Asesinato de Aldo Moro I a


Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes



En la mañana del 9 de mayo de 1978 el cuerpo sin vida de Aldo Moro era descubierto por la policía en el interior de un Renault-4 rojo aparcado en la vía Caetani, en el centro de Roma. La aparición del cadáver del dirigente democratacristiano, acribillado por once balas, encogido y semicubierto por una manta en el maletero del vehículo ponía fin a un secuestro de 55 días llevado a cabo por la organización terrorista de extrema izquierda Brigadas Rojas (BR). 
El lugar donde habían aparcado el automóvil no era casual, a medio camino de las sedes centrales de la Democracia Cristiana (DC) y del Partido Comunista Italiano (PCI), los dos principales partidos del país y los más firmes defensores de no negociar con los secuestradores. El asesinato también era el final del compromiso histórico formulado por el secretario general del PCI, Enrico Berlinguer,  y en el que Moro, por convencimiento o por táctica, estaba dispuesto a experimentar.
De hecho, el presidente de la DC fue secuestrado cuando se dirigía a la sesión de investidura del cuarto gobierno de Giulio Andreotti. El nuevo ejecutivo iba a ser apoyado parlamentariamente por los comunistas en una fórmula inédita en la política italiana. Su trágico final enterró aquel intento. Los democratacristianos volvieron a pactar con socialistas y pequeños partidos centristas los sucesivos gobiernos hasta el cambio de escenario político de 1992 –proceso de Manos Limpias contra la corrupción, destrucción del sistema de partidos vigente desde 1945 e irrupción de Berlusconi-. 
A finales de los años 70 en Italia, época conocida como los años de plomo, donde coincidieron el terrorismo de extrema derecha –con los grandes atentados de la plaza Fontana de Milán y la estación de ferrocarril de Bolonia- con el de extrema izquierda  –en parte,  heredero del mayo del 68 y del desencanto con las políticas de los partidos comunistas-  tuvo una influencia decisiva en el desenlace del secuestro. 
Su política de acuerdos con los comunistas alteraba el equilibrio político del sur de Europa y cuestionaba las bases de la guerra fría. Ni Washington ni Moscú veían con simpatía la deriva italiana. En este contexto, es difícil sustraerse –y la historiografía de los últimos treinta años no lo ha hecho-  a considerar el secuestro y asesinato de Aldo Moro como una operación política de largo alcance, donde más allá de los ejecutores materiales –las Brigadas Rojas- se extiende una trama oscura donde se adivinan los hilos de los servicios secretos –principalmente, estadounidense-, la logia masónica P-2 o la organización Gladio.

El secuestro

El 16 de marzo de 1978, un comando de al menos 10 terroristas, algunos de ellos vestidos con uniformes de la compañía de aviación Alitalia, apostados en el cruce que une las vías Mario Fani y Stressa, en el norte de Roma, interceptaron a las nueve de la mañana el Fiat 130 en que viajaba Aldo Moro y el Alfa Romeo de sus escoltas. En una operación diseñada por el jefe de las BR en Roma, Mario Moretti, ametrallaron al chofer y a los guardaespaldas. Seleccionaron con exactitud dos de las cinco carteras que llevaba consigo, introdujeron a Moro en un coche y abandonaron  la escena del crimen. La acción había durado tres minutos.
Una operación milimetrada sobre la que penden algunos interrogantes. Los terroristas abatieron a los cinco acompañantes sin ocasionar ningun daño a Moro –aunque la autopsia reveló una herida en una nalga que pudo haber sido causada en el momento del secuestro-. La precisión del ametrallamiento sorprende para unos jóvenes sin formación militar. Algunas fuentes revelaron que 49 de los 91 disparos partieron de un solo hombre y apuntaron la tesis de un miembro de la ndranghetta, la mafia calabresa, conectado con los servicios secretos. Un testigo afirmó haber oído gritar órdenes con acento extranjero. Otros testimonios declararon haber visto una moto Honda con dos hombres a bordo.
Otros dos elementos levantaron suspicacias. Primero, se conoció que un agente del servicio secreto militar italiano había sido visto en vía Fani –explicó que iba a casa de un amigo-. Segundo, debido a una caída repentina de las líneas telefónicas en la zona del tiroteo, el primer aviso no llegó a la policía hasta las 9.05 horas.
También llama la atención la inexperiencia de la policía en la lucha antiterrorista. El escenario se contaminóde la forma más chapucera. Prensa y curiosos pasearon por el lugar e incluso un enviado de la RAI exclamó en una conexión en directo: “Ah, he pisado sin querer los casquillos”. En el mismo sentido, cuando fue encontrado el cadáver de Moro el coche fue rodeado por una multitud de policías y curiosos que  infringían las más elementales normas de investigación.

