Consuelo Balsan (antes, Consuelo, duquesa de Marlborough, nacida Consuelo Vanderbilt) a

Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes


Consuelo con el duque de Marlborough y sus dos hijos, John, marqués de Blandford, y
 Lord Ivor Spencer-Churchill, por John Singer Sargent, 1905.

(2 de marzo de 1877 - 6 de diciembre de 1964), fue miembro de la prominente familia americana Vanderbilt. Su matrimonio con el 9.º duque de Marlborough fue un emblema internacional de los matrimonios socialmente ventajosos, pero carentes de amor de la Edad de Oro.
anciana

Nacida en Nueva York, única hija de William Kissam Vanderbilt, millonario de ferrocarriles neoyorquino, y su primera esposa, Alva Erskine Smith (después Belmont). Su nombre en español fue en honor de su madrina, Consuelo Yznaga, que se casaría con George Montagu,vizconde Mandeville, después VIIIº duque de Mánchester.
Consuelo Vanderbilt, fue ampliamente dominada por su madre, Alva, que determinó que Consuelo conseguiría un gran matrimonio como el de su famosa homónima.
En aquellos días había muchas bodas de aristócratas europeos con herederas estadounidenses. Para los nobles del Viejo Mundo, este tipo de uniones eran una vergüenza, pero útiles en términos financieros. La nobleza miraba a las americanas que se casaban con otros nobles como intrusas, indignas de su nueva posición.
En su biografía Consuelo Vanderbilt describió cómo la obligaron a usar una varilla de acero, que corría por su espalda y se sujetaba por la cintura y los hombros, para mejorar su postura. Fue educada en casa por institutrices y tutores y aprendió lenguas extranjeras desde una edad temprana. Su madre era una mujer disciplinaria y estricta que la azotaba con un látigo por pequeñas infracciones. Consuelo creció como una rata de biblioteca ansiosa, timorata e introvertida que no se atrevió a opinar.
matrimonio



Al igual que su madrina, Consuelo atrajo a numerosos pretendientes "portadores de títulos" deseosos de negociar su posición social por dinero en efectivo. Su madre habría recibido al menos cinco propuestas por su mano. A Consuelo se le permitió considerar la propuesta de uno solo de los pretendientes, el príncipe Francisco José de Battenberg, pero Consuelo desarrolló un rechazo inmediato hacia él. Ninguno de los otros, sin embargo, era lo suficientemente bueno para Alva Vanderbilt, aunque ella misma era hija de un simple comerciante.
A diferencia de varias de las herederas contemporáneas en busca de su príncipe azul particular, Consuelo Vanderbilt era una gran belleza, con un rostro lo bastante agraciado como para hacer que el dramaturgo Sir James Barrie, autor de Peter Pan, escribiese "quisiera estar de pie todo el día en la calle para ver a Consuelo Marlborough subir a su carroza". Ella vino a encarnar el "aspecto delgado y ajustado" que estuvo en boga durante la época eduardiana.
Decidida a asegurar la pareja de más alto rango posible para su única hija, una unión que destacaría la preeminencia de la familia Vanderbilt en la sociedad de Nueva York, Alva Vanderbilt organizó una reunión entre Consuelo y el relativamente pobre Charles Spencer-Churchill, "Sunny" , 9no duque de Marlborough, chatelain del Palacio de Blenheim. La casamentera fue una pequeña heredera americana convertida en una importante anfitriona británica, Lady Paget (nacida Mary "Minnie" Stevens), hija de la señora Paran Stevens, la viuda socialmente ambiciosa de un empresario hotelero estadounidense que había obtenido la entrada a la exclusiva sociedad de Nueva York de los legendarios "Cuatrocientos". Lady Paget, siempre corta de dinero, se convirtió en una especie de agente matrimonial internacional, introduciendo elegibles herederas estadounidenses a los nobles británicos.
Lamentablemente Consuelo Vanderbilt no tenía interés en el duque y se dedicó en secreto al norteamericano Winthrop Rutherfurd. Su madre pidió, rogó y, finalmente, ordenó a su hija que se casara con Marlborough.
La duquesa de Marlborough, por Paul-César Helleu (c. 1903).

