Lluis Companys i Jover; Francesc Layret i Foix.-a



Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes




Biografía 


Companys i Jover, Lluís. El Tarrós (Lérida), 21.VI.1882 – Barcelona, 15.X.1940. Abogado y político.

Hijo de una familia de propietarios liberales procedentes de la pequeña nobleza rural, fue el segundo de ocho hermanos. A los ocho años, sus padres le matricularon interno en el Liceo Políglota de Barcelona, donde cursó bachillerato y conoció a Francesc Layret.

A partir de 1898, estudió Derecho. Desde su entrada en la facultad, defendió los postulados republicanos, influenciado, quizá, por Layret, dos años mayor que él y con quien había vuelto a coincidir en la universidad.

En febrero de 1900, Companys fue uno de los fundadores de la Asociación Escolar Republicana y, en calidad de tal, al año siguiente, encabezó la delegación estudiantil que agasajó al ex presidente de la República, Francesc Pi i Margall, encargado de presidir los Juegos Florales de aquel año.

En 1903 se afilió a la Unión Republicana (UR), encabezada por Nicolás Salmerón. Pero tres años más tarde, al constituirse la coalición electoral Solidaridad Catalana, el partido se dividió entre los que se aliaron con el movimiento catalanista, contando con el apoyo de Salmerón, y los que abandonaron el partido siguiendo a Alejandro Lerroux que en 1908 creó el Partido Republicano Radical (PRR). Companys, Layret y muchos de los cuadros de comarcas fueron solidarios y gozaron del efímero fruto de la victoria electoral de 1907, pero la imposibilidad de mantener la frágil coalición se evidenció con la Semana Trágica.

La represión política subsiguiente condujo a la primera detención de Companys.

El debilitamiento de la UR, tras el abandono de los “lerrouxistas”, hizo que sus dirigentes —Josep Roca y Eusebi Corominas— se planteasen la unificación con los federales y con el Centre Nacionalista Republica, lo que condujo a la creación de la Unión Federal Nacionalista Republicana (UFNR) en abril de 1910.

Companys sería el responsable de las Juventudes de la nueva formación.

En esta época contrajo sus primeras nupcias con Mercedes Micó. La pareja tendría dos hijos, Luis, nacido en 1911, y María del Alba, cuatro años más tarde. El primogénito pronto mostró síntomas esquizofrénicos que acabaron siendo agudos en edad adulta, enfermedad que se complicaría con una tuberculosis ósea. Este vástago fue siempre una de las principales preocupaciones de Companys.

La UFNR, surgida con el doble propósito de arrancar apoyos a la Lliga Regionalista en el campo catalanista y al PRR entre los obreros, tuvo su éxito más significativo en las elecciones legislativas de mayo de 1910, en las que consiguió once parlamentarios. Pero la muerte de Valles i Ribot, su verdadero líder aglutinador, provocó la ruptura del partido en abril de 1912. Su desaparición coincidió con el surgimiento del Partido Reformista, liderado por Melquiades Álvarez que, bajo la consigna “libertad y orden”, propugnaba una república moderada. Fue entonces cuando el sector menos nacionalista de la UFNR se pasó a la nueva formación, y entre ellos, Lluís Companys, así como también el rotativo La Publicidad, donde él trabajaba como corresponsal de la sección de política municipal de la capital catalana. Era también redactor jefe del semanario barcelonés La Barricada.
Lluís Companys, segundo por la izquierda, junto a sus
hermanos y su padre, José Companys i Fontanet, en el centro.

En las elecciones municipales de noviembre de 1913, Companys se presentó en la lista reformista por el distrito de Sants-Les Corts pero, igual que el resto de los candidatos de la formación, no resultó elegido.

A principios de 1914 abandonó el reformismo, aunque continuó manteniendo su vinculación con La Publicidad, rotativo que, desde enero de 1915, pasó a dirigir Marcelino Domingo, siendo él su redactor jefe, y ambos acabaron propiciando, junto con Layret, la formación del Bloc República Autonomista (BRA), en mayo de ese año. Su fuerza fue testada en las elecciones generales de abril de 1916, en las que sólo venció Marcelino Domingo, por Tortosa.

La relación entre Companys y Domingo era entonces muy estrecha y Domingo propició que, en esas elecciones, Companys concurriese como candidato en el distrito de Roquetes, vecino del de Tortosa, representando la “candidatura republicana obrera”. A pesar de que fue derrotado por un candidato liberal por más de seis mil votos, era la primera vez desde la Restauración que allí se presentaba una lista republicana.

El 3 de septiembre de 1916 surgió el periódico La Lucha, primero como órgano del BRA y después del Partido Republicano Catalán (PRC), constituido en abril de 1917 a partir de la adhesión de más de ciento cincuenta entidades de toda Cataluña entre las que se encontraba el BRA. El director de La Lucha fue Domingo, el jefe de redacción, Companys y el sostén económico, Layret. Los tres que acabarían siendo el banderín de enganche del PRC. Fue un periódico eminentemente ideológico; realizó campañas muy contundentes contra la guerra de Marruecos, y en pro de la autonomía catalana y de la causa aliada, por lo que sufrió con mucha frecuencia los embates de la censura.

