José María de Huarte y Jáuregui.-NOBILIARIO DEL REINO DE NAVARRA. a

Soledad  Garcia  Nannig; Maria Veronica Rossi Valenzuela; Francia Vera Valdes



Retrato de José María de Huarte pintado por Zuloaga


El Retrato de José María de Huarte y Jáuregui (1937) es obra del pintor guipuzcoano Ignacio Zuloaga (Eibar, 1870-Madrid, 1945), para quien este género ocupa un lugar destacado en su producción, logrando un tipo de retrato muy personal sin llegar a renunciar a las fórmulas comunes a la tradición española.

El modelo es José María de Huarte y Jáuregui (Pamplona, 1898-Madrid, 1969), hombre de gran formación intelectual que desempeñó el cargo de archivero-jefe del Archivo Real y General de Navarra y llegó a ser Académico Correspondiente de las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando. Su erudición abarcó diversas materias, especializándose en temas de genealogía y heráldica. Fue nombrado Caballero de la Orden de Malta, y tras su matrimonio con Isabel González de Olañeta accedió a otros títulos nobiliarios.
El lienzo (215 x 255 cm) está firmado en el ángulo inferior derecho: “I. Zuloaga”. José María de Huarte, ocupa una posición descentrada, cercana al borde izquierdo del lienzo, de cuerpo entero y ligeramente vuelto hacia el espectador; apoya el brazo izquierdo en la cadera, en tanto que con la mano derecha sujeta con firmeza unos guantes. Viste el hábito de la Orden de Malta y permanece en pie delante de un pequeño armario con libros, armoriales y pergaminos esparcidos igualmente por el suelo cuyas páginas abiertas son refrendo de conocimiento heráldico y nobleza familiar. Completan la puesta en escena una esfera armilar, una espada y un pequeño jarrón con flores que otorgan la nota cromática dentro de la sobriedad general.
A través de indumentaria y accesorios, Zuloaga define la proyección social y profesional de Huarte. La obra fue adquirida por el Museo de Navarra en 2007 y forma parte de su exposición permanente desde diciembre de 2015.

José María de Huarte y Jáuregui (Pamplona, 1898-Madrid, 1969) nació en la casa familiar de la Calle Mayor de Pamplona, siendo educado en un ambiente culto, donde enseguida se interesó por el ámbito de las Humanidades. Siguiendo con la tradición familiar, cursó Magisterio, continuando con los estudios de Filosofía y Letras, para completar su formación universitaria con la carrera de Derecho. Desde 1927 a 1936 ocupó el cargo de archivero-jefe del Archivo Real y General de Navarra; coincidiendo con tal nombramiento, fue designado director del Boletín de la antigua Comisión de Monumentos de Navarra, así como Académico Correspondiente de las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando.
Al contraer matrimonio con doña Isabel González de Olañeta e Ibarreta, viuda del duque de Montpensier, fue marqués consorte de Valdeterrazo y de los Antrines, con Grandeza de España. Anteriormente, ya había sido nombrado Caballero de la Orden de Malta y había recibido numerosas condecoraciones y distinciones honoríficas.El efigiado era un gran erudito en las más diversas materias, especializado en temas de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria, y autor de múltiples publicaciones sobre estas disciplinas, entre las que destaca: El Nobiliario del Reino de Navarra. Nobleza Ejecutoriada en los Tribunales Reales de Corte y Consejo de navarra (1519-1832), obra realizada junto con el rey de armas don José de Rújula, donde dieron a conocer una serie de documentos inéditos valiosísimos referentes a los linajes, palacios armeros y casas solariegas del Reino.
En 1936 se incorporó como oficial al Ejército Nacional, pasando a ser Comandante Jefe de la plaza de Zarauz, cuando ésta fue tomada por las fuerzas nacionales; debió ser por aquel entonces cuando el artista Ignacio Zuloaga y don José María se conocieron, dando lugar a un primer dibujo en el que el retratado aparecía sentado con el uniforme militar.



