Nazis refugiados en Australia; las “ratlines” a


las “ratlines” o rutas de escape de los nazis 
Las ratlines de un barco.

Por su nombre en inglés, ratlines (líneas de ratas), uno podría pensar que el apodo que se le dio a las rutas clandestinas que usaron muchos nazis para escapar de Europa después de la Segunda Guerra Mundial se refiere a una hilera de roedores, huyendo bajo tierra. De hecho, muchos en español las llaman “rutas de las ratas”.
Pero aunque ese término podría resultar apropiado para imaginar la huida de miles de fugitivos de la justicia, entre ellos algunos de los mayores criminales de guerra de la historia, en realidad ratline no tiene que ver con ratas, sino con barcos.
En la jerga náutica, así se llama a los pequeños trozos de cuerda colocados de forma horizontal que sirven como peldaños de escalera, para poder subir por el mástil (en español se las conoce como flechaste). En el pasado, escalar el mástil usando estas cuerdas era el último y desesperado recurso que tenía un marinero para evitar ahogarse si su barco se hundía. Por ese motivo, ratline se convirtió en un sinónimo de “última vía de escape”.

Para muchos jerarcas nazis que buscaban huir de las manos Aliadas después de la caída delm  III Reich, en 1945, esa “última vía de escape” se dio en la forma de un viaje transatlántico por barco, por lo cual el origen náutico de la palabra ratline resultó ser irónicamente adecuada.
Pero estas “rutas de las ratas” no fueron escapes improvisados de fugitivos desesperados. Fueron trayectos planificados y organizados por personas de poder, dedicadas a proteger a prófugos no solo alemanes sino también croatas, eslovacos y austriacos, etc.

Tres rutas, un destino

Las tres ratlines más utilizadas eran vías que atravesaban distintos países europeos con un solo fin: llegar hasta un puerto y allí escapar en barco.

1.-La llamada “ruta nórdica” pasaba por Dinamarca con destino a Suecia, donde se embarcaba. Suecia  fue  neutral en la segunda guerra mundial.

2.-La “ruta ibérica” era coordinada por colaboradores nazis que vivían en península ibérica  y utilizaba puertos españoles o portugueses. España y Portugal  fueron  neutrales en segunda guerra mundial. 

3.- Por "Italia", usando los puertos de la península  itálica o apenena, 

Destino principal de los nazis fue Sudamérica, pero muchos  escaparon al Canadá, los Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y el Medio Oriente. Incluso sudafricana y otros países del globo. No hay mucha información sobre nazis prófugos en  continente asiático, el africano o los países o dependencias de  Oceanía. 

Documentos secretos  revelados en 2012 por las autoridades alemanas indicaron que unos 9.000 militares y colaboradores del Tercer Reich huyeron a América del Sur tras la guerra. De ellos, unos 5.000 se quedaron en Argentina, el lugar al que el famoso “cazador de nazis” Simon Wiesenthal llamaba el “Cabo de Última Esperanza” para los nacionalsocialistas.

Muchos de los que terminaron en otros países de Sudamérica, como Brasil (que albergó a entre 1.500 y 2.000 criminales de guerra), Chile (que recibió a entre 500 y 1000) y otras naciones con cifras menores como Paraguay, Bolivia y Ecuador, viajaron allí tras haber arribado a Argentina.

No se sabe a cierta cuantas cantidades de nazis o colaboradores, salieron del continente europeo a  países y territorios de ultramar, todavía es secreto o misterio de la historia. 

ODESSA

El libro de  periodista argentino Uki Goñi se titula “La auténtica Odessa”, en referencia al acrónimo con el que se conoció al principal grupo que habría planificado las ratlines: la Organisation der ehemaligen SS-Angehörigen u organización de ex miembros de las SS.
Esta organización saltó a la fama gracias a una obra de ficción basada en algunos hechos reales: la novela de suspenso The Odessa File (“El expediente Odessa) de Frederick Forsyth, publicada en 1972. En ese thriller, Odessa aparece como una organización nazi internacional establecida antes de la derrota de Alemania con el propósito de proteger a los ex miembros de las SS después de la guerra. El libro plantea que, tras lograr ese fin, los ex nazis agrupados en Odessa planeaban eliminar el Estado de Israel.