La crisis política de verano de 1917 separó definitivamente a la Lliga Regionalista de los grupos republicanos, y éstos, con el objetivo de acabar con su hegemonía propiciaron pactos como el establecido en las elecciones municipales de noviembre de ese año, cuando el PRC presentó como candidato a Companys dentro de la lista radical, siendo escogido por el distrito barcelonés del Raval.

A principios de 1918, la crisis económica agravada por la guerra mundial desencadenó un poderoso movimiento huelguístico que provocó la imposición del Estado de excepción en mayo, al amparo del cual se produjeron numerosas detenciones, entre ellas la del futuro presidente de la Generalidad por un corto período, primero en el barco Álvaro de Bazán y después en la cárcel Modelo.

A partir de 1919, Companys fue acercándose a la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT) y, de hecho, como abogado, defendió, durante esos años, a diversos sindicalistas presos. Su radicalización política y su acercamiento a las tesis obreristas más extremas se reflejaron en septiembre de 1919, cuando él, Layret y Alomar aprobaron la adhesión del PRC a la III Internacional. Esta decisión, aunque jamás fue puesta en práctica, provocó la separación de los núcleos más centristas y nacionalistas. Además, la desaparición de La Lucha en junio de 1919 y el asesinato de Layret en noviembre de 1920, provocaron la desbandada del partido. En ese momento de reflujo del movimiento obrero y republicano, acentuado por la actuación del gobernador civil Martínez Anido (1920-1922), Companys fue detenido el 27 de noviembre de 1920 y, tres días más tarde, junto con otros sindicalistas, fue deportado a la cárcel de la Mola (Menorca). Estuvo poco tiempo detenido porque, tras el asesinato de Layret, diputado por el distrito de Sabadell, Companys fue designado para sucederle como candidato del PRC en las elecciones de diciembre de 1920, por lo que fue liberado. En abril de 1923 resulto nuevamente elegido.

En la carrera política de Companys fue crucial su esfuerzo, a partir de 1922, para impulsar la Unión de Rabassaires (UR), de la que fue su máximo dirigente hasta finales de 1932. A él se debió también la fundación de su portavoz La Terra cuyo primer número salió a la calle el 15 de octubre de 1922, y del que fue director.

Durante la dictadura de Primo de Rivera, su actividad se centró en potenciar la UR que se adhirió a la Alianza Republicana, encabezada por Lerroux que, además de otras fuerzas, también integraba el PRC.

En junio de 1926, como dirigente del PRC y de la UR, participó en el homenaje que se hizo en Barcelona al líder radical, que en aquellos momentos pasaba por ser uno de los más decididos opositores a la dictadura. Además, su compromiso político contra la dictadura de Primo de Rivera le llevo, según Viusà, a participar desde Barcelona en el complot organizado por Sánchez Guerra en enero de 1929. En diciembre suscribió el manifiesto del PRC que pedía la convergencia de las fuerzas republicanas catalanas y su coordinación con sus homólogas del resto de España.

Este proceso unitario de las izquierdas republicanas del Principado culminó con la publicación del Manifiesto de Inteligencia Republicana, en mayo de 1930, firmado por diversos partidos y personalidades, entre otros, Companys como uno de los líderes del PRC; y cuando días después se hizo público el primer manifiesto del Partido Republicano Radical Socialista (PRRS), que a nivel estatal dirigía Domingo, Companys volvió a ser uno de sus suscriptores.

En marzo de 1931, la mayoría de las fuerzas de los grupos antimonárquicos catalanes convergieron en Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), partido liderado por Macià, del que Companys formó parte de su dirección. En las elecciones municipales del 2 de abril fue escogido por la candidatura de Barcelona y cuando se conoció el resultado del escrutinio, a media mañana del día 14, Companys se dirigió, junto con otros amigos, hacia el ayuntamiento y desde el balcón consistorial que da a la plaza de San Jaime proclamó solemnemente, mientras izaba la bandera tricolor, “la República como el régimen que habíamos prometido al pueblo”. Horas más tarde, Macià instauraba la República catalana como “Estado integrante de la Federación Ibérica”. Con esta actuación, Companys buscaba su designación como alcalde de la capital catalana, pero Macià prefirió nombrarle para una función más incomoda y gris: la de gobernador civil, cargo que desempeñó durante cuarenta y cinco días, abandonándolo al ser elegido diputado en las Constituyentes, donde además fue el jefe de la minoría catalana, teniendo por ello una relevante participación en los debates del Estatuto de Cataluña.

Fue el fundador y director de La Humanitat —su primer número se publicó el 9 de noviembre de 1931—, órgano vespertino de ERC, lo que le ayudó a reforzar su peso político. En noviembre de 1932 fue elegido diputado al Parlamento de Cataluña, del que fue presidente, cargo que abandonó en junio de 1933 al ser designado ministro de Marina en el gobierno de Azaña. Su nombramiento ha de entenderse dentro del juego de equilibrios que garantizaban la estabilidad del Ejecutivo central, siendo Companys el sustituto del también catalán Jaume Carner, ministro de Finanzas que había enfermado de cáncer.

Su etapa en el Ministerio, como reconoció Osorio y Gallardo, la ejerció “con desgana y sin interés”.

Se mantuvo en el cargo hasta la crisis de septiembre de 1933 que provocó la disolución de las Constituyentes.