Cuando Consuelo - una dócil adolescente, cuya única característica destacable en ese momento era la obediencia absoluta a su temible madre - hizo planes para fugarse, la encerraron en su habitación y Alva amenazó con asesinar a Rutherfurd. Sin embargo, ella se negó a la boda.
La joven solo accedió cuando Alva Vanderbilt afirmó que su salud estaba siendo grave y debilitada por la terquedad de Consuelo, tanto que parecía estar al borde de la muerte. Alva tuvo una asombrosa recuperación de su enfermedad absolutamente ficticia y, cuando la boda se llevó a cabo, Consuelo estaba en el altar llorando trás su velo.
El duque, por su parte, dejó a la mujer que presuntamente quería, de vuelta en Inglaterra y conseguió $ 2,5 millones (aproximadamente $ 67 millones en 2010) en acciones del ferrocarril como un contrato matrimonial.
Consuelo Vanderbilt se casó en la Iglesia Episcopal de St. Thomas, Nueva York, el 6 de noviembre de 1895, con Charles Spencer-Churchill, IX duque de Marlborough (1871-1934). Tuvieron dos hijos, John Albert William Spencer-Churchill, marqués de Blandford (que se convertiría en el Xº duque de Marlborough) y Lord Ivor Spencer-Churchill.
La nueva duquesa fue adorada por los arrendatarios pobres de la propiedad de su marido, a quienes visitó y ofreció asistencia. Después se involucró en otros proyectos filantrópicos y estuvo particularmente interesada en las madres y niños. También fue socialmente aceptada en la realeza y la aristocracia de Gran Bretaña. Sin embargo, dada la unión mal encajada entre el duque y su esposa, era sólo una cuestión de tiempo que su matrimonio fuese sólo de nombre. La duquesa, finalmente, quedó enamorada del apuesto primo de su esposo, el Hon. Reginald Fellowes (el romance no duraría, para alivio de los padres de Fellowes), mientras que el duque cayó bajo el encanto de Gladys Marie Deacon, una excéntrica estadounidense de poco dinero, pero al igual que Consuelo, atractiva y de un intelecto considerable.
Los Marlborough se separaron en 1906, se divorciaron en 1921 y el matrimonio fue anulado, a petición del duque y con consentimiento de Consuelo, el 19 de agosto de 1926.
Aunque en gran medida se inició como la forma de facilitar la conversión del duque del anglicano al catolicismo, la anulación, para sorpresa de muchos, también fue apoyada plenamente por la madre de la ex-duquesa, quien declaró que el matrimonio Vanderbilt-Marlborough había sido un acto de inequívoca coerción. "Forcé a mi hija a casarse con el duque", dijo Alva Belmont a un investigador, y agregó: "Siempre he tenido un poder absoluto sobre mi hija". En los últimos años, Consuelo y su madre disfrutaron de una relación más cercana y fácil.

La duquesa de Marlborough con sus dos hijos, John, marqués de Blandford, y Lord Ivor Spencer-Churchill, 1899.

El segundo matrimonio de Consuelo, el 4 de julio de 1921, fue con el teniente coronel Jacques Balsan, un pionero francés del globo, avión y piloto de hidroavión, que trabajó con los hermanos Wright. También heredero de fabricación de textiles, Balsan era hermano menor de Etienne Balsan, que fue amante de los importantes comienzos de Coco Chanel. Jacques Balsan murió en 1956 a la edad de 88 años.
Después de la anulación con el duque de Marlborough, ella aún mantuvo vínculos con algunos parientes Churchill, en particular, con Winston Churchill (quien era hijo de una madre americana). Él era un visitante frecuente de su chateau, en St. Georges Motel, una pequeña comuna cerca de Dreux a unos 50 kilómetros de París, en los años 1920 y 1930, donde completó su último cuadro antes de la guerra.
Los registros de historia local en Florida muestran que en 1932 Consuelo Vanderbilt Balsan construyó una casa en Manalapan, al sur de Palm Beach. Fue diseñada como un nido de amor por Maurice Fatio. La casa de sus sueños fue llamada "Casa Alva", en honor a su madre. Aunque la señora Balsan vendió su casa en 1957, todavía existe. Murió en Southampton, Long Island, Nueva York, el 6 de diciembre de 1964.
Está enterrada junto a su hijo menor, Lord Ivor Spencer-Churchill, en el cementerio de la Iglesia de St. Martinn, Bladon, Oxfordshire, Inglaterra, cerca de su antigua residencia, el Palacio de Blenheim.