Hoy en día, muchos historiadores cuestionan la existencia de una red de la magnitud y el poder que supuestamente tuvo Odessa.
"La ‘ruta de las ratas’ no fue un plan estructurado, sino que consistió de muchos componentes individuales”, le dijo a la cadena alemana Deutsche Welle (DW) el historiador Daniel Stahl, del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad Friedrich Schiller.
Bill Niven, profesor de Historia Contemporánea Alemana en la Universidad Nottingham Trent (Inglaterra), coincide: “No hay evidencia convincente de que tal organización (Odessa) existiera”, escribió en marzo pasado en el sitio BBC History Extra.
“Probablemente había grupos nazis más pequeños, en gran medida independientes, que operaban para asegurar el escape (de criminales de guerra)”, explicó.

Uno de estos grupos, según se dice, fue 'La araña’, que involucró a líder de la unidad de asalto de las SS Otto Skorzeny, famoso por rescatar al dictador italiano Benito Mussolini del encarcelamiento en la región Gran Sasso, en el sur de Italia, en 1943”

Niven resaltó que no fueron solo nazis los que coordinaron las ratlines, sino también otras instituciones de ayuda, como las fuerzas de inteligencia de Estados Unidos y Reino Unido, que ayudaron a escapar a sus informantes nazis, y a decenas de científicos alemanes, para que colaboraran con ellos en su lucha contra el comunismo.

Según Simon Wiesenthal, ODESSA se fundó en 1946 para ayudar a nazis prófugos de la justicia internacional. Otras fuentes, tales como las entrevistas realizadas por el canal de televisión alemán ZDF a exmiembros de las SS, sugieren que ODESSA no era la única organización secreta mundial que Wiesenthal describía. En lugar de ello, existieron varias organizaciones, tanto abiertas como encubiertas (incluyendo la CIA, varios gobiernos latinoamericanos y una red de clérigos católicos con base en Italia), que ayudaron a los exmiembros de las SS a huir de Alemania.

 La historiadora Gitta Sereny,(Viena, 13 de marzo de 1921-Cambridge, 14 de junio de 2012) atribuye el hecho de la escapatoria de los nazis y sus colaboradores, no sólo a las actividades de una organización clandestina como ODESSA, sino también al caos de la postguerra unido a una incapacidad de la iglesia católica y la Cruz Roja para verificar a todas las personas que acudían por ayuda. Este descontrol provocó que más de 800 altos cargos del estado nazi entraran con pasaportes de la Cruz Roja Internacional. 
Sereny escribió en su libro Into That Darkness (1974), basado en entrevistas con el excomandante del Campo de exterminio de Treblinka, Franz Stangl (ver las referencias siguientes), que ODESSA nunca existió. Escribió:


«Los fiscales en la Autoridad Central de Ludwigsburg para la investigación de crímenes nazis, que sabían precisamente cómo han sido financiada en la postguerra las vidas de ciertos individuos actualmente en Sudamérica, han buscado entre miles de documentos desde el principio hasta el final, pero afirman que son totalmente incapaces de autentificar la existencia de ‘Odessa’. No es que esto importe: ciertamente existieron varios tipos de organizaciones de ayuda a los nazis después de la guerra — habría sido sorprendente que no las hubiese habido»


Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes 
Australia es el único gran país occidental que admitió a un gran número de nazis y ex nazis entre 1945 y 1950, y no ha logrado procesar ni siquiera a uno solo. Como señaló el Jerusalem Post el año pasado, Australia "no ha logrado condenar, desnaturalizar, deportar, expulsar o extraditar a un solo criminal de guerra nazi", por lo que es "un refugio para algunos de los peores esbirros de Hitler"
Técnicamente, eso puede haber cambiado con la decisión de los Tribunales de extraditar a Konrads Kalejs a Letonia tras una solicitud de extradición de ese país. Sin embargo, con la apelación de Kalejs que se estima demorará hasta cuatro años, y considerando su edad y supuesto estado de salud, es poco probable que alguna vez se vaya de Australia.
Australia asume que la noción extraña de que todos los pecados son perdonados junto con la concesión de la ciudadanía. Se ha sugerido que debido a que los convictos, transportados desde Gran Bretaña a establecerse en Australia, este país ha adoptado una filosofía de vivir y dejar vivir y que esta noción, junto con el principio de tabula rasa, está en funcionamiento.
 Encuentro este argumento engañoso por dos motivos. En primer lugar, a los convictos transportados a Australia no se les concedió un "borrón y cuenta nueva". De hecho, durante muchas décadas se consideró apropiado ocultar el pasado. En segundo lugar, aquellos que cometieron crímenes de naturaleza más grave que no fueron transportados, que fueron ahorcados o que fueron transportados y cometieron crímenes graves en Australia, probablemente sufrirán la misma suerte que habrían sufrido en Gran Bretaña. Pero tal argumento solo sería marginalmente relevante en el mejor de los casos, ya que no estamos hablando de delincuentes (para quienes el perdón podría ser aceptable) sino de monstruos.
La idea de que debemos dejar de perseguir a los "hombres viejos y enfermos" y dejarles vivir sus vidas en paz es seductora. ¿Pero qué hay de aquellos que nunca tuvieron la oportunidad de alcanzar la edad de sus asesinos? Quizás es descabellado, pero no puedo creer que estén preparados para olvidar, y mucho menos para perdonar. Tal actitud es, creo, y debería ser, moralmente detestable para la mayoría de los australianos en el siglo veintiuno. Incluso Gran Bretaña, que no estaba dispuesta a actuar sobre Konrad Kalejs, permitiéndole irse voluntariamente para evitar el enjuiciamiento y la deportación, no estaba preparado para perdonar a Ronnie Biggs, el gran ladrón de trenes, a pesar de sus años avanzados y su mala salud.


Dos eventos recientes y relacionados han vuelto a enfocar la cuestión de Australia como refugio para los ex nazis. El primero, una serie de informes de The Sydney Morning Herald en agosto de 1999, descubrieron documentos que mostraban que científicos y técnicos fueron traídos de Alemania a Australia como parte de un plan para traer técnicos altamente capacitados. El Programa de Empleo de Extranjeros Científicos y Técnicos (ESTEA) operó entre 1946 y 1951, trayendo a 127 científicos alemanes de los cuales casi un tercio estaban afiliados al Partido Nazi u otros grupos nazis.
 Además, parte del resto había trabajado para los nazis en investigaciones militares o para IG Farben, la notoria empresa química que utilizaba a los reclusos de los campos de concentración como trabajadores. El segundo es el furor constante sobre Konrad Kalejs, un presunto criminal de guerra, y la falta de voluntad de los sucesivos gobiernos australianos para tomar cualquier medida al tratar su caso.
Tan pronto como se publicó la historia de los científicos de ESTEA, los grupos judíos pidieron una investigación. El Dr. Colin Rubenstein, Director Ejecutivo del Consejo Australia / Israel y Asuntos Judíos (AIJAC) fue citado diciendo: "Es una revelación deplorable e impactante que los miembros del partido nazi totalmente pagados, incluidos los que pertenecían a las unidades de exterminio nazis, permitido ingresar a Australia y comenzar una nueva vida, a menudo a expensas de los contribuyentes ".
Ya en 1986, Mark Aarons, un periodista radial de ABC, presentó un programa, nazis en Australia. Posteriormente desarrolló su investigación para el programa de radio en el libro Sanctuary , publicado en 1989, en el que amplió y detalló su argumento. En ambas denunció que no solo se les había permitido a los criminales de guerra nazis inmigrar a Australia, sino que muchos de ellos llegaron con el conocimiento, incluso la complicidad, de las autoridades australianas. Además, acusó a los gobiernos australianos posteriores de negarse a actuar para extraditar a los criminales de guerra nazis, llegando incluso a "enturbiar las aguas" en términos de identificarlos. 