De vuelta a Barcelona, se reincorporó plenamente a la política catalana, ocupando un lugar destacado en la candidatura de ERC en las legislativas de noviembre de ese año, siendo el candidato más votado en Barcelona.

En diciembre de 1933 murió el presidente de la Generalidad, Francesc Macià. Companys se perfilaba, con toda lógica, como su sucesor natural. De hecho, en calidad de tal, en octubre de 1932 había clausurado el II Congreso Extraordinario de ERC.

Asimismo, ya en septiembre de 1933, la expulsión de ERC del Grup de l’Opinio facilitó mucho su designación, pues sus integrantes eran rivales directos en la sucesión. El 31 de diciembre, el Parlamento catalán se reunió para elegirle como nuevo presidente de la Generalidad, obteniendo los votos de la mayoría de ERC y de gran parte de las minorías, con seis abstenciones, la suya propia y las de la Lliga. Su primer gabinete fue de concentración republicana, incluyendo a los disidentes del Grup de l’Opinio, marcando la pauta de lo que serían todos sus gobiernos. En junio de 1934 presentó al Parlament la Ley de Contratos de Cultivos que condujo a un grave enfrentamiento con el gobierno central que recurrió el diploma ante el Tribunal de Garantías Constitucionales que, a su vez, acabó anulándola.

La entrada de tres ministros de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) en el gobierno de la República y las propias divergencias en el seno del Ejecutivo catalán entre los partidarios de mantener una alianza con las izquierdas del Estado (Joan Lluhi), los que querían la independencia (Josep Dencas) y los partidarios de la Revolución Socialista (Joan Comorera) acabaron llevando a Companys a un creciente radicalismo que condujo a la ruptura de la legalidad republicana el 6 de octubre de 1934 cuando, después de acusar al Gobierno central de monarquizante y fascista, proclamó el “Estado Catalán dentro de la República Federal Española” en un gesto que pretendía realzar su perfil catalanista y obrerista. Detenido por la autoridad militar, asumió en exclusiva la responsabilidad de los hechos de octubre por lo que fue destituido como presidente de la Generalidad y enviado, primeramente, al barco Uruguay, anclado en Barcelona, donde estuvo recluido hasta su traslado a la cárcel Modelo de Madrid, el 7 de enero de 1935, para ser procesado por el Tribunal Supremo que, seis meses más tarde, dictaría sentencia condenatoria: treinta años de reclusión mayor. Pasó a cumplir la condena, junto con el resto de su gobierno, en el penal de El Puerto de Santa María (Cádiz), de donde fue liberado tras la victoria electoral del Front d’Esquerres en febrero de 1936, ya que había sido elegido diputado por Barcelona, pasando además a ocupar la presidencia de la Generalidad. Fue entonces cuando se casó en segundas nupcias con Carme Ballester.

El 19 de julio, cuando se produjo el levantamiento militar en Cataluña, Companys asumió directamente las medidas institucionales destinadas a neutralizarlo, pero la participación revolucionaria de los obreros hizo que las masas populares —especialmente la CNT— se armasen. Ante la posible suplantación del gobierno, Companys negoció con la CNT-FAI (Federación Anarquista Ibérica) la creación del Comité Central de Milicias Antifascistas que, en la práctica, supuso la existencia de un doble poder hasta que el 27 de septiembre de 1936 fue disuelto y sus competencias asumidas, en exclusiva, por el Gobierno catalán.

El proceso revolucionario que siguió al aplastamiento del golpe de Estado dejó sin capacidad de reacción al Ejecutivo catalán y en ese tiempo se produjeron asesinatos de religiosas, de derechistas, asaltos a la propiedad y quema de edificios religiosos de los que Companys, como máxima jerarquía del Estado, sería directamente responsabilizado por los franquistas en 1940, sin entender que estos hechos eran consecuencia directa del levantamiento militar y que Companys, como se evidenció en el Consejo de guerra al que fue sometido había tenido una actitud resueltamente humanitaria, pues ayudó a salir del país a muchos dirigentes de la Lliga, a industriales y a jerarquías de la Iglesia, como los obispos de Gerona, Tortosa y Tarragona.

Durante la Guerra Civil, Companys constituyó siete ejecutivos cuya composición política fue variando a tenor de la coyuntura. Hasta mayo de 1937, la CNT fue la fuerza hegemónica y con ella pactó ERC, como se evidenció en la política concordante sobre la industria de guerra catalana. La CNT no entró en el gobierno hasta septiembre de 1936 y tuvo capacidad para condicionar los anteriores. Ya el primer Gabinete de guerra el 1 de agosto de 1936, con tres miembros del PSUC, al padecer su oposición frontal cayó cuatro días más tarde, formándose uno nuevo sin presencia comunista. Con todo, la normalidad política no se impuso hasta el 26 de septiembre cuando la CNT accedió a entrar en el ejecutivo y a disolver, al día siguiente, el Comité de Milicias, su máxima fuente de poder. Esta remodelación gubernamental permitió a la CNT disponer de tres consejeros frente a dos comunistas.