El cautiverio

Durante esos casi dos meses, la sociedad italiana se vio sacudida por el debate inevitable de abrir o no la negociación con los terroristas. El proceso fue dramático debido a los sucesivos comunicados de las Brigadas Rojas y, especialmente, a las cartas desesperadas enviadas por el propio Moro a sus compañeros de partido –solicitándoles que accedieran a negociar su liberación- y a su mujer.  Como señaló Enric Juliana, en un artículo a los veinte años del crimen, “el secuestro de Moro acabó siendo una tragedia griega, el ansia humana por sobrevivir contra la razón de Estado”.

Dos días después del secuestro, el día 18, el periódico Il Messaggero   recibió una llamada anónima en la que se informaba el lugar donde se encontraba el primer comunicado y anunciaba que “un núcleo armado de la Brigadas Rojas ha capturado y recluido en una prisión del pueblo a Aldo Moro”

El 25 de marzo, se recibió la segunda comunicación de la banda en el que se anunciaba que “se buscarían las directas responsabilidades de Aldo Moro por las cuales y con criterios de justicia proletaria, será juzgado”.  Para algunos autores, el término juzgado alertó a instituciones y agencias de seguridad. Moro había sido presidente de Gobierno dos veces y ministro de Asuntos Exteriores, por tanto disponía de información confidencial y secretos de Estado que podían implicar a servicios secretos y gobiernos extranjeros.
El día 29 se recibió un nuevo mensaje y una carta de Moro dirigida a su amigo y ministro del Interior, Francesco Cossiga, en la que solicitaba a los dirigentes del partido ser canjeado. Sin embargo, el Gobierno decidió mantener una postura firme frente a los terroristas. Ante al silencio del ejecutivo, el 4 de abril las Brigadas enviaron  el cuarto comunicado en el que exigían la liberación de los prisioneros comunistas. El 15 de abril, en la sexta comunicación se notificaba que el interrogatorio “había terminado, se le había encontrado culpable y condenado a muerte”.
Aldo Moro

El falso comunicado 

Tres días después, el caso dio un giro inesperado. Un nuevo comunicado anunciaba que “el presidente de Democracia Cristiana, Aldo Moro, ha sido ejecutado mediante suicidio” y que su cuerpo yacía en el lago Duchesse, cerca de la localidad de Cartore. La conmoción fue enorme, pero tras dos días de búsqueda infructuosa se recibió un nuevo comunicado de la banda, en el que negaban su autoría en el mensaje anterior y lo atribuían a “los especialistas en guerra psicológica”. Adjuntaban una fotografía del prisionero sosteniendo el periódico La Repubblica del día anterior.
Hace pocos años, el controvertido especialista estadounidense en terrorismo, Steve Pieczenick, confirmó en una entrevista que ese comunicado fue elaborado por los servicios secretos italianos y que su finalidad era preparar a la opinión pública para lo peor.  Pieczenick, miembro de un equipo estadounidense enviado para asesorar a los italianos, confesó que su misión fue hacer creer a las BR que pese a la aparente posición de firmeza del Gobierno italiano sería posible llegar a un acuerdo. Tras el falso comunicado de la muerte y el fracaso posterior de cualquier negociación, defraudados terroristas se vieron abocados a tomar la más funesta decisión.
El día 24 de abril se recibió el octavo mensaje, en el que se reiteraba la condición de preso político de Moro y se ofrecía su intercambio por trece brigadistas presos. El 29 de abril, en un último y desesperado intento, Moro envió cartas a sus compañeros solicitando que fuera convocado el Consejo Nacional del partido. Inútil. El 3 de mayo, Giulio Andreotti, presidente del Gobierno, reiteró la negativa del Ejecutivo. Dos días después, se recibió el último comunicado (nº 9) en que se anunciaba la condena a muerte de Moro, la exculpación de las BR y acusaban al Gobierno de asesinato de Estado.

