo de la Torriente Brau como corresponsal, a finales de agosto de 1936 (Pablo de la Torriente Brau, in Cartas y Crónicas de España, Centro cultural Pablo de la Torriente, La Habana, 1999, p. 13 y p. 15). Vale señalar aquí que algunos viajaron con visa de turista con nacionalidad española, lo que a la hora de buscar a los cubanos plantea algunos problemas. |
Exiliados desde hace mucho tiempo o de fecha reciente, los cubanos que forman las milicias son militantes políticos o sindicalistas de organizaciones tanto españolas como cubanas. Un núcleo importante reside en Madrid mientras que otros viven en Barcelona, Valencia, Orense, Lugo, Oviedo, Santander, Gijón, Salamanca, Bilbao. En Madrid, hay un núcleo importante de cubanos e hispanoamericanos miembros del Comité Antimperialista de Revolucionarios Cubanos (CARC), de la Federación Universitaria Hispanoamericana (FUHA), algunos del Socorro Rojo Internacional (SRI) o del Partido comunista de España (PCE). Cuando estalla el golpe en España, para los militantes cubanos no es una sorpresa. Algunos, miembros de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC), militantes del PCE, del SRI y del CARC, se están preparando a la resistencia a un golpe de Estado. En las primeras horas, se lanzan a los combates. Hay que señalar que ha sido limitada la localización de los combatientes diseminados por regiones o ciudades donde residen y no constituyen un grupo nacional. En efecto, muchos de ellos, muertos en los combates de los primeros días y semanas, no dejaron huellas. En estas condiciones de investigación, cabe decir que el número de los combatientes exiliados en España resulta infravalorado. ¿Quiénes son los voluntarios? Se trata de militantes revolucionarios, partidarios de la lucha ilegal y armada en Cuba, en su mayoría afiliados a las organizaciones Joven Cuba y Partido Comunista de Cuba y a dos organizaciones de masas antimperialistas, el Club Mella de Nueva York y el Comité Antiimperialista de Revolucionarios Cubanos (CARC) de Madrid. Aunque la actividad de reclutamiento fue dirigida por el PCC, el “contingente” fue constituido, a la hora de enrolarse, de un tercio de comunistas y de sus partidarios. Las demás organizaciones contaban los dos tercios del total. Un fuerte núcleo era de obreros pero la fuerza más importante venía de las clases medias, base social del nacionalismo revolucionario que derrocó a la dictadura de Gerardo Machado en 1933 y siguió luchando hasta el aplastamiento de la huelga general de 1935 por el jefe militar Batista. Hay que añadir que la edad y la afiliación política de los voluntarios se corresponden con la militancia de la generación de la llamada “revolución de los años 30”. Las unidades militares Se suele considerar a los combatientes cubanos como combatientes de las Brigadas internacionales (BI), a menudo del batallón Lincoln de la BI XV y a veces de la mítica Centuria Guiteras del mismo batallón. No es cierto. Los cubanos presentan una singularidad. Se incorporan al conjunto de las unidades y de los servicios del ejército español así como a las BI (Pedro Mateo Merino, Por vuestra libertad y la nuestra. Andanzas y reflexiones de un combatiente republicano (1936-1939), Ed. Disenso, Madrid, 1986, 563 p.p. 124, y Comité Soviético de Veteranos de Guerra, “Cuba”, La solidaridad de los pueblos con la República española 1936-1939, Ed. Progreso, Moscú, 1974, pp.110-114). Esta incorporación a las unidades propiamente españolas se justifica por la comunidad de lengua (Santiago Álvarez, Historia política y militar de las Brigadas internacionales, Compañía Literaria, Madrid, 1996, p. 310). Efectivamente, un reagrupamiento lingüístico de las brigadas ha sido ordenado para resolver los problemas de comunicación observados en los primeros meses. Así que, a