Pero la oposición de estos últimos obligó a Companys a realizar una nueva remodelación en diciembre de 1936 tras la cual se consiguió que los comunistas tuviesen la misma representatividad que los anarquistas, tres consejeros a pesar de que no estaban en el ejecutivo como miembros del PSU, sino como militantes de la UGT. Tampoco entonces la CNT se mostró conforme y sus quejas aun dieron lugar a una postrera crisis en vísperas de los Hechos de mayo de 1937. Entonces, la CNT consiguió cuatro consejerías frente a las tres de sus oponentes comunistas y tres de sus circunstanciales aliados de ERC.

Los enfrentamientos por la hegemonía política que envolvieron a Cataluña del 3 al 7 de mayo de aquel año acabaron inicialmente con el establecimiento de un gobierno el día 5 con un consejero de cada una de las siguientes formaciones: ERC, UR, CNT y Unión General de Trabajadores (UGT). Este Gabinete dio paso, el 29 de junio de 1937, a otro que excluía a la CNT y en el que la UGT, el PSUC, por primera vez desde que se iniciaba la guerra, tenían tres carteras cada uno, además de integrar a UR y ACR (Acció Catalana Republicana) con una consejería cada uno. En definitiva, los siete gobiernos de Companys durante la contienda revelan las dificultades que generó la doble dinámica de guerra y revolución, y su difícil engarce en un sistema político liberal en el que las fuerzas más parlamentarias se vieron abocadas a la marginalidad. Por eso, a pesar de que antes del 18 de julio, ERC había sido hegemónica, en la guerra se vio obligada, de la mano de Companys y Tarradellas, el binomio sobre el que se asentó la dirección de ERC, a pactar primero con la CNT y más tarde, cuando éstos perdieron posiciones, a entenderse con el PSUC. También la gobernabilidad estuvo garantizada, en parte, por el prestigio de Companys que conseguía, casi siempre, crear sinergias, como se evidenció el 9 de noviembre de 1937 cuando tras presentar su renuncia al cargo, al agotar su mandato de cuatro años, volvió a obtener el apoyo de todos los asistentes, con excepción de un diputado de Unión Democrática de Cataluña.

A partir de los Hechos de mayo de 1937, los comunistas se convirtieron también en Cataluña en los principales aliados del gobierno de Negrín en su política de centralización, tanto en lo que se refiere a las Industrias de Guerra, como en las cuestiones de Orden Público y especialmente tras el establecimiento del Gobierno central en Cataluña en noviembre de 1937. Companys se enfrentó sin éxito a la creciente pérdida de autonomía catalana, y al trato descortés que Negrín le brindaba. Este clima cada vez más enrarecido acabó desembocando en la crisis de agosto de 1938, durante la cual ERC y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) abandonaron el gobierno de Negrín.

Tras la derrota del Ebro en noviembre de 1938 y la victoriosa ofensiva franquista sobre Cataluña en enero de 1939, se hacía inevitable coger el camino del exilio.

Así, el 5 de febrero, Companys, junto con el presidente vasco José Antonio Aguirre y diversos miembros de los gobiernos catalán y vasco, cruzó la frontera por Les Illes (Gerona). Inicialmente, se estableció en París con el doble objetivo de ayudar a los refugiados y de continuar la actividad política, reforzando la presencia catalana entre los exiliados y procurando insertarla en el contexto de la política republicana.

Siempre tuvo claro que esa actividad sólo podía tener alguna continuidad si se establecía en la capital francesa, lo que hizo, junto con su esposa, Carmen, el 7 de febrero. Vivió en el Boulevard de la Siene, cerca de la modesta oficina que la Generalidad había abierto en la Rue Pépinière.

En ese contexto, en mayo de 1939, Companys escribió una carta a Negrín, con el objetivo de buscar formas de coordinación política y, especialmente, para obtener ayuda económica para paliar la situación de los refugiados. Ante su silencio, le envió una nueva misiva a principios de agosto. En paralelo a estas actuaciones destinadas a obtener solvencia económica de los organismos catalanes del exilio (acta de la reunión de la dirección de ERC, en París, a 2 de agosto de 1939, Archivo Tarradellas), Companys encargo a Josep Irla, presidente del Parlamento catalán, que iniciase las gestiones para la creación de un Consejo Nacional Catalán integrado por personalidades políticas de prestigio que pudiesen ayudar a conseguir la unidad de los catalanes nacionalistas. El Consejo acabó siendo constituido en abril de 1940. Estuvo integrado por Pompeu Fabra, Rovira y Virgili, Pou y Pagès, Santiago Pi y Sunyer y Serra Hunter.

La primera reunión fue convocada por Companys en la Rue de la Pépinière el día 9 de mayo de 1940. El objetivo era que los catalanes superaran las divisiones experimentadas durante la Guerra Civil. El Consejo debería constituirse como un órgano ejecutivo mientras Companys ostentaría sólo las funciones representativas, pero tras la invasión de Francia y la ocupación de París el 14 de junio, este proyecto dejó de tener posibilidades de llevarse a cabo.

Companys, desde el inicio de la ofensiva alemana, vivió pendiente de no perder la relación con su hijo Luis, enfermo e internado desde 1936 en diversas clínicas: primero en Suiza, más tarde en Bruselas y luego cerca de París. La rapidez del avance alemán impidió que Camil, hermano del presidente de la Generalidad, pudiese recogerlo y llevarlo con su padre, ya que, en vísperas de la entrada de los alemanes en París, el hospital psiquiátrico fue evacuado y su hijo se perdió.