En el mismo año que el programa de radio y en gran parte como resultado de ello, el gobierno laborista del primer ministro Robert J. Hawke estableció una investigación bajo la dirección de Andrew Menzies, QC, ex subdirector del departamento de Procuradores Generales. Menzies llevó a cabo una investigación sobre las acusaciones de que los nazis se habían infiltrado en Australia como parte del plan ESTEA. Su informe pareció borrar el esquema y esto, a su vez, cerró la puerta a cualquier investigación adicional de aquellos que habían entrado como parte de ella. Sin embargo, descubrió que "un número significativo de nazis había llegado a Australia y se necesitaba una acción especial". Tras el informe, el gobierno de Hawke estableció una Unidad de Investigaciones Especiales en 1987. La SIU fue acusada de investigar y enjuiciar a cualquier persona en Australia que se creía que había cometido crímenes de lesa humanidad durante la Segunda Guerra Mundial.
Robert Greenwood, QC fue nombrado director de la SIU, que tenía más de 800 casos remitidos a la investigación para el momento de su cierre, por el Fiscal General del Trabajo, Michael Duffy, cinco años después, el 30 de junio de 1992, quedó claro que no se abrirían nuevos casos o ni siquiera se investigarían. El momento del cierre no pudo haber sido peor. Se abrieron archivos en la antigua Unión Soviética y se encontraron nuevas pruebas sobre sospechosos existentes e información sobre criminales de guerra previamente no identificados.
 Durante su existencia, la SIU fue responsable del montaje de tres enjuiciamientos, todos los cuales fallaron. Un cuarto caso fue anulado por el Fiscal General Michael Duffy sobre la base de que el público australiano consideraba que el costo de dichos procesamientos era excesivo. El ministro de Finanzas, Peter Walsh, quien se refirió a la SIU como un "ejercicio loco" e instó a su terminación, apoyó la opinión de Duffy.
Greenwood, que había renunciado en 1991, debía escribir que "Duffy carecía de la clarividencia de su predecesor" y, como resultado, "su trabajo se volvió difícil, frustrante, agotador y casi imposible". La experiencia lo convenció de que "estaba lidiando con un gobierno de casi ninguna fibra moral". Eli Rosenbaum, Director de la Oficina de Investigaciones Especiales del Departamento de Justicia de EE. UU. Visitó Australia a principios de marzo de 2000. En un discurso pronunciado en Melbourne, Rosenbaum habló sobre su relación con la SIU.

A finales de los años 80 y principios de los 90, tuve el privilegio de servir como enlace para la Unidad de Investigaciones Especiales del Departamento del Fiscal General de Australia. Trabajé muy de cerca con Bob Greenwood y Graham Blewitt y su talentoso personal. Ellos juntaron algunos casos importantes. Y compartí y aún comparto su desilusión de que esos casos fracasaron. Al menos fallaron en los tribunales de justicia. No fracasaron en otro sentido. Todos sabemos eso. Al enjuiciar agresivamente a algunos sospechosos, enviaron un mensaje a todas las otras personas en su país que tomaron parte en estos crímenes y el mensaje fue: "Podrían atraparlos mañana. No se salieron con la suya. No necesariamente. Puede despiértate mañana para descubrir que la SIU sabe quién eres ". 

Konrad Kalejs

El único caso, sin embargo, que representa un símbolo de cómo los esfuerzos de Australia han sido demasiado escasos y demasiado tarde es el de Konrad Kalejs. Para Kalejs, Australia no era más que un refugio seguro.
Kalejs obtuvo la ciudadanía australiana en 1957, pero se mudó a los Estados Unidos dos años después en 1959. Fue deportado de los Estados Unidos en 1994 por ocultar sus actividades durante la guerra, pero en los siguientes treinta y cinco años logró convertirse en un hombre muy rico. Aunque las autoridades australianas siempre han argumentado que no había pruebas suficientes para actuar en los crímenes de guerra de Kalejs, el nivel de evidencia fue suficiente para persuadir al juez estadounidense, Anthony Petrone quien, después de considerar cuidadosamente las pruebas, afirmó que estaba convencido de que Kalejs había participado en crímenes de guerra. 
Eli Rosenbaum, ha declarado que la decisión de los Estados Unidos sobre la participación de Kalejs en crímenes de guerra fue probada "a satisfacción de un juez, bajo un estándar de prueba que es sustancialmente idéntica a la carga de la prueba que se aplica en casos penales en todos los países de la Commonwealth ... "
Después de una breve estadía en Australia, Kalejs se fue a Canadá desde donde fue deportado en 1997. Finalmente, parecía que su pasado estaba alcanzando a Konrad Kalejs. Probablemente al año siguiente volvió a dejar Australia, esta vez a Inglaterra, donde fue encontrado en un asilo de ancianos en Leicestershire. 
Luego dejó Gran Bretaña voluntariamente para Australia después de que le dijeran que sería deportado si intentaba quedarse en el país. Kalejs regresó a Australia el 7 de enero de 2000 y fue recibido en el aeropuerto por manifestantes, denunciando su regreso. Luego lo llevaron a través de la terminal mientras la policía bloqueaba a reporteros y fotógrafos.
Unos días antes de su regreso a Australia, los periodistas le preguntaron al ministro de Justicia, Amanda Vanstone, si Kalejs sería bienvenido en Australia. "¿Esperarías," contestó ella, "una situación en la que ningún ciudadano australiano no estaría?"
A mediados de julio de 2000, Australia y Letonia firmaron un tratado de extradición y Letonia emitió una orden de arresto contra Kalejs. En noviembre, un tribunal letón rechazó una apelación contra una orden de arresto. Sus abogados argumentaron que Kalejs estaba demasiado enfermo para ir a Letonia y ser juzgado. Con el fuerte aliento de los Estados Unidos e Israel, el gobierno letón, en diciembre, solicitó la extradición de Konrad Kalejs de Australia a Letonia para enfrentar un juicio por crímenes de guerra y genocidio.
Kalejs fue arrestado, pero luego fue liberado bajo fianza. El 29 de mayo, la magistrada Lisa Hannan, después de escuchar las pruebas, sostuvo que Kalejs debería ser extraditado a Letonia para ser enjuiciado y hasta ese momento, condenado a prisión. Los abogados de Kalejs arreglaron que él salga bajo fianza en cuestión de horas e inmediatamente comenzó el proceso de apelación ante el Tribunal Federal. 
Si esto no funciona, sus abogados han indicado que llevarán el caso al pleno del Tribunal Federal y, en caso necesario, al Tribunal Superior. Parece probable que si Kalejs está tan enfermo como lo han pintado, podrá eludir la justicia una vez más.