petición del PCE, la dirección de las BI incorpora a casi todos los latinoamericanos en las nuevas brigadas españolas (Arch. Comité Central del Partido Comunista de España, ACCPCE, Caja 48 C. 42/6, André Marty, L’épopée sublime, Les Volontaires internationaux en Espagne, p. 55. (texto en francés, maquinografiado). Estas informaciones coinciden con los datos que he recogido hasta ahora, que indican que hubo más cubanos en las unidades españolas. Mi investigación y los nuevos datos que proceden del microfilm que adquirió la Biblioteca Tamiment, y que se basa en los archivos de las Brigadas Internacionales, permiten avanzar que se incorporó a 219 cubanos en las BI. ¿Formaban parte los demás de las brigadas españolas? A pesar de la dificil localización de los combatientes residentes en España, diseminados por todo el país, los datos encontrados revelan la presencia de por lo menos 309 cubanos en las Brigadas españolas y 34 que pasaron de un tipo de unidad a otro. Las unidades internacionales Los cubanos de la BI XV combaten al lado de los norteamericanos. Arthur Landis se acuerda de Rodolfo de Armas y del comisario Juan Landeta y Valdivia, —militantes antimachadistas y antibatistianos condenados a muerte en Cuba—, al mando de la Centuria Guiteras, “de unos 60 hombres”, dependiendo del Batallón Lincoln 58 (Arthur Landis, H., The Abraham Lincoln Brigade, The Citadel Press, New York, 1967,. p. 31. Voluntario norteamericano, Arthur Landis ingresa en la BI XV el 30 de abril de 1937. Herido en Teruel, es repatriado en diciembre de 1938). Esta sección consta también de puertorriqueños de Nueva York y de mexicanos. Los cubanos desempeñan el papel de intérpretes y gracias a ellos, los aldeanos simpatizan con la unidad anglófona (Ibidem, p. 31). Además, algunos cubanos se incorporan en las BI XI, XII, XIII, XIV, XV y 129. |
Las unidades españolas Los cubanos del exilio se incorporan a las milicias y columnas de la zona de su residencia. Se encuentran en la columna Lluis Companys (Testimonio de Díaz Gener, in Cuba y…, op. cit., p. 59), la columna Lenin del POUM (Mary Low, Juan Breá, Carnets de la guerre d’Espagne, Ed. Verticales, Genève Suisse, 1997), la columna Durruti (Manuel Dominguez Arruga, dossier IHMCRS (Instituto de Historia de Cuba), en una de las milicias Confederadas de Cataluña, en la columna del batallón deportivo de Madrid (Testimonio de M. A. Lauzurica Díaz “Malayo”, Cuba y…, op. cit., p. 91), en las milicias de Valencia (Dossier IHMCRS, no catalogado), las de Oviedo (Ibidem), de Bilbao, las aragonesas (Arch. General Militar (Ávila), AGMA, arm. 77 ZR 1264 C.5. Organización), las Confederadas del Centro (Dossier IHMCRS, no catalogado), la Compañía de los mineros de Asturias (Ibidem) y las milicias Casa Ángeles (Arch. General de la Guerra Civil (Salamanca), AGGC SM 5130. Registro general correspondencia de salidas). Después del tiempo de las milicias populares, algunos reciben la instrucción en el 5° Regimiento comunista (por ejemplo, Pedro Vizcaíno, Antonio Martínez López, Juan Palacio Hernández, Placido Rouco Vázquez, Vega Martínez, Paulino Barreiro, Wilfredo Lam y Pedro Moreno Cortes). Después de la reestructuración del Ejército popular, integran, por lo menos, 71 brigadas. Esta dispersión permite pensar que quedan combatientes cubanos por descubrir. Así mis últimas investigaciones me han permitido añadir a la lista de combatientes cubanos a un anarquista cubano de Bilbao que llegó a ser teniente del Ejército vasco, Batallón Isaac Puente (Según Iñaki Egaña, Antonio Salón Cubano era combatiente del Batallón Isaac Puente, ascendido a teniente, detenido en los Escolapios, juzgado y condenado a 15 años de presidio). La edad Se nota que el grupo cubano tiene un número muy elevado —casi la mitad— de jóvenes de menos de 26 años (5 de ellos tienen apenas 15 años mientras que los norteamericanos más jóvenes tienen 18 años). Por lo cual la mayoría de los voluntarios localizados conoció, vivió, todos los trastornos de la llamada revolución de los años 1930. Los negros Unos 20 negros, entre los cuales 4 mujeres, han sido localizados; pero se puede preguntar si esta “característica” ha sido señalada siempre pues la descubrí muchas veces por el azar de un texto o de un artículo. En efecto, en ningún documento militar la identificación del combatiente indicaba su calidad de “negro” o de “blanco”. Es posible que fueran más ya que un periódico de Cuba señaló la salida de 24 “mulatos” reclutados por “centros comunistas secretos” a no ser que considerara a todos los cubanos como mulatos (AGMA, CGG 5 L. 276 C 3. BI, personal extranjero pasado por la frontera para enrolarse en las BI. Recorte de prensa). Las mujeres 21 mujeres actúan en el terreno de los combates. Las exiliadas en España en los años 30 por razones políticas entran en la resistencia al golpe de Estado desde los primeros días. Otras llegan más tarde. Ya los primeros días, María Luisa Lafita participa en la toma del cuartel de La Montaña, Josefina Díaz Puerto se incorpora a una milicia valenciana, Francisca Pérez González participa con Alberto Bayo en la expedición de Mallorca, las hermanas Conde están en el frente de Somosierra en agosto de 1936 (Pedro Mateo Merino, Por vuestra libertad…, op. cit., p. 43). Luego, se las incorporan en los servicios sanitarios. Los frentes A partir del 18 de julio, los militantes cubanos resisten en diversas acciones de defensa de Madrid: toma del cuartel de La Montaña, defensa de la Cuesta de la Vega, de la Ciudad Universitaria, de Casa de Campo, ataque del cuartel Carabanchel. En Cataluña, algunos de ellos participan en la toma del cuartel Atarazana, en la batalla de Sigüenza o en la expedición de Mallorca. En Valencia también algunos se incorporan en una milicia y luego en una Brigada española. En otras regiones y ciudades del Frente Norte, algunos cubanos aparecen: en Lugo, en Asturias, en Santander, y en el frente de Bilbao, El conflicto se extiende y los demás brigadistas cubanos empiezan a llegar. La primera centuria cubana, incorporada en la BI XV, llega a la hora de una nueva fase de la ofensiva de la guerra, la ofensiva nacionalista del Jarama. Los cubanos recién llegados de Nueva York reciben su instrucción en Villanueva de la Jara (8-1-37 al 15-2-37), y entran en la batalla del Jarama (15-2 al 27-2-37) (Andreu Castells, Las Brigadas internacionales…, op. cit., p. 567. Fechas de las ofensivas y la participación de las BI, pp. 447-607). Los testimonios vienen de las unidades internacionales y también de las unidades españolas —la 11a División y la 46a División— implicadas a veces en las mismas batallas e incorporadas a menudo en divisiones comunes. Relatan la batalla del Jarama, la de Brunete (2-7 al 28-7-37), la derrota del 25 al 28 de julio, el movimiento hacia Aragón y el combate de Belchite (27-8 al 7-9-37), la batalla de Teruel (7-12-37 al 19-2-38), la desbandada de Aragón, la retirada hacia Caspe y Gandesa (7-3-38 al 18-7-38). A partir del 6 de mayo de 1938, la División internacional 35 y los cubanos incorporados a ella pasan bajo el mando de Pedro Mateo Merino, testigo privilegiado de su presencia, que libra con ellos la batalla del Ebro durante tres meses y medio (Pedro Mateo Merino, Por vuestra libertad…, op. cit., pp. 277-280). Esta famosa batalla, el desastre de Pandolls y de Sierra Caballs les dejan un recuerdo terrible. Algunos vuelven al combate después de la retirada de los combatientes extranjeros, el 23 de septiembre de 1938. Los grados, los comisarios El número de grados registrados revela un presencia importante de los cubanos entre