La duquesa de Marlborough en 1910

Títulos

1877–1895: Señorita Consuelo Vanderbilt.
1895–1921: Su Gracia la Duquesa de Marlborough.
1921: Consuelo, Duquesa de Marlborough.
1921–1964: Madame Jacques Balsan.

consuelo niña


Vida como Duquesa

Mientras "Sunny" empezaba a gastar el dinero Vanderbilt en devolver el esplendor perdido a Blenheim, Consuelo descubría que dentro de las docenas de sirvientes de la residencia existía una muy rígida y estricta jerarquía. En sus primeros días, Consuelo cometió el error, casi imperdonable, de pedirle al mayordomo que encendiese el fuego en una chimenea porque se helaba de frío en aquella casona de estilo barroco inglés. El mayordomo, un perfecto exponente de mayordomo inglés, se congestionó y poco faltó para que sufriese una apoplejía. A él no le correspondía efectuar ese tipo de tareas, sino que había que pulsar un determinado timbre, entre los varios que existían repartidos por las salas y habitaciones, para que acudiese el criado que tenía, en su lista de funciones, el mantemiento de chimeneas. 
El episodio incrementó de forma notable la inseguridad y el nerviosismo de Consuelo. Las cosas no estaban tan exageradamente definidas, ni existían trazas de ese férreo sistema de castas incluso dentro de la casta general de los criados, en las mansiones Vanderbilt. Cuando su madre Alva y su madrina Consuelo Yznaga soñaban con hacer de ella, la niña, una duquesita, ninguna había tenido el detalle de contratar a alguien que le enseñase cuántos tipos de campanillas y timbres llegaban a coexistir en una gran mansión solariega inglesa (y eso, en aquel momento, le hubiera sido bastante más útil a la pobre duquesa Consuelo que el hecho de manejarse con fluidez en alemán). 
Consuelo jamás lograría acostumbrarse a la rancia mezcolanza de tradicionalismo y conservadurismo a ultranza de los Marlborough, común a tantos clanes de la aristocracia británica. La procedencia de Consuelo la hacía cercana a una actitud más democrática hacia la gente que la rodeaba y a un notable liberalismo. Ella podía aprender rápidamente las normas de etiqueta, al punto de hacer un gran papel en la visita de rigor a la reina Victoria en Windsor o organizando una magnífica cacería con party final para cien invitados en honor al príncipe Bertie de Gales. 
Pero, asimismo, mostraba una genuína preocupación por el bienestar de los cuarenta criados que prestaban servicio en Blenheim o por conocer las dificultades de las familias comúnes y corrientes que vivían en sus casitas en los aledaños de Blenheim. Paulatinamente, Consuelo manifestaría una sincera empatía y verdadera compasión hacia los menos favorecidos que no se correspondían en absoluto con la clásica indiferencia hacia ellos de "Sunny", lo que abrió una brecha más en ese matrimonio de conveniencia que nunca conoció ni un leve vestigio de amor o siquiera afecto recíprocos.