En una entrevista con el periodista Kerry O'brien, en el Informe 7:30 de ABC , se le preguntó a la actual Ministra de Justicia, Amanda Vanstone, sobre la afirmación de que el Gobierno australiano no tenía la voluntad ni el deseo de encontrar y enjuiciar a la supuesta guerra nazi. criminales. El Ministro calificó el reclamo de "escandaloso" y atacó el programa estadounidense 20/20, que había presentado el reclamo y los medios estadounidenses en general. .
... en Australia no tenemos un juicio por parte de los medios. Tenemos un juicio en los tribunales y en Australia, usted es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad. Francamente, esa entrevista me ofendió en un sentido nacional, pero como persona, me siento bastante asqueado de que ese tipo de periodismo pueda emitirse en cualquier parte del mundo occidental. (Australian Broadcasting Commission, 7:30 Report, Transcript, 12 de junio de 1999)

Si la mejor defensa es una buena ofensiva, entonces se podría ver a Vanstone como una defensa sólida. Desafortunadamente, en ningún momento de la entrevista ella pareció entender muchas de las preguntas que O'Brien estaba planteando. Su argumento principal era que la experiencia estadounidense era totalmente diferente de la de Australia y, por esa razón, no se podía confiar en ella. Ella también afirma que el "cuarto" caso nunca se llevó a cabo porque el Director del Ministerio Público, el árbitro independiente de si proceder o no, consideró que no había pruebas suficientes para lograr una condena.
Desafortunadamente, esta interpretación de los eventos que rodearon el "cuarto" caso, el de Karlis Ozols, presentado por Vanstone parece haber diferido significativamente de los hechos conocidos. Es cierto que la SIU remitió el caso al Director del Ministerio Público, que informó a Peter Faris, uno de los principales abogados de Melbourne, y exdirector de la Autoridad Nacional del Crimen. Hacia fines de junio de 1992, Faris informó al DPP que, en su opinión, existía un caso. Señaló: "Sería un error cerrar la investigación ahora. La justicia exige que se complete la investigación". No obstante, el Fiscal General Duffy se negó a continuar el asunto y lo remitió a la Policía Federal Australiana, donde el asunto seguía sin resolverse.