La ejecución

El cautiverio de Moro duró 55 días. Permaneció todo el tiempo en una falsa habitación camuflada detrás de una librería del salón de un piso de la vía Montalcini nº 8 de Roma. Básicamente, le custodiaron el jefe del comando Mario Moretti, que se encargó de los interrogatorios, Prospero Gallinari, Germano Maccari y Anna Laura Braghetti, que en marzo de 1998 dio a conocer algunos detalles de cómo transcurrieron los últimos minutos de la vida de Aldo Moro. 
Gallinari no dejó ni un minuto el piso durante los 55 días del secuestro –se había fugado de la cárcel de Treviso en 1976-.  No salió ni la mañana del 9 de mayo, cuando Moro fue escondido en una cesta, llevado al garaje por Moretti y Maccari e introducido en el maletero del Renault-4 donde fue asesinado por once disparos. Después dejaron el coche en vía Caetaní.
Durante bastante tiempo se pensó que Gallinari había sido quién mató a Moro, pero en octubre de 1993, Mario Moretti confesó haber sido el autor material “no habría permitido que lo hiciese otro”.  Sin embargo, diferentes autores y la comisión parlamentaria que investigó el caso encontró varios puntos oscuros en la versión de los brigadistas. Durante la autopsia se encontró arena de playa en el traje de Moro y también algunas monedas en un bolsillo. Tampoco los cinco juicios celebrados contra 13 brigadistas implicados han esclarecido los puntos oscuros. Dos nunca fueron capturados. Sobre uno de ellos se apunta que podía ser un infiltrado de los servicios secretos italianos; sospecha que también se extendió al mismo Moretti.
Además de la duda sobre la autoría del asesinato, siempre las ha habido sobre la capacidad de las Brigadas para  mantener escondido a Moro durante 55 días. A pesar de los 13.000 policías movilizados, los 40.000 registros domiciliarios y los 72.000 controles de carretera sorprende que durante los casi dos meses de secuestro la policía italiana no llevara a cabo ninguna detención. En 1981, se descubrió que la mayor parte de la cúpula del ministerio del Interior, encargada de la investigación del secuestro, pertenecía a la logia masónica P-2.

Tampoco se sabe donde fueron a parar los escritos de Moro en cautiverio: casi cien textos entre cartas y testamentos. Fueron enviadas 30 misivas, siete de ellas publicadas. Otras vieron la luz poco a poco. Sus acusaciones eran muy duras, especialmente, con sus compañeros de partido “mi sangre caerá sobre vosotros". Su mujer, Eleonora, que nunca perdonó a Giulio Andreotti, Francesco Cossiga y  Benigno Zaccagnini –secretario general de la DC-,  prohibió que se celebrase un funeral de Estado. Sí que consiguió que Pablo VI escribiera una carta a las BR pidiendo su libertad.    
Del memorial, supuestamente escrito por Moretti, con las transcripciones de los interrogatorios a Moro apareció una copia pero se sospecha que la policía hizo desaparecer la parte más comprometedora para los intereses del Estado. Además, se descubrió que la impresora de los comunicados de las Brigadas Rojas provenía de las oficinas de los servicios secretos que entrenaban a los miembros de la Gladio, la fuerza paramilitar financiada por la CIA para prevenir un posible golpe comunista en Italia.
El caso Moro conmocionó al mundo en 1978. Para los italianos es un affaire que aún permanece abierto, al igual que el asesinato del presidente Kennedy para los estadounidenses. Son demasiadas sospechas, demasiadas especulaciones, demasiadas medias verdades para cerrar el caso. Aunque las Brigadas Rojas secuestraron y mataron a Moro, la tesis más pausible es que intervinieron más actores que manipularon al grupo según sus intereses. Pocos parecían quererlo vivo. Sabía demasiado sobre la guerra sucia. Se impuso la razón de Estado. Moro fue sacrificado.