 1897 resultó un año crucial en la vida de Consuelo.Nada más estrenar ese año, se quedó por fín embarazada -para gran complacencia de la duquesa Fanny-. La gestación avanzó con las dificultades típicas y los miedos propios de una primeriza, hasta llegar a buen término el 18 de septiembre con el nacimiento de un varón: John Albert Edward William Spencer-Churchill. Si nada se torcía, ese bebé berreante estaba destinado a alcanzar, con el tiempo, la dignidad de décimo duque de Marlborough.
Para entonces, además, "Sunny", el estirado, orgulloso y melancólico "Sunny", había encontrado a una mujer que le había dejado literalmente fascinado. Por una de esas ironías de la vida, se trataba de otra heredera americana: Gladys Mary Deacon.
Gladys Mary Deacon es un personaje sustancioso en sí misma. Sus padres, Edward Parker Deacon y Florence Baldwin, eran norteamericanos muy ricos, aunque, desde luego, no "jugaban en la liga" de unos Astor o unos Vanderbilt. Pero tenían dinero de sobra para permitirse una gran mansión en Boston, un cottage estival en Newport y, sobre todo, constantes vacaciones en Europa. Su hija Gladys nació, precisamente, cuando ambos se encontraban en París. Otras dos hijas completaban la familia: Ida Audrey y Dorothy. La vida de las tres hermanas Deacon experimentó un vuelco radical cuando Gladys contaba apenas once años de edad, Ida Audrey ocho años de edad y Dorothy era un bebé: ese verano, en el hotel Splendide de Cannes, el padre, Edward Parker Deacon, irrumpió en la habitación en la que la madre, Florence Baldwin, se encontraba con su amante del momento revolver en mano, vaciando el cargador sobre "el hombre que contribuía a que su mujer le pusiese cuernos". Hubo, desde luego, un monumental escándalo. Florence Baldwin se encontró con el ostracismo social, mientras Edward Parker Deacon, el homicida, salía relativamente airoso (todos comprendían que hubiese sentido el impulso de cargarse al co-responsable del adulterio de la esposa). Las niñas Gladys e Ida Audrey se encontraron de pronto internas en el prestigioso Sacre Coeur de París, un lugar en el que se les reuniría Dorothy cuando alcanzase la edad apropiada.
Gladys tenía catorce años cuando la prensa empezó a dedicar docenas de extáticos reportajes a la inminente boda de "Sunny" Marlborough con Consuelo Vanderbilt. La adolescente declaró, rotunda, que si ella fuese un poco mayor se hubiese encargado de "atrapar" para sí misma al duque propietario de Blenheim Palace. Si bien de momento tenía que conformarse con envidiar a Consuelo Vanderbilt, Gladys Deacon aprovecharía casi tres años después su primer encuentro en una fiesta londinense con "Sunny" Marlborough para dejarle literalmente cautivado con su belleza exótica e intensamente erótica.
Enganchadísimo con Gladys Deacon, "Sunny" la invitó a visitar Blenheim y ella aceptó de inmediato. Paradójicamente, Consuelo y Gladys se cayeron en gracia desde el primer instante. Si Consuelo adivinaba la fuerte inclinación y deseo sexual de "Sunny" hacia Gladys, eso no afectó en absoluto a su simpatía por su compatriota. A Consuelo, lo que "Sunny" hiciese o dejase de hacer con otras mujeres se la traía, literalmente, al pairo, así que pudo dejar que los acontecimientos fluyesen libremente mientras, por su cuenta, entablaba una cálida amistad con Gladys. 
A fín de cuentas, Consuelo sentía, en otro aspecto, que estaba a punto de quedar "libre" de su esposo. Tras el nacimiento del pequeño John, ambos se dispusieron a engendrar en el lecho ducal al necesario repuesto por si fallaba el heredero. Cuando John tenía cuatro meses, su madre, Consuelo, se quedó embarazada de nuevo. Rogaba para que se tratase de otro varón, porque una fémina la hubiese forzado a buscar un tercer embarazo, con el consiguiente tercer parto. Y tuvo la suerte de cara: en octubre de 1898, vino al mundo lord Ivor Charles Spencer-Churchill. 
Consuelo había cumplido la orden de la duquesa Fanny. Consuelo ya no tenía que asumir el sacrificio de meterse en la cama de forma regular con "Sunny". Había dos niños, John e Ivor, de modo que Consuelo podía considerarse "desligada" de sus obligaciones conyugales. En esa tesitura...¿que más le daba a ella si "Sunny" se metía entre las sábanas con Gladys Deacon?.
Ahora, Consuelo podía centrarse en sí misma. La duquesa había encontrado una ocupación digna en el patrocinio de obras sociales, pero, poco a poco, desarrolló su vertiente feminista y liberal. El acceso de las mujeres a la educación y su plena integración en la vida pública constituía un objetivo con el que se identificaba, mientras que, a diferencia de sus parientes políticos, rotundos tories, fue manifestando cada vez con mayor claridad su cercanía al partido whig. 
El progresivo interés en esas materias de Consuelo la hizo fraguar una sólida amistad con otra americana de bandera: Nancy, lady Astor. Había nacido en Danville, Virginia, como Nancy Whitcher Langhorne; a esos apellidos se había añadido Shaw a raíz de su infausto primer matrimonio, con Robert Gould Shaw. Tras una vida conyugal bastante desastrosa, con constantes disputas y frecuentes separaciones, se planteó un proceso de divorcio bastante escabroso, en el que Shaw acusó a Nancy de ser una puritana irreductible, en tanto que ella, a través de sus amigos, contraatacaba dejando claro que él era un alcohólico aparte de un adúltero reincidente. Divorciada de Shaw, Nancy había viajado a Inglaterra, dónde acabaría "dando la campanada" al casarse con Waldorf Astor, hasta ese momento platónicamente enamorado de la princesa heredera Marie "Missy" de Rumanía. 