En marzo de 1997, cinco años después del cierre de la SIU, el Fiscal General, Daryl Williams, anunció que el caso estaba cerrado. En su declaración, Williams declaró que "en opinión del Director de la Fiscalía, el material existente era insuficiente y el caso incompleto fue remitido a la Policía Federal Australiana", y continuó: "La AFP concluyó que había pocas posibilidades de éxito en la búsqueda de este caso a finalidad ". Parece que esta es la declaración en la que confiaba el Ministro Vanstone.
En 1999, el Parlamento australiano modificó el proyecto de ley sobre crímenes de guerra, facilitando la extradición de presuntos criminales de guerra de Australia. Los cambios significaron que ya no era necesario establecer un caso prima facie antes de aceptar la extradición.
Si bien se ha argumentado que Australia tiene un orgulloso historial en derechos humanos, me queda la clara impresión de que cuando los hijos de padres asesinados y los padres de niños asesinados se les dice que está perfectamente bien que los asesinos vivan en medio de ellos , y la decisión se justifica con el argumento de que tenemos algo que aprender de los asesinos, o que los presuntos delincuentes son demasiado viejos o demasiado débiles para soportar el enjuiciamiento, o incluso que ha transcurrido demasiado tiempo para molestar a estas personas y que deberían se les permita vivir sus vidas en paz, estamos lidiando con un absceso moral significativo por parte de aquellos que toman tales decisiones.
 Encuentro particularmente difícil seguir la lógica que dice que debido a que los asesinos masivos han negado su implicación criminal en el Holocausto y se les ha otorgado la ciudadanía en Australia, ahora no pueden ser despojados de esa ciudadanía. Nunca ha existido ni debe haber un estatuto de limitaciones para quienes practican o apoyan el genocidio.

Conclusión

A pesar de las afirmaciones de la senadora Amanda Vanstone y otros apologistas del gobierno, parece que Australia ha sido, en el mejor de los casos, extremadamente reacia a tomar cualquier tipo de acción en términos del enjuiciamiento de criminales de guerra nazis. Recientemente, en abril de este año, el Centro Simon Wiesenthal asignó a Australia el segundo "grado" más bajo por sus esfuerzos en esta área. Australia fue visto como uno de los países que, a pesar de hacer un esfuerzo mínimo, no logró resultados y detuvo sus esfuerzos prematuramente. Australia se describe como:

El único país en el mundo occidental al que un gran número de colaboradores y criminales nazis (al menos varios cientos, si no varios miles) emigraron después de la Segunda Guerra Mundial, que hasta el momento no ha podido emprender acciones legales exitosas contra uno solo. Australia cerró su Unidad de Investigaciones Especiales el 30 de junio de 1992 en un momento en que por primera vez se disponía de documentación muy importante en las antiguas repúblicas soviéticas, donde se habían cometido la mayoría de los crímenes llevados a cabo por los nazis que vivían en Australia.

El gobierno australiano, que aprobó una ley que permite el enjuiciamiento penal en Australia pero que no logró una sola condena, se ha negado a pasar a la desnaturalización y / o deportación, métodos que se utilizan con éxito excepcional, principalmente en los Estados Unidos, pero también en Canadá. (Centro Simon Wiesenthal, Fiscalía de los criminales de guerra nazis: informe anual sobre el estado de abril de 2001, 18 de abril de 2001).
Los acontecimientos que, más recientemente, rodearon el caso de Konrad Kalejs podrían sugerir que Australia finalmente se estaba poniendo dura con los criminales de guerra nazis. Pero, al final, sospecho que Mark Aarons tiene razón cuando dice.
Es muy poco, demasiado tarde. La probabilidad más alta es que el último Nazi en el mundo morirá pacíficamente en su cama en Australia. No hemos hecho prácticamente nada ... No puedo dejar de tener que llegar a la conclusión de que ni el gobierno letón ni el de Australia tienen ningún entusiasmo por ello.
Han sido avergonzados por la opinión internacional muy crítica de su inacción. No puedo evitar concluir que ambos gobiernos están cruzando sus dedos a sus espaldas y que el tipo morirá mientras tanto, y dirán "oh bueno, lo intentamos".

Comentarios

  1. Australia y las demás islas del pacífico, era el paraíso en tierra, para los criminales de guerra Nazis y sus aliados, una tierra nueva, que los los crímenes de la segunda guerra mundial, estaban muy lejos, nadie comentaba, tuvieron suerte, quedaron impunes y murieron tranquilos, nadie los molestó.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Publicaciones por meses I

Mostrar más

Publicaciones por meses II

Mostrar más

Publicaciones por meses III

Mostrar más

Publicaciones por meses IV

Entradas populares de este blog

El Club de los 400 millonarios de nueva york; y la Familia Astor.-a

Reina consorte María de Teck(I) a

Las siete puertas de Madrid.-a

Five Points o los cinco puntos de nueva york.-a

El juicio por el accidente de Chernóbil​.-a

Las autopistas urbanas de Santiago.-a

Nobleza rusa.-a

La nobleza Catalana.-a

El imperio colonial portugués.-a

Isla de Long Island (Nueva york).-a