Retrato de José María de Huarte y Jaúregui, 1937 (detalle)
En el lienzo, José María de Huarte aparece de cuerpo entero y ligeramente girado hacia el espectador, con el brazo izquierdo levemente flexionado y apoyado en la cadera, mientras que el derecho sostiene firmemente los guantes. Su estilizada figura sobre el fondo neutro marca una clara línea vertical en el lienzo. Un retrato de composición clásica, en el que Zuloaga muestra su gran maestría para el dibujo; los trazos de su pincel, muy seguros, definen de manera concisa el perfil del efigiado, sin elementos que distraigan la mirada del espectador, a excepción del armario repleto de libros. Todo ello con un colorido sobrio que hace resaltar el empaque y, aún si cabe, la dignidad del insigne personaje.
Zuloaga otorgaba a su modelos una cierta grandeza de representación, una monumentalidad mediante la plasmación de los rasgos esenciales del retratado: su carácter, para el que sacrifica los detalles, rasgos y delicadezas y, en cambio, subraya con energía el gesto, la acción y mirada; la mirada sobre todo, ya que, como apunta Lafuente Ferrari, Zuloaga era el pintor de los ojos. El propio artista había manifestado que en sus retratos buscaba el carácter, la penetración psicológica. Es así en este caso, donde la fuerza expresiva reside en esa mirada enérgica de José María de Huarte, en la línea de retratos coetáneos como el de Manuel de Falla (1932).
Asimismo, la fuerte personalidad del retratado se expresa a través del gesto y la actitud que adopta para mostrarse al espectador; tanto el rostro como la manera de asir los guantes y de colocar la mano izquierda sobre su cadera, son vehículos de expresión. A esto se añade el hecho de aparecer ataviado con el hábito de la Orden de Malta, (birrete y manto capitular negro con la cruz de malta) delante de un pequeño armario abierto, donde podemos ver distintos libros, armoriales y pergaminos, que nos hablan de la erudición del ilustre personaje, de sus estudios en heráldica, genealogía y demás temas tratados a lo largo de su vida. Y de este fondo simbólico, resalta uno de los tomos situado en el suelo abierto en una página, señalada por la espada apoyada en el mueble. Ésta marca el escudo de Huarte, las armas del Señor de Huart de la villa de Araquil y de la casa contigua de Irañeta, consistente en un escudo cuartelado en cruz, cuyo primer y cuarto cuartel, de gules, presenta una cruz ancorada de oro y, el segundo y tercero, de oro, con las cinco campanas de azur puestas en sotuer, aludiendo directamente a sus orígenes y, como ya se ha mencionado, a sus estudios en heráldica.



Retrato de José María de Huarte y Jaúregui, 1937 (detalle)

En definitiva, el retrato de José María de Huarte constituye una buena muestra de la capacidad como retratista que caracteriza la última etapa pictórica de Ignacio Zuloaga, donde a la vez que profundiza en la esencia del personaje, lo rodea de un fondo simbólico que proporciona el necesario contexto social y cultural.

NOBILIARIO DEL REINO DE NAVARRA.



NOBLEZA EJECUTORIADA EN LOS TRIBUNALES REALES DE CORTE Y CONSEJO DE NAVARRA (1519 - 1832). (DOS VOLÚMENES)








Este Nobiliario, publicado por José María de Huarte y de Jáuregui;  y José de Rújula y de Ochotorena en 1923, es en realidad la edición de un libro manuscrito existente en el Archivo de Navarra, recopilado por Francisco Huarte, Escribano de la Corte, en el que se recogieron las sentencias de hidalguía despachadas por los tribunales navarros entre los años 1519 y 1805. Huarte organizó su trabajo en 12 secciones: una por cada secretario del Consejo o escribano de la Corte Mayor, más otra sección complementaria, que comprende los casos en que la sentencia resultó negativa en todo o en parte para los pretendientes.
Por su parte, Huarte y Rújula incluyeron un apunte biográfico del citado Francisco Huarte y un breve pero interesante estudio sobre la nobleza y forma de probarla en el antiguo Reino de Navarra. Aparte de esto, completaron los datos del manuscrito con una sección adicional que incluía las hidalguías obtenidas entre 1805 y 1832, tomadas de los libros de Mercedes Reales, y elaboraron unos completos índices onomásticos y toponímicos que facilitan la consulta de la obra.