Pese a la grandeza que desprende el cuadro de Sargent, constituye una imagen aparente. A esas alturas, "Sunny" y Consuelo llevaban vidas separadas. "Sunny" seguía correteando en torno a Gladys Deacon, que le mantenía en vilo aceptando las halagüeñas atenciones de un nutrido séquito de adoradores que mezclaba aristócratas con artistas. Todos se quedaban infatuados con aquella mujer que había mejorado su perfil haciendo que le inyectasen cera en la nariz, que cultivaba una expresión de esfinge y que podía alardear de un cuerpo magnífico. Entre tanto, Consuelo no ponía objecciones. Llegó a acompañar a Gladys, en 1901, a Alemania, en un viaje "de asueto" que dió mucho que hablar porque los periodistas, y todos los cotillas, vincularon a la señorita Deacon con el príncipe heredero Fritz, hijo mayor del káiser Wilhelm y la kaiserina Dona. Preocupada por el hecho de que aquellos rumores pudiesen perjudicar su presencia en los círculos de la realeza y aristocracia europeas, Gladys Deacon exigió, judicialmente, una retractación a los medios. 

Entre tanto, Consuelo seguía interesándose por la política y la mejora de las condiciones sociales de las mujeres, dos causas que le permitían llenar el vacío afectivo en su vida. En esa época, sólo se permitió una efímera relación con un apuesto primo de "Sunny", el honorable Reginald Alwyn "Reggie" Fellowes. Los padres de Fellowes llegaron a preocuparse bastante por esa aventura sentimental de Reggie, pero el joven, que iniciaba una prometedora carrera en el mundo de la banca, enseguida rompió el vínculo que le unía a Consuelo. Reggie permanecería soltero varios años, sólo se casaría en 1919 con Daisy de Broglie, viuda del príncipe Jean de Broglie, que había muerto por su propia mano en un momento en que su homosexualidad acababa de salir a luz.
Mientras el duque  gastaba el dinero de Vanderbilt en los jardines del palacio de Blenheim, Consuelo leía novelas nuevos editores (James, Wharton y Wells), gastaba parte de sus ingresos personales de  100.000 dólares al año ingresos en pobres de la localidad y más en sí misma: muebles preciosos, alfombras, porcelana y auto- retratos, incluido un retrato del pintor Sargent de los duques Marlboroughs y sus hijos, en el que se destaca sobre su marido corto y sombrío.
Paul César Helleu (French, 1859-1927), Consuelo Vanderbilt

Princesas del dolar

A las herederas de los multimillonarios estadounidenses del XIX les esperaba un destino nobiliario: el matrimonio con un aristócrata británico o europeo con problemas de liquidez. Hombres como Cornelius Vanderbilt, que hizo fortuna con los ferrocarriles, nadaban en dinero, a diferencia de la 'gentry' inglesa que, aunque rica en tierras, no andaba sobrada de ingresos. Más de cien herederas norteamericanas intercambiaron sus fortunas por los títulos británicos, entre ellas Consuelo Vanderbilt.
Bisnieta de Cornelius 'Commodore' Vanderbilt, a Consuelo le auguraban una boda de princesa, por eso la educó una legión de preceptores, aprendió idiomas y usaba una barra de acero en la espalda para mejorar su apostura. Era una monada y su madre-celestina le arregló el enlace con el noveno duque de Marlborough, Charles Spencer-Churchill, de mucho abolengo y poco 'cash flow'. La boda, en 1895, fue un acontecimiento mediático cuyo equivalente más cercano sería que el príncipe Harry se casara con Paris Hilton. Se necesitaron tres centenares de policías para contener a la muchedumbre desesperada por echar un vistazo a la novia, que llevaba orquídeas cultivadas en los invernaderos de Blenheim Palace. Nunca hubo amor, pero Consuelo cumplió con su deber y produjo dos hijos: un heredero y un repuesto.

na foto de la bella dama, Consuelo Vanderbilt, Duquesa de Marlborough, vestida para la coronación de Eduardo VII. Ella fue una de las damas de la Reina Alix. Su nieto, Sunny, es el Duque hoy (el qué se casó con Athina Onassis). Tiene la estatura de la abuela americana.


A las millonarias estadounidenses  las veían en el continente como criaturas extrañas con modales de un piel roja. Aquellas bodas dejaban muy contentas a las madres de las novias, que consumaban sus ambiciones sociales; pero ellas pagaron con frecuencia un alto precio por su título. A menudo se encontraban aisladas en grandes mansiones con chimeneas que poco calentaban y -horror de los horrores- sin baños. 


Portrait of Consuelo Vanderbilt, Beautiful painting of the Duchess of Marlborough and her son



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