Los asesinos
Brigadas Rojas

 Mario Moretti

Mario Moretti (Porto San Giorgio, Fermo, Italia, 1946) fue uno de los fundadores, junto a Renato Curcio y Mara Cagol, de las Brigadas Rojas, las cuales dirigió hasta su arresto en 1981.

Desde 1994 se encuentra en libertad condicional y coordina las actividades del laboratorio de informática para la Región de Lombardía.

Moretti nació en una familia católica de derecha. Sin embargo, fue una aristócrata íntimamente relacionada con el movimiento fascista, la marquesa Anna Casati Stampa, quien financió sus estudios como perito industrial y quien, en 1968, lo dotó de una carta de recomendación cuando se trasladó a Milán en busca de trabajo; la relación entre los Moretti y los Casati Stampa ha dado pábulo a interpretaciones que afirman que las Brigadas Rojas fueron un señuelo elaborado en el curso de la Operación Gladio, una organización financiada por la CIA para debilitar y desacreditar la influencia del Partido Comunista Italiano.
En Milán, Moretti obtuvo un puesto en la fábrica Sit-Siemens, donde conocería a Corrado Alunni, Giorgio Semeria y Paola Besuschio, futuros miembros de las Brigadas Rojas, en las manifestaciones obreras. Junto con ellos, se sumaría rápidamente al Collettivo Político Metropolitano dirigido por Curcio y Cagol; el grupo del CPM daría eventualmente origen al núcleo histórico de las Brigadas Rojas, constituidas poco más tarde. Junto con Corrado Simioni, Moretti abogaría desde el comienzo por la acción violenta, una estrategia a la que Curcio y Alberto Franceschini, entre otros, se opondrían vehementemente. Simioni abandonó rápidamente la organización para fundar otra, conocida como Superclan; Moretti mantendría estrechos contactos con ella durante los años siguientes.
En 1974 toda la cúpula de las BR, con la excepción de Moretti, fue apresada en un raid de la policía, lo que lo dejó a cargo de la organización. En su nueva posición, Moretti alentaría la adopción de una línea más dura; en 1975 se trasladó a Roma, desde donde planearía la campaña de primavera que concluiría en 1978 con el secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro tras 55 días de cautiverio. Durante la prisión de Moro, éste comunicó a Moretti que estaba enterado de la existencia de la Operación Gladio, entonces un bien guardado secreto que no se revelaría públicamente hasta 15 años más tarde; Moretti mantuvo el silencio en lugar de denunciar públicamente la injerencia del gobierno de los Estados Unidos en la política interior italiana, lo que avala las tesis que lo vinculan a Operación Gladio.
En 1981 Moretti fue arrestado y condenado a seis cadenas perpetuas; poco más tarde, sufrió una misteriosa agresión en la cárcel de Cuneo, donde se encontraba. Pese a que nunca colaboró con la investigación y mantuvo el silencio acerca de las actividades de las BR, en 1994 obtuvo la libertad condicional.

 Prospero Gallinari

Prospero Gallinari ( Reggio nell'Emilia , 1 de enero de 1951 - Reggio Emilia , 14 de enero de 2013 ) fue un  terrorista italiana , militante de las Brigadas Rojas durante los años de plomo .

Después de ser parte del grupo original que había formado la organización en 1970 , fue arrestado por primera vez en noviembre de 1974 ; escapó de la prisión de Treviso en enero de 1977 , asumió un papel de gran importancia como gerente de la columna romana y miembro del Comité Ejecutivo. Muy decidida y altamente motivado ideológicamente, formó parte del grupo armado que asesinó a sus cinco guardaespaldas de Aldo Moro en ' emboscada de Fani y durante la convulsión sirvió como carcelero del político en el apartamento de la Via Montalcini 8 en Roma . Sus nombres de batalla fueron Giuseppey Gallo  (derivado de su apellido y análogo al utilizado por el político partisano y comunista Luigi Longo durante la resistencia italiana ).