Nota


José de Rújula y Ochotorena (Madrid, 31 de mayo de 1892-Madrid, 1 de febrero de 1961), viii marqués de Ciadoncha, fue un genealogista español.



Biografía


Nacido el 31 de mayo de 1892 en Madrid.​ Hijo del también cronista rey de armas Félix de Rújula y Martín-Crespo,​ llegó a ostentar las posiciones de rey de armas de Alfonso XIII y de la Diputación Foral de Navarra. Durante la dictadura franquista fue miembro del Consejo de la Hispanidad.​ En 1956 recibió la distinción de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Falleció el 1 de febrero de 1961 en Madrid.


Títulos nobiliario navarros.

En la monarquía navarra sólo se conocieron, como hereditarios, los del principado de Viana, vizcondados de val de Erro y val de Ilzarbe, los de los condes de Cortes y de Lerín, y barones de Beorlegui, creados todos por Carlos III. Después de la unión a Castilla se crearon también, como títulos de Navarra, los siguientes:



(*) Este título recayó en 1788 en doña María de Iturralde por muerte de don Pedro Astriarena que parece haber sido el primer agraciado.

(**) El título de barón de Bigüezal se usaba ya anteriormente por los primogenitos de la casa del conde de Guendulain. En las Cortes de 1817 se decía estar declarado que no eran títulos los barones.

Títulos castellanos. Constan además los títulos de marqués de Santacara en 1682 a don Juan Antonio Beaumont; marqués de Zabalegui en 1691 a don Francisco Juaniz Muruzábal de Echalaz; de conde de Villarreal, en el mismo año, a don José Antonio de Camargo; de vizconde de Armería en 1694 a don José de Aldaz; de marqués de Andía, dado en 1695 a don Diego Ramírez de Baquedano; de marqués de Bessolla en 1702 a don José Elío; conde de Lizarraga, en 1705, a don Martín de Ursúa; y marqués de Feria en el mismo año a don Francisco Félix de Vega; pero estos títulos son de Castilla.[-Y M.]. En 1774, el Señorío de Vizcaya mandó al marqués de Castañiza que no se titulase de ese modo, por existir un solar vascongado de tal nombre. En esta cuestión, el Señorío no consintió jamás durante el régimen foral que los vizcaínos agraciados con títulos de Castilla llevasen nombre de solar del país. [Lab., t. VI, p. 425].


Títulos nobiliarios carlistas. Los reyes carlistas concedieron títulos a diferentes personas para así premiar sus servicios en batallas o su fidelidad al monarca. Existieron títulos con denominación navarra como: Carlos María Isidro, duque de Elizondo: Juan de Borbón, marqués de Los Arcos; Gregorio Lizarraga, conde de Lizarraga; Miguel Gómez, marqués de Orbaiceta, etc. Otros títulos otorgados por los monarcas carlistas, esta vez con nombres no referidos al reino, son: Ramón Argonz, marqués de la Fidelidad; Santos Ladrón de Cegama, marqués del Sacrificio, etc.



Concedidos por la reina regente María Cristina. En 1900 hizo Marqués de Bérriz a Eduardo de Aznar y de la Sota; en 1901 , Conde de Rodas a Francisco Martínez de Rodas, y Conde de Vilallonga a Mariano de Vilallonga e Ybarra.



Títulos de Alfonso XIII. Siguiendo el ejemplo de su madre, concedió Alfonso XIII títulos de Castilla a Tomás de Zubiría e Ybarra, al que hizo Conde de Zubiría en 1907, a Enrique de Aresti y Torres, a quien, por su labor como presidente de la Diputación y gobernador civil de Vizcaya, le concedió en 1908 el Condado de Aresti, y a Benigno de Chávarri y Salazar, al que otorgó en 1914 el Marquesado de Chávarri. Más adelante, concedió otros títulos.



Títulos o dictados de villas, ciudades y territorios. Se alcanzaban por concesión real, ya sea a modo honorífico, ya mediante pago de determinada cantidad. Gipuzkoa, por ejemplo, poseyó los títulos de Noble y Leal y Muy Noble y Muy Leal obtenidos por medio de sendos privilegios reales insertos en el Fuero (Tít. 11, cap. IV).


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