La intranquilidad por su desaparición y el deseo de encontrarlo estuvieron en el trasfondo de su negativa a dejar la zona ocupada de Francia y de no partir hacia México, adonde ya habían marchado su hija María, su yerno y su nieta.

Su estancia parisina duró hasta junio de 1939 cuando la presión de las autoridades galas le obligó a mudarse a la población bretona de Le Baule-les- Pins, donde fue detenido por la Gestapo el 13 de agosto de 1940. Los alemanes contaron con la colaboración de la brigada de la policía franquista que dirigía el inspector Pedro Urraca Rendueles y que funcionaba con la cobertura de la embajada “nacionalista” en la capital francesa, dirigida por José Felix de Leguerica. Inmediatamente después de su detención, Companys fue trasladado a la cárcel de La Santé (París), donde permaneció hasta el 29 de agosto cuando fue conducido a Madrid, estando en los sótanos de la Dirección General de Seguridad hasta el 3 de octubre, siendo torturado de palabra y obra, como han explicado diversos testigos que coincidieron en el cautiverio —como Rivas Cherif o Eduardo Guzmán—. Desde allí fue trasladado al castillo de Montjuich (Barcelona), iniciándose inmediatamente la incoación del sumarísimo por el delito de rebelión militar. Además, tuvo que declarar también en el sumario sobre la Causa General, y antes ya había sido procesado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas y por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Companys había ingresado en abril de 1922 en la Logia Lealtad de Barcelona, pero sus actividades en este campo fueron irrelevantes.

Sin ninguna garantía jurídica, como los miles de republicanos juzgados en esa época, Companys fue condenado a la pena de muerte por un Consejo de Guerra celebrado el 14 de octubre de 1940 en el castillo de Montjuich. La dignidad de su comportamiento y su serenidad han sido reconocidas unánimemente por los que asistieron a su juicio y dejaron su testimonio.

Sus últimas palabras, “Per Catalunya”, antes de sucumbir ante el pelotón de ejecución, convencieron hasta a sus más críticos oponentes de que lo asesinaron porque representaba a Cataluña. Con su trágico final, todas las contradicciones de su actuación política quedaron en un segundo plano.

 

Bibl.: F. Madrid, Vuit mesos i un dia al Govern Civil de Barcelona, Barcelona, La Fletxa, 1932; F. Gómez Hidalgo, Cataluña-Companys, Madrid, Enrique Prieto, 1935; D. de Bellmunt, Lluís Companys: la seva vida, la seva obra, la seva mort gloriosa, Tolosa de Llengedoc, Edicions Foc Nou, 1945; A. Hurtado, Quaranta anys d’advocat. Historia del meu temps 1931-1936, Barcelona, Ariel, 1967; A. Ossorio y Gallardo, Vida y sacrificio de Companys, Barcelona, Nova Terra, 1976; M. Viusà, Biografia popular de Lluís Companys, Barcelona, La Magrana, 1977; C. Rojas, Los dos Presidentes: Azaña, Companys, Barcelona, Dirosa, 1977; J. M. Poblet, Vida i mort de Lluís Companys, Barcelona, Pòrtic, 1978; J. Llarch, La tràgica mort de Companys, Barcelona, Bruguera, 1979; C. Ametlla, Memòries polítiques, 1936-1940, Barcelona, Selecta, 1982; R. Surroca y A. Barrera, Homenatge a Companys. President de Catalunya, Barcelona, El Llamp, 1983; C. Ametlla, Catalunya, paradís perdut (la guerra civil i la revolució anarcocomunista), Barcelona, Selecta, 1984; J. M. Lladó i Figueras, Lluís Companys, una vida heroica, Urgell, Consell Comarcal de l’Urgell, 1991; E. Jardí, Lluís Companys: President de la Generalitat, Urgell, Consell Comarcal de l’Urgell, 1991; J. M. Figueres, En defensa de Catalunya: antologia política i humana del president Lluís Companys, Barcelona, Tibidabo, 1997; El consell de guerra a Lluís Companys, President de la Generalitat de Catalunya, Barcelona, Proa, 1997; E. Jardi, Companys i el 6 d’octubre, Barcelona, Proa, 1997; J. Benet, La mort del President Companys, Barcelona, Edicions 62, 1998; Consell de guerra i condemna a mort de Lluís Companys, President de la Generalitat de Catalunya, Barcelona, Generalitat de Catalunya, 1999; J. Pomés, La Unió de Rabassaires. Lluís Companys i el republicanisme, el cooperativisme i el sindicalisme pagès a la Catalunya dels anys vint, Barcelona, Abadia de Montserrat, 2000; J. Casassas i Ymbert (coord.), Lluís Companys i la seva època, Barcelona, Pòrtic, 2002; À. Duarte, Republicans. Jugant amb foc (de Lluís Companys a Josep Tarradellas), Barcelona, L’Esfera dels Llibres, 2006.