Después del final de la toma continuó dirigiendo la columna romana participar directamente a otros actos graves de violencia hasta su detención en septiembre de 1979 después de un tiroteo con agentes de Seguridad Pública en el que resultó gravemente herido en la cabeza. Fue condenado a ' cadena perpetua para muchos de los ataques y las acciones de la BR en el periodo 1974-1979, incluyendo el secuestro mencionado Moro
 ( 1978 ), y materialmente haber participado en el asesinato de los cinco guardaespaldas, dos policías en 1979 y del juez Riccardo Palma (nuevamente en 1978); en total fue un ejecutante directo, con otras brigadas, de ocho asesinatos. Rígido e intransigente, mantuvo una total falta de cooperación durante los años de prisión; en la década de los noventa, por razones de salud graves, se ordenó la suspensión de su condena.

 Germano Maccari



Germano Maccari ( Roma , 16 de abril de 1953 - Roma , 25 de agosto de 2001 ) fue una brigadista roja italiana .
Nacido en Roma en el barrio Prenestino , Maccari se acercó al mundo de los días de la política de la escuela secundaria (escuela secundaria "Francisco de Asís" de Centocelle ), que participa en el movimiento estudiantil. Luego se unió a Power Worker donde sirvió en la orden y decidió participar en las primeras acciones de la lucha armada. Fue Germano Maccari, conocido como "Gulliver", para llevar a cabo la primera lesión a las patas de la historia de la lucha armada italiana, golpeando en 1973 un jefe de departamento de Fatme, la electrónica fábrica en la capital.
Amigo y compañero de Morucci Valerio , Adriana Faranda y Bruno Seghetti , con estos militantes formaron la LAPP (Proletaria Ejército Lucha de energía) , el grupo que va a alimentar en 1976 en las Brigadas Rojas . Después de muchas dudas, Maccari finalmente decidió, impulsado en esta dirección por Seghetti y Morucci, ingresar a las Brigadas Rojas en el verano de 1977.
Fría resuelta y militarmente experto,, Germano Maccari se consideró el extremismo en el Imperio Romano y las Brigadas Rojas, un militante confiable y capaz, entre los mejores de la columna romana. Su amigo Valerio Morucci, principal liderazgo logístico y militar de la columna de Roma, entonces considera que es adecuado para ocupar y administrar la base de datos a través de Montalcini 8 con una identidad ficticia "ingeniero Louis Altobelli".
En 1978 fue uno de los que participaron en el secuestro de Aldo Moro . Maccari, que no está de acuerdo con la decisión de matar al presidente, se aleja de la organización terrorista después del trágico epílogo de la historia. Durante años, los investigadores se refirieron a su figura como la del "cuarto hombre", el autodenominado ingeniero Altobelli que había alquilado la madriguera de via Montalcini.
En 1993, Maccari fue arrestado. El testimonio de Adriana Faranda está en contra de él, pero él niega enérgicamente cualquier acusación. Después de dos años de prisión preventiva, es liberado de nuevo debido a la fecha límite, ya que el juicio aún no ha comenzado.
El juicio finalmente se llevará a cabo en 1996. Maccari decide admitir su participación en el asunto, incluso si afirma que no participó en el asesinato de Aldo Moro. Él es sentenciado a 30 años de prisión, luego reducido a 26.
La noche del 25 de agosto de 2001, Maccari murió a la edad de 48 años por un aneurisma cerebral en la prisión de Rebibbia, donde cumplía la condena.


Anna Laura Braghetti


Anna Laura Braghetti ( Roma , 3 de agosto de 1953 ) es una terrorista y asesina  italiana.

Miembro  de las Brigadas Rojas , era el propietario del apartamento en Via Montalcini, que se cree que fue la prisión de Aldo Moro . Durante la convulsión, incluso sin censura, la Braghetti actúa como cubierta para las otras tres brigadas estacionadas en el apartamento, que pretende ser la novia del llamado "ingeniero Altobelli", la misteriosa cuarta operación de hombre hasta muchos años más tarde resultará ser el brigatista Germano Maccari .
 Braghetti se volvió clandestino  en 1978 , inmediatamente después del trágico final del secuestro de Moro y participan activamente en algunas de las acciones terroristas con asesinatos y lesiones.
Fue arrestada el 27 de mayo del mismo año y sentenciada a cadena perpetua . En 1981 se casó con Prospero Gallinari.  Salio  libertad condicional en 2002 .

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