los cuadros de la jerarquía militar con 130 subtenientes, tenientes, capitanes, comandantes. Su formación militar previa dejaba entrever estos ascensos en el ejército republicano privado de muchos cuadros. El coeficiente de representatividad del grupo cubano dentro de los comisarios es alto respecto al contingente francés (Rémi Skoutelsky, Le rôle du parti communiste français dans l’organisation des Brigades internationales, p. 13). Esta característica, así como el acceso de 130 combatientes al grado de oficial, indican que los cubanos se juzgan aptos para ser cuadros políticos de las unidades militares. La comunidad lingüística y las motivaciones que les han empujado en la lucha han favorecido quizás su elección para la oficialidad de sus unidades. Los muertos He calculado un número de 111 muertos para 1 101 combatientes. Tres “desaparecen” durante los combates, cuatro son fusilados o mueren en un campo español. Un cubano muere en el campo de Gurs y otro en el hospital de Eaubonne, en Francia, Sin embargo, hay que matizar el resultado, ya que 43 combatientes repatriados a Cuba mueren en la isla de las consecuencias de la guerra (Ramón Nicolau, Cuba y …, op. cit., pp. 293, 294. El coeficiente de fallecidos entre los franceses es de 11,7%, según Rémi Skoutelsky, Les volontaires français…, op. cit., p. 485). La mayoría muere en el frente del Ebro, y en Gandesa. En las dos batallas determinantes para el final del conflicto, se han concentrado las unidades —internacionales (BI XV, 35 a D) y españolas (11a D y 46a D)— y por lo tanto las pérdidas fueron numerosas. ¿El adiós a las armas? Con millares de Internacionales, de soldados del Ejército republicano, de civiles españoles, los cubanos atraviesan la frontera franco-española. Los cubanos salen de España en febrero de 1939. Les acogen fuerzas de policía francesas dirigiéndoles hacia campos de internamiento. En España, otros cubanos internados en prisiones y campos, fracaso tras fracaso, están esperando una sentencia. Todos, a cada lado de los Pirineos, víctimas de la experiencia de los campos, aspiran a ser repatriados. Lípiz Universo es quizás el último repatriado de España en 1948 (IHMCRS, testimonio no catalogado). Al final, ¿volvieron los ex-combatientes cubanos al combate que habían aplazado en 1937? Varios son activos en la lucha urbana y rural de “la década trágica” de 1950-1960 (Luis Aguilar León, “La décennie tragique”, in “La Havane 1952-1961”, Autrement, mai 1994, n° 31, pp. 55-69). Se juntan a los jóvenes de la “generación del centenario” en sus planes de derrocamiento del régimen de Batista (se llamó así esa generación que se formó en el momento del centenario del natalicio de José Martí. Ibidem, p. 58). Se comprometen en esta vía revolucionaria después del período de 1940-1948, cuando se hace más fuerte la crítica nacionalista de la corrupción y del imperialismo. Las formas de lucha —conspiraciones, expediciones organizadas fuera de la isla, desembarcos— y el papel hegemónico de los estudiantes sitúan al movimiento revolucionario en la continuidad política y estratégica de la lucha de los años 30. Todo confluye en crear un sentimiento de reanudación del movimiento interrumpido en 1936-1937. Dieciocho años después del asesinato de Antonio Guiteras, la lucha armada parece emprender de nuevo el camino del dirigente de Joven Cuba. En resumidas cuentas, los datos encontrados a lo largo de esta investigación permiten afirmar que hubo, por lo menos, 1.101 voluntarios cubanos y, por lo tanto, confirmar que el número de mil anunciado por Ramón Nicolau no ha sido un invento propagandístico. Ya hoy, la subestimación del grupo cubano o su ausencia no se pueden mantener en la historiografía de la Guerra civil española. |
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