Monumento 


Monolito erigido en el paseo de Lluís Companys de Barcelona. Realizado en piedra de Montjuic, sobre él se encuentra un medallón con la figura de Companys. A su costado, una estatua de bronce de unos dos metros de alto representando a una niña, Conxita Julià, con un pañuelo en la mano. Conxita escribió poemas a Companys mientras se encontraba preso en el penal del Puerto de Santa María. A su regreso a Barcelona, le regaló uno de sus pañuelos.
Conxita Julià y Farrés (Barcelona, 1920) es una poeta y excursionista española. A partir del año 1934, Conxita Julià intercambió cartas con Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Cataluña. El inicio de la relación epistolar se dio al enviarle ella un poema a Lluís Companys, después de los hechos del seis de octubre de 1934. La figura de Conxita Julià aparece representada, como una chica con pañuelo, en la escultura en honor de en Lluís Companys, inaugurada en 1997 en el Paseo Lluís Companys de Barcelona.

Nota

Un monumento en la confluencia de la ronda Sant Pere y el paseo Lluís Companys, a muy pocos metros del Arc de Triomf, recuerda al presidente de la Generalitat fusilado en 1940 por el franquismo. El elemento más importante de la obra, del escultor Francisco López, es una joven de pie junto al rostro del presidente sosteniendo un pañuelo.
A primera vista uno puede interpretar que la muchacha con el pañuelo es una alegoría del llanto del pueblo catalán por la muerte de Companys. Pero en realidad esconde una historia humana real entre una chica, el presidente y un pañuelo que todavía sobrevive
La chica de la estatua se llama Conxita Julià. Con 13 años decidió enviar una carta con un poema dedicado a Companys, entonces encarcelado en el penal del Puerto de Santa María, en Cádiz, como consecuencia de la proclamación del estado catalán el 6 de octubre de 1934. El presidente respondió a aquella carta que le llegó al corazón.
Pañuelo de Lluís Companys

Poco después de ser liberado tras la victoria de las fuerzas de izquierda en febrero de 1936, Companys pudo conocer a aquella joven en un acto de homenaje al presidente Francesc Macià. Conxita Julià no dudó en presentarse, y el presidente, agradecido, le regaló el pañuelo que lucía en el bolsillo superior de su americana, una de sus señas de identidad.
Aquel pañuelo pasó a ser una reliquia para la familia. Una vecina le bordó una dedicatoria y el escudo de Catalunya. Durante la dictadura decidieron enviarlo a Caracas. Tras la muerte de Franco, los depositarios devolvieron el pañuelo a su propietaria, que unos años después lo donó al Museu d’Història de Catalunya, donde permanece debidamente protegido entre sus fondos.
Celosamente custodiado entre unas transparencias, el histórico pañuelo duerme clasificado y no es accesible para los visitantes del museo”

Legado

En 1943, Ángel Ossorio y Gallardo, el político y abogado que le había defendido tras los hechos de octubre de 1934 escribió Vida y sacrificio de Companys.
En 1979, el ayuntamiento de Barcelona, el primero elegido democráticamente desde la República, acordó proceder al cambio de nombre del Salón de Víctor Pradera, un paseo que se encontraba entre el Arco de Triunfo y el parque de la Ciudadela. Desde entonces, la avenida lleva el nombre de paseo de Lluís Companys.​ En 1997 se erigió allí una escultura en homenaje a su figura.
En julio de 2001, el Estadio Olímpico de Montjuic en Barcelona, en el que se habían celebrado las pruebas de atletismo de los Juegos Olímpicos de verano de Barcelona en 1992, recibió el nombre de Lluís Companys, según resolución del ayuntamiento de Barcelona a propuesta de Comisiones Obreras de Cataluña.​
En 2005 se erigió un monolito en el foso de Santa Eulalia del castillo de Montjuic, frente al lugar donde Companys fue ejecutado. La inauguración tuvo un carácter institucional bajo la presidencia del presidente de la Generalidad Pasqual Maragall.

Escudo de Armas
Los de El Tarrós, usan: Escudo cortado de oro 
y gules, con una flor de lis del uno al otro.

Linaje catalán, con casas solares en Balaguer (Lérida), sus dueños Juan Companys y Antoni Companys; en Ibárs de Noguera (Lérida); en Tarrós (Lérida), su dueño Pere Companys; en Pradell (Lérida), su dueño Monserrat Companys, y Borjas Blancas (todo en Lleida), su dueño Pere Companys, documentadas en la Fogueración catalana de 1553. 

Cónyuges.

Mercè Micó y Busquets

Carme Ballester i Llasat (Barcelona, 27 de abril de 1900 — París, 1972) fue la segunda esposa del presidente de la Generalidad de Cataluña, Lluís Companys.
Militó en Estat Catalá y en 1936 se casó con Lluís Companys, tras divorciarse de Joan Duran. Se exilió en París durante la Guerra Civil Española, en abril de 1938,​ para estar cerca de su hijastro, Lluís Companys i Micó, ingresado en un manicomio. Cuando su marido fue capturado en Francia por la policía militar alemana y ejecutado por el régimen franquista, tuvo contactos con la Resistencia francesa y escondió a ciudadanos judíos. Murió en el exilio en 1972, después de que se le reconociera una pensión de viuda como víctima del nazismo.

Hijos

Lluís Companys i Micó, familiarmente Lluïset (Barcelona, 5 de noviembre de 19111​ - París, 1956), fue el  hijo  del presidente de la Generalitat de Cataluña Lluís Companys. Víctima de una grave enfermedad mental, se encontraba en una clínica psiquiátrica de París cuando se produjo la invasión alemana del país durante la Segunda Guerra Mundial.  Tras la muerte de su padre, Lluïset Companys pudo ser localizado por Carme Ballester, segunda mujer del presidente de la Generalitat, que se responsabilizó de él hasta su muerte.

Maria de l'Alba (1915.
Se caso con el abogado  Héctor Gally Grivé,(1912-1976), falleció en la Ciudad de México.Fueron padres de Luis, Héctor y María Luisa.

Los abuelos de Ricardo Cayuela, Maria de l’Alba Companys y Héctor Gally, se exiliaron a México tras la Guerra Civil. Allí tuvieron tres hijos, uno de ellos María Luisa —la madre de Ricardo—, pero ninguno regresó a España. De forma que los descendientes directos del político catalán, que solo tuvo dos hijos con su primera mujer —aunque el varón, Lluïset, siempre estuvo enfermo y murió en Francia—, están todos en México.
 “Mi familia conservaba algunos objetos de Companys, como plumas, gafas, pitilleras, cartas, fotografías y hasta el testamento ológrafo que escribió el 15 de octubre de 1940, justo antes de su fusilamiento; pero lo donamos todo a la Generalitat”, comenta Ricardo Cayuela (Ciudad de México, 1969).

«Mi bisabuelo se había divorciado de mi bisabuela, Mercedes Micó, y casado con una segunda mujer, Carme Ballester. Mi bisabuela, con su hija en brazos, huyó en 1939 [al final de la Guerra Civil] a México gracias a la invitación del Gobierno mexicano de Lázaro Cárdenas y los programas de ayuda a exiliados republicanos. Mi bisabuelo, pese a la separación, nunca dejó de preocuparse por ellas y de atenderlas, pero su único hijo varón, Lluís Companys i Micó, sufría una grave enfermedad mental, esquizofrenia, y estaba siendo tratado en Francia. Él decidió quedarse a cuidar allí de su hijo en vez de huir a América», explica Ricardo sobre la llegada de su familia a México, lugar de acogida de la mayor parte de los exiliados republicanos tras la contienda y punto de encuentro de numerosas facciones ideológicas de la izquierda española unidas ahora bajo un paraguas común: el exilio.





Layret i Foix, Francesc. 

Barcelona, 10.VII.1880 – 30.XI.1920. Abogado y político.

Nacido en el seno de una familia acomodada y de tradición republicana, con tan sólo dos años de edad sufrió una grave enfermedad que le dejaría importantes secuelas físicas para el resto de su vida en forma de parálisis en ambas piernas.
Cursó estudios de bachiller en el Liceo Políglota de Barcelona, uno de los pocos institutos de enseñanza privados de Barcelona que no estaba en manos de órdenes religiosas, y allí coincidió con Lluís Companys, a quien le uniría en adelante una estrecha amistad.

Ambos cursarían también juntos estudios de Derecho en la Universidad de Barcelona, que Layret compaginó, además, con los de Filosofía y Letras. Fue precisamente en estos años de estudiante universitario cuando, profundamente atraído por las cuestiones sociales, comenzó a frecuentar los ambientes juveniles republicanos, siendo junto Lluís Companys, Emeteri Palma, Miquel Gaudier y Laureano Miró, entre otros, uno de los impulsores de la Associació Escolar Republicana (AER), organización integrada por estudiantes universitarios e independiente de cualquiera de los diversos grupúsculos y partidos políticos republicanos existentes a principios del siglo xx en Cataluña.

Siendo uno de los principales representantes del ala izquierdista de la AER, en 1902 impulsó en Barcelona la Extensió Universitària, asociación cultural que pretendía acercar la Universidad a los ambientes populares y obreros. Al año siguiente, junto a los dirigentes obreros Eladi Gardó y Josep Tubau, impulsó en Barcelona el Ateneu Enciclopèdic Popular, institución dedicada fundamentalmente a la formación de aquellos trabajadores susceptibles de acceder a cargos de responsabilidad en el ámbito político y sindical y que presidió durante su etapa fundacional.

En 1905, tras doctorarse con un trabajo sobre la “sociedad primitiva”, ingresó en la Juventud de la Unión Republicana, se presentó a las elecciones municipales y resultó elegido regidor de Barcelona por el popular distrito VII de la ciudad. Con tan sólo veinticinco años de edad asumió la tercera Tenencia de Alcaldía del consistorio y poco después ocupó la Presidencia de su comisión de finanzas, cargo desde el cual se erigió pronto en uno de los regidores que más encarnizadamente se enfrentaron a la corrupción administrativa.
Responsable igualmente de las finanzas del Ayuntamiento, fue el responsable de la redacción de un presupuesto de cultura cuyos objetivos fundamentales eran la creación de una red de bibliotecas populares y de escuelas con un planteamiento pedagógico reformista basado en la laicidad y la coeducación.
Aunque el proyecto finalmente fue rechazado, su encarnizada defensa pública acabó de catapultar a su autor a la primera línea de la política, a la par que lo erigía en una de las figuras más populares entre los ambientes obreros de la ciudad.

Fue precisamente en esos momentos cuando entabló relación con el grupo redactor del periódico El Poble Català, que en 1906 fundó el Centre Nacionalista Republicà (CNR), organización que en 1910 se integró en la Unió Federal Nacionalista Republicana (UFNR), una coalición formada por diversos partidos, clubes y grupos republicanos catalanistas y cuya junta municipal barcelonesa presidió Layret.
En 1914, sin embargo, tras haber intentado, junto al socialista Gabriel Alomar, introducir, sin éxito, en la UFNR un programa netamente obrerista y frustrado por los continuos fracasos electorales y por el pacto electoral establecido con los lerrouxistas —conocido como Pacto de San Sebastián—, abandonó para impulsar al año siguiente junto a Marcelino Domingo el Bloc Republicà Autonomista (BRA), agrupación política que pretendía aglutinar a la izquierda republicana y catalanista alrededor de un programa basado en un reformismo social capaz de captar el voto de los sectores populares. En 1917, consumado el fracaso electoral del BRA, participó en la constitución del Partit Republicà Català (PRC), organización que pretendía cubrir el vacío electoral dejado por la extinta UFNR y cuyos postulados doctrinales combinaban el federalismo de tradición pimargalliana con el socialismo democrático.

En 1919, en plena escalada de la tensión social en Barcelona, propuso, junto a Lluís Companys, la adhesión provisional del PRC a la Internacional Comunista para intentar captar el apoyo electoral de la clase obrera y postularse como brazo político parlamentario de los sindicatos catalanes encuadrados en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT); dicha medida, que nunca llegó a hacerse efectiva, provocó la salida del PRC de los militantes que estaban en desacuerdo con la línea obrerista que Layret pretendía conferir al partido. Esta circunstancia, unida al fracaso de la campaña a favor del establecimiento de un régimen de autonomía para Cataluña de 1918-1919, llevaron a Layret a intentar sin éxito establecer junto a los socialistas Rafael Campalans y Manuel Serra i Moret una amplia plataforma política socialista que luchara por una solución definitiva a la “cuestión catalana”.

En las elecciones legislativas de junio de 1919, tras muchas reservas y escrúpulos, se presentó en la candidatura republicana liderada por los lerrouxistas y resultó elegido diputado a Cortes por Sabadell (Barcelona).
Sus intervenciones en el Congreso se caracterizaron durante estos meses por las continuas críticas a la postura intransigente de los grupos patronales —a los cuales responsabilizó directamente de la escalada de la tensión social que se vivía en Cataluña— y por la defensa de los derechos de sindicación y de asociación de los trabajadores —vulnerados por las medidas represivas de las autoridades—.
Su compromiso con los obreros se manifestó igualmente desde su condición de abogado, pues desde la constitución de la CNT se había venido encargando gratuitamente de los casos más difíciles planteados en la central sindical. Fue así como entabló amistad con los principales dirigentes obreros catalanes y, en especial, con Salvador Seguí.

En junio de 1920, ante la grave situación social y política que se vivía en Cataluña, intentó, sin éxito, gestionar ante el gobierno la revisión de las causas de los múltiples presos gubernativos existentes en el Principado.
Su regreso a Barcelona coincidió con una nueva oleada represiva contra el movimiento obrero dirigida por el gobernador civil Martínez Anido, quien ordenó la clausura de los locales de los sindicatos de la CNT y la detención de sus dirigentes, así como también la de diversos políticos republicanos y socialistas. En estas circunstancias, cuando Francesc Layret se disponía a impedir la deportación de su amigo y compañero Lluís Companys al castillo de la Mola de Mahón, fue abatido a tiros en la puerta de su casa por un grupo de pistoleros de los Sindicatos Libres.


Obras de ~: La Sociedad primitiva, Barcelona, Imprenta Elzeviriana de Borrás y Mestres, 1905; con J. Pinilla i Fornell y Luís Duràn i Ventosa, Reforma de la administración local: informe, Barcelona, Imprenta de Henrich, 1907.

 

Bibl.: A. Samblancat, “Francisco Layret”, en Siluetas: Revista Política, Literaria y de Actualidad (Madrid), n.º 8 (1923); F. Madrid, Las últimas veinticuatro horas de Francisco Layret, Buenos Aires, Patronato Hispano-Argentino de Cultura, 1942; R. Arnabat, Notes sobre Francesc Layret i el seu temps, Villafranca del Panadés, Ajuntament, Servei de Cultura, 1986; M. A. Capmany y X. Romeo, Preguntes i respostes sobre la vida i la mort de Francesc Layret, advocat dels obrers de Catalunya, Barcelona, Diputació, Institut del Teatre, 1992; J. Ferrer, Francesc Layret: 1880-1920, Catarroja y Barcelona, Afers, 1999.


Comentarios

Publicaciones por meses I

Mostrar más

Publicaciones por meses II

Mostrar más

Publicaciones por meses III

Mostrar más

Publicaciones por meses IV

Entradas populares de este blog

El Club de los 400 millonarios de nueva york; y la Familia Astor.-a

Reina consorte María de Teck(I) a

Las siete puertas de Madrid.-a

Five Points o los cinco puntos de nueva york.-a

El juicio por el accidente de Chernóbil​.-a

Las autopistas urbanas de Santiago.-a

Nobleza rusa.-a

La nobleza Catalana.-a

El imperio colonial portugués.-a

Isla de Long Island (Nueva york).-a